Carlos III y Pompeya: La luz de la arqueología
Plazas, patios, casas, gentes… incluso la memoria de Pompeya desapareció bajo las cenizas implacables del volcán. Tuvieron que pasar más de 1500 años para que las ruinas de aquella gran ciudad volvieran a ver la luz del sol. ¿Y sabéis quién las recuperó del olvido? Pues Carlos III, un rey arqueólogo.
Carlos IIIFuente: NACHO ARES > Madrid | SER Historia 11/11/2015
Pompeya -Roma-, 24 de agosto del año 79. La ciudad despierta con la luz del sol hacia las seis de la mañana. Los pompeyanos más madrugadores salen a la calle con el fin de empezar una jornada de trabajo más. En la casa de A, su esclavo principal B, es el primero en abandonar la cama para comenzar las tareas diarias. Son muchos los pobladores de la vivienda y abundantes las tareas que tiene que realizar a primera hora de la mañana.
De repente, la luz del sol comenzó a difuminarse tras una nube grisácea que paulatinamente fue cubriendo la totalidad del cielo. A lo lejos se pudo escuchar una gran explosión y verse cómo un rayo partía en dos la gran montaña de fuego cercana a la ciudad. Infinidad de piedras volcánicas y cenizas se abalanzaron repentinamente sobre los edificios y las calles cubriéndolo todo. La gente intentaba salvar la vida huyendo hacia ningún lugar. B trató de cubrirse la cabeza con una teja que acababa de desprenderse de un tejado cercano, pero el intento fue vano. Los gases, la lava y las cenizas acabaron derribándolo y cubriéndolo de forma inexorable. Junto a él estaba A quien ya desde el suelo intentaba incorporarse para ayudar a su familia y seguir huyendo. Mientras tanto C se aferraba a sus hijos en un último intento por salvar la vida de los suyos. Anochecía para Pompeya.
El renacimiento de una ciudad
Carlos III de España, también rey de Nápoles, decidió contar con los servicios de Rocco Gioacchino de Alcubierre en un intento de procurarse toda clase de obras de estilo clásico con las que satisfacer los deseos de sus súbditos en la Corte. Alcubierre comienza la exploración en un lugar llamado La Civita, de donde continuamente se extraían piezas de mucho valor procedentes del antiguo mundo romano. En 1744 se organiza la primera excavación de La Civita y no será hasta nueve años después cuando el lugar recupere su verdadero nombre gracias al descubrimiento de una gran inscripción conmemorativa: Pompeya.
Carlos III fue el artífice de toda esta investigación arqueológica. A él le debemos no solamente la recuperación de la memoria de la antigua ciudad de Pompeya sino también de otras expediciones científicas que cubrieron de luz el siglo XVIII español, nuestro particular siglo de las luces.
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