El misterio del capitel romano de Carmona

Alberto Mallado / Carmona



De grandes dimensiones y hecho en mármol, en la casa donde apareció funciona como poyete para sentarse


A.M.
Este hermoso capitel apareció en una casa privada, encajado en el zaguán


En una casa cercana a la Plaza de San Fernando, en Carmona, existe un capitel que resulta muy sugerente. Se trata de una pieza de mármol de grandes dimensiones cuya procedencia se desconoce. Siempre ha estado en la casa, encajado en la construcción del zaguán hacia el interior, donde funciona como poyete para sentarse. Por su estilo es del periodo republicano. Las preguntas surgen ante él, ¿de qué elemento constructivo formaba parte? ¿era del foro que está en ese entorno o lo trajeron de otro sitio? Sea como fuere, es una invitación para seguir investigando en próximas excavaciones.

Roma sale a la luz cuando se remueve el suelo de Carmona. Es como un inmenso puzle que descubre alguna de sus piezas cuando se lleva a cabo una obra con su correspondiente excavación. Una de las partes más interesantes de la composición histórica de la Carmo romana es la que corresponde al Foro de la ciudad, al que se le puede seguir la pista a través de algunos elementos que se han hecho visibles.

Con estos restos y con las explicaciones del arqueólogo Ricardo Lineros, director del Museo de Carmona, se puede trazar la imagen del que sería un monumental conjunto constructivo, digno de una esplendorosa ciudad romana. Una narración que además evidencia el valor de la arqueología y de su labor de tutela. Un relato que se ofrece a través de una de las rutas por el Patrimonio Oculto que organiza el Ayuntamiento.

Se tiene constancia de que la estructura de la vieja ciudad romana seguía el esquema clásico de ordenación alrededor del cardo y el decumano. Estas dos vías, algo desplazadas, siguen articulando el casco urbano de Carmona. Por consiguiente en su intersección estaba el foro. Muy cerca de la Plaza de San Fernando, de nuevo la pervivencia del espacio urbano romano.
Hay puntos en los que las viejas piedras aún son visibles y hablan a quien las observa. Uno de ellos está en el interior del convento de Madre de Dios. Durante unas obras en el cenobio surgieron unas estructuras que en la intervención se respetaron y se han hecho visibles. Muros enormes, de sillares muy bien cortados.

Una fisonomía que nos habla de una construcción de bastante entidad, si bien la interpretación se hace complicada debido a que la excavación quedó limitada al espacio de la obra. Una de las interpretaciones es que pudiera ser parte de la basílica, que era el edificio empleado para la administración y para impartir justicia.

Otra pieza del puzle surge cuando unas obras permiten excavar en una calle próxima a la Plaza de San Fernando. Los restos se han integrado en un patio de luces, en un ejemplo de conservación y visualización del patrimonio muy acertado. Aquí tenemos una hilera de sillares y columnas de grandes dimensiones, alguna de las cuales se han elevado para hacer comprensible el resultado de la excavación. Hablamos por tanto de un pórtico de columnas que debía tener unas grandes dimensiones.

Y a sus pies una cisterna romana para acumular agua y una pequeña fuente adosada, que quedaría fuera del pórtico y que apunta a un uso público de la misma. ¿Podríamos estar ante una galería techada que albergara tiendas que dieran a un espacio central abierto? Es una de las hipótesis, si bien también se contempla la posibilidad de que fuera un edificio de tipo religioso.

Pero además en una esquina aparecen los restos de una escalinata, únicamente las esquinas de las piedras, era imposible seguir más allá, porque estaba el muro de la casa contigua. Una escalera que conduce a un lugar elevado adosado a un pórtico, la imagen es sugerente: ¿un templo o algún edificio público, que presidiría el espacio central del foro?. Habrá que esperar a tener nuevas piezas del puzzle. Mientras, la imagen se puede completar con algunos detalles más. Las columnas del pórtico estaban estucadas y presentan restos de policromía: almagre en la parte inferior, una cinta negra rodeándolas y blanco en la parte superior.

Todos estos hallazgos no dejan de hablar de Carmona como una ciudad de relevancia en la provincia Bética, que alcanzó un período de esplendor durante una etapa que comienza con el reinado de Augusto, se consolida a lo largo del siglo I y se prolonga en el siglo II después de Cristo.



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