ISTOLACIO, INDORTES, ORISSÓN. Leyendas de España*
Tales son los nombres de los tres primeros caudillos que se alzaron en armas contra la dominación extranjera, capitaneando a los tartesios[1] y célticos[2], a los lusitanos[3] y beliones[4]. Fue el primer gesto de independencia, del cual arranca la serie de resistencias y luchas sostenidas por espacio de más de veinte siglos en España, contra toda invasión de gentes extrañas[5].
En el año 238 a.C. iniciaron los cartagineses la conquista de España, donde hasta entonces se habían limitado a fundar colonias en el litoral. Rápidas y activas fueron las operaciones del general Amílcar, que le valieron la ocupación del litoral para sostener el comercio marítimo, de que era tan cuidadosa Cartago. Desde el Ebro prosiguió con su gente hacia los Pirineos, y en la región de los laletanos[6] echó los cimientos de Barcelona, que denominó Barcino, nombre patronímico de su linaje. Su proyecto era la total conquista de España, que hubiera realizado de no haber tropezado con la oposición de los tartesios y los célticos del Cuneo, que se levantaron en armas, prestos a la defensa de su independencia amenazada, capitaneados por Istolacio, varón principal entre ellos. Derrotados por Amílcar, fueron devastados sus campos y condenando Istolacio al suplicio de cruz. Después invadió las tierras de los lusitanos y de los vettones[7], donde encontró también cincuenta mil combatientes que le esperaban, mandados por Indortes.
No fue menos feliz Amílcar en esta segunda campaña que en la primera. Más fogosos aquellos españoles que hábiles y diestros para resistir a tropas disciplinadas, fueron igualmente arrollados. Asustó ya, no obstante, a Amílcar la energía feroz de aquellos bárbaros. Indortes, que había podido huir, cayó luego en poder de los cartagineses, que le hicieron sufrir muerte de cruz como a Istolacio. Primeras y desgraciadas tentativas de independencia.
Triunfante Amílcar, revolvió otra vez sobre la costa oriental, donde había hecho construir una fortaleza que llamó Acra-Leuka, donde hoy está Peñíscola. Allí tenía sus arsenales y almacenes, sus elefantes y municiones. Pronto iba a encontrar Amílcar resistencia más vigorosa que la que había hallado hasta entonces.
Bloqueaba el cartaginés la ciudad de Hélice o Vélice, la antigua Bellia, que se cree con fundamento fuese Belchite. Llamaron los beliones en su socorro a otros celtíberos. Uno de sus caudillos o régulos, llamado Orissón, fingió amigo y auxiliar de Amílcar, y pasó a su campo con un cuerpo de tropas, con la intención de volverse contra él en ocasión y momento oportunos. Notable y extraña fue la estratagema de que los españoles entonces se valieron. Delante de sus filas colocaron gran número de carros tirados por novillos, a cuyas astas ataron haces embreados de paja o leña, que encendieron al comenzar la refriega. Acuciados por el fuego, los novillos embisten furiosos las filas enemigas, causando horrible espanto a los elefantes y caballos y desordenándolo todo. Cargan los confederados sobre los cartagineses, y aprovechando Orissón la oportunidad del momento, únese a los celtíberos y hace en las fijas enemigas horrible matanza y estrago. El mismo Amílcar pereció, y los restos de su ejército se refugiaron en Acra-Leuka.
El ardid de que se valió Orissón para derrotar a los cartaginenses debía constituir una diversión pública entre los celtíberos, y de ella se cree son reminiscencia: el toro júbilo, que se corre en algunos pueblos de la provincia de Soria; el toro de la pólvora, usando en la Mancha; el zetcenzusko, en las Vascongadas, y otros varios toros de fuego, que forman parte de muchas fiestas españolas.
Sucesor de Amílcar fue Asdrúbal, su yerno. Deseoso de vengar la muerte de su suegro y de castigar la traición de Orissón, entró por las tierras de Hélice, llevándolo todo a sangre y fuego. Es tradición que Orissón cayó en su poder y que Asdrúbal logró satisfacer su venganza: la Historia no vuelve a hablar de aquel caudillo cuyo nombre, junto con los de Istolacio e Indortes, abre el glorioso registro de los mártires de la independencia española.
*Miguel Moreno Jara
[1] Natural de Tarteside, antigua Bética (actual Andalucía).
[2] Habitantes de la región central de España.
[3] Portugués.
[4] Habitantes de la región de España comprendida entre el Llobregat y Tordera, en Cataluña.
[5] Estrabón nos habla de las tribus que constituían las grandes agrupaciones de los celtas y los iberos. En el Norte de la península señala los galaicos, actuales gallegos, que ocupaban la región de Galicia; los astures, asturianos de hoy, que vivían en León y Asturias; los vascones y los cántabros, en las provincias Vascongadas, y Santander, Navarra y el Norte de Aragón; los indigetes y cerretanos, en Cataluña; los contestanos y edetanos, en Levante; los turdetanos y túrdulos, en Andalucía y Extremadura; los lusitanos, en Portugal; los vaceos, en Castilla la Vieja; los vettones, por bajo del Duero; los carpetanos y oretanos, en Toledo y la Mancha.
[6] Ibídem.
[7] Pobladores de la región del bajo Duero.
http://perso.wanadoo.es/claustropoet.../istolacio.htm
Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.
Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI
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