Viento en popaPublicado hoy en LA GACETA
Creo que se están superando las más optimistas previsiones y esta JMJ va a ser difícilmente superable. No tengo espacio para comentar las palabras del Papa, sin duda lo más importante del evento, por lo que seguiré refiriéndome a otros aspectos que también tienen su importancia. Y en primer lugar a la
catequesis pontificia derivada no de lo que dice sino de lo que hace. Y que, cuando lo hace, por algo será.
Ayer hablaba de la exigencia del hábito en las monjas jóvenes con las que se reunió. Hoy leo que las de aquellas congregaciones que lo han abandonado ni siquiera fueron invitadas. Si eso es cierto, como para que se piensen de nuevo en la nula sintonía con el Santo Padre.
También de lo más significativo que en días en los que el sacramento de la Penitencia está tan preterido, quisiera Benedicto XVI ir a confesar a algunos jóvenes. A buen entendedor…
La liturgia, una vez más, cuidadísima. El altar con siete candelabros y la Cruz en el centro. El latín en buena parte de la misa de los seminaristas. El Canon íntegro en esa lengua. La comunión del Papa de rodillas y en la boca. Cierto que no ha dicho nada con obligación universal pero…
Parece clarísimo lo que el Papa quiere.
El Vía Crucis y la procesión posterior impresionantes. Jamás se vio nada parecido en una JMJ. Y va a ser dificilísimo superarlo. Incluso el famoso Vía Crucis de Roma resultaba deslucido ante el que se vivió en Madrid. Los jóvenes, y quienes no lo eran, resultaron también un espectáculo de piedad, oración y respeto. El pecado y el dolor del mundo desfilaron ante esas maravillosas imágenes que reflejan tan bien el dolor de Dios y de su Santísima Madre.
Extraordinario el comportamiento de cientos de miles de jóvenes que están edificando a Madrid. Es comentario general. Y la hostelería agradecidísima. Lo que iba a ser un despilfarro impresentable según los perroflautas va a resultar una magnífica inversión. Y eso sin evaluar la publicidad de España que sale gratis.
Termino señalando que ayer cumplió 75 años el cardenal Rouco, alma de este inenarrable acontecimiento eclesial. Vaya desde aquí una doble felicitación para él. Por los años y, sobre todo, por cómo está saliendo la JMJ.
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