- Liberalismo -

(I) - Introducción

La ficción liberal contra el realismo popular

"Yo no concibo absolutamente nada más que lo que se refiere a mi existir y bienestar personal; por lo tanto eso es lo único que existe; y el mundo sólo existe para que yo pueda vivir y sentirme bien. Lo que no concibo que pueda referirse a ese fin, no existe ni me afecta para nada". - ("Caracteres de la Era Contemporánea", 1ª Lect., p. 23).

Estas palabras que Fichte hace decir a uno de sus personajes condensan la ideología llamada Liberalismo, que rige la Política, la Cultura, la Enseñanza, el Arte, la Economía, la Legislación y la Prensa en el mundo de hoy. Con pretensión universalista y exclusivismo sectario, este sistema quiere dominar todas las instituciones, hasta la Religión y el Ejército, que por ser esenciales y permanentes, no pueden ser liberales sin negarse a sí mismas.

Ahora bien, eso de Fichte de que el mundo fue creado para que YO la pase bien, libre de deberes y responsabilidades, les suena ridículo a las personas con sentido común, que observan que el esfuerzo, el trabajo y la solidaridad son y han sido siempre la única garantía de supervivencia humana, sin que haya indicios de que esa dura realidad se vaya a suavizar simplemente porque los liberales sueñen con un hombre de laboratorio, morador de un paraíso virtual de "disfrutadores" de un universo "user-friendly" que no existe en ninguna parte.

Pero, ¿cómo es posible que domine el mundo una ideología contraria a la realidad y al buen sentido? Es un hecho más que sorprendente, ya que el liberal es el equivalente sociopolítico:

Del campesino que "decretara" que no hace falta obedecer las leyes de la Naturaleza, e intentara sembrar en la roca en vez del terreno fértil;

O del médico que quisiera curar con palabras;

O del automovilista que sustituyera la gasolina con agua porque es más barata;

O del deportista que no se entrenara porque eso cansa;

O del militar que no combatiera porque la guerra es incómoda y basta no pensar en un enemigo para que éste no exista.

La explicación es que el mundo no está gobernado por las mayorías de sensatos, sino por la minoría de oligarcas del poder financiero, que por cierto no es liberal, pero quiere que los demás lo seamos. Con la misma usura con que extrae las riquezas del pueblo, el poder financiero paga la propaganda y el lavado de cerebro obligatorio (algunos lo llaman Enseñanza Oficial) que han convertido al Liberalismo en una verdadera religión legitimadora del despotismo de la usura. Una religión a la que nada le falta para ser tal: profetas (Adam Smith, Végh Villegas, Valentín Arismendi, Moisés Cohen…); dogmas (principalmente el dogma de que no hay dogmas); liturgia (la "hermosa fiesta cívica" de elecciones antidemocráticas pagadas por 'fundaciones' extranjeras); santos laicos (Rousseau, Kelsen); sacros misterios (como la "voluntad general"), y voceros infalibles, como el Dr. Ramón Díaz. Y como el liberalismo es el credo oficial del mundo moderno, y tiene a su servicio la violencia (liberal, es decir "justa") del poder gubernamental, la censura de prensa y el sectarismo de cátedra, quien denuncie sus incoherencias o se tape las narices en público ante el fétido egoísmo que exhala dicho sistema, tendrá que sufrir la represión que se descarga, en todos los regímenes intolerantes, sobre quienes cuestionan el pensamiento "correcto" u oficial. Y en esta atmósfera peligrosa mucha gente floja de carácter opta por callarse, acepta que en realidad el Emperador no está desnudo, y alaba el lujoso atuendo que le fabricaron los sastres bribones al vanidoso monarca.



(II) - Las Armas del Liberalismo

La primera línea de defensa de los liberales, para distraer la atención de su incoherencia, es inspirar sentimientos de culpa en los Hombres Sensatos, alegando que atacar al liberalismo es ser enemigo de la Libertad. ¿Acaso "liberalismo" no viene de "libertad"?

- Y por ser "enemigo" de la libertad, el Hombre Sensato es tildado de:

Totalitario

Tiranófilo

Autocrático

Ultraderechista

Ultraizquierdista (porque "los extremos se tocan")

Anarquista (el único orden que existe es el liberal: quien lo niega promueve el caos, es un desestabilizador)

Transpersonalista: Ser antiliberal es negar que el ser humano tiene fines propios (que consisten en carecer de fines).

Personalista: El antiliberal niega el hecho "científico" de que el ser humano es fruto de la evolución, del azar, que es un chimpancé lampiño. Por ser antiliberal, el hombre de pueblo es "oscurantista", "reaccionario", "cavernario".

Hasta que advirtiendo la insanía de sus propias críticas, nuestro irritado liberal estalla y fulmina a sus adversarios estas liberales maldiciones:

"Usted no encaja en mis esquemas. Usted es un fantasma, un monstruo. Usted atenta contra mi derecho a una digestión plácida".

Naturalmente para ese "perturbador" social que es el Hombre Común no puede haber impunidad. El Hombre Común que "molesta con hechos" es condenado como:

Antidemocrático: Lo que convierte a la víctima en un excluido político - pierde el derecho a existir.

Retrógrado: El Hombre Común es un "obstáculo" al progreso (como la malaria y el analfabetismo).

Intolerante: Cada vez que el Hombre Común abre la boca, afirma o niega algo, es decir que pretende "imponer su verdad", violando así la libertad de los liberales de ser ignorantes vocacionales.

Genocida: El Hombre Común pisotea el derecho liberal de despreciar la verdad, de no creer en nada, de no amar nada, de rechazar todo compromiso permanente y así pasar, en jovial despreocupación, del útero a la tumba.

Autoritario: ¿Con qué autoridad (que tendría que basarse en una verdad que "no existe") el Hombre Común obliga a su hijo a orinar en el baño y no en la sala? La comunidad norteamericana "Mob" (esa sí "coherente") convivía con las ratas, a las que reconocía el derecho de compartir su alojamiento.

Discriminador: El Hombre Común, en su mezquindad, pretende tener empleo, sin preocuparse de que sus ideas "populistas", "proteccionistas", impidan a las empresas coreanas vendernos sus baratijas. El Hombre Común viola la libertad de comercio, las leyes del mercado, vilipendia el cadáver de David Ricardo, ¡no ama a Greenspan!

"Nativista": El Hombre Común no tiene fe en la O.N.U., crimen que prácticamente obliga al liberal a resocializarlo en un campo de trabajos forzados ("No hay Libertad contra los Enemigos de la Libertad"). En efecto:

Al Hombre Común no le gusta que a sus hijos los eduque la UNESCO (que proclamó a Lenin modelo universal de Educador).

Al Hombre Común no se le ha visto comprando tarjetas de UNICEF (la orga de la ONU que defiende a la niñez promoviendo el aborto).

El Hombre Común no ve con buenos ojos que embutan a soldados uruguayos en uniformes de los cascos azules. (Eso de dar la vida por Kofi Annan es un poco fuerte para la mentalidad aldeana y retrasada de los antiliberales).

El Hombre Común no se alegra cuando vienen préstamos del Banco Mundial (que sostuvo que a los africanos les conviene recibir inversiones contaminantes, porque igual se mueren de hambre antes de cumplir los 30 años).

El Hombre Común sigue molestando con eso de la soberanía nacional, y prefiere que a los criminales los juzguen nuestros tribunales y no los jueces y corchetes de La Haya. En el domicilio del Hombre Común no hay ningún retrato del Juez Garzón.

El Hombre Común vería mal que la OTAN nos ayudara a salir de la recesión encalacrándonos bases militares rebosantes de dólares y de SIDA. En su miopía pueblerina, el Hombre Común admira al viejo ese, Herrera, que nos privó de bases extranjeras que podríamos estar disfrutando desde hace décadas y habrían facilitado la reconquista de las Falkland.

Estúpido: El Hombre Común es un estúpido que protesta porque el Uruguay se sigue endeudando. No comprende que disfrutaremos la plata hoy y pagarán la fiesta las futuras generaciones.

Nacionalista: El Hombre Común odia al resto de la humanidad. Todo Hombre Común es chovinista, macartista, mazorquero. "El Nacionalismo es un veneno difícil de desarraigar", enseña la UNESCO en "Hacia el Entendimiento Mundial", Paris, documento oficial de esa organización educativa, científica, cultural y comunista.

Militarista: Por algo el Hombre Común insiste con lo del Estado fuerte. A un liberal no se le engaña así no más: sabe leer entre líneas. En todo Hombre Común hay un prusiano, un marine, un legionario en potencia.

Antimilitarista: El Hombre Común se opone a la "intervención multilateral". Al Hombre Común no le gusta que el MERCOSUR, que es un tratado de integración económica, agregue, por decreto de los Poderes Ejecutivos de los "socios" -ergo ilegalmente- una cláusula de derrocamiento de gobiernos "antidemocráticos" cuyo carácter de tales certificarán los propios agresores (digo, restablecedores del orden). En resumen, el Hombre Común es un cobarde pacifista; no como los liberales, siempre dispuestos a "derramar sangre de gauchos; ese abono, útil al país, es lo único que tienen de seres humanos" (Domingo Faustino Sarmiento).

Legalista: Por esa manía de respetar leyes y tratados, el Hombre Común es demócrata y constitucionólatra. (Sin dejar de ser un peligro para la democracia y un desestabilizador de la Constitución. Marx & Engels le explicarán esta contradicción).

Lo único bueno del Hombre Común es que alegra con sus cómica creencia la vida de los liberales (que es un poco tediosa, porque eso de no obedecer a nada ni nadie, harta).



(III) - Pensamiento Tradicional vs. Ideología Liberal

Porque veamos qué es lo que creen esos tradicionalistas que los liberales acusan de atentar contra el Derecho Universal y Liberal de ser corrupto, parásito, vendepatria, usurero, pornógrafo, narcoguerrillero, etc., y así buscar la felicidad sin otro límite que tolerar que otros seres libres busquen la suya por caminos tan "legítimos" como esos.

POLÍTICA

"La Política es la ciencia arquitectónica de la Moral" "El Estado es la organización jurídica de la Soberanía y Gobierno para el bien común" - Jordán Bruno Genta

"La Política es la forma más alta de solidaridad social" - Carlos Julio Pereira

EJÉRCITO

"No busco dinero, no me pagaréis precio alguno: no somos mercaderes de guerra, sino combatientes; es el hierro, no el oro, quien decidirá entre nosotros" - Dante Alighieri.

"Este ejército que ves / vago al hielo y al calor / la República mejor / y más política es / del mundo, en que nadie espera / que ser preferido pueda / por la nobleza que hereda / sino por la que él adquiera. / Porque aquí la sangre excede / el lugar que uno se hace / y sin mirar cómo nace / se mira cómo procede. / Aquí la más principal / hazaña es obedecer" - Calderón de la Barca.

LIBERALISMO, MARXISMO

"Liberalismo y marxismo son ideologías antinaturales" - Javier Barrios Amorín

"El Estado liberal es el Estado desertor" - Irineu Riet Correa

HONESTIDAD

"Ya en el fin de mi larga existencia, confieso que habré tenido errores, de los que no están exentos los hombres. Pero hay algo que no he cometido, y es dejar mi honra en el camino. Afirmo que he sido, soy y seré incorruptible" - Luis Alberto de Herrera

OBEDIENCIA

"La obediencia es el principio de toda sabiduría y prudencia" - Hegel

FALSAS LIBERTADES

"…Veinte años en busca de una libertad que no ha existido deben hacer pensar a nuestros compatriotas… Ya es tiempo de dejarnos de teorías que no han producido más que calamidades. Los hombres no viven de ilusiones sino de hechos. ¿Qué me importa que se me repita hasta la saciedad que vivo en un país de Libertad, si por el contrario se me oprime?... Maldita sea la tal libertad; no será el hijo de mi madre el que vaya a gozar de los beneficios que ella proporciona" - Gral. José de San Martín

ECONOMÍA NACIONAL

"Se trata de defender nuestro país, de defender el trabajo de su gente, frente a gobiernos y diseños políticos y económicos que parecen hechos para defender el trabajo extranjero, la riqueza y la prosperidad extranjera y la pauperización de nuestra propia gente" - Alem García

LIBERTAD DE PRENSA

"Hay que decir aquello de lo que se dice: 'No debe decirse'" - Miguel de Unamuno

FUNCIÓN SOCIAL DE LA PROPIEDAD

"Ladrón es todo aquel que no reparte con los pobres aquello que le sobra; si no le alcanza el castigo de las leyes humanas…, con toda certidumbre no evitará el castigo de las leyes de Dios" - Juan Luis Vives



(IV) - ¿Cómo se explica, entonces, el poder liberal?

Para comprender este extraño fenómeno de una ideología absurda que conquista el poder mundial, debemos formular ciertas observaciones:

El Liberalismo no pretende ser una descripción de la realidad. "Comencemos por descartar todos los hechos": tales las primeras palabras de Rousseau en su "Ensayo sobre la Desigualdad". A partir de esa honesta confesión de que su obra es de ficción, Rousseau inventa el célebre "estado de naturaleza" de hombres perfectos, libres e iguales, dejando establecido inequívocamente que no alude a un período histórico real, ni a un pueblo u hombre que efectivamente hayan existido o hayan de existir. Rousseau tampoco intenta engañarnos con una supuesta historicidad de la "voluntad general", el "pacto social" ni los demás componentes de su novela, como tampoco Rice Burroughs intentó hacernos creer en la existencia histórica de Tarzán.

El liberalismo tampoco describe el "deber ser" de la sociedad, es decir que no constituye un programa o ideal a alcanzar con tiempo y esfuerzos. El Liberalismo es la descripción de una sociedad imaginaria de hombres imaginarios.

El problema comienza cuando el Poder Financiero percibe que esa ficción llamada Liberalismo puede ayudarlo a destruir el Orden Occidental que limita y condena la usura (véase más abajo). Para instrumentar ese resultado, los usureros, abusando de la buena fe de las masas, presentan en el aula y en la prensa la ciencia-ficción de Rousseau como realidad histórica o ley sociológica, o como programa realizable de organización colectiva.

Esta grosera mentira comienza con el propio nombre del sistema, que adultera el concepto de Libertad. La libertad sólo tiene sentido en cuanto orientada hacia un fin: más importante que la libertad "de" algo, es la libertad para algo: para avanzar hacia la perfección individual y colectiva; la "libertad" de obrar a nuestro antojo sin respetar límites ni normas -la "libertad" del liberalismo-es, sencillamente, esclavitud del hombre a lo inferior de sí.

El Liberalismo tiene cierta aptitud difusiva porque adula la más nefasta y universal pasión humana: la autosuficiencia. (Obsérvese que el Liberalismo sólo prospera en cuanto se inclina ante la realidad, en este caso cuando reconoce -y explota- un vicio real del hombre).

El Liberalismo avanza también en cuanto es la ideología justificadora de todas las perversiones humanas. Desde el momento que no reconoce superioridad ética a ninguna conducta sobre otra (situación que expone inmejorablemente Discépolo en Cambalache); desde el momento en que en el Liberalismo ninguna conducta es objetable ni reprensible, es el sistema en el que quieren creer los malhechores, porque les confiere respetabilidad y los ayuda a olvidar sus miserias morales.



(V) - La Subversión Liberal

Cimentar una sociedad en seres que no existen; suprimir la distinción entre el bien y el mal; despojar al hombre de finalidad y declarar "científicamente" que es el fruto de una evolución al azar; enseñarle que toda regla es "negociable" y que altruismo es estupidez. Es fácil ver que de semejantes ingredientes sólo caber esperar una completa descomposición social.

Y que los realizadores de esta "paciente y prolija programación del caos", sustentando para sí mismos los principios contrarios (es decir defendiendo radicalmente sus intereses, preservando su identidad y combatiendo el escepticismo que infunden a los demás)tienen la partida ganada frente a un pueblo debilitado por el Liberalismo. [Que ésto no es sólo una especulación racional, sino una realidad histórica, lo veremos en un futuro artículo de doctrina en este sitio].

Ilustraremos esta afirmación examinando las afirmaciones y los efectos del liberalismo en los principales planos de la vida personal y social:

EN CUANTO A LA VERDAD

La Verdad es la realidad. Estamos en la verdad y no en el error cuando nuestro pensamiento coincide con la realidad.

Para el liberalismo, la verdad: (a) no existe; (b) o existe y no se puede conocer; (c) o aunque exista y se pueda conocer, no interesa.

Aparte del absurdo que encierra esta "doctrina" (decir que la verdad no existe es afirmar una supuesta verdad; pero si, según el Liberalismo, no existe ninguna verdad, esa "verdad" de los liberales no existe, y por lo tanto sí hay verdades…), ¿qué pensar de una sociedad edificada sobre la base de que nada es cierto ni falso? ¿Qué resistencia puede oponer esa comunidad a cualquier conmoción o agresión? ¿Qué verdad en la que no se cree inspiraría cualquier sacrificio por su defensa? Como la vida es capacidad de reacción, es estrictamente cierto describir el Liberalismo como la muerte de una sociedad.

EN CUANTO A LA NATURALEZA HUMANA

El Liberalismo finge un hombre a-social, desarraigado, sin lazos ni responsabilidades divinas ni humanas. Ese pseudo-hombre sólo tiene derechos; no deberes, pues éstos serían la contrapartida de los beneficios que el hombre recibiría de la sociedad; beneficios que no existen, porque ese hombre-isla nada precisa de la sociedad.

Ese guiñapo con forma humana además es amorfo: toda diferencia étnica, histórica, cultural, religiosa, geográfica, lingüística, etc. es despreciable. Es más: el Liberalismo, a través de su obra magna, la ONU, teje una maraña de pactos y convenciones internacionales tendientes a encarcelar como delincuentes, y juzgarlos fuera de su jurisdicción nacional, en tribunales internacionales, a quienes se atrevan a defender la identidad de su patria (tan noble y obligada defensa es insultada como "genocidio" y "discriminación" en instrumentos jurídicos internacionales que juristas cipayos declaran arbitrariamente como de rango superior a la Constitución Nacional).

Es fácil comprender que un país cuyas clases dirigentes estén persuadidas (o sobornadas) para sostener:

Que no hay deberes mayores frente a un nacional que frente a un habitante de las antípodas.

Que el hombre no tiene una finalidad trascendente, y si la tuviera, valdría la decadente pregunta de Pilatos: ¿qué es la verdad?

Que el Estado es el sirviente de un hombre que nada le debe a sus semejantes. Todo sacrificio por la colectividad es propio de maniáticos integristas. El héroe o el santo son neuróticos sublimados. "Mi Patria es el lugar donde me respetan los derechos humanos", dice el degenerado Esteban Echevarría.

Ese país, decimos, está inerme frente a cualquier agresión ideológica, militar o económica. Basar el régimen político en una recta concepción de la naturaleza humana no es, pues, una abstracción académica, sino una cuestión de supervivencia nacional.

ECONOMÍA, TRABAJO, PROPIEDAD

El Liberalismo presenta la vida económica como un proceso automático autorregulado, y al trabajo como una mercancía. Por lo primero es falso, ya que el mercado mundial está meticulosamente digitado por la potencia financiera; por lo segundo es inhumano, y por ambos conceptos altera la estabilidad interna de los países y los somete a la dictadura de la alta finanza sin fronteras espaciales ni morales que promueve el Gobierno Mundial.

La propiedad, por supuesto, deja de tener un valor instrumental que en la doctrina cristiana tradicional de nuestros pueblos hispanoamericanos (léanse las Leyes de Partidas) obliga a quien la posee a administrarla en bien propio y en bien común, condenando la explotación y el abuso en este mundo y en el venidero. Con el Liberalismo, en cambio, la riqueza se vuelve un fin en sí misma, sin contacto alguno con la moral. Es más, la riqueza, bien o mal habida, es un signo de "elección divina" del que la posee. La situación de semi (¿?) esclavitud que vive el trabajador contemporáneo con la cómplice indiferencia del Estado liberal nos dispensa de más detalles.

NOTA: El capítulo económico de la ideología liberal tiene enorme importancia política, porque, como lo comprueba la historia, es la premisa indispensable de la revolución marxista. Ésta requiere, según el teatral "Manifiesto Comunista", una masa de proletarios que "no tengan nada que perder más que sus cadenas". El liberalismo se los proporciona, hecho que se está viviendo en estos mismos momentos en nuestro país, en medio de la ignorancia y el egoísmo miope de nuestras clases dirigentes. La destrucción de las bases sociales de una Patria oriental independiente no se limita a la aniquilación minuciosa de la clase media, sino que a ella se añade una "proletarización ética": un diabólico programa de degradación de las masas para eliminar toda resistencia espiritual al comunismo (ver más abajo los aspectos morales del Liberalismo).

EDUCACIÓN

Aplicando su dogma indiferentista, el Liberalismo no puede ni quiere enseñar ninguna verdad, so pretexto de que sería un atentado a la libertad del alumno de descubrir sin ayuda del maestro todas las leyes de la Naturaleza; elegir a su antojo si es mejor servir a la Patria o venderla al mejor postor, averiguar si él mismo existe o su existencia es una ilusión mental, si robar y matar es socialmente útil, inútil o indiferente, etc.. Otra de las razones de esa neutralidad docente es que debe expulsarse del aula todo "argumento de autoridad", aunque esa despreciable "autoridad" sea Newton, Leibniz o Aristóteles.

"El alumno debe descubrir el conocimiento" es el gran aporte liberal a la pedagogía moderna. Lamentablemente para la humanidad que soporta el lastre del Liberalismo, ni el alumno más genial hace algo más que un aporte marginal al saber humano. Y lo que es peor, esa pedagogía que nos fabrica el enemigo es exquisitamente retardataria, porque en el supuesto de que pudiera aplicarse, obligaría a la humanidad a arrancar continuamente de cero. El Liberalismo es, en materia educativa, la rémora del progreso.

Semejante pedagogía es imbécil, sí, pero no son imbéciles los "técnicos" que la recomiendan. Cuando el pedagogo liberal Dewey -cuyas monsergas se propinan a nuestros maestros y profesores- enseña que hay que "procurar que todo individuo logre oportunidades para liberarse de las limitaciones del grupo social en que ha nacido" y que "los principios y las ideas son siempre 'negociables'" [Dewey, Democracia y Educación, Cap. II], está sembrando una pedagogía de seres sin identidad nacional ni familiar, cipayos prestos a "negociar" cualquier principio, hasta los más sagrados, en transacciones de mercaderes (ej.: legalizar la marihuana aunque todavía no la heroína; vender la Patria, siempre que nos concedan la condición de provincia autónoma, etc.).

Para mayor escarnio, estas aventuras pedagógicas antinacionales y antipopulares se financian con los impuestos que paga el pueblo, obligado así a forjar las cadenas de su propia esclavitud. El Liberalismo ha creado el genial sistema de corromper a la humanidad sin gastar un centavo.

ESTADO, GOBIERNO, DERECHO

Estado:

En su propio plano, el Estado, al igual que la familia, es una sociedad perfecta. Su misión es realizar el Bien Común. El bien propio de cada individuo es inseparable del bien general de la sociedad nacional en que vive. Por eso señala el ilustre camarada uruguayo Prof. Walter Carbone: "Nadie es libre en una Patria esclava. La 'Libertad' a la que se referían los 33 Orientales en su enseña, jurando morir por ella, era por cierto la Libertad de la Nación y no la libertad del hombre egoísta que se reserva sólo para sí mismo".

El Liberalismo se rebela contra esa enseñanza tradicional y racional, y atenta contra el orden social con su habitual bellaquería (mostrando de paso su parentesco con el materialismo), al proclamar que "la principal ley del hombre es velar por su propia conservación" [Rousseau, Contrato Social, Lº I, cap. II]. La lógica consecuencia de proclamar un hombre con vocación de bestia es que el orden social no tiene otro fundamento que "convenciones". El toma y daca del bazar turco es, para el Liberalismo, el fundamento del Estado: éste se crea y se revoca a capricho de los interesados. El Estado liberal es una institución que una generación puede demoler o hipotecar sin inhibiciones, aunque su creación haya costado sangre pródiga de los mejores en el pasado y aunque su descomposición comprometa la supervivencia de las futuras generaciones.

Lo cual es, simplemente, la implacable consecuencia del individualismo radical en que se basa el Liberalismo.

Gobierno:

Puesto que el Liberalismo elimina la Racionalidad en el ordenamiento social (la ley pasa a ser un dictado de la voluntad arbitraria del cuerpo electoral [lo que es peor, manejado por poderes ocultos]), el Liberalismo suprime la vida política en una Nación. El poder queda en manos de un poder económico sin límites morales. En un sistema liberal, gobierna la riqueza para sus propios fines: es una Plutocracia.

Derecho:

En cuanto al Derecho, deja de ser el noble instrumento de la Justicia. Deja de fundarse en la razón que descubre un Orden. Deja de ser la ordenación de la razón hacia el bien común. Deja de dar prioridad a lo bueno sobre lo formalmente justo. Para el Liberalismo, enseña Kelsen, "derecho es un conjunto de normas coactivas que regula la conducta de individuos autónomos". Lo que importa es que sea "coactivo", lo que importa es su prepotencia, la sabiduría y bondad de su contenido son ridiculeces. Y añade Kelsen: "El orden social de la Unión Soviética es un orden jurídico con los mismos títulos que el de la España de Franco o el de Francia democrática y capitalista. El principio de legitimidad queda así restringido al principio de eficacia… El Derecho es un orden de organización específica del Poder". "Un comportamiento es malo sólo cuando está prohibido (…) La justicia es un ideal inaccesible, irracional… Sólo en el sentido de legalidad puede el concepto de justicia entrar en el ámbito de la ciencia jurídica". [Kelsen, Teoría General del Estado y del Derecho, base fundamental -por no decir única- de la educación de nuestros abogados, jueces, escribanos públicos].

En verdad, a los asirios que formaban pirámides con los cráneos de sus enemigos derrotados, a los sanguinarios aztecas o al macabro Gengis Khan les habría venido de perlas el asesoramiento jurídico de Kelsen, quien "demuestra", científica y liberalmente, que las peores carnicerías de la Historia son "justas" en la medida en que sean eficaces, es decir en cuanto las víctimas hayan sido prolijamente exterminadas y no puedan oponer más resistencia.

Eso es exactamente, lo que expresa este célebre jurista liberal en la cita que antecede.

[En el artículo que dedicaremos al marxismo destacaremos otro punto de contacto entre las dos ideologías "rivales", ya que Marx reserva al Derecho el carácter de deleznable "superestructura"].

FUERZAS ARMADAS DE LA NACIÓN

Como subaspecto de la demolición del Estado, el Liberalismo procura que los hombres de armas sean (e incluso se ufanen de ser) "civilistas y profesionalistas". El deber del militar sería cultivar en sí mismo una cuidadosa ignorancia de la política. Conocida es la prédica de José Batlle y Ordóñez en "El Día", procurando convencer a los militares que eran simples empleados públicos con una tarea especial. No cabe duda que esa falacia ha dejado secuelas en el espíritu colectivo.

Obviamente, se trata de un contrasentido que vacía de contenido a la institución castrense, que debe conocer con precisión lo que fortalece a la Nación en sus esencias y lo que la debilita y compromete - lo cual es Política en la más noble acepción del término, totalmente disociada de la politiquería de comité.

Nada menos que Platón dejó enseñanzas eternas sobre el particular: "El alma bien educada de los guerreros debe elevarse a un juicio de tal modo firme sobre las cosas que deben respetarse y las que deben repudiarse, que nada pueda borrarlos jamás (…) Es a esta potencia y a esta conservación del juicio verdadero y justo… a lo que llamo valor y coloco en primer término" (La República, Libro IV).

Por eso Jorge Vigón enseña: "Para abrir a todos el camino del deber, para hacer comprender a unos y a otros cuáles son sus deberes actuales y futuros, el oficial necesita una clarísima conciencia política". [Vigón, "Teoría del Militarismo"]. Y por su parte Jordán Bruno Genta señala: "El militar no pertenece a una de las profesiones liberales, ni socialmente útiles… Su profesión es política, porque está referida vitalmente a la Soberanía del Estado, tanto en la Guerra como en la Paz".

Los 14.000 oficiales polacos asesinados en frío por los comunistas en Katyn seguramente no tenían las ideas claras sobre el particular. Es probable que el gobierno liberal de Polonia no haya juzgado oportuno darles a leer la enseñanza de Lenin: "La destrucción de la máquina burocrático-militar del Estado -las fuerzas armadas y policiales y los organismos de inteligencia- es condición previa de toda revolución verdaderamente popular" [Lenin, op. cit.].

MORAL PÚBLICA

"La moral no existe. Moral es lo que favorece los intereses del proletariado" - Lenin. Como es evidente, el ideólogo bolchevique no hace más que sustituir "individuo" por "proletario", en absoluta fidelidad al pensamiento liberal.

Es fácil comprender las consecuencias de ese indiferentismo ético que los liberales les obsequian a los comunistas. La importancia política de la demolición moral ha sido reconocida ampliamente por el propio Lenin, al afirmar que "la putrefacción es el laboratorio de la vida". Igualmente agradecido, aconseja postergar la acción revolucionaria hasta haber corrompido prolijamente a la sociedad occidental [Lenin - "El Estado y la Revolución"]. Entonces -enseña Trotzky a sus secuaces- "todo será tan sencillo como dar un puñetazo a un paralítico".

La monstruosa "ingeniería social" practicada en los Estados sometidos al liberalismo (el genocidio del aborto y la industrialización de los cadáveres de las criaturas asesinadas; la legalización de la eutanasia, el "matrimonio" de homosexuales, la legalización de la droga y la reducción a la esclavitud de capas cada vez más amplias de trabajadores) demuestra palpablemente a dónde conduce la "libertad" ética del Liberalismo: a la sub-animalización del ser humano. (Enseña Goethe que el hombre degradado no se animaliza, sino que desciende a un plano inferior al de los irracionales).

Es importante que el lector (especialmente el liberal de buena fe) tenga presente que no estamos refiriéndonos a abstracciones o males de otras épocas y lugares. Basten unos pocos ejemplos de actualidad:

Altos jerarcas públicos proclaman la conveniencia de legalizar las drogas y el aborto. Este último crimen en violación del Pacto Interamericano de Derechos Humanos ratificado por el Uruguay, lo que nos sumaría al tristemente célebre "club" de países materialistas-abortistas del Hemisferio (Cuba, EE.UU. y Canadá).

El INAME, organismo cuya misión es velar por la integridad material y moral de la niñez, promueve los bailes para menores de 10 años.

La Suprema Corte de Justicia ordena al Registro de Estado Civil modificar la partida de nacimiento de un homosexual transformado en "mujer" por amputación de sus genitales externos. Esta persona podrá casarse con otro varón y adoptar niños.

El Ministro de Turismo, con asesoramiento municipal (¡!), en violación del sacrosanto principio liberal de la separación de poderes, decreta que no es delito de ultraje público al pudor exhibirse en cueros en las playas. Explícito fundamento: fomenta la afluencia de turistas. Uruguay vende el pudor de su pueblo por divisas.

El Presidente de la Asamblea General Legislativa promueve un proyecto de ley, aprobado sin problemas en la Cámara Baja, por el que se penaliza a todo aquel que promueva "odio o desprecio" contra un ciudadano "por su orientación sexual". La cárcel aguarda a quien exprese alarma y repugnancia por la "orientación sexual", por ejemplo, de los pedófilos o necrófilos, ya que esa censura bien puede ser interpretada como odio o desprecio por tan delicadas criaturas.

Una legisladora tuvo que clamar contra la publicidad callejera que ofrece mujeres en venta. El hecho de que esa justificadísima protesta haya venido de una diputada socialista, porque ningún colega liberal se dio por enterado o le llamó la atención el asunto, nos obliga a hacernos eco del dicho popular: "Apagá y vamos".



"Hasta aquí, no más"

Conviene destacar que la justa y científica condena que merece el Liberalismo por sus resultados antinacionales y antipopulares no implica atribuir malevolencia personal a cada uno los compatriotas que han sido ganados por esa ideología, especialmente teniendo en cuenta que el sistema se preocupa de impedir que resuenen otras campanas en un debate libre y sin prejuicios sobre el Liberalismo.

Reconocemos espontáneamente que la gran mayoría de los liberales:

No quieren un régimen comunista para su país.

No pretenden la disolución y desmoralización familiar y social.

No son consecuentes, en su vida privada, con las destructivas premisas del Liberalismo.

El liberal típico es el hombre del "hasta aquí, no más". Pretende, como los pobres girondinos de la revolución francesa, frenar el proceso revolucionario en "algún punto"; mitigar sus más atroces consecuencias. Para ilustrarlo con un ejemplo local, al liberal no le agradaría un gobierno tupa, pero ¡qué civilizado es Astori! Al decir de Juan Vázquez de Mella, el liberal "eleva altares a los principios y patíbulos a las consecuencias": admite todas las ideas, pero se escandaliza y alarma, e intenta reprimir, las previsibles consecuencias de esas mismas ideas.

En la mayoría de los casos, ese patíbulo con el que ironiza Vázquez de Mella es lo que los espera a ellos mismos, los liberales moderados, cuando los liberales coherentes con la ideología Liberal -jacobinos, marxistas, terroristas varios- los declaran "contrarrevolucionarios burgueses" por no aplicar fielmente el modelo de Rousseau, Kelsen, Dewey.

A estos compatriotas liberales creyentes en una Libertad que no encontrarán en ninguna parte en la ideología que profesan, los invitamos cordialmente a seguir el sabio consejo de Manrique:

"Aviva el seso y despierta"


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LECTURAS RECOMENDADAS

"Esencia del Liberalismo" - Leonardo Castellani

"El Contrato Social" y "Ensayo sobre la Desigualdad" - J.J. Rousseau

"El Hombre Eterno" - G.K. Chesterton

"La Incógnita del Hombre" - Alexis Carrel

"Liberalismo y Jacobinismo" - José Enrique Rodó

Sobre el principio de buena fe en el Derecho - "Curso de Derecho Civil Uruguayo" - Ordoqui

"Conozcamos el Comunismo" - Jean Daujat

"Escritos y Discursos de Don Juan Vázquez de Mella"

"El Criterio" - Jaime Balmes

"Manual de Guerra Contrarrevolucionaria" - Jordán Bruno Genta

Se invita al diálogo y debate sobre estas notas de doctrina.


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