IZQUIERDA.
Actitud romántico-racionalista que pretende domeñar la realidad con abstracciones, con esquemas.
No reconoce ningún tipo de orden superior y anterior al hombre, sino que ve al mundo como una tabula rasa en donde se puede escribir a voluntad cualquier fabulación.
Dominada por la mitología del progreso, sigue predicando la utopía y la instalación de un nuevo orden de invención completamente humana.
Estas bases intelectuales son completadas por una práctica bien conocida. En efecto-como ha dicho Spengler- “izquierda es la adoración a las masas en general como fundamento del poder propio: la voluntad de arrasar lo sobresaliente, de equiparar el obrero manual al pueblo, con despreciativas miradas de reojo a los campesinos y a la burguesía.
Es la agitaciónruidosa, el arte de trastornar la masa urbana con palabras fuertes y razones mediocres”.
Y sobre todo es la falta de respeto a la propiedad, el anhelo de mayorías, la cantidad enarbolada en lugar de la calidad.
DERECHA.
Posición ideológica que reconoce la existencia de un orden superior y anterior al hombre, que es imposible de alterar sin consecuencias fatales para la sociedad.
Así, rechaza la mitología del progreso, la capacidad ilimitada de la razón para crear paraísos artificiales, el relativismo de los valores y la arbitrariedad de las utopías.
Anclada en la realidad, busca entender esa misma realidad y descubrir las leyes esenciales que presiden su dinámica.
Reverencia la tradición y las enseñanzas del pasado, es historicista y conservadora, religiosa y respetuosa con los antiguos valores.
No tiene fe en el cambio ni comparte el optimismo de los iluministas y progresistas.
Escéptica en cuanto al futuro no se adhiere a los proyectos radicales que quieren alterar al hombre y hacerlo “feliz”.
La derecha cree en la competencia, en la desigualdad innata, en la selección, y no acepta fundamentalmente que un cambio en la sociedad pueda a la larga mejorar al hombre. Ese perfeccionamiento será trabajo individual, silencioso, mediante la disciplina, la ascética, la meditación, el combate; la derecha en este punto concreto, cree en el hombre y no en las fuerzas de producción o en la economía; cree en las élites y odia las masas ululantes y los comicios.
Por eso apoya a regímenes autoritarios con gobernantes responsables y esclarecidos, mientras desprecia a políticos mediocres descubiertos por la mayoría mediante el sufragio universal. En cambio, la derecha respeta y sigue incondicionalmente a un duce, a un caudillo, a un jefe carismático, que encarna los valores que constituyen su patrimonio. En momentos de crisis, debido a su deficiente organización, su esperanza se vuelve a la aparición de ese jefe salvador, capaz de aunar nuevamente en un solo cuerpo orgánico todas las voluntades.
Julius Evola, destacado pensador de derecha, ofrece en su ‘Il fascismo visto dalla destra’ una imagen muy valiosa del término: “En esta fase, la derecha se presenta de hecho como la antítesis de la izquierda. Pero en el plano de los principios la derecha representa o debe representar una instancia más alta; debe ser la depositaria y afirmadora de valores relacionados con el auténtico Estado: valores en cierto modo centrales, es decir, superiores a toda oposición partidista, según dicha superioridad insista en el propio concepto de autoridad o en la soberanía tomada en su sentido más profundo”.
Además, subraya la imposibilidad de identificar la derecha política con la derecha económica. Escribe Evola que “es en esa identificación fraudulenta en la que se basa la polémica de los marxistas. Para ellos, la derecha y la burguesía capitalista, conservadora y “reaccionaria”, simplemente interesada en defender sus intereses y privilegios, constituirían un todo unitario. En nuestros escritos nunca hemos dejado de denunciar esta insidiosa confusión... Entre ambas derechas no sólo existe identidad sino una precisa antítesis...”
(M.Bessa-J. Vargas, ‘Diccionario Politico para Occidente’ Madrid, 1978).
Última edición por ALACRAN; 24/02/2018 a las 20:13
"... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)
«¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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¿El católico debe ser de derecha o izquierda?
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Se deshace este mundo imbécil que pretendió ser cómodo sin Jesucristo. No que Cristo le haga cómodo, pues la Cruz es lo opuesto al ‘confort’ de los burgueses.
‘Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura’. Se nos prometió, es verdad, el reino de los cielos y no la comodidad de la tierra. Mas por añadidura se nos aseguraba la habitabilidad de este valle.
Los pretendidos filósofos, en cambio, los teóricos de la política liberal y socialista, nos prometieron el paraíso en la tierra y nos han dado un confortable infierno aquí abajo y la garantía del inextinguible fuego en la vida venidera.
¿Y los católicos? ¿Andaremos mientras tanto afanosos por tomar posiciones a la derecha, al centro o a la izquierda, de quién? Dejémosles a los mundanos éstos términos y dejémosles que tomen posiciones en las filas del diablo.
Sería más saludable que nos cristianicemos nosotros mismos. Seamos católicos. Y como católico significa únicamente santo, tratemos verdaderamente de ser santos.
No consiste en hablar y pensar de la santidad. Es vida. La vida católica (que es conocimiento de Jesucristo), plenamente vivida en el ejercicio de la caridad, nos impondrá, por añadidura, una fisonomía católica en las manifestaciones puramente humanas de la vida: arte, ciencia, economía y política católicas.
En: MEINVIELLE, Julio. La concepción católica de la política. Cursos de Cultura Católica, Bs. As., 1941, pp. 250-253. (Resumen)
https://peregrinodeloabsoluto.wordpress.com/
Están bien las definiciones de Bessa-Vargas, pero al final siempre estamos en la misma situación:
A) Derecha-izquierda es un sistema válido para clasificar toda la realidad política. Necesariamente se termina teniendo que distinguir entre dos derechas para clasificar a la católica/contrarrevolucionaria/antimoderna.
B) Derecha-izquierda es un sistema válido para el pensamiento político revolucionario. Se puede estar fuera del mismo y ahí es donde entraría lo católico/contrarrevolucionario/antimoderno.
Personalmente B) me parece más claro a nivel intelectual, a nivel práctivo suele ser necesario expresarse en términos A) para ser entendido, pero siempre terminas con explicaciones y asociaciones de mal gusto al no ser nada claro dónde acaba y dónde empieza la derecha "bien" de la derecha "mal".
Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.
Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI
Puesto que aludimos constantemente a la historia, es bueno conocer también que históricamente los tradicionalistas españoles (salvo contadas situaciones matizables, alguna de las cuales puedo exponer más adelante) generalmente no hicieron nunca ascos a que se les calificase como "derecha" o "extrema derecha".
La visión del carlismo o tradicionalismo español como un movimiento que estuvo siempre al margen del parlamentarismo y que por tanto no era vinculable a una bancada u otra del hemiciclo no se corresponde con la realidad histórica. Por razones obvias (ser carlista era ilegal durante el reinado de Isabel II), no hubo un "partido carlista" en las Cortes entre 1833 y 1868. Sin embargo, ya desde las Cortes de Cádiz había estado presente el partido realista (mal llamado "servil") y en el periodo isabelino el sector mal llamado "neocatólico" del partido moderado vendría a defender más o menos lo mismo que los carlistas, con la salvedad de la cuestión dinástica. Esto no lo digo yo, sino un historiador carlista como Melchor Ferrer. Consúltense los editoriales de Pedro de la Hoz en La Esperanza (único diario carlista de la época) y se llegará a la misma conclusión. Por algo el grueso del carlismo a partir de 1868 vendría precisamente de aquellos hombres procedentes de la extrema derecha del parlamentarismo isabelino. Sin duda tendrían malas compañías durante aquellos años, igual que las tuvieron los carlistas en la guerra de los matiners, aliados con republicanos. Pero después, de 1868 a 1923 y 1931 a 1936 el tradicionalismo tuvo representación en las Cortes liberales, y fue la "extrema derecha". Concretamente durante la II República se les aludía constantemente así por parte de los izquierdistas, y diría que los tradicionalistas lo llevaban muy a gala. No así los falangistas, que querían desvincularse del calificativo no solo por el obrerismo que defendían, sino también por rechazar a los "reaccionarios", en sentido político-religioso-monárquico.
A continuación pongo algunos ejemplos que demuestran lo que digo.
En 1908 decía el gran pensador carlista Juan Vázquez de Mella:
En 1916 un tradicionalista integrista como José Sánchez Marco afirmaba:Y por eso, al hablar aquí desde la extrema derecha, desde la única verdadera derecha... (fuente)
En 1920, Luis Hernando de Larramendi, secretario general a la sazón de la Comunión jaimista, escribía en El Correo Español:Nosotros somos los únicos que quedamos para resistir esa corriente engañosa que llamándose derecha pretende correr hacia la izquierda el puesto de coincidencia de los los ideales, de los intereses y de la acción política católica pura y verdadera. Que llamándose unión de las derechas pone su mayor empeño en destruir la derecha, más derecha, la única derecha verdadera. (fuente)
En 1927 en El Siglo Futuro se llamaba al tradicionalismo integrista "verdadera derecha organizada y fuertemente definida" (fuente). Ya en la II República, en 1932 la gran propagandista tradicionalista María Rosa Urraca Pastor definiría a los tradicionalistas como "la verdadera derecha de Cristo" (fuente). Los ejemplos serían interminables... Aun en 1986 al ser preguntado el carlista José María Cusell si ellos eran la "derecha pura", contestaba que Alianza Popular no era la "derecha verdadera", sino (se entiende) el carlismo tradicionalista:A falta de obra de Gobierno, que ni el Gabinete Dato ni ninguno del régimen puede logarla, la reciente solución de la crisis tendría un alto valor político si sirviera para consolidar el propio tiempo que el partido-liberal conservador, como partido único de la derecha constitucional, la Comunión Tradicionalista como fuerza poderosa y única también de la verdadera derecha, católica y monárquica, sin sombra de liberalismo y sin peligro de fluctuaciones idolistas o caciquiles (fuente)
Es evidente que en todas estas citas se asociaba la "verdadera derecha" al tradicionalismo, y no a moderantismo liberal o conservadurismo. Obviamente hay un énfasis en desmarcarse del conservadurismo liberal, pero lo que no hay es un rechazo al calificativo "derecha", sino todo lo contrario.Som antiliberals, perquè el liberalisme porta per lògica al comunisme, i la Revolució va contra l'ordre natural, tant és que sigui revolució comunista, socialista, anarquista o falangista. Fraga és conservador, o «conservador», però no dreta vertadera. (fuente)
Creo que la pregunta que nos puede interesar no es si los tradicionalistas se reconocían como "la extrema derecha" de entonces (creo que es evidente que sí), sino si conviene definirse hoy como de derechas. Como decía Francisco Canals, el término "derecha" era ya evitado en la Europa de después de la II Guerra Mundial por los partidos liberales, ya que se asociaba "derecha" con "reaccionario", y la verdad es que hoy se sigue haciendo la misma asociación, especialmente en España. Quizá en otras latitudes te digan que ser "de derechas" es estar a favor del estado no intervencionista, del liberalismo económico u otras cuestiones, pero en el imaginario colectivo en España la derecha sigue vinculándose a la religiosidad y el patriotismo. Por eso y porque es un calificativo que rechaza todo el mundo, desde los liberales del PP o Ciudadanos, hasta los falangistas o los neonazis (por tanto no se puede vincular legítimamente a ninguno de estos grupos), a mí personalmente no me molesta la calificación de "derecha", aunque prefiero la de "extrema derecha" o "derecha pura" o "verdadera", especialmente teniendo en cuenta que los tradicionalistas históricamente se consideraron así. Respeto a los que os resulte antipático el calificativo y no os reconozcáis en él.
Última edición por Rodrigo; 26/02/2018 a las 14:40
Militia est vita hominis super terram et sicut dies mercenarii dies ejus. (Job VII,1)
Bueno Rodrigo, pero también actualmente los que se dicen "orgullosamente de derechas" son los de VOX, y yo al menos a esos no los toco ni con guantes. Son derecha sí, pero republicana al estilo USA, pepera aznariana endurecida con algunos "nostálgicos franquistas" para darle duro a los "rojos" (y ahora también a los moros), favorable al R78, al Borbón liberal, judiófila, filoprotestante etc.
Yo también tendría cuidado no me mezclaran con ésos.
Yo ya he visto a todos los grupos habidos y por haber acusar de "extrema derecha" a todo el mundo, cada uno lo utiliza con el significado que le parece y así no hay manera de entenderse. Yo soy de los que intenta evitar el tema derechas/izquierdas y hablo de la España nacional que aunque no muy unida es la que más o menos defiende los derechos de Dios y de la Patria y está en contra del R78 y el capitalismo.
Cierto, el único problema que yo veo a declararse como de "derecha verdadera" es que asocien a uno con determinados grupos o ideas erróneas. En el caso de VOX, la distinción es fácil, ya que ellos mismos ponen énfasis en decir que son de "centro derecha", "demócratas" y en ningún caso de "extrema derecha". Con lo cual ellos mismos están dejando hueco para que alguien se posicione a su derecha.
En mi opinión, el hecho de que los izquierdistas empleen la expresión "extrema derecha" como un arma arrojadiza, no es motivo para evitarla, sino todo lo contrario. Evitarla por ese motivo sería una muestra de acomplejamiento. Es a ellos a quienes debería dar vergüenza ser de izquierdas o liberales y tenemos que dejarlo claro. También dan a los calificativos "reaccionario" e "integrista" una connotación muy negativa, y en cambio los tradicionalistas les damos una connotación positiva.
Última edición por Rodrigo; 26/02/2018 a las 14:23
Militia est vita hominis super terram et sicut dies mercenarii dies ejus. (Job VII,1)
El artículo que encabeza el hilo es básico, elemental; solo para ver la interrelación izquierda derecha a un nivel filosófico-psicológico primario, sin entrar en más consideraciones. Las izquierdas, entre ellas, también tienen subdivisiones e incompatiblidades. Recuerdo ahora una frase de Gustavo Bueno en su obra "El mito de la izquierda" donde con tono infalible diagnosticaba "haber varias izquierdas pero una sola derecha" (¡¡¡)
Es un texto solamente ideado para ver su entrecruzamiento: que las izquierdas pretenden domeñar la realidad con abstracciones y esquemas y con nada superior al hombre; y que la derecha pretende un orden anterior y superior al hombre que deberá ser intangible. Creo que en eso estaríamos todos de acuerdo: derechas e izquierdas. Y de eso trata la distinción.
Para alguien de izquierdas, las subdivisiones y distingos de las derechas no le dicen nada; y para uno de derechas, las subdivisiones de la izquierda, tampoco. (Ya lo estamos viendo en el debate).
Última edición por ALACRAN; 26/02/2018 a las 20:15
"... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)
Las divisiones en la izquierdas son relevantes e importantes, pero la izquierda no tenemos necesitad de hacer una distinción entre izquiera revolucionaria e izquierda contrarrevolucionaria porque tal cosa no existe, como sí sucede en el campo de la derecha.
Estamos de acuerdo en que la derecha pretende un orden superior, pero hay una derecha que pone como centro de ese orden a Dios y otra que pone a la avaricia ilimitada (o libre mercado). Y ambas necesitan distinción, una distinción que en la izquierda no es necesario hacer, pues ellos tiene más diferencias de grados y velocidades que de principios supremos.
Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.
Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI
¿Y qué hacemos con el multimillonario Soros defendiendo las causas de la izquierda? ¿O habrá ya una derecha económica que quiere hacer negocio con los postulados de la izquierda?
Sobre que "las izquierdas pretenden domeñar la realidad con abstracciones y con nada superior al hombre; y que la derecha pretende un orden anterior y superior al hombre", quizá más correcto es decir que no son tanto definiciones, sino postulados filosóficos previos a ellas.
Última edición por ALACRAN; 28/02/2018 a las 16:07
"... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)
Recuerdo una frase del general Perón que decía: la izquierda es un invento de la derecha para tener una disidencia controlada. En cosas como ésta se demuestra que se cumple en la práctica.
Tras la caída del muro, se hizo una síntesis de lo peor de la izquierda (marxismo) y derecha (liberalismo), el resultado: Marxismo cultural en lo social, neoliberalismo en lo económico, como bien marcan las directrices del NOM.
Saludos en Xto.
«¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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j) ¿El Carlismo es de derecha?
La división entre derecha e izquierda es un invento liberal que data de los primeros días de la Revolución francesa. Según el interesado, la dupla derecha e izquierda representa respectivamente a los conservadores y los reformistas, los reaccionarios y los progresistas, los partidarios del orden y los del desorden, los anticuados y los avanzados, los privatistas y los estatistas, y así podríamos seguir por largo rato. El tradicionalismo hispánico es anterior a estas falsas disyuntivas: defiende a Dios y a su Iglesia, a la Patria y el legado hispánico, a las libertades concretas, los usos y costumbres plurales de Las Españas, a la monarquía legítima, representativa y federativa. Ni más, ni menos.
Carlismo Argentino: Respuestas a preguntas frecuentes sobre el Carlismo
«¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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Rodrigo, la cuestión está en que usted en cuanto defina a su grupo como "extrema derecha" al final delante de cualquier persona que no sabe nada va a parecer que son como los voxeros pero más radicalizados, y nada más lejos de la verdad. Al final, como viene diciendo Donoso tendrá que diferenciar una de otra haciendo ver que no tienen nada que ver entre ellas.
Yo lo veo así:
1ª opción: rechazar el término derecha o extrema derecha (no por complejos, que a nosotros nos dan igual) porque son cosas de la revolución etc.
2ª opción: si quiere quedarse con lo de derecha/extrema derecha lo primero que tiene que hacer antes de decir nada más es que todo lo que se llama o le llaman derecha o extrema derecha actual como PP, C's, VOX no son derechas de verdad incluso aunque ellos se definan así.
Yo no soy ningún experto ni nada, pero lo digo para que todo quede claro ante todo el mundo. A mi me suele dar un poco igual porque yo ya me lo sé más o menos y además que lo mido de otra manera, como puse en un mensaje más arriba.
Son cosas del parlamentarismo, pero no de la revolución, porque, como he demostrado antes, históricamente los contrarrevolucionarios en España se han considerado la derecha auténtica; es decir, los más opuestos a quien lidera la revolución, que siempre es la izquierda, por su propia naturaleza.
Estoy de acuerdo, pero los partidos que mencionas no suponen un problema. Los de C's se definen como liberales de "centro-izquierda", así que es absurdo decir que son de derechas, por mucho que lo diga el PSOE o PODEMOS porque necesita un enemigo para diferenciarse de lo que en realidad es más de lo mismo. El PP se define como "centro". Hace muchos años que no oigo a ningún dirigente del PP decir que son de derechas, y ni siquiera de "centro-derecha". El apelativo derecha me empieza a resultar atractivo precisamente porque es repudiado y eludido por todos los partidos anticristianos. No obstante, es verdad que hay una corriente liberal económica que no tiene representación parlamentaria, representada por radiofonistas como Federico Jiménez Losantos y compañía, que siendo anticristiana reivindica el calificativo de "derecha". Ciertamente es importante que no nos confundan con ellos. Pero yo prefiero encasillar a estos también en la izquierda, ya que en cierto modo, por los cambios que proponen (trabajar domingos y festivos, libertad como valor supremo, etc.) lideran también la revolución.
Militia est vita hominis super terram et sicut dies mercenarii dies ejus. (Job VII,1)
Rodrigo, usted ha demostrado que los contrarrevolucionarios se podían llamar así en una época por motivos muy concretos, pero también es cierto que ustedes aspiran a superar esos conceptos de derecha e izquierda y volver a lo que llamaríamos "la normalidad", ¿no?. Si esos conceptos, como se dice, son realmente una creación de la revolución francesa pues tampoco veo por qué hay que medir nada según éso. ¿Hace mil años los españoles se "dividían" en derechas o izquierdas? y si desea pelear por esa etiqueta de "derecha auténtica", pues vale, tiene mucho trabajo por delante luchando contra los Losantos, gaceteros y compañía con sus VOX.
Actualmente lo veo mucho más simple: hay un Sistema anticristiano y antiespañol, falsamente monárquico etc y tanto los que se declaran (o les declaran) de izquierdas, de derechas, de arribas o de abajos forman parte de ello, y ustedes están en contra de todo eso, no hay más.
Yo al menos lo veo así. Nadie nace siendo de derechas, ¿no? sin embargo nos bautizamos, somos españoles por algo etc...
Saludos.
Coincido con Trifón en todo lo que ha expuesto, y me atrevería a aseverar que dividir la política en izquierdas y derechas es pecar de una visión miope e incompleta de la misma, hay posturas que resultarían inclasificables dentro de ese binomio que, como se ha dicho, no deja de tener su origen en la «Revolución» Francesa (por cierto, quienes estaban en contra de ella no estaban sentados ni a la izquierda ni a la derecha del parlamento, sino derramando su sangre por las landas de la Vandea y otros lugares donde resistieron los Chuanes).
Saludos en Xto.
Última edición por ReynoDeGranada; 03/03/2018 a las 19:27
«¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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Se atreve usted correctamente. Determinadas políticas sociales que el marxismo pretende apropiarse -y que, sepamos nosotros, por mucho que cacarean no han implantado todavía en Europa- se pueden encontrar entre las reivindicaciones de Ramiro Ledesma y de José Antonio, recogidas en la FE-JONS, así como en el fascismo de Mussolini, el NS alemán o las más modernas Nueva Derecha o Cuarta Teoría Política de Dugin, teniendo todos estos movimientos poco que ver con el marxismo. El anticapitalismo y la oposición al liberalismo económico no son exclusivos de ellos, de hecho como digo los únicos gobiernos políticos que, hasta ahora en Europa, han implantado políticas económicas anticapitalistas y de apoyo al trabajador, no han sido precisamente marxistas; el mito del ''fascismo igual a capitalismo'' debe caer.
La tolerancia es la virtud del hombre sin convicciones. (G K.Chesterton).
La Nueva Extrema Derecha no es fascista.Celebran el Black Friday y no el 20N, admiran Silicon Valley y no el Valle de los Caídos, llevan una bandera amarilla con serpiente y no la rojigualda del águila.Y la izquierda no se entera.
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La extrema derecha está en auge, pero no es lo que te han contado
Hásel-Paris Álvarez
26 de noviembre de 2021 20:33h
Hace años que el eje izquierda-derecha ya no sirve para entender el panorama político. El primer Podemos era más que una simple 'extrema izquierda'. Ciudadanos no apareció como una 'nueva derecha', sino una amalgama de progresismo social y liberalismo económico. El auge de Esquerra Republicana de Catalunya desde 2017 no tiene tanto que ver con ser de 'esquerra' como con la secesión de las regiones ricas. Pero el mayor patinazo del eje izquierda-derecha es el intento actual de comprender la 'extrema derecha'.
El PSOE de Pedro Sánchez ha hablado de 'ultra-derecha' para describir la irrupción de Vox, mientras que el Podemos de Pablo Iglesias ha clasificado así al PP —y ocasionalmente a Cs—, reservando para Vox el hiperbólico 'ultra-ultra-derecha'. Y, a su vez, utilizan todos los términos relativos a la 'extrema derecha' como sinónimos del nazi-fascismo, en el que incluyen indistintamente a Mussolini, Hitler o Franco. Este es el atropello politológico en el que vive la izquierda española.
Ninguno de los partidos mencionados (PP, Cs, Vox) tiene mucho de fascista, sino que pertenecen más bien a la corriente liberal,en sus varios afluentes. Es posible citar, sin profundizar, algunas diferencias clave entre estas derechas y el fascismo: son de libre mercado donde el fascismo era intervencionista, son parlamentaristas donde el fascismo era caudillista, son monárquicas donde el fascismo tendía a ser republicano, son burguesas donde el fascismo tenía tono obrerista, son atlantistas donde el fascismo era anti-angloamericano y pro-israelíes donde era anti-judío. Es más, según especialistas como el historiador alemán E. Nolte o el politólogo israelí Z. Sternhell, ni siquiera los viejos fascismos serían exactamente una 'extrema derecha', ya que tuvieron un alcance mayor de lo que capta el eje izquierda-derecha. Pero entonces, ¿a qué le podemos llamar 'extrema derecha'?
La noción de 'derecha' nace con la Revolución Francesa, sentándose en el lado derecho de la cámara aquellos que defendían los privilegios de pequeños grupos —la casa real, las clases altas, ciertas regiones, etc—. Una derecha extrema sería, por lo tanto, llevar esta defensa hasta el grupo humano más extremadamente reducido, es decir, el individuo. Hay otra acepción: en las décadas posteriores a la Revolución, el término 'derecha' se identificó con los partidarios de un gobierno limitado. Lo cual, llevado a su extremo, significaría la práctica disolución del Estado. Y, ¿existe tal opción política? Sí, sería una derecha hiper-individualista y anti-gubernamental. El opuesto exacto, por cierto, al fascismo —que era colectivista y estatalista—. Y no sólo existe, sino que está en fase de crecimiento acelerado en buena parte del mundo, bajo las etiquetas de 'populismo neoliberal' o 'libertarismo de derecha'.
Las alarmas saltaron a partir de un gran estudio realizado por Fondapol en los principales países europeos. "Los jóvenes europeos de 18 a 24 se sitúan cada vez más a la derecha", concluye la macro-encuesta. ¿Alude, quizás, a un retorno de la religiosidad o a una revitalización del patriotismo? No, no se refiere a eso. De hecho, por mucho que la izquierda se imagine constantemente un temible regreso nacional-católico, la realidad es que hemos sufrido el mayor descenso de creyentes de toda Europa, y sólo 2 de cada 10 españoles lucharían por su país en caso de guerra —varios puntos por debajo de la media europea.
Esta 'extrema derecha' no está identificada como tal, arrinconada en una punta del tablero. Por el contrario, está pasando desapercibida y tiene una amplia capacidad de seducción sobre todo el arco político
El estudio de Fondapol habla de unos valores muy diferentes. Para empezar, la mayor parte de encuestados (especialmente los más jóvenes) consideran que el individuo debe "tener completa libertad para controlar su propia vida", de forma que "con esfuerzo, cualquiera puede llegar a lo más alto". Esta es la 'ideología Elon Musk': si me quitan impuestos y me dejan en paz con normativas, seré capaz de ahorrar e invertir hasta poder comprarme un cohete para ir al espacio. Es una doble ceguera ante las obligaciones propias con la comunidad y ante las circunstancias externas que pesan sobre uno mismo.
Pero eso no es todo: la mayoría de encuestados cree que "los parados podrían encontrar trabajo si de verdad lo deseasen". Y que "muchos ciudadanos reciben ayudas sociales que no se merecen". Estas opiniones pueden ser más o menos discutibles, pero convendremos que no tienen mucho de camaradería patriótica ni de solidaridad cristiana. Sólo podríamos calificar estas ideas como 'derecha' si nos estamos refiriendo a una 'extrema derecha' individualista y neoliberal-libertaria. Sin embargo, lo más inquietante del estudio es que varias de estas opiniones tienen un apoyo de hasta el 58% entre encuestados que se declaran... de izquierdas.
He aquí el primer gran peligro: esta 'extrema derecha' no está identificada como tal, arrinconada en una punta del tablero. Por el contrario, está pasando desapercibida y tiene una amplia capacidad de seducción sobre todo el arco político. Sus propuestas podrían ser defendidas por Ciudadanos como un mensaje 'de centro'. Su idea de que el Estado no debe intervenir el alquiler o la electricidad está constantemente en boca del PSOE. Su filosofía de 'soberanía individualista' coincide con Podemos y Más País, que (incapaces de lograr cambios colectivos profundos) se lo fían todo a legalizar el uso personal de drogas, legislar la auto-determinación del género o aprobar la eutanasia.
De hecho, el plan de Juan Ramón Rallo —uno de los grandes promotores españoles de esta extrema derecha liberal— es "que nuestras ideas penetren lentamente en todos los partidos políticos". Sin embargo, Rallo ha apoyado particularmente al partido argentino 'Libertad Avanza', liderado por Javier Milei. Ha afirmado, eso sí, que Milei no es de extrema derecha, porque "la extrema derecha es nacionalista, autoritaria y tradicionalista". Pero, a continuación, Rallo muestra imágenes de Milei envuelto en banderas nacionales, haciendo que un grupo de personas grite al unísono un mantra de la tradición liberal del siglo pasado. Parece bastante nacionalista, bastante autoritario y bastante tradicionalista.
El segundo gran peligro de esta nueva 'extrema derecha' no es solamente su adaptabilidad ideológica, sino su especial capacidad populista. El populismo no es una ideología, sino un método destinado a producir vuelcos electorales bruscos y resultados de mecha corta. La fórmula consiste en proponer un liderazgo carismático que encarne al pueblo, enfrentar a dicho pueblo contra las élites y traducir la complejidad política a una serie de lemas agregadores. Y Milei aplica su versión de la receta: reunir a los argentinos en torno a su liderazgo carismático, enfrentar al pueblo (entendido como una suma de individuos separados) contra la élite (entendida como los funcionarios públicos) mediante lemas simplistas como que 'los impuestos son un robo' o que 'todos los políticos son unos ladrones'. Atrás ha quedado la época en que el liberalismo se presentaba a sí mismo como lo opuesto al populismo. Atrás ha quedado aquello del 'centrista' Macron frente a la 'extrema derecha' de Le Pen. Ahora, el neo-liberalismo es un neo-populismo.
En Madrid hemos visto un exitoso ejemplo de todo esto. La victoria de Isabel Díaz Ayuso no tiene nada que ver con el PP liberal-conservador del resto de España, sino con el populismo neo-liberal que viene incubándose en la región desde tiempos de Esperanza Aguirre. Se trata de liderar al pueblo contra las élites, sí. Pero se trataría de un pueblo definido como clientes de bar contra una élite que quiere imponer medidas sanitarias: "¡un saludo a los tabernarios!", dice Ayuso. Un pueblo que quiere conducir su coche por toda la ciudad contra una élite que quiere imponer tasas ecológicas: "¡los atascos como identidad de Madrid!" Un pueblo que necesita ganar un sueldecillo —aunque sea en condiciones semi-esclavas— contra una élite que quiere expulsar a Deliveroo: "¡la gente está deseando tener un empleo basura!"
"Esta ultra-derecha ha ganado abrumadoramente las elecciones en Madrid. Y ha sido, en parte, porque las izquierdas dedicaron la campaña electoral a cazar una 'extrema derecha' fantasma: el Vox de Rocío Monasterio, que volvería a traer el fascismo de los años 40, enviaría munición en sobres, expulsaría a los homosexuales a Valencia y bajaría a Serigne Mbayé a Camerún. Pero, en realidad, el Vox de Monasterio no tenía la intención ni la capacidad de hacer nada de ello. Sólo podía funcionar como una copia del PP de Ayuso en beneficio del proyecto principal: traer el thatcherismo de los años 80, enviar pagos en sobres, expulsar a los trabajadores de sus barrios y bajar los impuestos al capital (de nuevo, algo no muy patriótico ni cristiano). En fin, la 'alerta anti-fascista' se centró en detener los 13 escañitos de Monasterio y fue aplastada por los 65 escañotes de Ayuso.
Aunque cierta izquierda advierta obsesivamente contra un supuesto repliegue en lo nacional, lo rural, lo securitario, lo nostálgico o lo familiar (elementos que serían fácilmente resignificables para la izquierda), el verdadero repliegue es hacia el individualismo, el sálvese quien pueda y la lucha de todos contra todos. Estos son los 'valores' de mayor viralidad y contagio en una sociedad que está desvinculada y desarraigada. Y una vez implantados, ya no tienen vuelta atrás. Si la izquierda continúa cavando trincheras en dirección contraria, el tsunami de la nueva ultra-derecha nos pillará a todos con las espaldas al descubierto."
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Hasel Paris Álvarez (Galicia, 1990) es Graduado en Ciencia Política y de la Administración por la Universidad de Santiago de Compostela y máster en Seguridad, Defensa y Geoestrategia por la UDIMA. Ha trabajado como militar profesional y es analista en medios de comunicación.
https://www.infolibre.es/opinion/pla...9_1213810.html
Última edición por ReynoDeGranada; 28/11/2021 a las 16:23
«¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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