Fuente: Cómo se preparó el Alzamiento. El General Mola y los carlistas, Tomás Echeverría, Madrid, 1985, páginas 160 – 161 (traducción y transcripción) y 162 – 164 (facsímil).



San Juan de Luz, 13 de julio de 1936


Mi querido Baleztena:

Después de la conversación de ayer por la tarde he leído la correspondencia que ha sido intercambiada durante mi ausencia entre Fal Conde y el general Mola.

Usted la conoce, puesto que ha colaborado en las dos últimas cartas.

De las contestaciones del general resulta que, a pesar de todas las concesiones hechas por nuestra parte, no se quiere tener ninguna cuenta de nuestros principios básicos, que han hecho la existencia gloriosa y centenaria del Partido Carlista, y por los cuales tantos sacrificios y sangre han sido derramados. Para salvar a la España Católica y Real todo el partido está dispuesto a dar su vida y sus bienes.

Pero, ¿cómo podemos tomar la responsabilidad de lanzar a nuestros jóvenes en una sublevación militar y dejarles matar por un movimiento del cual –hoy lo sabemos– los jefes no miran más que a instaurar un orden republicano en manos de personas que no representan ya la salvaguardia religiosa y moral del país?

Si hoy día, en que se tiene necesidad de nuestra colaboración, se niegan unas garantías mínimas, y solamente morales, que pedimos, ¿qué sucedería el día en que el Ejército hubiera triunfado?

Se nos agradecerá disolviendo nuestro Partido.

Y ante el pasado centenario, nuestro gesto, generoso ciertamente, pero inconsiderado, pasará como una traición a nuestros principios y a nuestras gentes, cuya sangre habremos sacrificado inútilmente.

Dios-Patria-Rey debe seguir siendo nuestra directiva, fuera de la cual ningún compromiso es posible.

Si el movimiento se produce, la dirección del Partido no puede autorizar a nuestras gentes a participar en él sin que el mínimo de garantías contenidas en los intercambios de cartas nos sea solemnemente asegurado.

Esta misma mañana, como una respuesta Providencial, hemos recibido una carta del Rey, en la cual dice, en términos muy precisos, que no admitirá ninguna intervención del Partido fuera de las bases convenidas y aceptadas por él según el intercambio de cartas. El Rey ha hablado. La Dirección del Partido ha hablado; yo no puedo creer que la Junta Regional de Navarra traicionará y comprometerá a la Comunión Tradicionalista fuera o en contra de la voluntad del Rey.

Si el general mantiene las bases que han sido establecidas y aceptadas por el general Sanjurjo, todo el partido [1], sin excepción, marchará con el Ejército [2].

La Unidad de la dirección del Partido está en juego, y yo no dejaré transigir acerca de la autoridad del Rey y de su Jefe Delegado.

Yo sé, mi querido Baleztena, que comprendéis la gravedad de la decisión, y que si se obtiene el reconocimiento de nuestro derecho, más que cualquier otro partido estaremos dispuestos a todos los sacrificios para colaborar en el gran movimiento nacional para salvar a España, que es Católica y Real.

Que Dios nos ayude y nos guarde.

Créame, mi querido Baleztena, muy afectuosamente vuestro


Francisco Javier





[1] El subrayado es del documento original.

[2] Estas bases o fundamentos indispensables para la futura restauración socio-política española fueron, finalmente, aceptados por el General Mola mediante una nota de conformidad redactada el 14 de Julio y enviada ese mismo día a la Junta Suprema Carlista con sede en San Juan de Luz. Una vez recibida dicha comunicación en ese mismo día, Don Javier y Fal Conde procedieron inmediatamente a la correspondiente firma de la orden de movilización de los Reales Ejércitos de su S. M. Don Alfonso Carlos.