Prosigo; según lo que he expuesto más arriba, si apareciese en este momento otra prelatura personal según lo indicado por la ley canónica, sólo podría estar compuesta como tal de clérigos y no constituiría en ningún caso una iglesia particular (en sentido canónico técnico) al estilo de una diócesis. Esto es, lo contrario de lo que el Opus dice de sí misma que es.
Siendo el tema canónico mucho más que interpretable rozando claramente la irregularidad (consentida, no cabe duda) hay aspectos más graves. Me voy a centrar en uno de ellos, tal como es el de la ordenación sacerdotal de miembros laicos pertenecientes a la prelatura (numerarios, agregados), en donde la discrepancia con respecto a la teología del sacramento del orden es sobrecogedora.
Sintetizando mucho todo lo que es la teología y la ascética referente al sacerdocio católico, establezcamos que en la Iglesia hay clérigos y laicos. La distinción entre los que son sacerdotes y los que no lo son, aunque participan del sacerdocio común de Cristo, no sólo es de grado, sino de naturaleza. Esto es algo que hay que comprender bien; para acceder al sacerdocio es precisa la elección divina, la "vocación", que debe ser manifestada por el candidato y corroborada por la Iglesia. La Iglesia esto lo hace a través de instituciones surgidas para este fin (seminarios, noviciados) para discernir los signos externos e internos de la posible vocación del candidato. Me explico, si alguien quiere acceder al sacerdocio, porque considera que tiene vocación, pero carece de la ciencia divina, tiene desdén por lo relativo al culto, o ideas contrarias a la Iglesia, la Iglesia puede indicar que la vocación no es verdadera, porque ésta incluye aquello. Dado que la vocación sacerdotal es específicamente y ontológicamente distinta a la vocación común de todo bautizado, la Iglesia siempre se ha esmerado en que los candidatos adquieran el "modo de ser sacerdotal", a nivel interno y externo. Teniendo en cuenta todas estas condiciones, la Iglesia reconoce la vocación de suyo el día de la ordenación sacerdotal. Hace falta, por así decirlo, la llamada de Dios y la de la Iglesia. Alguien se puede sentir llamado, pero concurrir circunstancias que establezcan dudas sobre la veracidad de tal vocación. Síntesis muy sintetizada.
Pasemos al caso del Opus. Aquí la irregularidad es completa, y no es algo derivado de crisis postconciliar alguna, sino que es algo que está en el "espíritu fundacional". Por activa, pasiva y perifrástica, el fundador de La Cosa ha repetido hasta la saciedad que "en el Opus Dei la vocación de sacerdotes y laicos es la misma". Se podría aceptar que sacerdotes y laicos participaran de un mismo carisma, espiritualidad o costumbres si se quiere, pero equiparar la vocación sacerdotal y la vocación cristiana derivada del bautismo es una carga de profundidad contra la especificidad de la vocación sacerdotal con respecto a la bautismal y su diferencia en grado y naturaleza. Asimismo, antes de unas ordenaciones sacerdotales de miembros laicos del marquesado, mons. Escrivá afirmaba : "estos hermanos vuestros se hacen sacerdotes porque les da la gana, que es la razón más sobrenatural". A mi me parece la razón más estúpida; nadie se hace sacerdote porque le dé la gana, sino porque siente la llamada de Dios, la Iglesia lo ha discernido y lo ha considerado apto para la vida sacerdotal. Si alguien efectivamente tiene vocación sacerdotal, y es verdadera a juicio de la Iglesia, ha de ordenarse, en caso contrario, no ha de ordenarse por mucho "que le dé la gana". Las mismas experiencias vertidas por el Fundador son harto ambiguas. Él dice que se hizo sacerdote "porque creí que así sería más fácil cumplir la voluntad de Dios, que no conocía. Desde unos ocho años antes de la ordenación la barruntaba , pero no sabía lo que era, y no lo supe hasta 1928 (en referencia a la fundación del Opus).Por eso me hice sacerdote" . Yo jamás he oído esta expresión por parte de ningún escritor ascético sobre la vida sacerdotal, ni a ningún cura ni fraile que hablase sobre estas cuestiones, sin hacer referencia a la vocación sacerdotal y a su importancia para el propio llamado y para la Iglesia.
Pero pasemos al modo seguido para que un laico del Opus llegue a sacerdote. Cuando se inscribe uno en el Opus es por tener vocación al Opus, excluyendo explícitamente la vocación al sacerdocio y a la vida religiosa. Los estudios teológicos que se realizan durante los veranos en convivencias y demás carecen de una finalidad exclusiva referente a la ordenación, sino según el Opus, a la formación doctrinal-religiosa. Unos cursos que por lo que he sabido dejan mucho que desear, y en donde hasta algunos copian en los exámenes. Para aprobarlos hay que sacar como mínimo un nueve, y es la nota que todos suelen llevar. Así han de ser también. Sin embargo, los laicos no plantean su posible vocación sacerdotal, sino que son designados por "cooptación" por parte del prelado que los "invita" a acceder al sacerdocio. Es una broma. Por una parte estos que acceden al sacerdocio no han manifestado jamás ninguna orientación por la vida religiosa; en segundo lugar el prelado designa a gente que no conoce de nada; tercero, estos pueden decir que sí o que no. Es decir lo importante no es tener vocación sacerdotal o no tenerla, sino estar disponible al prelado o no estarlo. La mayoría de los casos suele responder afirmativamente, con lo que nos encontramos: profesionales que jamás han tenido inclinación alguna por la vida sacerdotal, de un día para otro aparecen ordenados sacerdotes. Es realmente singular lo que dice el Fundador al respecto en un grupo de obras de uso interno llamado "Meditaciones" : "Para nosotros el sacerdocio es una circunstancia, un accidente, porque la vocación de sacerdotes y laicos es la misma" (Meditaciones,V, p.479).
¿Cómo se explica todo esto? Pues del mismo modo que muchas más incongruencias teológicas y eclesiales de este estilo:1. La Obra ha sido fundada por inspiración divina;2. El Espíritu Santo ha inspirado al fundador todas las normas, prácticas, costumbres;3. El Padre tiene gracia de estado para cumplir su misión;4. Si el Padre invita a alguien a ordenarse y acepta es que Dios quiere que sea así. Me parece un planteamiento peligroso. Y aquí funciona muy bien el doble lenguaje, según se hable para miembros o para gente de fuera.
Un numerario sacerdote nunca hablará de su "vocación sacerdotal", sino de su "vocación al Opus Dei", lo cual es harto sospechoso. Habría que conectar esto con el tema, más peliagudo si cabe de la "vocación al Opus Dei", pero lo dejo para otro momento.
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