Como todo lo que organizan éstos, acto infumable, insufrible, repelente en todo, desde las vitolas de algunos hasta sillas de plástico barato, y todo el círculo alrededor de un pebetero que nada significa, al que han querido otorgar un simbolismo inerte, carente de todo sentido. ¿Acaso han preguntado a las familias de las víctimas qué piensan de semejante mamarrachería? Es obvio que no, y eso que sus seres queridos, los que perdieron la vida inopinadamente, de forma totalmente impotente, como impotentes asistieron a que los metieran en bolsas de plástico para enterrarlos lo más rápidamente posible, eran los presuntos protagonistas de este lamentable bodrio. Pero sí ya esto es grave de por sí, en la memoria negra de este país ha quedado, más graves aún es que no reconozcan a todos los fallecidos por esta plaga del Siglo XXI que nos ha venido, que todavía no se ha ido y que nos amenaza con volver. ¿Cómo puede pues semejante artefacto con un llama perecedera, pues de llama atea e insulsa se trata, representar a todas las víctimas mortales de este disparate? Y del cual nadie quiere hacerse responsable, ni acá, ni acullá, porque esto es sencillamente un genocidio. Pero ell@s así creen haber "cumplido", así lavan sus conciencias, si es que la tienen, algo sospechosamente dudoso, así se presentan ante la sociedad de la que viven parasitariamente como los buenos, los que se preocupan, sí, pero de sus privilegios, de sus prebendas, de sus dineros que son los nuestros, de sus futuras pensiones bien generosas, de sus intereses espurios, de sus criminales organizaciones. Son varios los que apuntan a que asistimos atónitos algunos, muchos otros encandilados con tanta idiotez institucionalizada a un aquelarre, y los aquelarres siempre están al servicio y para adoración de Satán. ¡Ah! qué esto lo dicen los fachas, esos de la ultraderecha, pues que pena que quienes así argumentan no tengan nada mejor que oponer, porque sus afirmaciones no valen más que el papel de los retretes, pobres esclavos.
Funeral masoncete por el coronavirus: no está a punto de llegar la Gran Tribulación, estamos en ella
Eulogio López
20/07/20
Una genialidad, el artículo del genial Juan Manuel de Prada en ABC, dentro de su serie “Cartas del sobrino a su diablo (XXVII)” sobre el funeral civil, o sea masónico y satánico, a las victimas del coronavirus. Por favor, no dejen de leer esta maravilla:
Y la ceremonia del Felipe VI, el hechizado, sólo significa una cosa: que no está a punto de llegar la Gran Tribulación: estamos en ella. En Hispanidad fuimos los primeros en hablar de ceremonia masónica pero, por la urgencia de la crónica, nos dejamos muchos detalles en la gatera que ahora otros, con más acierto, sacan a la luz.
Por de pronto, apunten dos ideas: la precitada, que no deja de ser la más importante: la Gran Tribulación no está a punto de llegar: ya ha llegado y vivimos de lleno en ella. No es que el satanismo crezca, es que vivimos entre demonios (hala, progres, ya podéis rasgaros las vestiduras).
Dos que el poder de la masonería y de su derivada, el satanismo, todo ello bajo el paraguas del Nuevo Orden Mundial (NOM), se ha enseñoreado de la España del Felipe VI.
Por eso me llama la atención que tantos compañeros de profesión periodística, en otros aspectos muy despiertos, no caigan en la cuenta de lo que está ocurriendo. Y esto, aunque sólo sea porque la masonería siempre se ha exhibido -y le gusta mucho la exhibición- como la imagen cursi de Satán. Puede que muchos no perciban lo que hay detrás de la ceremonia burlesca del pasado jueves 16, que tantos aplausos provocó en las logias masónicas españolas. Pero hasta el corto de luces, es decir, el que no esté absolutamente monitorizado por lo políticamente correcto, caería en la cuenta de que aquel aquelarre, más bien tenida, independientemente de su espíritu masoncete, eran ante todo, una horterada de grueso calibre, una cursilada que abochorna, no al católico, sino a todo español con un mínimo de señorío, de sentido común y de hasta elegancia en el vestir.
https://www.hispanidad.com/enormes-m...19915_102.html
«Cartas del sobrino a su diablo (XXVII)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 17/07/2020.
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Debo reconocer, ¡oh titorroide hemorrágico!, que a veces esta chusma arcillosa logra conmoverme vivísimamente. Como bien sabes, desde niño me florecieron unas almorranas del tamaño de cocochas de merluza, que se disponen en siete círculos concéntricos, festoneando mi ano -pebetero siempre humeante-, a modo de siete faralaes. Pues, ¿querrás creer que así, exactamente así, dispusieron la escenografía de la tenida celebrada en el Palacio Real? Un pebetero en el centro y siete círculos en derredor, formados por adoradores nuestros, todos ellos con una cara de cococha pútrida que daba gloria verlos, dispuestos todos a lamer mis almorranas. ¿Cómo no voy a emocionarme? Pero, como la intención es lo que cuenta, les puse a todos mascarilla, para que no se les viese salivar golosones ante las cámaras. Hay que cuidar las formas, para que los televidentes lobotomizados no se pispen de nuestras ceremonias.
¿Por qué sé que eran todos adoradores nuestros? Por la sencilla razón, ¡oh titolopendra cochinilla!, de que quien no reza al Enemigo, reza al diablo (y me perdonarás si parafraseo al requetejopu de Léon Bloy). Para que esta chusma arcillosa pudiera rezarnos inventamos los minutos de silencio, que el capullo de Foxá llamaba «la cáscara vacía de la oración»; pero, como los hombres que han abandonado al Enemigo son enseguida poseídos por el horror vacui, esa cáscara vacía necesita colmarse con un sucedáneo. Del mismo modo que las barrigas que no están llenas de alimento se llenan de aire (y entonces entonan borborigmos), las almas que no están llenas de oraciones al Enemigo se llenan de oraciones a nuestra Legión (y entonces las infestamos).
¡Homenaje a las víctimas del coronavirus, lo denominaron! Al escuchar tamaña burla, tintinearon alborozadas mis almorranas, como si fuesen perendengues. Un homenaje es un acto de amor; pero sólo se puede amar aquello que se conoce. Y las víctimas del coronavirus -muchas más que las reconocidas por nuestros adoradores, que en el homenaje burlón repetían un número absurdo, como en un sorteo de la lotería- nadie las conoce, porque son muchos miles. Un muerto -decía el venerable Stalin- es una tragedia, pero muchos miles de muertos son pura estadística. Y como no se puede amar una pura estadística, los hombres que no han sido infestados celebran una misa y ofrecen ante el altar esos muertos anónimos al Único que los conoce personalmente y tiene contados los pelos de sus cabezas. Por eso, en la guerra, frente a los homenajes sin amor al Soldado Desconocido que organizaban nuestros dilectos liberales, los cabrones de los carlistas homenajeaban amorosamente a sus héroes con una misa, porque -como reza su execrable lema- «Ante Dios nunca serás héroe anónimo».
Pero en este homenaje ninguna víctima del coronavirus ha sido honrada, porque ninguno de nuestros adoradores (y mucho menos nosotros) puede ver en ellos sino pura estadística. O, como escribía el hijodelagrán de José María Pemán, en uno de los poemas más asquerosamente sublimes de la poesía española: «Nadie es nada. Todos son/ sílabas que se resumen/ en un romance sin nombre/ y en un olvido sin cruces». Así nos los ofrecen nuestros adoradores, ¡oh titaracha pestilente!, para nuestro regocijo: convertidos en una nada sin nombre y en un olvido sin cruces.
Y sin embargo… ¿Sabes cómo acaba el poema de Pemán? «Pero Dios sabe sus nombres/ y los separa en las nubes». Por mucho que los adoradores de tu sobrino Orugario honren su augustísimo pebetero, el Enemigo siempre tiene la última palabra, y pone nombre a cada muerto. Y así todo nuestro gozo termina en un pozo.
https://www.abc.es/opinion/abci-juan...1_noticia.html
Una jornada verdaderamente luctuosa
https://www.hispanidad.com/enormes-m...19915_102.html
Última edición por Valmadian; 20/07/2020 a las 17:17
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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