Fuente: El Correo Español, 27 de Septiembre de 1895, página 1.
TÍTULOS INCÓGNITO en nuestra Familia Real proscripta
A propósito de lo que insertamos en esta misma sección el día 19 con el título de Incógnito, relativamente a los nombres usados de incógnito por muchos reyes y príncipes extranjeros, un suscriptor tiene la bondad de remitirnos los apuntes que a continuación insertamos y que completan aquello, añadiendo a lo que entonces dijimos los títulos de incógnito usados por nuestra Familia Real proscripta.
Carlos V, al abdicar en Bourges, tomó el título de Conde de Molina; su hijo Carlos VI, al aceptar la abdicación, el de Conde de Montemolín, y los dos hermanos de éste, los Infantes don Juan y D. Fernando respectivamente los de Condes de Montizón (Condesa de Montizón sigue hoy llamándose Doña María Beatriz, augusta viuda de D. Juan) y de Monforte. Los títulos de Montemolín, Montizón y Monforte fueron tomados de tres Encomiendas que llevaban esos nombres en Extremadura [1] y que pertenecían al patrimonio de D. Carlos María Isidro.
En cuanto a nuestro Rey D. Carlos VII, sabido es que, desde la abdicación de su augusto padre, en 1868, tomó el nombre de Duque de Madrid, título que hoy ya no es de incógnito. Accidental y pasajeramente ha tomado en algunos viajes títulos realmente de incógnito, como Conde de Dicastillo (uno de los que más frecuentemente ha usado), de Lácar, de Brea, etc.
El Príncipe D. Jaime ha usado también algunos por el estilo, pero no ha necesitado todavía adoptar uno fijo.
Respecto a los Infantes D. Alfonso y Doña María de las Nieves, no creemos que nadie pueda citar ninguno de los nombres que usan en sus largos y aventurados viajes, pues ponen el mayor empeño en no ser conocidos. Y lo logran hasta tal punto que en apartadas regiones cuentan con amigos que sólo por el nombre de incógnito los conocen, ignorando el real y el Alteza Real, y con ellos se escriben y se cambian regalos. Lo único que no ocultan, antes bien hacen gala en divulgarlo, es que son españoles.
Entre los títulos de incógnito hay que distinguir, naturalmente, dos categorías completamente distintas: los de los reyes desterrados y los de los príncipes que son de casa real, pero no soberanos.
Los primeros, sin renunciar a su verdadero título, no pueden imponerlo a los demás, y adoptan uno que todos puedan aceptar: de esta manera, Conde de Molina, Conde de Montemolín, Conde de Montizón y Duque de Madrid han venido significando sucesivamente Rey legítimo de España.
Los segundos, es decir, los adoptados por los Príncipes, sobre todo para viajar, fueron en su origen, y siguen siendo, una especie de careta para moverse con más comodidad y menos ceremonias.
Por último, tampoco hay que confundir con los nombres de incógnito los títulos de duque, marqués o conde que en las antiguas Coronas de Francia, de Nápoles y de Parma, y hoy mismo en la de la Gran Bretaña, se daban a Príncipes de aquellas Casas soberanas, llevando anejo al título el tratamiento de Alteza Real. Esos títulos eran reales y no de incógnito, y equivalían al de infantes de España, de archiduque en Austria, de príncipe en Alemania o de gran duque en Rusia. Tales eran y son los títulos de Duque de Angulema, Conde de Artois, Conde de Caserta, Conde de Bari, Conde de Bardi, Duque de Connaugth, Duque de Orleans, Conde de París, Duque de Montpensier, etc., etc.
La diferencia se ve palmariamente en el caso de Enrique V que, como Príncipe llevaba el título de Duque de Burdeos, con Alteza Real, y que al heredar el derecho a la Corona lo dejó para tomar el de Conde de Chambord, de incógnito.
[1] Nota mía. La Encomienda de Montemolín es extremeña, pero la Encomienda de Montizón se encontraba en el Reino de Jaén. Desconozco a qué localidad concreta hacía referencia el título de Monforte.
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