El legado de Adriano en Sevilla

El segundo emperador hispano de origen itálico del Imperio romano y cuyo ascenso se produjo hace 1900 años, también benefició al desarrollo de la antigua ciudad de Híspalis


Espacio interior de la cisterna que mandó construir el emperador en la ciudad hispalense y arriba a la derecha, espacio exterior de la misma en la plaza del Pescadería. / Mariñas arquitectos
Fuente: FRANCISCO J. CÁRCELES > Sevilla | El Correo de Andalucía
13 de junio de 2017


El 1900 aniversario del ascenso al poder de Adriano, el emperador nacido en Itálica, uno de los más reconocidos por el Imperio Romano –junto al Emperador Trajano– y que pasaría a la posteridad en el transcurso de la historia universal, fue la excusa perfecta escogida por la Universidad Pablo de Olavide para trazar un ciclo de conferencias que quiso denominar como Adriano, de Itálica al Imperio.


Celebrado en el marco de los proyectos que tienen lugar en la Casa de los Poetas y las Letras del Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla (ICAS), una de las lecciones más reveladoras de estas jornadas estuvo en las manos de Juan Manuel Cortés Copete, profesor titular de Historia Antigua, y de Rafael Hidalgo Prieto, profesor titular de Arqueología, ambos de la Universidad Pablo de la Olavide. La pericia de los docentes logró trasladar a los presentes hasta la Hispalis que en su día se vio agraciada por las obras del emperador.


«¿Qué nos lleva a relacionar Adriano con Sevilla?», reflexionaba Hidalgo Prieto antes de realizar una radiografía arqueológica por, la hasta ahora descubierta, Sevilla romana. Por un lado, el profesor afirmó que Itálica, situada en las inmediaciones de Santiponce, fue favorecida por un programa urbanístico excelente por parte directamente del emperador Adriano. Sin embargo, actualmente, y a partir de las excavaciones que se han realizado, «podemos saber que Itálica no fue la única beneficiada por Adriano», por lo que ese interés del emperador que hasta ahora se limitaba a esta ciudad, afecta también a las capitales de Conventus más cercanas como el Conventus Astigi (en Écija) o el Conventus Hispalensis (en Sevilla).


La cisterna romana



La evidencia arqueológica, que permite afirmar que la antigua Hispalis «fue objeto de un programa de transacción del emperador Adriano» a la ciudad de Sevilla, es la cisterna que en el año 2005 apareció en la Plaza de la Pescadería, cuando se estaba llevando a cabo la renovación del pavimento de la zona de La Alfalfa. Aunque está compuesta por tres grandes cisternas, la excavación se limitó solo a la mitad de la construcción. Este tipo de estructura, en el mundo de la arquitectura hidráulica romana era muy frecuente, ya que el agua no se conduce bajo presión sino a partir de la gravedad. El agua se llevaba a un «grandísimo depósito» que estaba siempre junto a la ciudad (el castellum aquae), y mediante tuberías se acometía el transporte por un triple circuito para abastecer a los edificios y fuentes públicas, mientras que otro recorrido llevaba el agua a las casas. Este depósito, según el profesor Hidalgo Prieto, «se ha podido fechar en la época de Adriano y tipológicamente coincide con la gran ampliación adrianea», que conlleva que la ciudad donde nace su tío Trajano, Itálica, triplique sus dimensiones. No obstante, el castellum aquae de la plaza de la Pescadería mide 45 metros de longitud por 20 de anchura, y el de Itálica mide 30 metros de longitud por 15 de anchura, por lo que, siendo sustancialmente más pequeño, «¿qué no abastecería este de la plaza de la Pescadería si el de la ciudad de Adriano abastecía a una de las poblaciones más importantes del Imperio?», se pregunta Hidalgo Prieto, a la misma vez que afirma que este gran contenedor de agua, que normalmente se colocaba a extramuros, esta vez al encontrarse situado en el centro de la ciudad, significaría «que existió una demanda de agua inmensa en esta localización». Por lo cual, «se puede afirmar que es un proyecto de época adrianea que conllevaba la utilización de una cantidad de agua descomunal», que se va a utilizar desde la plaza de la Pescadería –casi con total seguridad– a la calle Sierpes, plaza del Pan, Salvador y los alrededores más cercanos, y «que por otra parte es dónde tradicionalmente se ha situado el foro de la ciudad», uno de los espacios públicos más importantes de Hispalis.


La calle Mármoles



En la calle Mármoles aparecieron entre seis y ocho columnas, de las que «tres actualmente se encuentra en la misma calle in situ, dos se llevaron a la Alameda de Hércules y otra a los Reales Alcázares, la cual que se rompió en el transporte».


Tradicionalmente los arqueólogos han defendido que, al encontrarse en la parte más alta de la ciudad, se trataba de la zona del foro romano, pero un reciente estudio del profesor de Arqueología Carlos Márquez, de la Universidad de Córdoba, ha diseccionado el material de estas columnas para justificar su función y procedencia. De los capiteles solo se conservan los dos situados en la Alameda de Hércules y, por una parte, uno de ellos, desde un punto de vista estilístico, es claramente de la época de Adriano, ya que se encuentra directamente emparentado con el Traianeum de Itálica –que es el gran centro de culto de la ciudad y uno de los templos más importantes de la península ibérica–, y que contribuye a visualizar la arquitectura oficial de Adriano presente en Hispalis. Del otro se ha corregido su datación y «se plantea que sea un capitel que procede directamente de la basílica Ulpia de Roma, de las maestrías romanas», fabricado por los mismos artesanos y artistas que se encontraban haciendo la basílica en esta ciudad entre el 110 y 112 después de Cristo.


Todo ello indica que la ciudad hispalense no solo se beneficia por Adriano, sino también de Trajano, y que el emperador envía desde los talleres sus propios materiales a Sevilla, con los que además se estaba construyendo la basílica Ulpia. Los fustes igualmente «nos trasladan a la arquitectura de Adriano», porque en este caso el material de construcción utilizado es un granito muy característico en sus obras, procedente del centro de Turquía. Las basas, que indiscutiblemente pertenecen a esta época, están emparentadas con el Traianeum de Itálica. Las dos basas de la Alameda y dos de la calle Mármoles son corintias, y la que está más cerca del acerado es de basa ática, algo bastante extraño en la arquitectura de aquel entonces. La diferencia de basas corintias y áticas, junto con el intercolumnio de diferente longitud –la separación entre las columnas es dispar–, constatan que esas columnas «no son colocadas ahí en tiempos de Adriano, porque la arquitectura era geométricamente exacta y nunca se hubiera aplicado un criterio en el que se utilizasen diversas basas e intercolumnio diferente, aunque si pertenecen esta época», afirma Hidalgo Prieto. Todo ello permite plantear que son materiales procedentes del Traianeum de Itálica. La suposición que estos investigadores barajan es que estas columnas fueron traídas por un obispo de Sevilla de época tardoantigua y llevadas hasta la calle Mármoles para construir uno de los edificios más importantes del episcopado de aquel entonces.


Los fustes menos conocidos



Otras maneras de buscar a Adriano en Sevilla es «por las esquinas», afirma convencido el experto en arqueología. En el casco histórico de Sevilla hay bastantes guardacantones conformados por fustes monolíticos de columnas romanas, y entre estos se encuentran materiales de granito que nos permiten identificar claramente a Adriano. No obstante, muchos de los actuales guardacantones pueden proceder tanto de Adriano como de Trajano.


Perímetro de la Catedral



En el entorno de la Catedral se observa una gran cantidad de fustes que sujetan las cadenas que la rodean y que pertenecen a la época romana. Muchos de ellos son de granito, pero también se observa, entre los fustes, otro tipo de material, un mármol de tipo cipollino, caracterizado porque se compone de varias capas y otro componente, en este caso localizado en las tiendecitas de la Plaza del Pan –en la trasera del Salvador–, compuesto por granito y caracterizado por la presencia de un tipo de brecha en su estructura y que es muy frecuente en Itálica.




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