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Tema: Discusión sobre la coalición electoral coyuntural Unión Nacional (El Imparcial, 1979)

  1. #1
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    Discusión sobre la coalición electoral coyuntural Unión Nacional (El Imparcial, 1979)

    Parece que el Gobierno va a convocar pronto unas nuevas elecciones generales al Parlamento.

    Así que pienso que puede ser oportuno recordar una interesante discusión que hubo en las páginas de El Imparcial acerca de la coalición política Unión Nacional y de la relación del partido político instrumental de la Comunión con dicha coalición.

    Esta polémica tiene como contexto las elecciones generales que se realizaron, hace ya 40 años, el 1 de Marzo de 1979. A este respecto, reproduzco en Apéndices algunas notas e informaciones, aparecidas en la Prensa del momento, que ayuden a fijar el marco de la antedicha discusión.

    Todas las notas que aparecen a pie de cada documento son nuestras.
    Última edición por Martin Ant; 13/02/2019 a las 20:00

  2. #2
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    Re: Discusión sobre la coalición electoral coyuntural Unión Nacional (El Imparcial, 1

    Fuente: El Imparcial, 15 de Marzo de 1979, página 6.


    Sobre la participación en Unión Nacional

    Carta abierta a los carlistas


    Porque peligra la unidad, la independencia y la integridad de la patria; porque ya se han celebrado las elecciones del 1-M y nada puede cambiar los resultados; porque vivimos momentos de gran confusionismo político; porque ya no podemos cometer ni permitir un solo error sin denunciarlo; porque lo considero un deber para mí, dado que conozco el tema y soy un carlista independiente –más o menos conocido por sus escritos–, que no se debe a ninguna disciplina de «partido» y ha demostrado su afecto y su decidido apoyo a Don Sixto de Borbón-Parma, quiero informar a los carlistas en general de lo sucedido en la Comunión Tradicionalista con relación a su participación en la coalición de Unión Nacional.

    Un día antes de que finalizara el plazo de presentación de las listas de candidatos [1], a las diez y media de la mañana de un sábado, le fue comunicado a la Comunión que disponía de tres plazas libres para cubrir por tres candidatos carlistas, completándose así la lista electoral que presentaría Unión Nacional.

    La Comunión había preparado una lista de cerca de ochenta posibles candidatos en toda España, con el fin de poder ofrecer alguno por cada provincia y estudiar la conveniencia, en cada caso, de la presentación o retirada de cada candidato, de común acuerdo con los otros partidos de la coalición. Ante el anuncio de tan raquítica participación, y considerando que la Comunión no estaría debidamente representada, ni habría posibilidad de situar a ninguno de sus hombres para la defensa de su ideario, se acordó renunciar a la participación en dicha coalición –o unificación–, con el fin de facilitar su labor a los otros partidos integrantes [2].

    Es una actitud con precedente de la Comunión, que prefiere abandonar el campo político a otras fuerzas antes que entorpecer su labor, cuando se tienen garantías de que lucharán a su manera por Dios y por España. Resulta improcedente la decisión de don Sixto, cuando pretende cesar en sus funciones al jefe regional de Andalucía occidental, al jefe nacional del Requeté y al secretario general de la Comunión Tradicionalista. Si no se han cumplido los deseos ha sido porque, según los estatutos de constitución, corresponde a la asamblea nacional tomar este tipo de decisiones.

    Seguidamente apareció en la Prensa la reafirmación de la Comunión como uno más de los partidos políticos que participaban en la coalición de UN [3], y don Sixto presidió la cena y el homenaje a Blas Piñar López por el escaño conseguido, así como a los partidos que habían integrado la coalición.

    A cualquier carlista le parecería muy bien que, en su propio nombre y en un plano estrictamente personal, don Sixto admire y testimonie esa admiración a Blas Piñar, por su brillante y encomiable labor política al frente de Fuerza Nueva –iniciada ya en 1967–, que le ha permitido conseguir su escaño en el Parlamento durante las pasadas elecciones, con la ayuda de otros partidos.

    También es muy loable que rinda homenaje don Sixto a los partidos políticos que le ayudaron de forma decisiva a conseguir este éxito, pero también a título personal y sin sentirse el centro o el máximo protagonista de un triunfo en el que la Comunión Tradicionalista no tiene ningún protagonismo. Debemos admitir que la mayoría de los votos conseguidos se deben a los seguidores y simpatizantes de las fuerzas políticas más representativas del desaparecido Movimiento Nacional.

    Pero, como abanderado de la Comunión Tradicionalista, creo que debería limitarse a agradecer con un respetuoso silencio los cuarenta años de paz, progreso y prosperidad que Franco y el franquismo han proporcionado a España y a los españoles, y lamentar que Franco no escuchara en su momento a nuestro llorado don Manuel Fal Conde –cuando era jefe delegado de la Comunión Tradicionalista–, casualmente el padre de uno de los que pretendía cesar don Sixto.

    Que ningún carlista dude del patriotismo y de la integridad moral y política de los pretendidos culpables de rebeldía. Y en cuanto a mí, sólo puedo decir que, tras conocer los hechos, escribí dos artículos que publicó «El Alcázar», y otro la revista «Iglesia-Mundo», aconsejando votar a la Unión Nacional, porque defendían los intereses nacionales y no los internacionales, como el resto de los partidos y coaliciones [4]. Además, mi voto se sumó a los que lograron el éxito de Unión Nacional y de Blas Piñar.



    FELIPE LLOPIS DE LA TORRE

    D.N.I.: 848.067



    [1] El plazo finalizaba a las doce horas del domingo 21 de Enero de 1979.

    [2] Véase, a este respecto, en el Apéndice 7, la nota emitida por la Comunión Tradicionalista en ese día sábado 20 de Enero.

    [3] Véase el comunicado de la Comunión reproducido en el Apéndice 8.

    [4] Aquí parece que le falla la memoria al señor Llopis de la Torre, pues, en realidad, escribió un solo artículo en «El Alcázar», y dos artículos en «Iglesia-Mundial» (en concreto, en este último caso escribió un solo artículo, aunque dividido en dos partes, las cuales fueron publicadas en los sucesivos Números 173 y 174 de esa revista).

    Todos estos artículos se reproducen en los Apéndices 9, 10 y 11.

  3. #3
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    Re: Discusión sobre la coalición electoral coyuntural Unión Nacional (El Imparcial, 1

    Fuente: El Imparcial, 17 de Marzo de 1979, página 6.


    Puntualizaciones a don Felipe Llopis

    Los tradicionalistas y Unión Nacional


    Don Felipe Llopis de la Torre publica en EL IMPARCIAL una carta, dentro de la «Tribuna del Pueblo», que falta gravemente a la verdad. Como estamos en un momento difícil de España, y como también es necesario dejar todo en su sitio para no contribuir más a la confusión y a la dispersión, voy a dejar las cosas claras.

    Blas Piñar, presidente de Fuerza Nueva, tomó contacto, en el primer paso que dio la coalición Unión Nacional, con la Comunión Tradicionalista. Todavía no se había consultado con nadie, no se había tomado contacto con ningún grupo, y ya existía un acuerdo de principio con ofrecimiento a un miembro de la Comunión de un primer puesto en la candidatura de Badajoz. De esa reunión salió hasta el nombre de Unión Nacional. Y en todas estas sesiones estuvo presente don Sixto de Borbón Parma [1].

    Además, la Comunión ofreció seis u ocho personas a las listas, que, como puede suponerse, fueron aceptadas inmediatamente por Fuerza Nueva, aunque no se especificaron sus nombres. Más tarde, y por razones que se desconocen, la Comunión Tradicionalista decidió retirar sus candidatos, aunque no su apoyo a la coalición, según escrito publicado en la Prensa y firmado por don Juan Sáenz Díez. Esos «ochenta posibles candidatos» de los que habla el señor Llopis, al que tengo el gusto de conocer y por ello me extraña su carta y su postura, no existieron jamás, al menos de una manera explícita.

    Por otra parte, don Sixto no asistió a ese homenaje a don Blas Piñar. Hubo, eso sí, un homenaje carlista el pasado 10 de marzo al presidente de Fuerza Nueva por el escaño conseguido, pero ahí no estuvo presente don Sixto [2]. Donde sí estuvo es en el hotel Meliá-Castilla, en una cena ofrecida por la Agrupación de Juventudes Tradicionalistas, en la noche del 26 de febrero, como homenaje a Unión Nacional y cuando todavía no se conocían los resultados electorales. A la misma asistió el abanderado de la Tradición junto con el presidente de Fuerza Nueva, los de Falange Española, Círculos José Antonio y Comunión Tradicionalista.

    Por último, y ya sin entrar ni salir en consideraciones de orden interno alusivas a la Comunión, lo que sí puedo afirmar es la extrañeza –que reitero– por la carta de don Felipe Llopis, ya que nunca estuvo presente en ninguna conversación, ni homenaje, ni contacto personal que le pusiese en condiciones de abordar con cierto rigor el tema en cuestión. Puede que ésta sea la causa, y no otra, de sus errores de espacio, de lugar, de fecha y de asuntos tratados.

    De cualquier forma, bien le podría pedir al señor Llopis de la Torres, en nombre de Unión Nacional y de lo que ésta pueda representar a partir de ahora mismo para España, que procure estimar más sus propias palabras para que éstas nunca puedan contribuir a dispersar o a remover las buenas intenciones que sin duda nos llevan a todos.

    Sin otro particular, y con un abrazo,



    RICARDO ALBA

    (Secretario general de Fuerza Nueva)




    [1]
    El Decreto de disolución del Parlamento, y de convocatoria de elecciones, data del 29 de Diciembre de 1978.

    La Prensa publicó la existencia de un acuerdo alcanzado el día 4 de Enero entre el partido político instrumental de la Comunión y el partido político Fuerza Nueva. Véase, por ejemplo, Mediterráneo, de 5 de Enero de 1979: F.N. y C.T. van juntos (Mediterráneo, 05.01.1979).pdf.

    [2] En el marco de la celebración de la Fiesta de los Mártires de la Tradición organizada por la Comunión, se rindió un homenaje a Blas Piñar en el almuerzo de hermandad que tuvo lugar en el restaurante madrileño «El Bosque».



    Fuente imagen: El Alcázar, 27 de Febrero de 1979, página 8.

    Tomado de: Hemeroteca Municipal de Madrid.

    Imágenes adjuntadas Imágenes adjuntadas
    Última edición por Martin Ant; 13/02/2019 a las 20:28

  4. #4
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    Re: Discusión sobre la coalición electoral coyuntural Unión Nacional (El Imparcial, 1

    Fuente: El Imparcial, 17 de Marzo de 1979, página 10.


    La integración de Comunión Tradicionalista en Unión Nacional

    DE PLENO DERECHO


    Con el ruego de su publicación, el secretario general de la Agrupación de Juventudes Tradicionalistas Carlistas nos envía la siguiente carta:

    Como español, como carlista y como secretario general de la Agrupación de Juventudes Tradicionalistas Carlistas (AJTC), miembro de la Coalición Unión Nacional y asistente, por razón de mi cargo, a todas las reuniones celebradas por la citada Coalición para la preparación tanto de las candidaturas como del programa de Unión Nacional, he de hacer las siguientes puntualizaciones al señor Llopis a raíz de su artículo titulado «Carta abierta a los carlistas»:

    1. La Comunión Tradicionalista es miembro de pleno derecho de la Coalición Unión Nacional, habiendo asistido su jefe delegado, don Juan Saénz Díez, a todas las reuniones, mostrándose siempre de acuerdo en el contenido de las mismas.

    2. A la Comunión Tradicionalista jamás le fue dicho que disponía de «de tres plazas libres» para cubrir con tres candidatos carlistas. Sino, todo lo contrario, los carlistas que formamos parte de la Coalición Comunión Tradicionalista Carlista y Agrupación de Juventudes Tradicionalistas Carlistas en todo momento hemos sido y somos tratados con la deferencia que nuestras ideas implican, encontrando todo tipo de facilidades para presentar cuantos candidatos fuesen necesarios.

    3. A los jóvenes integrados en la Agrupación de Juventudes Tradicionalistas Carlistas ha sido y es un orgullo comprobar cómo los mayores integrados en la Comunión Tradicionalista Carlista, en todo momento y en circunstancias tan transcendentales para España como fueron las legislativas del 1 de marzo, han sabido colaborar en Unión Nacional con todo su esfuerzo y sin ningún tipo de pegas.

    4. Los carlistas, que tanto sabemos de sacrificio, hemos luchado y seguiremos luchando dentro de Unión Nacional, porque tenemos la garantía de que todos los partidos que integran la Coalición no luchan por Dios y por España a su manera, sino, al igual que nosotros, de la única forma que existe, es decir: con generosidad y dándolo todo sin exigir nada a cambio.

    5. Blas Piñar nos merece a todos los carlistas el respeto más profundo por tres razones fundamentales en nuestro ideario: primero, su inquebrantable catolicidad; segundo, su honradez total; y tercero, la defensa y el respeto que ha mantenido y mantiene siempre hacia nuestros sagrados principios.

    6. Don Sixto de Borbón Parma, abanderado de todos los carlistas, dio con su presencia en todos los actos, presencia solicitada por todos nosotros, la prueba más grande de que el carlismo está unido y en lucha contra los eternos enemigos de la patria, cuales son el marxismo y el comunismo.

    7. Por último, solamente reseñar que los carlistas independientes, en vez de escribir cartas de cotilleo que inducen al confusionismo, más les valiera integrarse, o cambiar sus fuentes de información por otras más autorizadas o fidedignas. Y, por supuesto, agradecerles su voto por las elecciones pasadas y las venideras.


    ISIDRO DÍAZ DE BUSTAMANTE Y TERMINEL

  5. #5
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    Re: Discusión sobre la coalición electoral coyuntural Unión Nacional (El Imparcial, 1

    Fuente: El Imparcial, 23 de Marzo de 1979, página 9.


    Tradicionalistas y Unión Nacional

    Sigue la polémica


    La polémica despertada a causa de las vinculaciones y diferencias entre la Comunión Tradicionalista y las restantes agrupaciones integradas en la coalición electoral Unión Nacional –es decir, Fuerza Nueva, Falange Española y de las JONS y Círculos José Antonio–, y sobre todo respecto a Fuerza Nueva, arranca de varios días atrás. El tema es indudablemente interesante, y, por eso, nuevas cartas han llegado a nuestra Redacción reavivando la polémica y arrojando nueva luz sobre el tema, a la vez de clarificar posturas.



    --------------------



    ■ Vela en el entierro

    Desconozco qué vela tiene en el entierro la AJT ni su secretario general –señor Díaz de Bustamante– para sentirse llamado a replicar mi «Carta abierta a los carlistas». Supongo que se sentirá identificado con Fuerza Nueva, porque como AJT –Agrupación de Juventudes Tradicionalistas–, yo no veo la «C» de carlistas por ninguna parte; otra cosa sería si se tratara de la AJTC.

    Si se siente también dolido por su identificación con Fuerza Nueva, le ruego haga suya mi réplica a don Ricardo Alba, donde podrá apreciar que «los carlistas independientes hacemos algo más que escribir cartas de cotilleo y estamos integrados de corazón hasta las cachas en la Comunión Tradicionalista Carlista, sin despreciar por ello a los demás…».

    Y al mencionar al «entierro», me refiero al mío, en el cual parece que todos quieren tener su vela.



    F. L. T.

    D.N.I.: constatado



    --------------------



    ■ No faltó a la verdad

    En la sección «Tribuna del Pueblo» de EL IMPARCIAL, don Ricardo Alba, como secretario general de Fuerza Nueva, publica una dura réplica a mi «Carta abierta a los carlistas», publicada en la misma sección el pasado día 15. De nada han servido los buenos propósitos y mejores modos derrochados en mi escrito; están dolidos.

    Los únicos en celebrarlo serán nuestros enemigos comunes, pero tengo que acogerme al derecho de contrarréplica, porque se me acusa de «faltar gravemente a la verdad»; se denuncia que «nunca estuve presente en ninguna conversación, ni homenaje, ni contacto personal que me pusiese en condiciones de abordar con cierto rigor el tema en cuestión»; y, por último, se me pide, en nombre de Unión Nacional, que «procure estimar más mis propias palabras para que éstas no puedan contribuir a dispersar o remover las buenas intenciones que sin duda nos llevan a todos». Voy a dejar aclarados estos tres puntos.

    1. Se puede faltar a la verdad de dos formas: por defecto o por malicia; errando o mintiendo. Quiero creer que el señor Alba se refiere a la primera posibilidad, porque afirma que «me conoce», en cuyo caso debería saber que soy incapaz de mentir, y, además, hago mis afirmaciones cuando puedo demostrar lo que digo, y firmadas con mi nombre y dos apellidos. Sin embargo, muestra su «extrañeza» –que reitera– por mi carta, y, después de denunciar que no tengo fuentes directas de información, pone en duda mi honestidad al apuntar: «Puede que ésta sea la causa, y no otra, de sus errores de espacio, de lugar, de fecha y de asuntos tratados». Pues que no lo dude, porque no soy «dudoso» en ningún aspecto, ni en espacio, lugar o fecha, ni en los asuntos que trato.

    2. Conozco al señor Alba y, sin dudarlo, le considero capaz de comprender por sí mismo que hay otras formas de informarse de los asuntos aparte de la información directa, y no me extraña nada ni «sospecho» que le animen segundas intenciones cuando lo silencia. El testimonio de un testigo presencial de probada honestidad también es suficiente; en otro caso, no tendríamos ni noción del paso de Cristo por la tierra, y se trata de verdades indiscutibles. Para mí, don José Arturo Márquez de Prado es incapaz de decir una costa por otra, y me informó cumplidamente de cuanto ha sucedido porque estaba informado directamente como el resto de los miembros de la Junta de Gobierno de la Comunión residentes en Madrid; si hubo error, él tiene la palabra…

    En cuanto a la cena-homenaje, por lo visto fue anterior al 1-M –error posible porque cité de memoria–, así que no pudo ser para celebrar el éxito electoral de Blas Piñar y UN, sino como un augurio venturoso; pero esto no es lo importante. Yo me quejaba, y me quejo, de lo improcedente –a mi juicio– del protagonismo de don Sixto y de la Comunión, que luego se ha visto «reforzado» con otro almuerzo-homenaje –ahora sí– por el éxito electoral de Blas Piñar y UN, organizado por la propia Comunión y otras fuerzas políticas tradicionalistas.

    3. No estimo en demasía mis propias palabras, porque no me considero ningún fenómeno de la oratoria ni de la pluma; pero sí creo que hablo con suficiente claridad para no «dispersar o remover» las cosas, sino ponerlas en su sitio. Podía pretender y pretendí, y puedo pretender y pretendo, aclarar conceptos por las razones que ya expuse.

    La Comunión –o común unión de los tradicionalistas carlistas– tiene sus principios y conceptos propios; inconfundibles, inmutables e irrenunciables. Para defenderlos «elige» a sus representantes legítimos entre los que «comulgan» con sus ideales. Los principios de Dios y patria son comunes para Fuerza Nueva y toda la UN, pero la Comunión tiene conceptos muy distintos, concretos y particulares de la sociedad y del Estado que no son compartidos por nadie, y que vienen determinados por los principios Fueros y Rey, entendida la Monarquía como una institución incompatible con el llamado Estado moderno o nuevo. En el número 176 de «Iglesia-Mundo» podrá enterarse el señor Alba de lo que quiero decir leyendo mi artículo titulado «Una nueva dictadura» [1].

    He intentado –sin conseguirlo– descargar a Blas Piñar de la responsabilidad de sentirse llamado a representar a la Comunión en el Parlamento, teniendo en cuenta su ya recargada tarea al representar a tantas otras fuerzas políticas y tantas cosas respetables por las que lucharon y murieron los buenos españoles. Soy el primero en reconocer que le espera un «largo camino de amargura» en el Parlamento, como el recorrido en su momento por Donoso Cortés, Calvo Sotelo o José Antonio; lo digo de corazón. También yo creo y deseo que cuente con la ayuda de Dios, dentro y fuera del Parlamento, porque sólo así podrá superarlo.



    FELIPE LLOPIS DE LA TORRE

    D.N.I.: 848.067



    --------------------



    ■ ¿Carlistas o tradicionalistas?

    Como joven tradicionalista carlista, me veo en la obligación de contestar a parte del escrito del señor Díaz de Bustamante, publicado en EL IMPARCIAL el día 17-III-79.

    No dudo en absoluto que este señor tenga todas las prerrogativas para hablar en nombre de la Agrupación de Juventudes Tradicionalistas (como se ve, me como lo de Carlistas, ya que hasta hace escasamente cuatro meses dicha agrupación se reconocía juanista y juancarlista, como así consta en sus estatutos); a lo que no tiene derecho es a arrogarse la representación de todas las juventudes carlistas, ya que la Comunión Tradicionalista ha contado desde su nacimiento, hace ciento cincuenta años, con jóvenes sujetos a su disciplina, sin que tengan que venir otros grupos de fuera a arrogarse representaciones que no tienen.

    Espero que con esto queden las cosas lo suficientemente claras, no para el señor Díaz de Bustamante, que las conoce perfectamente, sino para la gente de buena fe, que, al leer su artículo, pueda pensar que la Agrupación de Juventudes Tradicionalistas representa a los jóvenes tradicionalistas carlistas, con los cuales tiene muy poco que ver, dada su procedencia liberal.



    MARÍA VICTORIA DE AGUINAGA MANZANOS

    Jefe Regional de Margaritas de Castilla la Nueva

    D.N.I.: 1.475.187.




    [1]
    Para la lectura de este artículo, véase el Apéndice 12.

  6. #6
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    Re: Discusión sobre la coalición electoral coyuntural Unión Nacional (El Imparcial, 1

    Fuente: El Imparcial, 27 de Marzo de 1979, páginas 10 y 11.


    En la polémica tradicionalistas-Unión Nacional

    YA ESTÁ BIEN


    Con el fin de terminar con la polémica por nuestra parte, la Agrupación de Juventudes Tradicionalistas queremos dejar constancia de una manera definitiva de cuál es nuestra auténtica realidad. Para ello creemos que lo mejor es dar a conocer nuestra declaración programática:

    AJT (Agrupación de Juventudes Tradicionalistas) es el grupo de españoles católicos que defienden el cuatrilema que ha informado a la España tradicional durante siglos:

    DIOS, PATRIA, FUEROS, REY

    DIOS

    AJT es, ante todo y sobre todo, católica, apostólica y romana, y sus principios están informados en la esencia de la doctrina de la Iglesia.

    AJT defiende y nunca renunciará a la defensa de la unidad católica de España.

    La acción que AJT pretende llevar a cabo no es otra que la emanada de la doctrina social de la Iglesia.


    PATRIA

    España tiene una misión ante Dios y ante la historia. Cuando España ha mendigado vergonzosamente un puesto de tercera en la Europa liberal, la decadencia ha sido consecuencia inmediata.

    La juventud tradicionalista defiende un sentido católico de lo nacional frente a la España oficial del ateísmo por decreto y la retirada de los crucifijos.


    FUEROS

    Los tradicionalistas no defendemos un federalismo de moda, sino la tradición regionalista y foral de España, ignorada por el centralismo liberal y europeísta. Pero, además, los vínculos nacionales no dependen de la voluntad individual, ni siquiera de la colectiva de unas pocas generaciones, por lo que los tradicionalistas no toleramos ataques a la unidad de España, y, en concreto, denunciamos los llamados estatutos de la autonomía como falso regionalismo y fomento de la discordia entre los españoles.


    REY

    Nuestra Monarquía es la tradicional, la genuinamente española, y no la liberal importada de Europa y basada en el apoyo interesado que eventualmente puedan prestarle los partidos políticos. Por una Monarquía tradicional y católica, y no por una República coronada, murieron tantos españoles al grito de ¡Viva Cristo Rey! AJT lo hará del mismo modo si fuera necesario.

    La Agrupación de Juventudes Tradicionalistas (AJT) considera las campañas en favor del divorcio y el aborto como un crimen contra la Iglesia y contra el pueblo español. El intento de que el Estado monopolice la educación constituye un atropello monstruoso al derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos, así como un intento de destruir la familia cristiana.

    La juventud tradicionalista AJT, frente a las herejías y blasfemias difundidas por numerosos medios de comunicación, rendirá siempre el debido amor y homenaje a la Inmaculada Concepción, Patrona del requeté.



    ISIDRO DÍAZ DE BUSTAMANTE

    Secretario general de AJTC

  7. #7
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    Re: Discusión sobre la coalición electoral coyuntural Unión Nacional (El Imparcial, 1

    Fuente: El Imparcial, 31 de Marzo de 1979, página 12.


    NUNCA HUBO POLÉMICA

    (entre los Tradicionalistas y Unión Nacional)


    La polémica despertada a causa de las vinculaciones y diferencias entre la Comunión Tradicionalista y las restantes agrupaciones integradas en la coalición electoral Unión Nacional –es decir, Fuerza Nueva, Falange Española y de las JONS y Círculos José Antonio–, y sobre todo respecto a Fuerza Nueva, arranca de varios días atrás. El tema es indudablemente interesante, y por eso nuevas cartas han llegado a nuestra Redacción reavivando el tema.



    --------------------



    Señor director:

    Como jefe delegado y presidente de la Comunión Tradicionalista, y ante las declaraciones sensacionalistas de dos personas, seguramente muy respetables, pero totalmente ajenas al carlismo, tanto en ideología como en conocimiento, y para poner fin a la publicación de artículos que puedan dañar a la sagrada unión de los carlistas, ruego publique las siguientes puntualizaciones:

    1. La Comunión Tradicionalista es miembro de pleno derecho de Unión Nacional; por tanto, la misma se ratifica en la aprobación de los compromisos adquiridos con la citada coalición.

    2. La Comunión Tradicionalista respalda las cartas de los señores Díaz de Bustamante (secretario general de la Agrupación de Juventudes Tradicionalistas Carlistas –AJT–), y Alba (secretario general de Fuerza Nueva) en todos sus conceptos.

    3. La Comunión Tradicionalista exige de sus miembros una lealtad incondicional hacia su abanderado en tanto en cuanto siga fiel al ideario carlista.

    4. La Comunión Tradicionalista declara que no solamente no existen disidencias en el seno de ella, sino que además se ha reafirmado la unidad de conceptos y actuación de las siguientes fuerzas carlistas: Comunión Tradicionalista, Agrupación de Juventudes Tradicionalistas y Hermandad de Combatientes de Tercios de Requetés.

    5. La Tradición no reconoce a los carlistas independientes (como se define el señor Llopis), ya que esta posición es contraria a la esencia de la Comunión. En cuanto a la señorita Aguinaga, procedente de Alianza Popular, según mis informaciones no consta como miembro ni ostenta el cargo con el que firma su carta.

    6. El carlismo, y en su representación la Comunión Tradicionalista, al igual que hizo don Javier en 1936, seguirá apoyando a través de la figura de su hijo, don Sixto de Borbón, a todas aquellas fuerzas que informaron el alzamiento de nuestra gloriosa cruzada de liberación nacional del 18 de julio.

    El recuerdo de los mártires de la Tradición no admite demagogias ni protagonismos que puedan poner en peligro la causa por la que ellos murieron.



    JUAN SÁENZ DÍEZ

    (Jefe delegado de la Comunión Tradicionalista)



    ------------------



    LAS ORGANIZACIONES TRADICIONALISTAS



    N. de la R.– Tres son las organizaciones tradicionalistas carlistas que consideran como legítimo abanderado a don Sixto de Borbón Parma, a quien reconocen por haber recogido la bandera y los «sagrados principios carlistas que fueron –según manifiestan–, olvidados y despreciados por su hermano don Carlos Hugo». Estas tres organizaciones son las siguientes:

    • Comunión Tradicionalista Carlista, de la que es jefe delegado don Juan Sáenz Díez, y está formada por la gente proveniente del Carlismo.

    • Agrupación de Juventudes Tradicionalistas, cuyos jefes nacionales son don Isidro Díaz Bustamante y Terminel, y don Santiago Martínez Campos y Carulla. Esta organización agrupa a todos los jóvenes tradicionalistas carlistas.

    • Hermandad de Combatientes de Tercios de Requetés, cuyo presidente es don Francisco de Guinea y Gauna, y agrupa a los requetés combatientes en la Cruzada.

    Tanto la Comunión Tradicionalista Carlista como la Agrupación de Juventudes Tradicionalistas están legalizadas como partidos políticos independientes entre sí, y se han integrado en la coalición de Unión Nacional. La Hermandad de Combatientes, aunque tiene el mismo ideario, depende de la Confederación Nacional de Combatientes.



    --------------------



    CONTESTACIÓN A UNA CARLISTA INDEPENDIENTE



    Soy uno de tantos jóvenes españoles que, sin filiación política definida, sabemos lo que es la patria, por ella vivimos, por ella luchamos y por ella «votamos».

    Y porque peligra la unidad, la independencia y la integridad de la patria (como muy bien dice, aunque, según luego parece, no entiende en su «Carta abierta a los carlistas» el señor Llopis) es por lo que he decidido escribirle estas líneas.

    Admiro a los carlistas, he leído bastante del tema y, además, tengo amigos que comulgan con la doctrina tradicionalista; todo ello creo que me concede una credencial para poder escribir este artículo, intentando dar una idea de lo que opina uno más de los que, con tristeza, vemos, oímos, callamos y lloramos tanta traición, perjurio, desvergüenza y egoísmo, que asolan nuestra bendita España, aunque como joven confío y espero en Dios y en España.

    Contestaré punto por punto al señor Llopis, procurando sea más comprensible mi réplica que sus cartas.

    Dice el citado señor que existe un gran confusionismo político. No me extraña, es normal que ocurra con comportamientos y escritos como el de sus amigos y el suyo.

    No quiere tampoco cometer errores políticos, pero no se da cuenta que el intentar dividir a los únicos grupos que tienen claro el ideario patriótico es el mayor error político.

    Presume de conocer el tema que nos ocupa, pero por contestaciones posteriores de los señores Alba y Bustamante, de plena garantía, no tiene usted ni idea, y si tiene alguna noticia de todo ello es por terceros, como usted mismo dice.

    Si no pertenece a ningún partido tradicionalista carlista o nacional, señor Llopis, es porque no tiene sus ideas claras, y, por tanto, no intente dividir a los grupos sanos que existen, y si cree que están divididos, únalos.

    Dice tener afecto a don Sixto. Señor Llopis, me imagino sabe que Judas no le tenía afecto a Jesucristo a pesar del beso.

    Pretende informar a todos los carlistas simpatizando cordialmente con una parte y utilizando sólo la información de esa misma. Esto no es objetivo e imparcial, ya que, como usted dice, tiene buena voluntad; infórmese bien por las dos partes.

    Veo que se queja por la oferta hecha a la Comunión Tradicionalista por parte de Unión Nacional en relación con el número de provincias. A sus amigos ajenos a la Comunión les hubieran satisfecho treinta, pero, cuidado, este número tiene mala fama histórica.

    Habla de la renuncia y abandono por parte de la Comunión del campo en beneficio del resto de Unión Nacional. Ya que conoce la historia, imagínese lo que hubiera pasado si lo mismo hubieran hecho en el año 36 los gloriosos tercios requetés.

    Señor Llopis, no es de patriotas abandonar la lucha electoral y dedicarse a atacar por la espalda a los antiguos compañeros.

    Parece, señor Llopis, que le cuesta admirar a Blas Piñar, cuando este señor, en sus discursos, no hace más que expresar públicamente su admiración por la Comunión Tradicionalista; claro que él se refiere a los descendientes de los valerosos requetés, que daban todo por España, sin abandonar a sus camaradas del frente y dejarlos solos en el campo de batalla.

    Los jóvenes somos más generosos, señor Llopis; admiramos a Fuerza Nueva, Falange Española de las JONS, Círculos José Antonio y, sobre todo, a los carlistas, que han sido fieles a su palabra y a su patria, sean cuales sean sus denominaciones.

    Creo que usted no simpatiza con la memoria de Franco ni con la doctrina del Movimiento. Pues bien, igual que hay que mirar hacia atrás para aprender de la historia, no hay que perder de vista el porvenir para poder avanzar por buen camino y evitar fatales tropiezos. Si lo que nos separa está a nuestra espalda, bendito sea Dios, porque el futuro puede unirnos; lo malo es lo contrario.

    El padre del actual Domingo Fal, fue leal a su abanderado, pero no ocurre lo mismo con el hijo, ya que ha sido cesado por rebelde. No olvide, señor Llopis, que la lealtad no es hereditaria, es atributo de almas grandes.

    Igual que usted dice que no dude ningún carlista del patriotismo de los rebeldes cesados, yo le digo, señor Llopis, que por la Prensa, por amigos míos, incluso por mí mismo, he comprobado que el que verdaderamente ama a España es don Sixto, al que, por desgracia, no tengo el honor de conocer; que, sin resentimiento por pertenecer a una familia de exiliados por Franco, admira la obra del Caudillo, se suma a los actos de exaltación de nuestra Cruzada y se une sin prejuicios a la común lucha contra los enemigos de España.

    Precisamente por no retirarse del combate, don Sixto se ha visto abandonado de sus más «leales» (?) seguidores. Estos hechos España no los olvidará y se inscribirán en la historia para vergüenza de unos y orgullo de otros.

    Creo, señor Llopis, que nuestros enemigos comunes deben rendirle un gran homenaje. Los que no le conozcan podrían sospechar de su posible connivencia con los citados enemigos. Los trapos sucios, señor Llopis, se lavan en casa.

    Señor Llopis, no vote a Unión Nacional la próxima vez si no lo siente; es un consejo. Los jóvenes votamos en conciencia, sin miedo y sin miras utilitarias.

    Si usted, y los que como usted piensan, quieren hacerle un gran favor a España, afíliense a un partido marxista, y, con su facilidad para dividir y crear confusionismo, lograrán acabar con ese partido, y todos se lo agradeceremos.



    JOSÉ MUÑOZ

    D.N.I.: 5.226.060



    --------------------



    FIN DE LA POLÉMICA


    Y, por nuestra parte, damos por terminada esta polémica, en la que nos hemos limitado a exponer puntos de vista de nuestros comunicantes.

  8. #8
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    Re: Discusión sobre la coalición electoral coyuntural Unión Nacional (El Imparcial, 1

    APÉNDICE 1

    Fuente: El Pensamiento Navarro, 14 de Enero de 1979, página 1.


    La Comunión Tradicionalista Carlista, a la opinión pública, de cara a las elecciones generales


    La situación actual española presenta un panorama extremadamente grave. Por ello, la Comunión Tradicionalista Carlista, sin afán de protagonismo alguno, está propiciando la unidad de todas las agrupaciones políticas que puedan enfrentarse con eficacia a lo que actualmente constituye un desastre nacional.

    A este fin, nos hemos incorporado a una amplia coalición que defienda los intereses de todos los españoles en orden y paz.

    Participaremos en las elecciones, porque es la vía única que se nos brinda para salvar España; pero denunciamos ante la opinión pública la imposibilidad de votar libremente en una situación de presiones psicológicas y físicas, provocadas por el terrorismo, muy especialmente en la entrañable tierra española que constituyen las Provincias Vascongadas.



    JUAN SÁENZ-DÍEZ

    (Jefe Delegado de la Comunión Tradicionalista Carlista)

  9. #9
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    Re: Discusión sobre la coalición electoral coyuntural Unión Nacional (El Imparcial, 1

    APÉNDICE 2

    Fuente: El Pensamiento Navarro, 16 de Enero de 1979, página 1.


    El gran deber


    Todos, absolutamente todos los españoles no marxistas, tenemos el ineludible deber de unir nuestros esfuerzos para que, el próximo día 1 de marzo, no salga de las urnas el triunfo del marxismo. Aun cuando algunos líderes de los partidos de los que se conoce por «derechas» hacen a veces declaraciones contradictorias, es innegable que en el ánimo de todos late la imperiosa necesidad de que hay que modificar la Constitución, al menos en los puntos que trata de las nacionalidades, el divorcio, el aborto, la enseñanza y la economía. Puntos que son claves para la unidad de España, la institución familiar y la economía de libre mercado. Todos conocemos, asimismo, que, con el triunfo marxista, estos puntos claves corren, cuando menos, un gravísimo riesgo de romperse.

    Por otro lado, es innegable que para detener esas funestas consecuencias a que nos pueden llevar esos puntos de la Constitución, la UCD no es válida, pues esos puntos figuran como figuran en el articulado de la misma por el consenso a que ellos han llegado con la izquierda, cuando podían haber tenido mayoría total pactando con otros grupos contrarios a la redacción que se ha dado a esos artículos.

    No es ningún eufemismo comparar la situación de la España actual, aunque el enemigo no sea el mismo, con la que padecía cuando hizo que el Alcalde de Móstoles pronunciara: «España está en peligro, corramos a salvarla».

    Señores Fraga, Areilza, Osorio, Silva, Jáudenes, Fernández de la Mora, Sáenz-Díez, Fernández Cuesta, Girón y Piñar: tienen ustedes el sagrado compromiso de unir sus esfuerzos, dejando partidismos, ambiciones y personalismos, para salvar a España. Si así lo hacéis, que Dios os lo premie, y si no, que lo demande a los que sean culpables.



    GUILLERMO DE PADURA Y VIZMANOS

  10. #10
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    Re: Discusión sobre la coalición electoral coyuntural Unión Nacional (El Imparcial, 1

    APÉNDICE 3

    Fuente: El Pensamiento Navarro, 17 de Enero de 1979, página 6.


    ÚLTIMA HORA

    La total unión de la derecha nacional

    NO SE CONSIGUIÓ


    MADRID, 16.– Los partidos integrantes de la coalición Derecha Democrática Española y los de las denominadas Fuerzas Nacionales no concurrirán en coalición a las próximas elecciones generales.

    Poco antes de la medianoche [1], todas estas fuerzas políticas se han presentado agrupadas en dos coaliciones distintas: Derecha Democrática Española, por un lado, y Unión Nacional, por otro.

    Unión Nacional aglutina a los siguientes partidos: Fuerza Nueva, Falange Española de las JONS, Círculos Doctrinales «José Antonio», Comunión Tradicionalista, Agrupación de Juventudes Tradicionalistas y Confederación Nacional de Combatientes.

    Integran la coalición Derecha Democrática Española: Acción Democrática Española, Unión Nacional Española, Centro Popular, Federación de Partidos Conservadores, Partido Nacional Independiente, Unión Demócrata Cristiana y el Partido Conservador, que, precisamente esta tarde, se ha integrado en esta coalición.

    En Derecha Democrática Española también estaba integrada Unión Regional Andaluza, que dirige Luis Jáudenes. Sin embargo, según explicó a «Efe» el propio señor Jáudenes, cerca de la medianoche de hoy, tras las reuniones mantenidas a lo largo del día y de la noche de hoy, él y su partido decidieron retirarse de ambas coaliciones y no concurrir a las próximas elecciones generales (Efe).




    [1]
    A las doce de la noche del día 16 de Enero de 1979, terminaba el plazo para la presentación de partidos y coaliciones políticas ante la Junta Electoral.

  11. #11
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    Re: Discusión sobre la coalición electoral coyuntural Unión Nacional (El Imparcial, 1

    APÉNDICE 4

    Fuente: El Pensamiento Navarro, 18 de Enero de 1979, página 4.


    Elecciones generales

    Definitivamente

    “Derecha Democrática” no participará en las elecciones


    MADRID, 17.– La comisión coordinaría de Derecha Democrática Española, en el curso de una reunión, ha acordado esta noche que esta coalición no participe en las próximas elecciones.

    En un comunicado, facilitado poco antes de las doce de la noche, se dice que «la comisión coordinadora de Derecha Democrática Española ha acordado que, no habiendo logrado algún género de entendimiento entre las diferentes coaliciones de la derecha, a fin de no aumentar la división ya existente, no participará en las elecciones generales, y afirma su propósito de integración política para el futuro».

    Integran Derecha Democrática Española: A.D.E. (Federico Silva Muñoz), U.N.E. (Gonzalo Fernández de la Mora), Centro Popular (Juan Pérez de Alhama), Federación de Partidos Conservadores (Mariano Lamamié), Partido Nacional Independiente (Artemio Benavente), Partido Conservador (Antonio Méndez) y la Unión Demócrata Cristiana (Jesús Barros de Lis).

    Hasta medianoche de ayer, también formaba parte de esta coalición U.R.A. (Luis Jáudenes), cuya formación política, ante la falta de acuerdo con Unión Nacional, decidió causar baja en Derecha Democrática Española. – (Efe).

  12. #12
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    Re: Discusión sobre la coalición electoral coyuntural Unión Nacional (El Imparcial, 1

    APÉNDICE 5

    Fuente: El Alcázar, 19 de Enero de 1979, página 5.


    Comunicado de Unión Nacional

    NUEVO LLAMAMIENTO A LA UNIDAD

    La coalición mantiene el mismo programa que aceptó Derecha Democrática Española


    La coalición electoral Unión Nacional hizo público anoche un comunicado en el que se exponen las razones por la que no se llegó a un entendimiento con Derecha Democrática Española, e incluye los siete puntos que configuran el programa de la coalición.


    Un grupo numeroso de hombres pertenecientes a agrupaciones políticas de clara significación nacional, nos propusimos ofrecer a millones de españoles una coalición electoral que, por una parte, recogiera la reiterada e inequívoca demanda de unidad, y, de otra, capitalizase el voto que en el último referéndum rechazó explícita o implícitamente el texto constitucional.

    Este propósito sincero nos aconsejó posponer opiniones personales o diferencias surgidas en el pasado, ante el supremo interés de España, así como a aceptar un programa mínimo que hicieron suyo las «Fuerzas Nacionales» y «Derecha Democrática Española», y que Blas Piñar expuso y comentó en su discurso del pasado día 14, en el Cine Europa.

    «Alianza Popular» y el grupo del «pacto de Aravaca», del que forma parte un sector de la social-democracia, rechazó toda posibilidad de entendimiento con «Unión Nacional», a través de varias notas despectivas de Prensa y del artículo del señor Fraga Iribarne, «La Derecha posible», publicado en ABC el martes, día 16, en el que se marcaba una línea divisoria e infranqueable [1].

    Ante la imposibilidad de entendimiento con el «grupo de Aravaca», con el que «Derecha Democrática Española» ha mantenido conversaciones a nivel oficial, y más numerosas que con las «Fuerzas Nacionales», como indicó el señor Silva en su discurso del día 15 en el Meliá-Castilla, tanto el señor Silva como los representantes de las asociaciones integradas en su coalición, decidieron, a punto de cerrarse el plazo previsto en el calendario electoral, no ratificar por escrito el convenio por el que se creaba «Unión Nacional».

    Ante esta actitud, que lamentamos y que no puede imputarse a los grupos que hoy integran «Unión Nacional», toda vez que el llamamiento a la unidad hecho por el señor Silva fue acogido por ellos inmediatamente, y rechazado por el «grupo de Aravaca», reiteramos ese mismo llamamiento de unidad, ya que el centro-izquierda, coaligado con la social-democracia, que hoy representa la «Coalición Democrática» de don Manuel Fraga Iribarne, no puede de ningún modo ser calificada de derecha o identificarse con quienes se presentaron a las elecciones de junio de 1977 como «Alianza Popular».

    Este llamamiento a la unidad lo hacemos a todos los españoles que comprenden a qué extremos de autodestrucción ha conducido la política del «consenso» y de los pactos de la Moncloa, y ello con independencia de los partidos a que pertenezcan o de su falta de adscripción política concreta. Todos ellos pueden tomar contacto, desde ahora mismo, para cubrir las amplias exigencias de la campaña electoral y de las elecciones propiamente dichas, con las delegaciones de los grupos políticos que integran «Unión Nacional».

    Nuestro programa –el mismo que aceptó «Derecha Democrática Española»– sigue siendo el siguiente:

    1.– La unidad no negociable de España y la solidaridad de sus regiones.

    2.– La recuperación y mantenimiento de la paz y del orden público, con erradicación del terrorismo a través de la Ley y de la justicia, como base de la autoridad.

    3.– La inspiración católica de las leyes civiles dentro del principio de independencia y mutuo respeto de los poderes civil y eclesiástico. Y, de forma expresa, en cuanto hace referencia a la defensa y vigorización de la familia, la libertad para la educación cristiana de los hijos y la defensa del derecho a la vida.

    4.– La consecución de la justicia social a través del entendimiento y solidaridad de los distintos sectores de la comunidad, con rechazo del principio de la lucha de clases.

    5.– La recuperación y afianzamiento de la seguridad económica, laboral y del pleno empleo, como objetivo de bienestar y estabilidad política.

    6.– La lucha contra la corrupción política, administrativa y económica en todas sus manifestaciones.

    7.– La reforma constitucional en función de los principios enumerados.


    Comisiones ejecutivas

    La coalición Unión Nacional ha formado seis comisiones ejecutivas de cara a estructurar eficazmente su trabajo ante las próximas elecciones generales. Estas comisiones son: Planeamiento general y candidaturas, Organización y mecánica electoral, Propaganda, Financiación, Relaciones Públicas y Prensa.

    La comisión de Prensa está integrada por Borja Igartua, de la Comunión Tradicionalista; Alberto Martínez Eguilaz, de Círculos Doctrinales José Antonio; Luis Fernández Villamea, de Fuerza Nueva; y Antonio Gibello, de Falange Española de las JONS.

    Aunque la Confederación Nacional de Combatientes no está inscrita como partido, presta su plena colaboración a esta coalición, y es muy probable, según se manifestó en la comisión de Prensa, que un miembro de la Confederación se incorpore a dicha comisión.


    Derecha Democrática deja libertad

    Derecha Democrática Española se planteará más adelante, y una vez que estén presentadas las listas de candidatos de los partidos y coaliciones, el dar una opinión de voto a sus hipotéticos electores, según manifestó un portavoz de esta formación política.

    Las mismas fuentes han señalado que, en la reunión del miércoles, Derecha Democrática Española se limitó a dejar clara su postura de que, al no poder conseguirse un entendimiento entre todas las fuerzas de la derecha, como era el propósito de esta coalición y como fue pedido por los presentes en el acto de presentación pública de DDE el pasado día 15, la coalición acordó no presentarse a las elecciones para evitar mayor división en los votos de la derecha.

    Por otra parte, Antonio Méndez, preguntado si alguno de los miembros que forman Derecha Democrática Española podrían acudir a las elecciones incorporados a otras formaciones ya existentes, manifestó que, en su opinión, eso no ocurrirá. En todo caso –añadió–, si algún partido lo hiciese, será a título particular, y no en el nombre de Derecha Democrática. En este sentido, señaló que es seguro que el Partido Conservador no concurrirá de ninguna forma a las próximas legislativas.




    [1]
    Véase dicho artículo aquí: La derecha posible, Fraga (ABC SEVILLA-17.01.1979).pdf.

  13. #13
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    Re: Discusión sobre la coalición electoral coyuntural Unión Nacional (El Imparcial, 1

    APÉNDICE 6

    Fuente: El Pensamiento Navarro, 20 de Enero de 1979, página 1.


    Nota de la Comunión Tradicionalista


    Ante la confrontación electoral que apresuradamente se avecina, considera necesario hacer alguna puntualización, sin entrar, por el momento, en el enjuiciamiento político que, a la luz de su irrenunciable ideología, sea procedente.

    Mantiene su independencia y no compromete el legado histórico que ha recogido a lo largo del tiempo. Esto no impide que establezca alianzas electorales con quienes comparten preocupaciones coincidentes en la defensa de la libertad y la dignidad de la persona humana. Propugna la unidad de acción en la defensa de estos valores, sin descalificación de personas o grupos, por lo que a todos invita a que, deponiendo personales intereses o conveniencias, sepan unirse al servicio de España, en esa rica variedad que, a lo largo de su Historia, ha forjado como unidad nacional, sobre la base de la unidad de fe, que no se impone coactivamente pero se proclama con la profunda convicción de servir así mejor al pueblo español.

    Madrid, 19 de enero de 1979.



    GUILLERMO DE PADURA

    (Secretario General)

  14. #14
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    Re: Discusión sobre la coalición electoral coyuntural Unión Nacional (El Imparcial, 1

    APÉNDICE 7

    Fuente: El Pensamiento Navarro, 21 de Enero de 1979, página 1.


    Ante la imposibilidad de una total unión de la derecha

    La Comunión Tradicionalista se retira de las elecciones


    No habiendo llegado a ser realidad la gran coalición electoral de la llamada derecha española, la Comunión Tradicionalista ha tratado de reconstruirla bajo la forma de alianzas electorales.

    Agotadas, sin éxito, todas las gestiones realizadas en este sentido, la Comunión Tradicionalista, puesta exclusivamente la vista en el bien de España, entiende que el mejor servicio que en estas circunstancias puede prestar es retirarse de la lucha electoral.

    La Historia juzgará en su día a quiénes corresponde la responsabilidad de lo ocurrido y de lo que pueda suceder.

    Madrid, 20 de enero de 1979.



    JUAN SÁENZ-DÍEZ

    Jefe-Delegado

  15. #15
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    Re: Discusión sobre la coalición electoral coyuntural Unión Nacional (El Imparcial, 1

    APÉNDICE 8

    Fuente: El Alcázar, 29 de Enero de 1979, página 7.


    Comunicado de su presidente, don Juan Sáenz Díez

    «Los carlistas deben apoyar a los candidatos de Unión Nacional»

    ■ «La Comunión Tradicionalista continúa fiel al compromiso firmado con las otras Fuerzas Nacionales»


    El presidente de la Comunión Tradicionalista Carlista ha hecho público un comunicado en el que aclara la postura del grupo de cara a las próximas elecciones generales:

    Con el fin de aclarar todo equívoco que pudiera haberse planteado en cuanto a la situación de la Comunión Tradicionalista Carlista en relación con la coalición de la Unión Nacional, como presidente de ese grupo político, confirmo expresamente que la CTC continúa fiel al compromiso firmado oficialmente en documento público por mí el día 17 de enero del corriente año, y se mantiene, por lo tanto, leal a la palabra empeñada para con las otras Fuerzas Nacionales que componen dicha coalición.

    Así, pues, quiero dejar bien claro que, por fidelidad a ese compromiso, asumido con total convicción, todos los carlistas habrán de votar y ayudar con todas sus fuerzas a los candidatos designados por la Unión Nacional, de la cual somos parte integrante, ya que, el no presentar candidatos en esta lucha electoral, no significa de modo alguno que nos retiremos de esta coalición, única fuerza política con suficiente ideal y mentalización para luchar eficazmente contra el marxismo.

    Una vez más, los carlistas, quienes más que nadie representamos la autenticidad histórica y popular de los caracteres y de los ideales de nuestra España de siempre (por lo cual, no somos ni conservadores ni nostálgicos, pero sí tradicionalistas), seguimos unidos con este frente compuesto por todos los españoles de buena voluntad, en la defensa de nuestra fe en Dios y de nuestro amor a España.

  16. #16
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    Re: Discusión sobre la coalición electoral coyuntural Unión Nacional (El Imparcial, 1

    APÉNDICE 9

    Fuente: El Alcázar, 24 de Enero de 1979, página 10.


    A modo de orientación


    Ha llegado el momento de despertar al pueblo y hacerle reaccionar con premura, alertándole sobre los peligros que nos amenazan. Estamos viviendo momentos decisivos en que los pueblos de los últimos países libres e independientes –es un decir– nos estamos jugando nuestra propia identidad como entidades libres e independientes; el ser o no ser. En España y en el mundo el peligro es cierto, grave e inminente; la situación ha llegado a límites insostenibles; las soluciones brillan por su ausencia… Es el momento de hablar y escribir con toda sinceridad, con la más absoluta claridad y con la mayor firmeza; sin miramientos para nadie, y caiga quien caiga.

    Como el día y la noche, siempre han existido el Bien y el Mal en el mundo; la luz y las tinieblas. Pero hemos entrado en una fría y larga noche polar que no sabemos cuánto durará. El ocaso comenzó con la Revolución Francesa, por la proliferación del Estado Moderno, que ha logrado esclavizar a todos los países del mundo bajo diferentes regímenes políticos de gobierno. Todo el poder político y económico del mundo está en las mismas manos.

    El Estado Moderno es una imposición de derecho positivo, con absoluto desprecio del derecho natural; así obtuvo su «legalidad», pero nunca su legitimidad; siempre será un producto artificial y antinatural. Es un invento del hombre moderno de la Revolución, que quiso tener un Estado a «su» medida; no admite que la autoridad emana de Dios; que la justicia distributiva y la conmutativa han de estar supeditadas a la justicia política –que propugna el bien común–, y, estas tres modalidades de la justicia, inspiradas en la Ley de Dios y al Orden Natural por Él establecido.

    Como consecuencia lógica, el Estado Moderno es dominante, arbitrario y depredador. Convirtió al pueblo en masa humana, y sigue impidiendo su auto-organización, su auto-jerarquización y su desarrollo natural, libre e independiente. No significa esto que también pueda el pueblo actuar con absoluta libertad e independencia, sin dirección alguna, pero el Estado Moderno esgrime este argumento para seguir oponiéndose a que el pueblo adquiera personalidad propia.

    Al prescindir de Dios y del pueblo, el Estado Moderno se libera de todo compromiso; no se siente supeditado a nada ni a nadie; se siente Dios. Cualquier régimen político es aplicable para ocupar la Jefatura del Estado y para gobernar. Es factible acceder al poder, tanto por un sistema natural, como la monarquía hereditaria; un sistema democrático, como el liberalismo electoral; o un sistema revolucionario, como el asalto al poder por la fuerza. Todo vale.

    Tan totalitario y dictatorial será el Estado Moderno bajo un régimen militarista, como bajo otro régimen pluripartidista, bipartidista o de partido único. Todo el mundo coincide en que un régimen militarista –aunque la Jefatura del Estado esté ocupada por un personaje civil, como sucede en Uruguay– y un régimen de partido único –aunque la Jefatura del Estado sea revisable periódicamente, como sucede en Méjico– son siempre dictatoriales y totalitarios. Pero algunos afirman, y muchos les creen, que un régimen bipartidista o pluripartidista, por el simple hecho de estar sometido a una revisión periódica electoral, ya no son ni dictatoriales ni totalitarios.

    El pueblo puede estar esclavizado por un individuo, por un Ejército, por un partido, por distintos partidos y por una clase social burguesa o proletaria. Pero cualquiera de estas «modalidades tiránicas» generan una oligarquía de poder que, más tarde o más temprano, acabará «obedeciendo» a los poderosos del mundo. Sólo Dios y el pueblo podrían evitarlo, y, como Dios no lo remedie, mientras la masa no sea pueblo nada podrá hacer, como no surja un caudillo militar o un líder político capaz de unir y moldear las masas. Pero si luego no permite que el pueblo adquiera su propia personalidad y sus propias responsabilidades, a su muerte le dejará indefenso o desarmado para luchar por sus propios derechos y libertades.

    Como vemos, en un Estado Moderno no existe más posibilidad de lucha contra la ambición y rapiña de las fuerzas internacionales que una reacción nacional o nacionalista, respaldada por la masa popular. Por esta razón, las fuerzas internacionales injurian, atacan, ridiculizan y se empeñan en la destrucción de todo movimiento nacionalista, mientras no cejan en su propósito de infiltrar a sus hombres en la organización, para someterlo a su servicio. Los pocos regímenes nacionalistas que todavía subsisten en el Cono Sur de América –o que tuvieron su origen en un movimiento nacionalista, más o menos real– se encuentran hoy hipotecados, coaccionados y manipulados por estas mismas fuerzas internacionales, que son sus enemigos naturales.

    El sionismo, con la ayuda de sus agentes que militan en las distintas francmasonerías del mundo, es el dueño del mundo y de las fuerzas internacionales: la Banca internacional, las grandes multinacionales, las grandes compañías –de financiación, de inversión, de comercialización, de distribución, de transportes… –, así como de las grandes cadenas de difusión –cine, televisión, radio y Prensa– y las grandes editoriales de libros. En todas partes está instalado y funciona, tanto en el mal llamado mundo libre como en el mundo comunista. Y no hago mención al tercer mundo, porque todos sabemos que están bajo la influencia de uno de los dos mundos anteriores, o de ambos al mismo tiempo.

    Nadie más escarmentados de los movimientos nacionalistas que el sionismo y la masonería, ni más interesados en su desaparición, cosa que acaban siempre por lograr con el enfrentamiento ideológico o la dialéctica de los partidos que ellos financian y manipulan, y los medios económicos y de difusión que controlan y que a ellos les niegan. Como se desprende de todo lo expuesto, ni a España como Nación, ni al pueblo como entidad social, les interesa votar por un partido político de ámbito internacional. Ni de ámbito regional tampoco, porque son focos de desunión nacional al servicio de los mismos fines internacionalistas que obedecen al principio: «divide y vencerás».

    Afirmo que todos los partidos políticos liberales o democráticos, y los socialistas o comunistas, están en el mismo juego, porque todos van al marxismo. El procedimiento que todos ellos emplean para imponerse a los demás es el mismo: el respaldo de una falsa mayoría electoral o revolucionaria. Y, una vez conseguido el poder, los líderes del partido dominante pasan de ser la oposición a integrar el poder del Estado, quedando «representado» el pueblo por otros miembros del mismo partido obligados a la misma disciplina; pero casi la totalidad de esa falsa mayoría que les llevó al poder pasa a ser masa de nuevo.

    Sólo hay ligeras diferencias de forma, entre unos y otros partidos políticos liberaloides y marxistoides. Aun cuando pueden ser tan dictatoriales los partidos liberales, demócratas y socialistas, cuando ocupan el poder, como el comunismo, al estar secundados por su mayoría parlamentaria, lo cierto es que no son tan totalitarios. Para empezar, propugnan la libertad de expresión; el derecho a la huelga; la revisión periódica electoral; y, además, lo aceptan cuando acceden al poder, cosa que no hace el comunismo. Pero, además, comparten el Parlamento –Congreso y Senado– con representantes de otro partido –bipartidismo– o de varios partidos –pluripartidismo–, aunque no lleguen a admitir al resto de las minorías políticas.

    Aquí se esconde la raíz que origina el gran complot judeo-masónico. En lo más recóndito se ocultan las motivaciones primeras que son el origen de nuestros problemas. El Estado Moderno, con un régimen parlamentario, no puede ofrecer al sionismo todas las garantías de perpetuidad que precisan y exigen los «dueños del mundo», para tener la seguridad de no volver a ser expulsados de un país y despojados de sus riquezas. Todavía la masa –el pueblo informe– retiene algunas defensas; se respeta algo la propiedad privada; puede subsistir una libre enseñanza religiosa, con lo que el pueblo puede conservar una esperanza de libertad: «La verdad os hará libres»… Y, sobre todo, pueden hacerse oír los líderes nacionalistas, y poner al descubierto las manipulaciones de las fuerzas internacionales y sus agentes políticos internos. Pueden atraerse una mayoría nacional…

    Esto es lo que obliga a los regímenes de todos los países del mal llamado mundo libre al enfrentamiento con los países de régimen más o menos nacionalista, y a favorecer el desarrollo del comunismo dentro de sus fronteras. Es una imposición aplicada por procedimientos políticos y económicos; una coacción ineludible a que les tienen sometidos los «promotores» –inspiradores, consejeros y financiadores– secretos de todos los partidos políticos internacionales. Que nadie se engañe y piense que los errores de la CIA no tienen nada que ver con los éxitos de la KGB; los temores y claudicaciones, los errores y escándalos, y las inoportunas disposiciones de la supuesta derecha, encajan perfectamente, dentro de un plan internacional, con la acción del terrorismo, la agitación de las masas por medio de los piquetes de acción política, y el «progreso» del marxismo en todo el mundo.



    Felipe LLOPIS DE LA TORRE

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    Re: Discusión sobre la coalición electoral coyuntural Unión Nacional (El Imparcial, 1

    APÉNDICE 10

    Fuente: Iglesia-Mundo, Número 173, 2ª quincena Enero 1979, página 21.


    Orientación electoral (I)

    EL ESTADO MODERNO Y LA MAYORÍA


    El desprestigio del absolutismo a ultranza impuesto por Tudores y Borbones, en vez de aconsejar el retorno al Antiguo Régimen (l´ancien régime) gremialista, perfeccionándolo para que no degenerara en absolutismo de nuevo, provocó la aparición del Estado Moderno. De ello se encargaron los eternos «amasadores de oro» –que tantos beneficios y privilegios lograron con sus préstamos a los reyes absolutistas–, pues necesitaban asegurar un sistema de gobierno que mantuviera al pueblo atado de pies y manos para seguir exprimiéndole. A la vista del poder económico adquirido por ellos, por medio de la Banca internacional y las grandes multinacionales, es evidente que el Estado Moderno les ha permitido seguir adelante con sus ambiciosos proyectos.

    Antes de seguir adelante, conviene dejar sentado que, sin más florituras, el Estado Moderno es un falso Estado democrático que se distingue por estar respaldado, en un principio, por una falsa mayoría indiscriminada, abstracta, social y heterogénea. Puede ser de dos tipos diferentes: de oligarquía cambiable –o parlamentaria de distintos partidos políticos–, y de oligarquía perpetua –o de partido único, y utilizado en las Repúblicas democráticas, como veremos más adelante–. Hay una tercera versión del Estado Moderno, pero no está homologada, porque su misión esencial radica en quitarles las riendas de la mano a los «promotores» de las falsas democracias: me refiero al nacional-socialismo y similares.

    Vistas así las cosas, puede asegurarse que, si no hubiese sido por la falsa democracia, el también falso Estado Moderno –ya que de moderno no tiene nada en la actualidad– no habría podido subsistir hasta nuestros días, como lo confirma la trayectoria histórica. La falsa mayoría de una masa humana fácilmente maleable es lo que ha facilitado la perpetuidad hasta nuestros días del Estado Moderno en cualquiera de sus versiones. El mismo marxismo no hubiera sobrevivido más de treinta años al propio Marx, si no fuera por la aportación de Lenin, que inventó y enseñó una nueva metodología para manipular a una mayoría proletaria con fines revolucionarios en la toma del poder: el leninismo. Sin ello, el marxismo habría desaparecido.

    El Estado Moderno es, para los individuos de un país, como un padre desnaturalizado o un padrastro, ya que los llamados Padres de la Patria sólo buscan su propio provecho y no el de sus hijos. Además, es lógico; por un sistema, unos estarán muy pocos años en el poder, y quieren seguir viviendo bien después; y, por el otro sistema, son los amos absolutos, y pueden hacer lo que quieran. Por esta razón, desde el propio Estado napoleónico –que fue el primer Estado Moderno nacido tras el doloroso parto de la Revolución Francesa–, hasta cualquier Estado comunista, el Estado Moderno necesita de un poder militar sumamente controlado y disciplinado para subsistir, porque la mayoría del país termina siempre por odiarle.

    A este respecto conviene recordar las palabras pronunciadas por el judío socialista –«antes» comunista–, Múgica Herzog, que en el elegante «Club Siglo XXI» ha dicho el pasado 08-01-79: «Las armas sólo podrán utilizarse cuando el Poder Ejecutivo lo ordene». Y más adelante: «Cualquier acto de insubordinación, prevaliéndose del monopolio de las fuerzas, atenta contra el principio mismo de los Ejércitos». Y no hay que olvidar que este buen señor ha sido, hasta hace muy poco, presidente de la Comisión de Defensa. ¡Así, cualquiera…!

    Es evidente que no puede existir un modelo de Estado Moderno si no es dictatorial y tiránico, aun en el supuesto de haber sido respaldado en su iniciación por una inmensa mayoría. A pesar de verse los pueblos convertidos en «masa humana» durante siglos, sin permitirles auto-jerarquizarse o auto-organizarse en cuerpos orgánicos, la mayoría de los individuos se sublevan contra la tiranía. Esto es lo que hizo necesario el «invento» del revisionismo electoral cada cuatro o seis años, para dotarle de un mayor aspecto democrático al tiránico Estado Moderno. Pese a reducir el mandato presidencial a un espacio de tiempo tan limitado, muchos no llegan a cumplir el plazo.

    Aunque el comunismo no acepte este sistema de revisión periódica del electorado, no andan descaminados los países comunistas cuando se autodenominan como Repúblicas Democráticas, porque se apoyaron, para constituirse como Estados, en una falsa mayoría, que es lo que hacen las democracias al uso. Los rebaños o manadas de animales que carecen de «guías» propios, son fácilmente llevados por equivocados caminos, y mucho mejor aún si se les impone falsos líderes o falsos guías que, como cabestros, engañan a sus congéneres encaminándoles hasta el mismo matadero.

    Algo parecido sucede con la masa humana que carece de jefes naturales nombrados por el pueblo. Lo terrible del caso es que la mayoría de la Humanidad está constituida por la juventud y el proletariado, que son también los estamentos sociales menos capacitados y más manejables por los «cabestros» embaucadores de oficio. Pero no podemos seguir hablando, a estas alturas, de una mayoría indiscriminada, porque la mayoría de la Humanidad no puede –o no debería– imponer «su» criterio a las minorías. Aunque existiera en el mundo una mayoría humana, o, incluso, de países sometidos a regímenes tiránicos comunistas, jamás sería justo que impusieran este sistema político de gobierno al resto de los mortales y de los países.

    Cada país –no región–, libre e independiente, tiene derecho a su autodeterminación, pero la justicia a que nos obligan las verdades objetivas nos lleva, además, a «liberar» a esta mayoría de personas y de países «sometidos». El regionalismo se diferencia del separatismo en que el primero lucha por la libertad del país «entero» que está sometido a la tiranía de un Estado Moderno, mientras el segundo trata de separarse y desentenderse egoístamente del problema. Esto es más inadmisible cuando se proponen seguir sometiendo a sus gentes a un régimen similar; pero, en cualquier caso, –dado que toda región necesita de las demás–, toda región está obligada a solidarizarse con los problemas que a todos les son comunes. Y en cuanto a los Estatutos de Autonomía, no son otra cosa que simples desplazamientos por delegación del régimen centralista y dictatorial.

    Eso de la mayoría está muy bien; pero la mayoría, ¿de quién y de quiénes? La verdad objetiva no puede estar supeditada a la opinión de una mayoría numérica, porque entonces todos tendríamos que convertirnos al budismo. Ni siquiera la opinión de un cuerpo social puede estar supeditada a la opinión de la mayoría numérica de uno de sus estamentos. La opinión política del gremio de la construcción no puede depender de la opinión de los albañiles, aunque éstos sean una mayoría numérica absoluta. Hay que conocer la opinión de cada parcela que integra este gremio: empresariado, técnicos y trabajadores manuales. Así, nunca podrá haber empate. Eso en cuanto a la opinión política, porque, con vistas a la dirección o administración de un gremio o de una simple empresa, sólo la directiva tiene reconocida capacidad.

    En cada parcela social es donde puede y debe establecerse el sistema «un hombre, un voto» para elegir al representante –jefe natural– y para conocer la opinión mayoritaria de todos los miembros en toda materia discutible. Desde abajo a arriba, y a nivel local, provincial, regional y nacional, podrá conocerse la opinión de los distintos cuerpos sociales en las Cortes. Por separado y no indiscriminadamente, porque cada órgano del cuerpo común de la nación tiene su función propia, y lo que es bueno para los nervios puede ser fatal para el hígado. Y no hay razón alguna para pensar que los albañiles siempre tienen razón; ni tampoco la juventud.

    Toda encuesta, plebiscito o sufragio debe respetar el «medio» en que se vaya a efectuar, según sea un medio homogéneo o heterogéneo; en un cuerpo homogéneo, la consulta ha de tener una respuesta por mayoría numérica; en un cuerpo heterogéneo, la respuesta ha de ser homogénea, y, para ello, es necesario encontrarla operando con los resultados «parciales» habidos de los distintos cuerpos homogéneos que lo integran. El resultado final también será por mayoría numérica, como en un cuerpo homogéneo; la respuesta será cualitativa y cuantitativa, y no sólo cuantitativa.

    La mayoría no es de derechas, ni de izquierdas, y tampoco de un hipotético centro, cuando está responsabilizada y tiene que responder ante una «determinación» propia. Pero esto sólo cabe en una sociedad con personalidad y propia entidad, porque la mayoría de una sociedad responsable busca la verdad, la justicia y lo bien hecho –y no siempre por simple conveniencia–, debido a una tendencia natural en el hombre –instinto de superación–, y, más aún, cuando va a ser conocida y reconocida su buena disposición.

    Tampoco la justicia está a la derecha, a la izquierda o en el centro. En la balanza de la justicia, el «fiel» no debe vencerse a la derecha ni a la izquierda, sino permanecer en el centro, pero en el centro no existe ningún «platillo». No hay en el centro nada que sume o reste valor a las cosas; nada que le conceda o le quite la razón a una causa. Por esto, el «centro» no vale nada; es como un cero a la izquierda, en cualquier caso. Y la UCD todavía vale menos, porque el «cero» o el círculo está partido en dos pedazos [1].

    El verdadero centro del Universo es Dios –teocentrismo–, que será quien efectúe todas las «pesadas» en el momento preciso, y Él tiene reservado un lugar a Su derecha para los corderos, y otro a la izquierda para los «cabritos»; por algo será. En este mundo sólo los Tribunales de Justicia que inspiren su justicia en la Ley de Dios, pueden utilizar con justicia esa balanza –como un anticipo del Juicio Final–; los demás pesan y miden a ojo, y así les va. Los partidos políticos son los que aceptan como algo respetable y siempre discutible cuanto indiscutiblemente es vergonzoso; y, al mismo tiempo, someten a discusión las verdades indiscutibles sin el menor respeto, poniendo a nivel de calle lo que pusieron a nivel de calle los enemigos de Dios y de la Patria, los enemigos de la Justicia.

    Los Estados Modernos necesitaban de los partidos políticos; pero los partidos políticos no hubieran sido posibles sin el «habitat» enrarecido, originado por el régimen dictatorial del Estado Moderno, que debilitó la sociedad. El Estado Moderno necesitaba a los partidos para «entretener» a una masa informe, sin contenido ni objetivos. Desde entonces, amparándose en una falsa mayoría, los dirigentes de los partidos ocupan los lugares que antes correspondían a los jefes naturales del pueblo, y, más aún, pueden llegar a ostentar el poder que le corresponde al jefe del Estado. Así ha llegado a imponerse el Estado Moderno, respaldado en una mayoría relativa y siempre impopular; ha quedado «legalizado» un Estado partidista y dictatorial.

    En la segunda parte de este artículo, añadiré a estos argumentos otros ajenos de mucho más valor que los míos. Confío dejar bien demostrado que es el tradicionalismo el único partido político que no es «partidista», porque propugna un régimen político con unas Cortes –o Parlamento– donde los representantes del pueblo auténtico serían elegidos por los distintos cuerpos sociales; serían representantes sociales de los distintos intereses políticos y económicos, y no sólo unos representantes políticos de una masa incontrolada. También al Estado le estarían reservadas sus funciones propias y específicas responsabilidades frente al pueblo, con el respeto debido a sus derechos y libertades. Pero de estas cosas trataremos en la próxima ocasión.



    FELIPE LLOPIS DE LA TORRE




    [1]
    Alusión al logotipo de la UCD.

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    Re: Discusión sobre la coalición electoral coyuntural Unión Nacional (El Imparcial, 1

    APÉNDICE 11

    Fuente: Iglesia-Mundo, Número 174, 2ª quincena Febrero 1979, página 21.


    Orientación electoral (y II)

    EL ESTADO MODERNO Y LA MAYORÍA


    Es posible que muchos de cuantos leyeran la primera parte de este artículo pudieran pensar que mis amargas críticas al Estado Moderno, o Estado Nuevo, y a la falsa mayoría democrática, sólo son una pequeña muestra del furioso antagonismo secular que existe en España entre carlistas y liberales, y que tienen su origen en un pleito dinástico. Nada más lejos de la verdad, y nada más fácil que demostrarlo. Bastará con reproducir aquí mismo, en esta segunda parte, algunas de las afirmaciones hechas en una conferencia pronunciada en el Congreso de Laussane, en 1970, por el profesor belga de la Universidad de Lieja, Marcel de Corte, con el título «El Estado y el dinamismo de la economía» [1], y que fue incluida en su libro «Humanismo económico», editado por FORUM. Nadie podrá decir que el conocido profesor sea todo un carlista español, porque hasta es posible que ni siquiera haya oído hablar en su vida del carlismo.

    En cualquier caso, se trata de un científico extranjero que analiza estos mismos problemas desde un prisma diferente y sin ese apasionamiento característico de los españoles. Tampoco creo que su vecindad fronteriza con Holanda, y la posible simpatía hacia la familia política de Hugo de Borbón-Parma, le hayan movido a romper una lanza a favor del carlismo, porque, en ese caso, habría hecho una apología del socialismo autogestionario, o autosugestionario mejor, ya que sólo estando «hipnotizado» se puede creer en el mal llamado Partido Carlista, que nada tiene en común con la Tradición.

    A un ilustre profesor universitario, de uno de los países más adelantados y progresistas del centro de Europa, no creo que nadie pueda censurarle de cavernícola, retrógrado o inmovilista, ni de montaraz, cerril o cualquier otra lindeza con que nos obsequió siempre el liberalismo a los carlistas. Sin embargo, hay que reconocer que, si el profesor Corte hubiera nacido en España, sería carlista y de los buenos. En su exposición dejó bien patentes los defectos del Estado Moderno, su afán desintegrador del pueblo para mantenerlo indefenso frente a los partidos políticos, y la manipulación de éstos para lograr una falsa mayoría «democrática» que respalde la perpetuidad de esa situación de injusticia manifiesta.

    «Si es cierto, como dice Simón Weil, que el poder es como un gas que se dilata indefinidamente, a menos que se encuentre un obstáculo a su expansión, el poder del Estado Moderno no tiene límites. No tiene límite ninguno por encima; se ha desligado de toda subordinación a Dios; ha llegado a ser radicalmente laico. No choca con ninguna barrera por debajo; no tiene frente a sí sino seres débiles, moldeables y curvables a su merced –pese a sus revueltas esporádicas– que se llaman individuos. Tiende a reducir, conquistar o eliminar a los otros Estados, y a constituir, abiertamente o bajo diversos camuflajes, un Estado Universal».

    «El Estado Moderno no tiene nada en común con el Estado del Antiguo Régimen (l´ancien régime), prolongación institucional de las comunidades naturales y seminaturales, de sus afinidades, de su complementariedad, de sus intereses comunes y de su vocación por la unidad…». Y sigue más adelante: «El Estado Moderno es instrumento inventado en todas sus piezas por el hombre moderno para transformar su sueño en realidad; hacer lo social con lo asocial; construir lo homogéneo con lo heterogéneo; edificar (o estructurar a su capricho) una sociedad de individuos…». Al final del párrafo concluye resumiendo todo lo anterior: «El Estado Moderno precede a la sociedad o, más exactamente, a la pseudo-sociedad que será su obra, como así lo testimonian todos los Estados salidos de la descolonización y cuyos apoyos sociales son inexistentes».

    «El ejemplo del Estado jacobino, del Estado napoleónico, del Estado marxista ruso, del Estado nacional-socialista alemán y de otros, son suficientemente elocuentes a este respecto. Tal Estado Moderno es totalitario, y prevalece únicamente en todo el espacio territorial y psíquico que le queda disponible. Drena hacia sí todas las energías sociales acumuladas en el fondo de las subjetividades humanas, que no encuentran otra salida. Los lazos sociales naturales que se han roto, el Estado Moderno los reemplaza por canales artificiales (sindicatos y demás instituciones estatales y para-estatales) de los cuales es la bomba aspirante e impelente».

    «Bajo su forma democrática endulzada, lo mismo que en su forma comunista virulenta, el Estado Moderno tiene sus sacerdotes, sus devotos, sus místicos, sus iluminados, sus mártires, sus dogmas, sus pompas, sus liturgias, sus sacrificios. Acapara todo el potencial de fe de las religiones que elimina, y no sin razón –de cuya terrible profundidad no nos apercibiremos quizá sino demasiado tarde–, pues desea ser considerado el Estado-Providencia».

    Finalizando la primera parte de su conferencia, que estaba destinada a analizar el Estado, afirma el distinguido profesor: «Hemos visto que el Estado Moderno es un Estado sin sociedad; a la sociedad del Antiguo Régimen no ha sucedido ninguna otra sociedad. Lo que sirve de lazo social a los individuos desprovistos de lazos sociales, como son nuestros contemporáneos, es el Estado Moderno en sí mismo, creación específica del estado de espíritu individualista y democrático. Este estado de espíritu persistirá en tanto que las sociedades naturales desaparecidas o debilitadas no resuciten o no hayan vuelto a tomar vigor; mientras, el Estado Moderno seguirá siendo el mando, la argolla o el aparato de prótesis que, supliendo la ausencia de vida social, permitirá a los súbditos vivir –si podemos llamarlo así– en régimen de democracia. La democracia moderna, pues, no es un régimen del que se pueda cambiar. No es ni un régimen; es una mixtificación, una ilusión análoga en el plano colectivo a la que procura el uso de estupefacientes al individuo. Los hombres creen gobernarse a sí mismos, pero, en realidad, es una falsa creencia; otros hombres los gobiernan y continúan gobernando procurándoles su ración de droga. Todas las técnicas modernas de información se utilizan para este fin. Es una constante, decía el cardenal de Retz, que los hombres quieren ser engañados».

    La prueba más rotunda y evidente de que cualquier Estado Moderno es tiránico, tanto si se trata de una falsa democracia de partidos políticos, como de una dictadura totalitaria de partido único, la encontramos en que todas las Constituciones de estos Estados llamados democráticos imponen el parlamentarismo político de los partidos como el «único» legal y viable. Un régimen basado en la auténtica democracia, que es social y no política, no tiene cabida en una Constitución que se autotitula como democrática.

    Pero en la parte de la conferencia que analiza los problemas económicos que genera el Estado Moderno, el profesor Corte nos alerta sobre la auténtica y secreta finalidad del Estado Moderno. Su fin último no es la consecución del poder político; destruye los lazos sociales propios del pueblo y les proporciona una falsa vinculación política por medio de los partidos o del partido único –que, en ambos casos, controlan el poder estatal– para desarmar y controlar al pueblo indefenso, pero ahí no queda la cosa. El Estado Moderno pretende ser el amo absoluto de todos los medios de producción.

    Refiriéndose al mal llamado mundo libre, nos dice: «Estamos en una civilización de industriales dominada por el Estado Moderno, planificador, totalitario o semi-totalitario, y que tiene como eje una economía de productores desprovista de finalidad. Tal sociedad es artificial hasta el extremo, y las sacudidas que la quebrantan, incluso en el seno de la prosperidad, muestran cuán precaria es su estabilidad».

    Sigue más adelante: «Se trata de salvar, de las presas del aparato político y económico que prolifera alrededor de ellas, a las comunidades naturales o seminaturales que él no puede destruir sin destruirse a sí mismo, como el monstruo Catoblepas, pero que, en su progresión implacable, debida a nuestra debilidad y a nuestra ceguera conjugadas, amenaza peligrosamente…».

    «A nivel de empresa, la economía contemporánea conserva los mismos trazos que la economía antigua y medieval, llamada justamente doméstica, puesto que la casa familiar y la empresa productora de bienes materiales no formaban sino una sola unidad. Las leyes de la naturaleza son inmutables a pesar de los cambios».

    «Los últimos recursos de vida social real se encuentran en la empresa. Se trata de defenderlos. En algunas empresas, en particular aquéllas cuyo gigantismo es tal que las relaciones sociales efectivas entre sus miembros no pueden anudarse normalmente, estas relaciones están a punto de agrietarse. Es una ley sociológica, corroborada siempre por la experiencia, que una empresa está más sujeta a conflictos sociales cuanto mayor es su volumen. La alianza entre el Estado Moderno y la economía de productores favorece cada vez más el desmesurado volumen industrial; la naturaleza tiene límites, lo artificial no los tiene. Y el Estado Moderno no parece poderoso si no dispone de empresas colosales…».

    El Estado Moderno, por un lado, desprecia, descuida y agobia a impuestos a la pequeña y mediana empresa, mientras fomenta las grandes empresas. Pero las grandes empresas generan enormes conflictos laborales, con lo cual, a los grandes empresarios y al Estado Moderno les interesa un régimen totalitario comunista, donde nadie pueda protestar. Así se entiende que la Banca internacional y las grandes multinacionales –todas ellas instaladas en los países comunistas– estén tan interesadas en imponer el comunismo en todo el mundo. Y también parece lógico que los Estados Modernos que conocemos como demócratas, estén haciendo el «caldo gordo» a Rusia y sus satélites, y al comunismo interior en sus propios países.

    Dice otras muchas cosas interesantes el profesor Corte en su conferencia, que demuestran cómo los «amasadores de oro» son los verdaderos responsables de la desintegración de la sociedad y del orden natural, y también aporta muchas soluciones precisas para poner fin al caos y a la Revolución imperante. Pero creo que es suficiente para esta «Orientación Electoral» que me había propuesto.

    Sabemos que los partidos políticos sólo pueden ofrecernos una falsa vinculación social y una solidaridad aparente, donde lo único que une a sus miembros es, de una parte, el fanatismo pagano de que sus ídolos alcancen el poder –aun a sabiendas de que luego se limitarán a defender sus propios intereses y los de su partido, cuando el «el elegido» represente al Estado o asuma los poderes del Gobierno–, y, de otra, el sadismo morboso de que su propio voto haya servido para vencer y someter a otra «clase social» diferente.

    Tengamos en cuenta todo esto el próximo 1-M a la hora de votar, y votemos por la coalición electoral donde se integran los defensores de los intereses nacionales, y no al resto de las coaliciones, que sólo sirven a intereses extranjeros, obedeciendo las consignas de sus partidos políticos «internacionales». El nacionalismo es el primer paso hacia una postura de autenticidad. El segundo, lograr la auténtica representatividad popular por medio del gremialismo a nivel local, provincial, regional y nacional. Y el tercer paso, el recíproco «reconocimiento» foral de derechos y libertades entre el poder y el pueblo. Pero estos dos últimos pasos no se han vuelto a dar en España desde 1700, en que llegara el primer Borbón a España.



    FELIPE LLOPIS DE LA TORRE




    [1]
    El texto de esta conferencia fue reproducido por la revista Verbo, en su número 87 – 88, de Agosto-Septiembre-Octubre de 1970, páginas 675 – 702: El Estado y el dinamismo de la economía.pdf. (Fuente del documento: FUNDACIÓN SPEIRO).

  19. #19
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    Re: Discusión sobre la coalición electoral coyuntural Unión Nacional (El Imparcial, 1

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    APÉNDICE 12

    Fuente: Iglesia-Mundo, Número 176, 2ª quincena Marzo 1979, página 15.


    Por gracia de los partidos

    UNA NUEVA DICTADURA


    «Los partidos políticos y sus sindicatos respectivos son una interpretación dictatorial de
    las funciones del hombre como ser compuesto de alma y cuerpo –lo espiritual y lo
    material–, para usurpar al pueblo sus funciones naturales».




    El triunfo electoral del centro el 1-M, fue un éxito de la derecha española. Los que no están de acuerdo ni desean una política de la derecha ni de la izquierda, son ese 32 por ciento que se han abstenido de votar y, lógicamente, el auténtico centro inútil y no útil. La izquierda es siempre más pertinaz y tiende antes a radicalizarse, porque no teme a la revolución; ella es quien la hace.

    Este desplazamiento de la derecha que ha contabilizado el centro viene a demostrar que el «sistema» de partidos es injusto, informal e inconsecuente, y, en ocasiones, puede ser peligroso. Podríamos denominar la pasada contienda electoral como las elecciones del miedo o del mal menor. Toda la derecha sabía que CD ó UN no podrían vencer al PSOE, razón por la que votó una gran mayoría a UCD. Ha pesado más el temor a caer en el marxismo que el riesgo a que puedan llegar a «pactarse» ciertas fórmulas legales catastróficas.

    La Constitución vigente tuvo varios padres, pero no tuvo más que una madre: UCD. Es de esperar que siga «tragando» lo que la echen, porque lo suyo es entregarse. Es muy posible que se «regulen» con excesiva amplitud el aborto, el divorcio y las funciones autonómicas, mientras se someten a las más rigurosas restricciones y estrictas reglas la enseñanza libre, la libre empresa y el mercado libre. Y eso sí, manga ancha para huelgas, manifestaciones y declaraciones…

    También ha quedado claro que las regiones quieren tener sus propios representantes y sus propios órganos de expresión, rechazando las candidaturas de los partidos donde figuran «personajes» extraños impuestos por el poder central o por partidos que podrían llegar a ostentar este poder; el tradicionalismo tenía razón. Quieren sus propios representantes y no representaciones delegadas del poder, ni un centralismo dictatorial a nivel regional. Quieren que sus representantes estén al servicio de la región y sus electores, no de un partido.

    Estos argumentos podemos aplicarlos a los partidos políticos que ostentan el poder por el resultado de las urnas; no pueden servir a sus electores, porque «se deben» a quienes les promocionaron y financiaron, a las grandes multinacionales políticas –partidos internacionales– y económicas, a los «ciudadanos del mundo»…

    El triunfo de UCD no es una solución a los problemas actuales, sino una posibilidad de aplazamiento para encontrar esta solución. Tampoco otros partidos de la derecha hubieran podido ofrecer una solución «estable» a la actual situación, aunque la coalición nacionalista hubiera tenido mayores posibilidades, por no tener que defender intereses ajenos y, muchas veces, opuestos a los nuestros.

    Lo que está en crisis no es uno u otro partido, sino lo que les dio la vida y les mantiene: el propio Estado Moderno. Todos los pueblos se resisten a caer en una dictadura, por «dulce» que ésta sea. Acabamos de salir de una dictadura en España, que dudo mucho pueda ser superada en el futuro como régimen provechoso, pacífico y duradero. Durante cerca de cuarenta años se ha seguido un ritmo ascendente de desarrollo económico, progreso social y prosperidad ciudadana. El supuesto «tirano» fue aclamado hasta su muerte y ésta fue sentida y llorada por millones de españoles. Sin embargo, el famoso Referéndum 15-D, que propugnaba un «cambio» político, fue respaldado por una indudable mayoría que nadie sabe de dónde salió.

    Otra gran mayoría eligió también a UCD en las elecciones del 15-J, que es una coalición de partidos liberales y demócratas, para evitar caer en una dictadura de izquierda o en otra nueva de la derecha, porque comporta un riesgo encontrar un caudillo o un líder como Franco, y, en el mejor de los casos, como nadie es inmortal, volveríamos a estar un día en un franquismo sin Franco.

    Por parecidas razones se aprobó en el Referéndum 6-D la peligrosa Constitución proclamada internacionalmente como la más «avanzada» del mundo y pese a todas sus «pegas». Lo que movió al pueblo a su aprobación fueron, de un lado, las declaraciones de su preámbulo, y, de otro, los dos primeros artículos. Para nada se tuvo en cuenta que la legalización y la libre concurrencia de ciertos partidos a nuevas elecciones pondría en peligro la propia Constitución y la seguridad del Estado «nuevo» que acababa de nacer.

    El Estado Moderno –o Estado Nuevo– nació con un destino fatalista, que es y ha sido siempre el mismo en un plano nacional y a nivel mundial. Se trata de un ciclo o proceso que, inexorablemente, se cumple: dictadura, libertad, caos, y, de nuevo, dictadura. En la historia particular del Estado Moderno, podríamos resumir el proceso así: absolutismo, liberalismo, anarquía democrática y marxismo. Las dictaduras o totalitarismos de matiz nacionalista, no fueron ni serán otra cosa que unos nobles y justificados intentos para retrasar –más que romper– el fatídico proceso, porque jamás renunciaron al Estado Moderno, que ya hoy no es ni moderno ni nuevo, sino viejo y caduco.

    Se impone volver a los orígenes y adoptar de nuevo las «antiguas» –que no viejas– y sabias normas cristianas de gobierno, que dieron origen a la civilización occidental en aquellos reinos y elevaron a la Humanidad entera a cotas jamás alcanzadas. Nada tenía que ver con el humanismo cristiano, sino que se trataba de puro cristianismo «a secas», porque para que fuera humano, Dios se hizo Hombre; el cristianismo no es sólo Divino.

    La civilización occidental se fraguó bajo el Antiguo Régimen (l´ancien régime) en Europa, y, en España, bajo la Monarquía Tradicional, con ventaja para este régimen sobre el anterior, porque consideraba al gremialismo como complemento del régimen foral, que se ocupaba de limitar las funciones y libertades del poder y del pueblo –de mutuo acuerdo–, haciendo que fueran indiscutibles aquellas cosas discutibles que ya habían sido discutidas y pactadas. No es suficiente que se «autorice» al pueblo a que se organice y auto-jerarquice, para determinar lo que pertenece al César o al pueblo de Dios; es «necesario» ofrecerle garantías de que se respetará lo pactado.

    El hombre se compone de un cuerpo y un alma. En lo espiritual, la familia es la célula primaria de la sociedad, y, en lo material, será la empresa esa célula primaria de la «asociación». El hombre debe cuidar y defender el lugar «en» donde habita con la familia y «de» donde obtiene lo necesario para mantenerla; es la única forma de entender la iniciativa privada si hemos de defenderla. No se comprende cómo no se fomentan y potencian toda clase de comunidades, hermandades, corporaciones, y toda clase de cuerpos sociales orgánicos, y se abandona este «campo» al marxismo que, en cuanto ocupa el poder, lo dinamita.

    La autenticidad popular se encuentra en estos cuerpos sociales «primarios», a nivel local, comarcal y provincial, cuyos representantes legítimos elegirán a los miembros de la Diputación Provincial y a los de la Junta Gremial Provincial en cada provincia: éstos son los llamados cuerpos intermedios –entre poder y pueblo– de la sociedad. Diputaciones y gremios nombran, así, a sus representantes naturales, que serán los encargados de elegir a los representantes regionales, y éstos serán los interlocutores válidos para «enfrentarse» en las Cortes al Gobierno y al poder. En la «autenticidad» se encuentra la nobleza y la pureza.

    Asimismo, caben en las Cortes los representantes de algunos municipios superpoblados, de algunas instituciones independientes, estatales y para-estatales; la Iglesia, Justicia, Ejército, Universidad y cualquier cuerpo social que tenga una jerarquización orgánica propia, sin la cual no tiene personalidad ni independencia. También tiene derecho a defender en público sus intereses.

    Para que esto no se convierta en una autarquía –o gobierno de los ciudadanos por sí mismos–, el tradicionalismo hispánico instituyó la monarquía hereditaria, entendida como una representación del poder temporal legítimo que emana de la autoridad de Dios. Dios instauró la Monarquía hereditaria y el poder real en el Antiguo Testamento, cuando después del diluvio promete a Abraham que establecerá a través de él y de sus descendientes un pacto con su pueblo, y añade que, si fuera fiel a esta alianza, Él proveería siempre un vástago de su linaje, y jamás se repetiría un castigo semejante a la Humanidad. Como van las cosas, no sería sorprendente que se repitiera.

    Es «necesario» acatar por unanimidad las «normas morales» religiosas acordes en todo con las Leyes de la Naturaleza, como fuentes indiscutibles de inspiración para instaurar un régimen de gobierno como ha quedado expuesto, y para determinar la Justicia: «Al que imite el Reino de Dios y su Justicia, lo demás se le dará por añadidura». Claro que también es «necesario» disfrutar de cierta autonomía en determinadas funciones a nivel regional, provincial y local; ¿pero es que acaso no disfrutamos también los hombres, las familias y las empresas de ciertas libertades y autonomía?

    A niveles superiores con mayor motivo, pero dentro de un orden… Sin acatar un orden moral como Dios manda –«indiscutible» por su propia naturaleza– que permita un ordenamiento jurídico adecuado, y sin un previo ordenamiento social justo, donde no quepan injustas imposiciones de criterio, sería imposible establecer un orden político justo, económico, urbanístico, o cualquier otra clase de ordenamiento, si queremos que sea justo. Hasta el orden público debe estar al servicio de la sociedad entera y no al de un partido político en el poder.

    Por otra parte, las funciones de gobierno son privativas del poder ejecutivo, pero la función legislativa, y la determinación de la política a seguir en todo aquello que es «discutible» o dudoso, no es una función privativa del Gobierno, ni de ninguna oligarquía social o económica del signo que sea (los grupos de «clase», capitalista o proletaria). Es todo el pueblo quien debe estar representado sin diferencias sociales o económicas.

    Al subir al trono de España el primer Borbón, Felipe V, quedan abolidas estas normas cristianas: «In necessariis, unitas» (para lo indiscutible), y «In dubiis, libertas» (para lo discutible). Se comienza a «construir» el Estado Moderno. De entonces parte el concepto de las dos Españas: una formada por los «partidarios» de un rey que se «libera» de Dios para imponer la tiranía, y la otra integrada por los tradicionalistas hispánicos. Después, los «liberados» de Dios se llamarán liberales y libertarios, pero se enfrentarán a los de siempre… y para siempre.

    Por esto, los tradicionalistas no encontramos nuestro puesto en ningún partido político, ni junto a ninguno. En sus programas de acción política, no sólo imponen soluciones categóricas para problemas discutibles, en cuya solución deben participar ante todo los más interesados, sino que «imponen» criterios en temas indiscutibles que llegan a oponerse a las normas morales más elementales, y contra toda razón o razonamiento: «In ómnibus, caritas» (para todo, caridad).

    San Agustín sabía lo que decía, pero debería haber añadido que, para hacer una política concreta y efectiva, el hombre «necesita» tener un puesto en la sociedad y no en un partido. Si España ha perdido su autenticidad, se debe a que perdió su identidad y su entidad. Se impone encontrarlas; se impone la verdad; se impone el antiguo régimen: ¡¡ES NECESARIO!!

    Y si es necesario, también es necesaria la unidad (unitas) para lograrlo. Este periódico se ofrece como «medio» IMPARCIAL para recibir toda clase se sugerencias y facilitar cualquier información en busca de esta unidad, siempre que sea por escrito.



    FELIPE LLOPIS DE LA TORRE

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