Respuesta: Para cristianos
Después de haber estado unas horas navegando por Internet, buscando en auténticos pozos negros de podredumbre moral e intelectual, ¡Diosss, qué bestias son algunos!, después de tragar con toda clase de diarreas mentales surgidas del agujero negro de piltrafas que hablan de Ciencia y de Historia, y lo hacen demostrando su más absoluta ignorancia, perfectamente reflejada en su nula erudición lingüística, tachonada de faltas de ortografía así como de ausencia de la más elemental y decorosa redacción, lo que refleja que su nivel académico no ha superado la Secundaria, y dejemos el cociente intelectual, pues no llega ni a los mínimos, los cuales, a su vez, son imprescindibles para dotarse de una adecuada formación universitaria que permita hablar con coherencia.
O ausentes por completo del sentido común más básico que permite a cualquiera, incluso a los ignorantes, mantener la boca cerrada antes de vomitar su ignorancia más abyecta y rebozada de odio. Y es que si uno tiene derecho a hablar así reconocido, en ninguna declaración de derechos se habla del correspondiente a soltar necedades de tarado, pero estos chulos suelen estar hasta las cejas de cocaína. Después, como digo, de tener que tragar con semejantes heces, con toda esa inmundicia moral reflejo de la absoluta decadencia de "estos ciudadanos de 5ª categoría", al menos he logrado reunir un conjunto de referencias "no-cristianas" acerca de la existencia de Jesús de Nazareth:
- Tácito historiador romano, S. I habla de los "supersticiosos" cristianos, llamados así por el nombre de Christus, el cual padeció bajo el gobierno de Poncio Pilatos, durante el reinado de Tiberio.
- Suetonio, historiador que llegó a ser secretario de Adriano, menciona a un tal Chrestus que vivió en el S. I (Annais XV.44)
- Sexto Juliano Africano. Refiriéndose a cierta polémica, menciona al historiador Talus, el cual en sus escritos comentaba la oscuridad que se produjo en el momento de la crucifixión de un tal Cristo, y plantea en el Libro III de su Historia, que dicha oscuridad se debió a un eclipse solar. Algo que no obstante acabó por rectificar pues la crucifixión se produjo bajo una Luna llena, resultando imposible el tal eclipse. (Escritos Existentes. 18)
- Plinio El Joven comenta que los cristianos adoraban a Jesús pues lo consideraban Dios, y da referencias de la Cena, las festividades y las prácticas cristianas.
- Luciano de Samosata (S. II) admite que los cristianos adoraban a Jesús, el cual había introducido nuevas enseñanzas y había sido crucificado.
- Mara Bar-Serapio. Cita a Jesús en una epístola dirigida a su hijo en la que le comenta que fue considerado por muchos como "rey de Israel". (La carta en cuestión se encuentra en el Museo Británico)
- El Talmud de Babilonia (sanedrín 43º) Confirma la crucifixión durante la Pascua y las acusaciones de apostasía judaica lanzadas contra Jesús.
- El Príncipe de Bitinia también lo menciona.
Y he dejado a propósito a Flavio Josefo, el historiador judío y ciudadano romano que escribe:
"Ahora, había alrededor de este tiempo un hombre sabio, Jesús, si es que es lícito llamarle un hombre, pues es un hacedor de maravillas, un maestro tal que los hombres recibían con agrado la verdad que les enseñaban. Atrajo a sí a muchos de los judíos y de los gentiles. Él era el Cristo, y cuando Pilatos, a sugerencia de los principales entre nosotros, le condenó a ser crucificado, aquellos que le amaban desde un principio no le olvidaron, pues se volvió a aparecer vivo ante ellos al tercer día; exactamente como los profetas lo habían anticipado y cumpliendo otras diez mil cosas maravillosas respecto de su persona que también habían sido anunciadas. Y la tribu de cristianos, llamados de este modo por causa de él, no ha sido extinguida hasta el presente."
Antigüedades XVIII. 33
Esto decía en el S. II, y puesto que no fue testigo directo de los acontecimientos hay que colegir que reconoció total validez a sus fuentes cristianas, judías y romanas.
No creer en Jesucristo es un cuestión de fe, allá con el ateo y las consecuencias que se deriven de sus actos, consecuencias de las que no tiene ni la más mínima seguridad de su posible inexistencia, ¡qué poco precavidos son! y denota escasa inteligencia. Pero dudar de la existencia de Jesús como Hombre, habiendo los testimonios que hay, no merece sino dudar de la propia existencia de semejantes fantoches, no son sino hologramas que duermen, comen, fornican, se reproducen y mueren. Qué desperdicio de existencias, y es que la ignorancia ingenua puede llevar a la duda, pero sostenerla después de las evidencias sólo es propio de estos ectoplasmas que he mencionado.
Última edición por Valmadian; 22/12/2009 a las 02:04
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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