El federalismo político es un proceso complejo y singular donde los valores de igualdad, solidaridad, transparencia y lealtad institucional resultan decisivos. Su inspiración es profundamente foral y, católica, respetuosa con las partes y con el todo, fundamentada siempre en la negociación y el pacto multilateral. El federalismo no es una estructura política jerarquizada con actores secundarios, sino un proyecto de convivencia enriquecido con múltiples relaciones transversales y un estimable acervo común. Por eso el federalismo es un sistema que no se cierra nunca. Y ello no sólo por carecer de fórmula acabada, sino porque su dinámica abierta, a veces tensa, resulta casi siempre sugerente.

La teoría económica del federalismo fiscal se fundamenta también en estos principios y valores. Su objetivo básico es construir un marco financiero descentralizado que permita distribuir, con razonable suficiencia, los recursos públicos entre los distintos niveles de gobierno, armonizando a su vez los principios de autonomía, igualdad y solidaridad. Pero interesa advertir que el sistema tributario federal es solo uno, no un conjunto de piezas independientes e inconexas. En este sentido, la autonomía financiera se vincula a la capacidad normativa y de gestión sobre los impuestos principales que gravan la renta y el consumo, circunstancia que ofrece a su vez soluciones diversas (separación de fuentes, impuestos compartidos, etcétera). Por razones de autogobierno y de disciplina fiscal, los tributos propios deben constituir el segmento principal de los ingresos que reciben las haciendas territoriales, jugando las subvenciones papeles específicos en la nivelación de servicios públicos, en corregir déficits estructurales y en la colaboración institucional. El avance en la financiación autonómica se producirá, pues, si aumenta el peso de los tributos cedidos, la capacidad normativa y de gestión sobre los mismos, así como un mejor ajuste en los mecanismos de nivelación. En este sentido, los indicadores que cada comunidad expongan para justificar sus necesidades de gasto se neutralizarán entre sí, quedando probablemente un resumen simplificado de aquellos que ofrezcan mayor capacidad explicativa de lo común. La solución a todos estos problemas también exige negociación y acuerdo multilateral.

Pero el federalismo político no impide la relación bilateral para ajustar competencias o para construir proyectos estratégicos de desarrollo territorial. Los recursos utilizados no pertenecen al sistema de financiación (fondo de compensación territorial, fondos europeos, inversión autonómica y estatal), pero su objetivo es esencial. Esta actividad mide también la capacidad política de los gobiernos respectivos.