Fuente: El Imparcial, 23 de Marzo de 1979, página 9.
Tradicionalistas y Unión Nacional
Sigue la polémica
La polémica despertada a causa de las vinculaciones y diferencias entre la Comunión Tradicionalista y las restantes agrupaciones integradas en la coalición electoral Unión Nacional –es decir, Fuerza Nueva, Falange Española y de las JONS y Círculos José Antonio–, y sobre todo respecto a Fuerza Nueva, arranca de varios días atrás. El tema es indudablemente interesante, y, por eso, nuevas cartas han llegado a nuestra Redacción reavivando la polémica y arrojando nueva luz sobre el tema, a la vez de clarificar posturas.
--------------------
■ Vela en el entierro
Desconozco qué vela tiene en el entierro la AJT ni su secretario general –señor Díaz de Bustamante– para sentirse llamado a replicar mi «Carta abierta a los carlistas». Supongo que se sentirá identificado con Fuerza Nueva, porque como AJT –Agrupación de Juventudes Tradicionalistas–, yo no veo la «C» de carlistas por ninguna parte; otra cosa sería si se tratara de la AJTC.
Si se siente también dolido por su identificación con Fuerza Nueva, le ruego haga suya mi réplica a don Ricardo Alba, donde podrá apreciar que «los carlistas independientes hacemos algo más que escribir cartas de cotilleo y estamos integrados de corazón hasta las cachas en la Comunión Tradicionalista Carlista, sin despreciar por ello a los demás…».
Y al mencionar al «entierro», me refiero al mío, en el cual parece que todos quieren tener su vela.
F. L. T.
D.N.I.: constatado
--------------------
■ No faltó a la verdad
En la sección «Tribuna del Pueblo» de EL IMPARCIAL, don Ricardo Alba, como secretario general de Fuerza Nueva, publica una dura réplica a mi «Carta abierta a los carlistas», publicada en la misma sección el pasado día 15. De nada han servido los buenos propósitos y mejores modos derrochados en mi escrito; están dolidos.
Los únicos en celebrarlo serán nuestros enemigos comunes, pero tengo que acogerme al derecho de contrarréplica, porque se me acusa de «faltar gravemente a la verdad»; se denuncia que «nunca estuve presente en ninguna conversación, ni homenaje, ni contacto personal que me pusiese en condiciones de abordar con cierto rigor el tema en cuestión»; y, por último, se me pide, en nombre de Unión Nacional, que «procure estimar más mis propias palabras para que éstas no puedan contribuir a dispersar o remover las buenas intenciones que sin duda nos llevan a todos». Voy a dejar aclarados estos tres puntos.
1. Se puede faltar a la verdad de dos formas: por defecto o por malicia; errando o mintiendo. Quiero creer que el señor Alba se refiere a la primera posibilidad, porque afirma que «me conoce», en cuyo caso debería saber que soy incapaz de mentir, y, además, hago mis afirmaciones cuando puedo demostrar lo que digo, y firmadas con mi nombre y dos apellidos. Sin embargo, muestra su «extrañeza» –que reitera– por mi carta, y, después de denunciar que no tengo fuentes directas de información, pone en duda mi honestidad al apuntar: «Puede que ésta sea la causa, y no otra, de sus errores de espacio, de lugar, de fecha y de asuntos tratados». Pues que no lo dude, porque no soy «dudoso» en ningún aspecto, ni en espacio, lugar o fecha, ni en los asuntos que trato.
2. Conozco al señor Alba y, sin dudarlo, le considero capaz de comprender por sí mismo que hay otras formas de informarse de los asuntos aparte de la información directa, y no me extraña nada ni «sospecho» que le animen segundas intenciones cuando lo silencia. El testimonio de un testigo presencial de probada honestidad también es suficiente; en otro caso, no tendríamos ni noción del paso de Cristo por la tierra, y se trata de verdades indiscutibles. Para mí, don José Arturo Márquez de Prado es incapaz de decir una costa por otra, y me informó cumplidamente de cuanto ha sucedido porque estaba informado directamente como el resto de los miembros de la Junta de Gobierno de la Comunión residentes en Madrid; si hubo error, él tiene la palabra…
En cuanto a la cena-homenaje, por lo visto fue anterior al 1-M –error posible porque cité de memoria–, así que no pudo ser para celebrar el éxito electoral de Blas Piñar y UN, sino como un augurio venturoso; pero esto no es lo importante. Yo me quejaba, y me quejo, de lo improcedente –a mi juicio– del protagonismo de don Sixto y de la Comunión, que luego se ha visto «reforzado» con otro almuerzo-homenaje –ahora sí– por el éxito electoral de Blas Piñar y UN, organizado por la propia Comunión y otras fuerzas políticas tradicionalistas.
3. No estimo en demasía mis propias palabras, porque no me considero ningún fenómeno de la oratoria ni de la pluma; pero sí creo que hablo con suficiente claridad para no «dispersar o remover» las cosas, sino ponerlas en su sitio. Podía pretender y pretendí, y puedo pretender y pretendo, aclarar conceptos por las razones que ya expuse.
La Comunión –o común unión de los tradicionalistas carlistas– tiene sus principios y conceptos propios; inconfundibles, inmutables e irrenunciables. Para defenderlos «elige» a sus representantes legítimos entre los que «comulgan» con sus ideales. Los principios de Dios y patria son comunes para Fuerza Nueva y toda la UN, pero la Comunión tiene conceptos muy distintos, concretos y particulares de la sociedad y del Estado que no son compartidos por nadie, y que vienen determinados por los principios Fueros y Rey, entendida la Monarquía como una institución incompatible con el llamado Estado moderno o nuevo. En el número 176 de «Iglesia-Mundo» podrá enterarse el señor Alba de lo que quiero decir leyendo mi artículo titulado «Una nueva dictadura» [1].
He intentado –sin conseguirlo– descargar a Blas Piñar de la responsabilidad de sentirse llamado a representar a la Comunión en el Parlamento, teniendo en cuenta su ya recargada tarea al representar a tantas otras fuerzas políticas y tantas cosas respetables por las que lucharon y murieron los buenos españoles. Soy el primero en reconocer que le espera un «largo camino de amargura» en el Parlamento, como el recorrido en su momento por Donoso Cortés, Calvo Sotelo o José Antonio; lo digo de corazón. También yo creo y deseo que cuente con la ayuda de Dios, dentro y fuera del Parlamento, porque sólo así podrá superarlo.
FELIPE LLOPIS DE LA TORRE
D.N.I.: 848.067
--------------------
■ ¿Carlistas o tradicionalistas?
Como joven tradicionalista carlista, me veo en la obligación de contestar a parte del escrito del señor Díaz de Bustamante, publicado en EL IMPARCIAL el día 17-III-79.
No dudo en absoluto que este señor tenga todas las prerrogativas para hablar en nombre de la Agrupación de Juventudes Tradicionalistas (como se ve, me como lo de Carlistas, ya que hasta hace escasamente cuatro meses dicha agrupación se reconocía juanista y juancarlista, como así consta en sus estatutos); a lo que no tiene derecho es a arrogarse la representación de todas las juventudes carlistas, ya que la Comunión Tradicionalista ha contado desde su nacimiento, hace ciento cincuenta años, con jóvenes sujetos a su disciplina, sin que tengan que venir otros grupos de fuera a arrogarse representaciones que no tienen.
Espero que con esto queden las cosas lo suficientemente claras, no para el señor Díaz de Bustamante, que las conoce perfectamente, sino para la gente de buena fe, que, al leer su artículo, pueda pensar que la Agrupación de Juventudes Tradicionalistas representa a los jóvenes tradicionalistas carlistas, con los cuales tiene muy poco que ver, dada su procedencia liberal.
MARÍA VICTORIA DE AGUINAGA MANZANOS
Jefe Regional de Margaritas de Castilla la Nueva
D.N.I.: 1.475.187.
[1] Para la lectura de este artículo, véase el Apéndice 12.
Marcadores