Es que la cuestión no radica en que se sea hombre o mujer. Un varón religioso que rompiera sus votos de castidad, de igual modo habría también faltado a su promesa. Una religiosa, por ser hembra, además corre el riesgo de quedarse embarazada si rompe esta promesa... pero es así la naturaleza humana, por voluntad de Dios. No hay ninguna injusticia en ello. Una mujer o un hombre consagrado, no solamente puden faltar esa promesa. También puden faltar, por desgracia, a algunas de sus otras promesas, como por ejemplo la del voto de pobreza o de obediencia; en cuyo caso... tanto varones como hembras quedarían ante su comunidad de igual modo en evidencia. Lo injusto son algunas críticas provenientes de algunas personas que, en su buena intención, están algo desinformadas y llegan a pensar que toda mujer que hace votos religiosos es una monja (cosa que, como ya he dicho en mi anterior intervención, no es cierto) y que ésta, además... habría de ser necesariamente virgen (fisiológicamente hablando) de una manera previa. Son tonterías...
Como tu muy bien has dicho en otra intervención, no sería ni la primera ni la última mujer, que tras haber estado casada previamente, después hubiera accedido a la vida monástica (o cualquier otra forma de vida consagrada). Y que incluso hubiera llegado, después de muerta, a ser declarada santa. La virginidad de la que hablamos no tiene nada que ver con el hecho fisiológico de que el himen de las mujeres permanezca intacto antes de profesar los votos y vestir los hábitos. Pensar eso es estar equivocado. Por eso antes he dicho que en esos lugares no se le hace a nadie la prueba del pañuelo...
Un saludo
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