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Tema: Crítica del evolucionismo católico

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  1. #1
    jasarhez está desconectado Proscrito
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    Re: Crítica del evolucionismo católico

    De acuerdo en que lo único que tendrían que hacer los positivistas es sustituir la palabra 'azar' por Dios. Precisamente, aquella frase de Anatole France, escritor comunista colaborador de 'L'Humanité', creo que con bastante buena voluntad, así lo intentó. Pero ni por esas... Y es que el pecado del hombre no consiste en su voluntad intrínseca de saber. Querer saber no es pecado. Yo me inclino a pensar mas bien que el mayor pecado del hombre es su soberbia. Una soberbia que le induce a querer destronar a Dios para ocupar su lugar. Por eso, en relación al pecado original de nuestros primeros padres, yo mas que una voluntad o un deseo de 'saber', encuentro esa misma soberbia a la que me refería. Y la veo en aquella frase que pronunció la serpiente y gracias a la cual convenció a Eva: "Dios sabe que el día que comiereis de él, serán abiertos vuestros ojos y seréis como dioses". Fué ese deseo que siempre ha tenido el hombre de destronar a Dios por su soberbia la causa de todos nuestros males pasados, presentes y futuros. Y no un sano deseo de conocer la obra que Dios le dió al hombre para que administrara y se enseñoreara en ella. No es un problema de amor al conocimiento, sino de soberbia.

    Por esta razón los científicos positivistas jamás agacharán su cabeza ante Dios, y preferirán continuar haciendo estúpidas referencias a un 'azar' que no tiene nada de científico y que nada explica. De todas maneras es para mi un placer comprobar cómo la ciencia positivista mecanicista está comenzando a darse ya de bruces contra el muro de su soberbia que le está llevando al más absoluto desconocimiento.

    No es tarea de la Iglesia explicar física cuántica, como tu bien dices, sino tarea de los propios científicos en comprenderla, despues de años enteros que prefirieron ocultarla para que no se les desmoronara todo el edificio racionalista-mecanicista sobre el que habían asentado, desde los tiempos de Newton y Laplace, su soberbia. Y no son éstas solamente palabras mías, también reconocidos físicos ya lo han dicho sin ambages (y es que la física es la más avanzada de todas las ciencias positivistas, y por eso han encontrado mucho antes el muro que parece imposible de soslayar. Un muro ante el que, tarde o temprano, habrán de toparse todas las ciencias):

    "Es cierto que aparecimos en este Universo por azar, pero la idea de azar es solo un disfraz de nuestra propia ignorancia, que es tanto como decir que científicamente no sabemos el porque estamos aquí. y si no sabemos porque estamos aquí, ¿podemos saber para qué estamos?, ¿podemos estar por nada, y para nada, o nuestra breve existencia terrenal tener un valor que la trascienda?. Ciertamente la vida tiene un sentido, pero no está en el ámbito de la ciencia el dárselo, pues el conocimiento científico no lo abarca todo, como algunos creen ingenuamente. Toda prueba contra el azar es un tanto a favor del argumento teleológico". (Freman Dyson.- profesor de física teórica en la universidad de Princeton)
    Tremendo pensamiento el de este profesor de física teórica. Tremendo y valiente... Desgraciadamente, no muchos colegas suyos (sobretodo de entre los talibanes de la biología darwinista) son capaces de reconocer las cosas que este hombre valiente reconoce. Quizás solamente se deba solamente a que muchos eminentes científicos o bien son demasiado soberbios o bien solamente han comenzado a apurar algunos pocos sorbos de la copa del conocimiento, como muy bien apunta el genetista y premio Nobel, Francis S. Collins: "El primer sorbo de la copa de la ciencia vuelve ateo, pero en el fondo de la copa está esperando Dios"). ¡Este es el pensamiento magnífico de un hombre que en su juventud fué un ateo convencido (al igual que tantos lo hemos sido hoy en día)! y que hoy, gracias a haber abandonado la soberbia es un profundo creyente, y sobretodo por haber bebido de la copa del conocimiento algo más que algunos pequeños sorbitos, como les ocurre a demasiados engreídos.

    Pero, miremos estas otras citas de otros eminentes físicos:

    "La mecánica cuántica y la relatividad han demostrado el fracaso del orden mecanicista y necesitan otro orden, que yo llamo implicado. Corre paralelo a lo que hemos observado en la mente, por lo que resulta posible establecer una relación entre estos dos ámbitos. El místico puede sentir la inmanencia o la trascendencia de la totalidad, (...) y encuentra muy
    difícil hablar de ello, a no ser en términos poéticos o simbólicos. Uno de estos enfoques es no decir nada, lo que contribuye poco a satisfacer la necesidad que tiene la humanidad de una nueva percepción. Así que, si pudiéramos hallar un lenguaje en el que mente y materia se contemplen como pertenecientes al mismo orden, resultaría posible examinar inteligentemente esta experiencia. Aquello que percibimos como partículas separadas en un sistema subatómico, en un nivel mas profundo de la realidad son meramente extensiones de un mismo 'algo' fundamental, que resulta difícil de describir..."
    (David Bohm).

    "A la luz de los conocimientos actuales, es posible imaginar un universo completamente determinista y que su futuro sea, no obstante, desconocido e incognoscible, pero esta implicación tiene un significado muy profundo..." (Paul Davis.- físico, matemático y divulgador científico).

    "Desde las grandes Upanishads, la ecuación Athman=Brahman (el yo personal es igual al yo omnipresente, que es eterno y todo lo abarca) fue considerada en el pensamiento hindú como representativa de la quintaesencia de la penetración más profunda de los acontecimientos del mundo (…). Sólo hay una cosa y lo que parece una pluralidad es meramente una serie de aspectos diversos de lo mismo, producida por un engaño" (Erwin Schrödinger: What is life?).

    "En lo que a mí respecta, todo esto que vemos, el universo en que vivimos, es solo Maya (el Maya hindú, una mera ilusión virtual), si bien un maya muy interesante, y muy ceñido a un orden" (Erwin Schrödinger.- físico austriaco descubridor de la mecánica ondulatoria).
    ¡Fíjate hasta que punto de estupidez han llegado algunos dignos representantes de nuestra ciencia positivista!, que hasta han preferido incluir un concepto que antes despreciaban, como es el del 'azar', con tal de no tener que dar su brazo a torcer ante la existencia de Dios... Hoy en día, hasta han preferido que el azar y la aleatoriedad hayan adquirido condición de 'elementos necesarios y casi indispensables' si todavía pretenden explicar un mundo que ha dejado ya de ser determinista, y todo ello ha sido preferido por estos engreídos, antes que dar su brazo a torcer y reconocer la existencia de Dios, como hemos hecho otros...

    ¡Desengáñate!, jamás sustituirán un estúpido 'azar' que solo denota su ignorancia, para admitir la existencia de Dios. Son así de arrogantes desde los tiempos de la Revolución Francesa. Es esa vieja arrogancia de la que antes hablaba en mi anterior mensaje. Una arrogancia que se hizo fuerte, como antes te decía, a finales del siglo XVIII. Una arrogancia que pretendía 'explicar el Universo sin necesidad de incluir a Dios en sus fórmulas' (tal y como cuentan que le dijo a Napoleón con arrogancia un tal Pierre Simon de Laplace al persentar su obra "Mecánica Celeste"). Hoy en día, la ciencia positivista debe enfrentarse con una caótica barrera compuesta solamente de azar e indeterminación que podría revelarse (según palabras de Freman Dyson .-Profesor de física teórica en la universidad de Princeton) como "el disfraz de nuestra propia ignorancia". Y sin embargo, siguen empeñados en ello, por pura soberbia, desde los tiempos de la Revolución Francesa. ¿Cómo vamos a esperar, tal y como tu predicas, que esta gente se abajen hasta el extremo de comenzar a nombrar a Dios en sustitución de la estúpida idea del azar o de la indeterminación?. Sencillamente, me parece imposible; son ridículos. Y creéme que te lo está contando alguien al que también, como a ti, le interesa la ciencia.

    No soy ningún talibán-católico-integrista, sino alguien que por fin un día decidió bajarse del burro de su propia soberbia y postrarse de bruces ante la grandeza de su Creador.

    Un saludo
    Última edición por jasarhez; 23/04/2014 a las 16:07

  2. #2
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    Re: Crítica del evolucionismo católico

    Coincido en casi todo lo que has expuesto, pero sigue habiendo algunos aspectos con los que no concuerdo. Para los positivistas basta con que piensen en Dios en lugar de en el azar. Pero no todos los científicos son positivistas o, si lo prefieres, para ser científico (y vamos a incluir en esta idea hasta quienes no siéndolo de modo práctico, se interesan en serio por la Ciencia) no hace falta ser positivista, es más, ya POPPER se encargó de demostrar el error del positivismo y de como resulta una rémora en la actividad de cualquier investigador. Y al tiempo, se da la peculiar circunstancia de que afirmando que la Creación es un mito, -dicho en sentido de creencia religiosa y no en su acepción de falsedad-, resulta que no caen en la cuenta de que el azar es otro mito, y éste si que es falsedad. Sobre ello ya me encargué en su momento de explicar mis razones en el Foro de Ciencia y no voy a estar repitiendo las mismas cosas, o sea, que ruego que quien quiera enterarse vaya directamente allí.

    Pues bien, un ejemplo de sitio en el que escriben científicos "no positivistas" lo tenemos aquí: INICIO Luego, para empaparse de antievolucionismo darwinista sigo recomendando la obrita de Silvano BORRUSO, El evolucionismo en apuros de CRITERIO-LIBROS y que he mencionado varias veces. Es muy barato, muy claro, muy bien documentado y no puede faltar en la biblioteca de los críticos de Darwin, Spencer, etc., y "su" evolucionismo. Sigo insistiendo en que deberías tenerlo pues ciertos aspectos de lo que dices se reforzarían, pero otros los dejarías en suspenso. Por ejemplo, no hay incompatibilidad alguna entre Dios y la Ciencia, entre la Fe y la Razón, entre poder ejercer la Ciencia al tiempo que la práctica de la Fe en Dios, o lo que es lo mismo, estar con un ojo en un tubo de ensayo o aplicado a un microscopìo y mentalmente estar rezando el Rosario. Todo ello de manera perfectamente natural, y sin meter de por medio el azar, que es esa especie de comodín que lo mismo sirve para un roto que para un descosido.

    Si pienso en el mismo sentido que hay un sector de investigadores que siendo creyentes tienen la cobardía de no decirlo y que, en realidad, no es más que egoísmo y cobardía. Sólo les interesa guardar su pequeña parcela de trabajo en investigación y punto, pues consideran que las polémicas no les aportan nada y eludiéndolas no se mojan. Pero tú hablas de que ningún positivista, o positivista que tú conozcas, ha pasado del azar al reconocimiento de Dios. Pues si que los hay, uno de ellos ya lo mencioné varios mensajes atrás, y también lo he mencionado en otros hilos -siempre repitiéndome-, se trata de Francis S. COLLINS, Director del Proyecto "Genoma Humano", Premio Príncipe de Asturias 2001 a la Ciencia y que abiertamente habla de sí mismo diciendo que él siempre ha sido un "científico riguroso", dicho en sus propios términos, pero que por su experiencia pasó de su declarado ateísmo positivista a convencido católico. Y dice que cuando vió en su plenitud ese genoma humano comprendió que era imposible que fuera producto del azar, que alguien tenía que haber diseñado (no encuentro otro término) por alguien Supremo, es decir, que hemos sido creados. La dificultad está en la dicotomía entre esas dos posturas irreconciliables: creacionismo literalista frente a positivismo cerril. No olvidemos, por otra parte, que el "creacionismo literalista", es propio de ciertos sectores protestantes y también de los musulmanes fundamentalistas. A éstos últimos los tenemos olvidados, pero son calcados a los otros, sólo que leyendo el Corán.


    Saludos.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

  3. #3
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    Re: Crítica del evolucionismo católico

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    ¿Y SI LA CIENCIA DEMOSTRARA QUE DIOS NO EXISTE?
    Por André Frossard
    En Preguntas sobre Dios.
    Editorial Rialp. Madrid 1991, pp 70-71


    "Esta pregunta se hace eco de un temor, muy habitual entre los creyentes, ante el auge de las ciencias naturales que parecen contradecir en no pocos puntos su credo religioso, al tiempo que manifiesta una esperanza avivada periódicamente por el ateísmo militante. Ese temor fue el que indujo a los rectores de la Iglesia a condenara Galileo, no a la hoguera, ciertamente, sino a una especie de "arresto domiciliario", castigo que no deja de tener su ironía referido á un hombre que se mostraba seguro de estar dando vueltas alrededor del sol. Para aquellos eclesiásticos, la tierra debía ocupar el centro del mundo universo, y pretender lo contrario suponía infligir a la Escritura santa un agravio lindante con la blasfemia. Tuvo que pasar un siglo para que se reconociera el error y para que se cayera en la cuenta de que la importancia de la tierra no dependía de su localización en el espacio. Los creyentes sufrieron mucho en el siglo XIX ante las declaraciones de Marcelin Berthelot en el sentido de que "en adelante, el universo no guardará secreto alguno para los sabios". En esa línea, es razonable pensar que llegue el día en, que se prescinda de "la hipótesis de Dios" forjada en los siglos oscuros de la ignorancia."

    Sin embargo, el objeto de la ciencia no es más que lo observable y lo medible, y Dios no es ni lo uno ni lo otro.

    Para demostrar que Dios no existe, sería menester que lo que vosotros llamáis "la ciencia" descubriera un primer elemento que no tuviera causa, que existiera por él mismo, y cuya presencia explicara todo lo demás sin dejar nada fuera. Y justamente ese elemento es lo que nosotros llamamos Dios.

    El autor, André Frossard nació en Francia en 1915. Como su padre, Ludovic-Oscar Frossard, fue diputado y ministro durante la III República y primer secretario general del Partido Comunista Francés, Frossard fue educado en un ateísmo total. Encontró la fe a los veinte años, de un modo sorprendente, en una capilla del Barrio Latino, en la que entró ateo y salió minutos más tarde "católico, apostólico y romano".

    Ateo perfecto, ni se planteaba el problema de Dios

    El ateísmo en André Frossard y su posterior y repentina conversión se entienden un poco más contemplando su propia familia, como nos lo cuenta él mismo: "Eramos ateos perfectos, de esos que ni se preguntan por su ateísmo. Los últimos militantes anticlericales que todavía predicaban contra la religión en las reuniones públicas nos parecían patéticos y un poco ridículos, exactamente igual que lo serían unos historiadores esforzándose por refutar la fábula de Caperucita roja. Su celo no hacia más que prolongar en vano un debate cerrado mucho tiempo atrás por la razón. Pues el ateísmo perfecto no era ya el que negaba la existencia de Dios, sino aquel que ni siquiera se planteaba el problema. (...)

    El mundo: material y explicable

    Dios no existía. Su imagen o las que evocan su existencia no figuraban en parte alguna de nuestra casa. Nadie nos hablaba de Él. (...) No había Dios. El cielo estaba vacío; la tierra era una combinación de elementos químicos reunidos en formas caprichosas por el juego de las atracciones y de las repulsiones naturales. Pronto nos entregaría sus últimos secretos, entre los que no había en absoluto Dios.

    ¿Necesito decir que no estaba bautizado? Según el uso de los medios avanzados, mis padres habían decidido, de común acuerdo, que yo escogería mi religión a los veinte años, si contra toda espera razonable consideraba bueno tener una. Era una decisión sin cálculo que presentaba todas las apariencias de imparcialidad. ¿A los veinte años quiere creer? Que crea. De hecho, es una edad impaciente y tumultuosa en la que los que han sido educados en la fe acaban corrientemente por perderla antes de volverla a encontrar, treinta o cuarenta años más tarde, como una amiga de la infancia... Los que no la han recibido en la cuna tienen pocas oportunidades de encontrarla al entrar en el cuartel...

    Mi padre era el secretario general del partido socialista. Yo dormía en la habitación que, durante el día, servía a mi padre de despacho, frente a un retrato de Karl Marx, bajo un retrato a pluma de Jules Guesde (socialista que colaboró en la redacción del programa colectivista revolucionario) y una fotografía de Jaurès.

    Fascinado por Marx

    Karl Marx me fascinaba. Era un león, una esfinge, una erupción solar. Karl Marx escapaba al tiempo. Había en él algo de indestructible que era, transformada en piedra, la certidumbre de que tenía razón. Ese bloque de dialéctica compacta velaba mi sueño de niño. (...)

    El domingo

    El domingo era el día del Señor para los luteranos, que a veces iban al templo, y para los pietistas, que se reunían en pequeños grupos bajo la mirada falta de comprensión de otros. Para nosotros era el día del aseo general, en el agua corriente del arroyo truchero, después del cual mi abuelo mi friccionaba la cabeza con un cocimiento de manzanilla..."

    Navidad sin sentido

    En Navidad, las campanas de los pueblos cercanos, que no encontraban eco entre nosotros, extendían como un manto de ceremonia sobre la campiña muerta. Nosotros también nos poníamos nuestros trajes domingueros para ir a ninguna parte (...) Almorzábamos en la mejor habitación, sobre el blanco mantel de los días señalados.

    Sus padres unidos por el socialismo

    Entre las izquierdas la política se consideraba como la más alta actividad del espíritu, el más hermoso de los oficios, después del de médico, sin embargo. A ella debían mis padres, por otra parte, el haberse encontrado. Mi madre de espíritu curioso, había escuchado a mi padre hablar del socialismo ante un auditorio obrero, con la fogosidad de sus veinticinco años, una inteligencia combativa, una voz admirable. Desde aquel día, ella le siguió de reunión en reunión, por amor al socialismo, hasta la alcaldía. Cuando me contaba esa historia, yo no comprendía gran cosa. Para mí, mis padres eran mis padres desde siempre y no imaginaba que hubiesen podido no serlo en un momento dado de su existencia. La honestidad, la natural decencia de su vida en común, me habían dado del matrimonio la idea de una cosa que no podía deshacerse y que, al no tener fin, no había tenido comienzo.

    La política llenaba la vida familiar

    Mi madre vendía al pregón el periódico de la Federación Socialista, completamente redactado por mi padre, entonces maestro destituido por amaños revolucionarios y reducido a la miseria. Pero la política llenaba la vida de mi padre. (...)

    Jesucristo hubiera sido de los suyos

    Rechazábamos todo lo que venía del catolicismo, con una señalada excepción para la persona -humana- de Jesucristo, hacia quien los antiguos del partido mantenían (con bastante parquedad, a decir verdad) una especie de sentimiento de origen moral y de destino poético. No éramos de los suyos, pero él habría podido ser de los nuestros por su amor a los pobres, su severidad con respeto a los poderosos, y sobre todo por el hecho de que había sido la víctima de los sacerdotes, en todo caso de los situados más alto, el ajusticiado por el poder y por su aparato de represión".

    Encontró a Dios sin buscarlo

    Pero sin tener mérito alguno Frossard, porque Dios quiso y no por otra razón, fue el afortunado en recibir el regalo de la conversión. El no buscaba a Dios. Se lo encontró: "Sobrenaturalmente, sé la verdad sobre la más disputada de las causas y el más antiguo de los procesos: Dios existe. Yo me lo encontré.
    Me lo encontré fortuitamente -diría que por casualidad si el azar cupiese en esta especie de aventura-, con el asombro de paseante que, al doblar una calle de París, viese, en vez de la plaza o de la encrucijada habituales, una mar que batiese los pies de los edificios y se extendiese ante él hasta el infinito.
    Fue un momento de estupor que dura todavía. Nunca me he acostumbrado a la existencia de Dios.
    Habiendo entrado, a las cinco y diez de la tarde, en una capilla del Barrio Latino en busca de un amigo, salí a las cinco y cuarto en compañía de una amistad que no era de la tierra.
    Habiendo entrado allí escéptico y ateo de extrema izquierda, y aún más que escéptico y todavía más que ateo, indiferente y ocupado en cosas muy distintas a un Dios que ni siquiera tenía intención de negar -hasta tal punto me parecía pasado, desde hacía mucho tiempo, a la cuenta de pérdidas y ganancias de la inquietud y de la ignorancia humanas-, volví a salir, algunos minutos más tarde, "católico, apostólico, romano", llevado, alzado, recogido y arrollado por la ola de una alegría inagotable.
    Al entrar tenía veinte años. Al salir, era un niño, listo para el bautismo, y que miraba entorno a sí, con los ojos desorbitados, ese cielo habitado, esa ciudad que no se sabía suspendida en los aires, esos seres a pleno sol que parecían caminar en la oscuridad, sin ver el inmenso desgarrón que acababa de hacerse en el toldo del mundo. Mis sentimientos, mis paisajes interiores, las construcciones intelectuales en las que me había repantingado, ya no existían; mis propias costumbres habían desaparecido y mis gustos estaban cambiados.

    Cómo lo encontró

    No me oculto lo que una conversión de esta clase, por su carácter improvisado, puede tener de chocante, e incluso de inadmisible, para los espíritus contemporáneos que prefieren los encaminamientos intelectuales a los flechazos místicos y que aprecian cada vez menos las intervenciones de lo divino en la vida cotidiana. Sin embargo, por deseoso que esté de alinearme con el espíritu de mi tiempo, no puedo sugerir los hitos de una elaboración lenta donde ha habido una brusca transformación; no puedo dar las razones psicológicas, inmediatas o lejanas, de esa mutación, porque esas razones no existen; me es imposible describir la senda que me ha conducido a la fe, porque me encontraba en cualquier otro camino y pensaba en cualquier otra cosa cuando caí en una especie de emboscada: no cuento cómo he llegado al catolicismo, sino como no iba a él y me lo encontré. (...)
    Nada me preparaba a lo que me ha sucedido: también la caridad divina tiene sus actos gratuitos. Y si, a menudo, me resigno a hablar en primera persona, es porque está claro para mí, como quisiera que estuviese enseguida para vosotros, que no he desempeñado papel alguno en mi propia conversión. (...)

    Una revolución exraordinaria

    Ese acontecimiento iba a operar en mí una revolución tan extraordinaria, cambiando en un instante mi manera de ser, de ver, de sentir, transformando tan radicalmente mi carácter y haciéndome hablar un lenguaje tan insólito que mi familia se alarmó. Se creyó oportuno, suponiéndome hechizado, hacerme examinar por un médico amigo, ateo y buen socialista. Después de conversar conmigo sosegadamente y de interrogarme indirectamente, pudo comunicar a mi padre sus conclusiones: era la "gracia", dijo, un efecto de la "gracia" y nada más. No había por qué inquietarse.
    Hablaba de la gracia como de una enfermedad extraña, que presentaba tales y cuales síntomas fácilmente reconocibles. ¿Era una enfermedad grave? No. La fe no atacaba a la razón. ¿Había un remedio? No; la enfermedad evolucionaba por sí misma hacia la curación; esas crisis de misticismo, a la edad en que yo había sido atacado, duraban generalmente dos años y no dejaban ni lesión, ni huellas. No había más que tener paciencia.
    Se me toleraría mi capricho religioso a condición de que fuese discreto, como lo serían conmigo. Se me rogó que me abstuviese de todo proselitismo en relación con mi hermana menor. Ella se convertiría a pesar de todo al catolicismo, y mi madre también, bastantes años después de ella".

    Best-seller mundial

    Frossard escribió el libro de su conversión, Dios existe. Yo me lo encontré, que mereció el Gran Premio de la literatura Católica en Francia en 1969, y que se convertiría en un best-seller mundial.
    En 1985 fue elegido miembro de la Academia y trabajó en la Comisión del Diccionario. Muere en París en 1995 a los 80 años de edad, tras haber sido uno de los intelectuales católicos franceses más influyentes de su país en el presente siglo.

    De André Frossard. Dios existe. Yo me lo encontré. Ediciones Rialp.







    Etiquetas: Existencia de Dios, Frossard, Frossard.Dios, origen del universo


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    Última edición por Valmadian; 23/04/2014 a las 16:07
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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    Re: Crítica del evolucionismo católico

    Cita Iniciado por Valmadian Ver mensaje
    ...Pero tú hablas de que ningún positivista, o positivista que tú conozcas, ha pasado del azar al reconocimiento de Dios. Pues si que los hay, uno de ellos ya lo mencioné varios mensajes atrás, y también lo he mencionado en otros hilos -siempre repitiéndome-, se trata de Francis S. COLLINS, Director del Proyecto "Genoma Humano", Premio Príncipe de Asturias 2001 a la Ciencia y que abiertamente habla de sí mismo diciendo que él siempre ha sido un "científico riguroso", dicho en sus propios términos, pero que por su experiencia pasó de su declarado ateísmo positivista a convencido católico. Y dice que cuando vió en su plenitud ese genoma humano comprendió que era imposible que fuera producto del azar, que alguien tenía que haber diseñado (no encuentro otro término) por alguien Supremo, es decir, que hemos sido creados. La dificultad está en la dicotomía entre esas dos posturas irreconciliables: creacionismo literalista frente a positivismo cerril. No olvidemos, por otra parte, que el "creacionismo literalista", es propio de ciertos sectores protestantes y también de los musulmanes fundamentalistas. A éstos últimos los tenemos olvidados, pero son calcados a los otros, sólo que leyendo el Corán.

    Saludos.
    Sí que le he nombrado. Precisamente he puesto una magnífica cita suya en mi escrito inmediatamente anterior. Es otro de los pensamientos que, además, a mi también me ayudó en su día a recuperar la fé perdida, tras unos prolongados años de ateísmo de los que ya he hablado en otra ocasión. Aún recuerdo el día en que la leí por primera vez este pensamiento, estando de visita en un conocido monasterio castellano, ojeando entre los libros que los monjes tenían en su biblioteca. La frase a la que me refería era ésta: "El primer sorbo de la copa de la ciencia vuelve ateo, pero en el fondo de la copa está esperando Dios".

    Este hombre, como tu bien dices, no solamente fué director del Proyecto Genoma, como también apunté, sino que además S.S. el Papa Benedicto XVI le nombró miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias en el año 2009. ¡Ahh...! y también es autor de las famosísimas "Crónicas de Narnia".

    Existen algunos otros ejemplos de científicos positivistas que se han apeado del burro de su propia soberbia ignorante, pero son los menos... Si te fijas, he puesto algunas citas más de algunos de ellos en mi anterior escrito. Lo que ocurre es que, en su confusión, a algunos hasta les dió por abrazar ideas panteístas y hasta budistas. Pero, tal y como yo lo veo, es un logro que al menos hayan comprendido la necesidad de aceptar alguna idea ligada a la trascendencia. En ningún caso estoy afirmando (salvo que me falle ahora la memoria y las neuronas me patinen más de la cuenta...) que ciencia y religión hayan de ser eternamente irreconciliables. Sí he dicho que es irreconciliable el concepto darwinista de la evolución y el cristianismo. De eso no me cabe la menor duda. Ahora bien, el tener tan claro ésto, tampoco me lleva a realizar una lectura literal y a pies juntillas de cada punto y coma del Génesis. Ahora bien, entre la versión del Génesis y la de los biólogos darwinistas me quedo con la primera, sin dudarlo ni un momento. La de estos charlatanes evolucionistas me parece completamente absurda y sin sentido. Como tu bien dices, el concepto de azar sirve lo mismo para un roto como para un descosido... Y como bien decía Freman Dyson, apelar al azar no es mas que "el disfraz de nuestra propia ignorancia". A lo que yo añadiría que también lo es de la propia soberbia del que apela...

    Mi encono no va dirigido contra estos últimos científicos a los que nos estamos refiriendo (incluído Schrödinger con sus rollos panteístas o budistas...). ¡Todos estos me parecen muy sinceros y valientes!, aunque algunos un poco despistados tras el batacazo. Mi enfado va dirigido principalmente contra el resto... y también contra algunas instituciones Vaticanas (y no solo vaticanas) que, bien por acomplejamiento o por miedo, o bien por ganas de sembrar la confusión... vaya usted a saber, se empeñan en querernos hacer creer a los católicos que es compatible nuestra fé con el evolucionismo ateo darwinista. Y desde luego, la mayor parte de mi enfado va también dirigido contra toda esa caterva de ignorantes paniaguados que, bien por miedo, bien por soberbia o estupidez humana manifiesta, se empeñan en seguir prefiriendo el azar a la Verdad, y les hacen el juego.

    Pero, lo verdaderamente terrible es que en esta última trinchera de la estupidez humana se encuentran demasiados científicos, algunos teólogos, demasiados curitas, algún que otro obispo y hasta un difunto Papa. Y eso sí que no lo entiendo ni tolero...

    Voy a leerme el artículo de André Frossard que nos brindas.


    Un saludo
    Última edición por jasarhez; 23/04/2014 a las 17:31

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