ESPAÑA Y EL CONCEPTO DE CRISIS
Confío no sorprender a nadie cuando me refiera a la profunda crisis que atravesamos. No obstante, el economicismo, la quiebra de la sociedad… Y otros elementos pueden favorecer a la desorientación en la identificación y solución del problema al cual nos referimos. Por ello, estimo conveniente traer a colación éstas reflexiones.
La crisis como concepto
Siguiendo la regla del correcto discurrir propia de la escolástica, según la cual se precisa la consideración de los conceptos que serán utilizados en el desarrollo de la reflexión, me veo en la obligación de definir el concepto de crisis. Concepto de vital importancia en nuestra consideración y reflexión. Crisis (como lo dice la misma palabra) es un hecho puntual incompatible con la duración. Los médicos contraponen el día crítico a la lisis, proceso que se desenvuelve con una duración. Crisis es un momento de resolución entre una esencia y otra, o entre dos estados distintos por naturaleza. Tales son por ejemplo el cambio entre la vida y la muerte en biología, o entre la inocencia y el pecado en teología. Por el contrario, no es crisis la variación accidental dentro de una misma cosa. Por consiguiente, para hablar con exactitud solamente debería utilizarse el término crisis cuando se verificase un extraordinario movimiento histórico capaz de dar a luz un cambio esencial y de fondo en la vida humana. Una variación puede constituir una crisis, pero el punto de partida de nuestra investigación no es que las transformaciones estudiadas puedan ser identificadas como tales. Pese a ello, y siguiendo el uso común, denominaremos también crisis aquellos fenómenos que, aún no respondiendo al concepto si delimitado, sin embargo se le aproximan (1).
Con ello constatamos pues que el concepto de crisis afecta a la misma esencia del ente al cual afecta. Quiero decir que la crisis tiene unas repercusiones metafísicas, que afectan al propio ser (mejor dicho a la propia forma de ser, causa formal aristotélica).
Hechas estas aclaraciones terminológicas, estamos preparados para iniciar nuestra reflexión evitando sofismas o falsos razonamientos que no llevarían a horas de discusión estériles.
La esencia de España
Para conocer cuando nos encontramos ante una crisis (dado que esta afecta a la propia esencia de lente) es preciso identificar cuál es la esencia de nuestra patria, de lo contrario, todo identificación de crisis en España será una ilusión.
Llegaríamos ahora el debate de cuándo nace España. Mucho se ha discurrido sobre el asunto, pero tomando el concepto de crisis, el momento en el cual hay un cambio en la esencia de los pueblos ibéricos, el inicio de España se fijaría en la conversión de Recadero en el año 587 y la plasmación del espíritu de este reino en los concilios toledanos. Fijar el inicio antes es fruto de una extracción de elementos históricos comunes en épocas distintas, consecuencia todo ello de la pretensión universalista del hombre fruto del racionalismo y que no puede llevar sino al equívoco. España nace con dos elementos fundamentales, la religión católica y la monarquía. Además de ello, tendrá conciencia de sí misma cuando la amenaza mahometana ponga en peligro su propia esencia, prueba de ello es una frase que encontramos en dicha época y que es muy reveladora y útil para nuestro discurrir: “Recuperar España”.
La unidad de creencia es más profunda. Sólo por ella adquiere un pueblo vida propia y conciencia de su fuerza unánime, sólo en ella se legitiman y arraigan sus instituciones, sólo por ella corre la savia de la vida hasta las últimas ramas del tronco social. Sin un mismo Dios, sin un mismo altar, sin unos mismos sacrificios; sin juzgarse todos hijos del mismo Padre regenerados por un sacramento común; sin ser visible sobre sus cabezas la protección de lo alto; sin sentirla cada día en sus hijos, en su casa, en el circuito de su edad, en la plaza del municipio nativo; sin creer que este mismo favor del cielo, que vierte el tesoro de la lluvia sobre sus campos, bendice también el lazo jurídico que él establece con sus hermanos y consagra con el óleo de la justicia la potestad que él delega para el bien de la comunidad; y rodea con el cíngulo de la fortaleza al guerrero que lidia contra el enemigo de la fe o el invasor extraño, ¿qué pueblo que habrá grande y fuerte? ¿Qué pueblo osará arrojarse con fe y aliento de juventud al torrente de estos siglos?Esta unidad se lo dio a España el cristianismo. La Iglesia nos educó a sus pechos con sus mártires y confesores, con sus Padres, con el régimen admirable de sus concilios (2).
Por ello la esencia española está anclada en la religión católica, y en la monarquía como institución civil y canal en el cual operó la gracia que santificó a nuestro pueblo.
La crisis en España
Por ello, dado que la esencia española se encuentra anclada en la monarquía y en la unidad católica, un ataque a las mismas implica alterar la naturaleza española, convertir a España en algo que no era, un ente distinto de naturaleza distinta. Además, tanto la unidad católica como la monarquía se encuentran en la esencia de nuestro pueblo, luego una alteración en cualquiera de ellas altera la esencia en la cual descansa la otra, viéndose pues modificada a su vez.
Pues bien, sería en el siglo XIX cuando ambos pilares de las Españas serían socavados y atacados, con la irrupción de la doctrina liberal. Destrucción monárquica pues con la usurpación al trono de 1833 y con la introducción del principio democrático, el principio monárquico fue expulsado de nuestra Patria (pues el gobierno de uno y el gobierno de todos son ontológicamente incompatibles). Que la monarquía y el liberalismo son incompatibles es un hecho constatado, pues dada la dicotomía en esencia de ambos entes, su mimetización llevaría a la muerte de una de ellas necesariamente. De hecho hoy vivimos el tercer colapso de la monarquía liberal, el cual ha quedado como institución decorativa cuyo único papel es ocupar espacios de revistas de prensa rosa.
El liberalismo destruyó a su vez el principio de la unidad católica. Pues al proclamar la autonomía del bien respecto de la voluntad, aparece una voluntad sin más límite que sí misma. Esta autonomía personal, cristalizó en una autonomía del pueblo para con la unidad católica (pues es esa falsa voluntad popular la que ahora prescinde de la religión que conforma la comunidad política). Por ello el liberalismo destruyó totalmente la esencia del pueblo español, iniciándose así un proceso de autodemolición hispánico.
Conclusión
Si reflexionamos, el liberalismo es aquel que propició la crisis, es decir, tras el liberalismo comenzó un proceso de cambio esencial en nuestra patria convirtiéndose en otra cosa (pues su sustancia quedó alterada). Por tanto todo aquel que pretenda una restauración de la esencia de las Españas deberá, necesariamente, adherirse aquella doctrina que combatió al liberalismo como causante de dicha crisis, el tradicionalismo hispánico encarnado en el legitimismo carlista. Todo intento de restauración fuera del mismo sería loable pero tremendamente problemático pues si no tiene su origen en la Tradición, lo tendrá en etapas posteriores, las cuales han sido conformadas, directa o indirectamente, por el propio principio liberal.
Francisco Sandoval
Fuentes:
(1). AMERIO, R.: Iota Unum, Criterio Libros, 2003, cap. I.
(2). MENENDEZ PELAYO, M.: Historia de los heterodoxos españoles. Tomo II. BAC, 1987, pp. 1036-1037.
https://circulohispalense.wordpress....pto-de-crisis/
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