LÍNEA EDITORIAL
Se desploma el ladrillo
El día anterior al atentado terrorista en la T-4, el Presidente del Gobierno manifestaba que “dentro de un año aún estaremos mejor” en lo que se antojaba un vaticinio sobre el inminente final de ETA. Dos cadáveres entre los escombros demostraban su desconocimiento real de la situación. Por eso, cuando hace escasas fechas ZP se vanagloriaba que 2006 había sido el mejor año económico de la democracia y aventuraba mejoras debido a su exitosa gestión, el desplome del sector inmobiliario y la subsiguiente caída de la bolsa no nos ha pillado muy de sorpresa a los españoles. El gafe apoyó a Kerry y ganó Bush, apoyó a Schröeder y venció Merkel y, para regocijo de Sarkozy, ha apoyado a Royal lo que, prácticamente, garantiza la presencia de Nicolás en el Elíseo.
La fragilidad de la burbuja inmobiliaria es algo de lo que se viene hablando hace tiempo. Junto al sector de servicios, hace lustros que son los principales pilares en los que se apoya la economía española, principalmente por la cantidad de puestos de trabajo, directos e indirectos, que generan. Pero ya en 2006, el mejor año económico según Rodríguez, una tercera parte de lo que se construyó no se pudo vender y las grandes constructoras buscaron sacar el capital adosado al ladrillo para invertirlo en nuevos campos tecnológicos como, por ejemplo, las eléctricas. FENOSA, Ibredrola o Endesa han pasado a ser palabras familiares debido al continuo “machaqueo” que de ellas nos han hecho en los medios de comunicación, y la lucha generada alrededor de las mismas ha llevado a la dimisión del Presidente de la CNMV quién, en su salida, intenta arrastrar a su segundo, Arenillas que, además de esposo de la ministra de Educación, parece mantener muy buenas relaciones con el candidato socialista a la alcaldía de Madrid, Miguel Sebastián, auténtico “gurú” en economía del Presidente.
Para desarrollar el “boom” de la construcción ha sido necesaria mucha mano de obra inmigrante, especialmente, no cualificada. Alrededor de la edificación se mueven sectores como fontanería, pintura, electricidad, calefacción o agencias inmobiliarias. El bajo interés en el precio del dinero ha favorecido que la vivienda se situase por las nubes hasta llegar a hipotecar al español medio por un periodo de cincuenta años. Pero como todo lo que baja acaba subiendo, la situación económica acabará por transmutar esas hipotecas en espadas de Damocles sobre esos ciudadanos que, además, verán engordar las colas del paro con todos esos inmigrantes que vinieron, a causa del efecto llamada, para realizar esos trabajos que los españoles “no queríamos” hacer.
No sabemos, y casi preferimos no saberlo, qué opina ZP sobre esta nueva situación. Quizás la previsiblemente ardorosa campaña electoral que nos espera oculte los primeros golpes que este desplome supone. Pero, dependiendo de la velocidad con que se produzca, es muy posible que en las elecciones de 2008 haya factores más “míseramente” determinantes a la hora de decidir qué papeleta depositar en la urna.
http://www.minutodigital.com/noticias2/edit250407.htm
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