Re: El guardiánde Dios
No hace falta ir muy lejos para contemplar y sufrir un espectáculo permanente de "turismo dominguero, vocinglero y cámara en mano". Basta con darse una vuelta en cualquier agosto por la Catedral de Santiago de Compostela. Y si el esperpento causa indignación, aún será ésta mucho mayor si se "intenta" oír una Santa Misa. Pues "objetivos" de las cámaras también serán los feligreses, como si éstos fueran bestias de algún zoo. Pero la culpa yo se la echo a los responsables de la Catedral, o a los de cualquier otro templo, pues las visitas deberían ser controladas, estar limitadas en número, ser exigidas una normas de decoro y mientras dure un oficio, allí que no entre nadie que no vaya a participar. Tanto si la irreverente masa vocinglera protesta como si no, tanto debe dar. Así se hace en la Basílica del Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial, que incluye vigilantes de seguridad, y así sucede en la Basílica de Covadonga. En ambos casos durante las celebraciones de la Santa Misa, "el turisteo" está terminantemente prohibido.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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