¿Qué de bien se puede esperar de semejante cura? Resulta suficiente con leer la falsedad de su argumentación y comprobar quiénes figuran entre sus amigos de Facebook. Pero el colmo es el modo absolutamente impropio a su condición, lleno de soberbia a conciencia, con el que ha procurado "machacar de forma torticera y pública" a su interlocutor por expresar una opinión diferente a la suya pero cierta, pues el perjurio se cometió doblemente: cuando fue nombrado sucesor y cuando en vida de Franco asumió todos los poderes. Ha mezclado su personal opinión, su enjuiciamiento moral y, por ello, completamente subjetivo, con cuestiones que a Dios y a La Iglesia competen. Él no es La Iglesia, es un miembro más, con un deber todavía de mayor compromiso y de mayor humildad. ¿Qué pinta discutiendo en una red social laica exponiendo en público cuestiones que no son de su magisterio al tiempo que ha generado semejante escándalo? Discutir con él acerca de sus conceptos sobre las legitimidades, que son de traca para cualquier historiador riguroso, para cualquier letrado o para cualquier politólogo y, por ende, para investigadores serios de diversas procedencias, no tiene objeto. Aunque no se puede exigir a todo el mundo que sepa cortar por lo sano en una situación así, tal como su interlocutor hubiera debido proceder. El reproche al uso de un nick por parte de quien firma como Hispanicus de Hispania es totalmente ridículo y fuera de lugar, claro que igual para confesar pide el D.N.I.
Tengo que romper una lanza en favor de algunos miembros del OPUS. Conozco personas, buenas personas, que son miembros de la Prelatura y que no tienen nada que ver con personajes como éste. Como en todo cuerpo social hay de todo, pero resulta preocupante constatar el gran número de individuos que manifiestan actitudes sorprendentes que no se acaba de saber cómo calificar.