El título del artículo es tan sugerente que no merece la pena buscar otro. Rememora el autor que hace años en alguna estación del Metro de Nueva York un cachondo había escrito "Nietzsche ha muerto firmado: Dios", pero lo cierto es que en la Facultad de CC Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid posiblemente hace muchos más años, era frecuente encontrar en diferentes paredes de variados escenarios la respuesta a la frasecita del iluminado loco en estos términos: "No, el que ha muerto es Nietzsche. Fdo: Dios". Tenía una clara intención, aparte de ser un hecho objetivo que Nietzsche era polvo mientras Dios seguía y sigue en el mundo, por más que una parte de éste se empeñe en querer vivir de espaldas a Él. Nietzsche es una momia de la Filosofía, como momificadas están sus ideas aunque haya quienes las sigan regando a ver si pueden florecer, pero del polvo sólo polvo surge y nada puede cambiar este hecho. El ser humano necesita urgentemente volver a su esencia, volver a su Creador si quiere seguir existiendo.
En fin, al artículo ni le quito, ni le pongo una coma, sólo es que me hubiese gustado escribirlo yo mismo.
«Dios ha muerto» (F. Nietzsche). ¿Acertó?
José Luis Aberasturi, 27.01.19
A primeros del siglo XX, en Moscú, ya imperaban -instalados y arrasando, que es lo suyo- los primerizos comunistas que, con Lenin a la cabeza, gobernaron todo un imperio, el antes llamado imperio zarista; más tarde fueron a por su sonada expansión; tan “sonada” y tan “sonora", que la hicieron a sangre y fuego: a cañonazos, tiros, ejecuciones, etc. Tan sonada y, a la corta, tan fructífera, que la asumieron como su mejor y más neta seña de identidad: así definieron su ADN, y así lo exportaron. Hasta ayer, como quien dice; porque es lógico que hayan tenido, y tengan, unos cuantos hijos naturales.
Pues, gobernando estos señores, y siguiendo la lógica de otra de sus características fundacionales que ya traían en su ADN originario, su MATERIALISMO ATEO, no tuvieron otra ocurrencia, en el año 1918, que, acusado por el Comisario de Instrucción Pública -o sea, el encargado de “comer el coco” y corromper las conciencias al personal: como hoy en prácticamente todas las “democracias” occidentales, en especial en España, con mucha diferencia: está a la cola en instrucción y educación, y a la cabeza de la corrupción obrada por los políticos y demás-, llevar a juicio, condenar y ejecutar inmediatamente la sentencia -de MUERTE, claro- ¡a DIOS! Sí: a Dios. De modo que montaron un buen pelotón y dispararon unas cuántas ráfagas de ametralladora hacia el cielo, pues sabían perfectamente, gracias a la “podrida” burguesía que les había precedido, que el cielo era el lugar de Dios.
Sí, han leído bien: fusilaron a Dios. Negando el tribunal, por supuesto -¡que se habrá creído ese dios!-, cualquier posibilidad de indulto. ¡Esto es un tribunal, y lo demás son mamarrachadas, hombre!, como dice Maduro hoy, y antes Castro.
Es también la locura que está instalada desde el 75 en España, aunque aquí la progrez, rojelia o no, tira más directamente hacia lo.político; para entendernos: saquear el país las veces que haga falta-, que da más dinero: en esto son más prácticos, la verdad.
En España, en el 36, para no ser menos que sus señoritos moscovitas, pero en la misma línea de diarrea mental, también “fusilaron” a Dios en el Cerro de los Ángeles. La foto que ronda por ahí muestra a los milicianos marciales total, muy tiesos todos ellos, valientes como los que más, enfrentándose, bien armados por si las moscas, ¡a un monumento de piedra!. No contentos con fusilarlo, también lo dinamitaron.
¡Valientes… donde los haya! Una valentía que fueron adquiriendo y refinando matando monjas, religiosos y curas que, además de ser, como saben muy bien hasta los más ignaros en tácticas guerreras, un objetivo militar de primer orden en cualquier guerra civilizada -ese personal, en especial las monjas de clausura, son los mayores terroristas que han existido nunca, y había que ir a por ellos echándole pero que muchos bemoles al asunto: mucho más que en Teruel, en Brunete o en el Ebro-, pues ese personal, monjas, clérigos y religiosos, también tenían planeado, haciendo acopio de las armas más letales, cargarse a todas las mujeres de todos los milicianos y comerse a todos sus hijos e hijas. ¡Lo dice la leyenda negra que hay montado sobre el tema, que siempre acierta al 100 %!
A tamañas imbecilidades se llegó, que no hacen sino denotar la putrefacción intelectual y moral del personal, porque ya antes la (pseudo)filosofía -con sus entramados racionalistas e idealistas-, en línea de perfecta trabazón liderado por el “pensamiento", pasó, necesariamente y sin solución de continuidad, de la primacía del “cogito” sobre la misma realidad, a “el hombre es el dios para el hombre", de L. Feuerbach (1804-1872). Un pasito más lo dió F. Nietzsche (+ 1900), con su “Dios ha muerto". Proceso que culmina con las jaimitadas de Moscú y del Cerro de los Ángeles, pues era cuestión de tiempo que el materialismo se convirtiese en el horizonte más horriblemente inhumano que ha parido el hombre; eso sí, descerebrado.
No podemos obviar, porque lo tuvo, el papel -interesado- que en todo ese despliegue histórico y cultural tuvo el mundillo protestante; y el mundillo, también interesado, del judaísmo de los siglos XVIII y XIX, muy materializado, ya y muy directa y rabiosamente anticatólico. Sin olvidarnos de la masonería, por supuesto
El “materialismo científico” y el “socialismo ateo” no podían quedarse en una mera afirmación teórica de “la muerte de Dios", sino que había que llevarla a la práctica, empezando por escenificarla. De ahí los tiros al cielo. Y también tenían que intentar vendernos la burra de que la religión es “el opio del pueblo". Porque se ve clarísimo que donde impera la religión católica las gentes viven infinitamente peor que en los “paraísos” comunistas: son tan descerebrados que se llaman a sí mismos “paraíso", término eminentemente laico y antidios donde los haya. Pues eso. Y ,"al revés te lo digo para que me entiendas, Juana".
Pero como había que cimentarlo también teóricamente -¡será por teorías!-, porque siempre hay tontos que se creen estas cosas, quizá interesadamente, nos vendieron que el hombre nace ateo; y ya luego, la sociedad, el ambiente, la familia, la educación -o sea, las construcciones humanas más genuinas- “le hacen” creyente y, por tanto, religioso.
No hay tal. Aparte de que tal pre-juicio tiene la misma entidad racional que decir que el hombre nace primero hombre y luego la sociedad lo convierte en vaca, nunca nos dicen dónde ni cómo se produjo ese giro tan “increíblemente inesperado y tan revolucionario": siempre les falta el dato, y no acaban de encontrar “el eslabón perdido” de la escala; eslabón que nunca encuentran.
Ni lo pueden encontrar, porque las cosas han sido exactamente al revés: el hombre “nace” creyente y religioso; “capax Dei” ("capaz de Dios", y no solo capaz de demostrar su existencia) decían los santos Padres de la Iglesia; pero es que Dios era uno de los temas fijos de la primerísima filosofía, siglos antes de Cristo. El hombre “nace” creyente, como nace inteligente, capaz de amar, social ("zoon politicon", dirán los griegos), con una dimensión moral, etc.; y todo eso POR NATURALEZA: porque lo lleva en sus genes.
Luego, sí: el hombre, con su libertad tan malamente ejercida muchas veces, y con su entendimiento tan voluntariamente descarriado, puede dejarse llevar hasta el punto de pretender justificar el haber cortado con Dios, haberlo apartado de su vida, y montársela como si Dios no existiese; incluso, lo acabamos de ver, de pretender hasta “matarlo".
El ateísmo es lo más irracional -lo más inmoral, por lo mismo-, lo más opuesto a lo que la naturaleza humana reclama. Por eso, negar a Dios o vivir sin Él es lo más desgarrador para la persona humana: se mete en un infierno en vida, en esta vida, y luego sigue ya para siemrpe en él.. Por eso también, la patraña más nefasta -por maliciosamente traicionera-, que se le puede servir al hombre es decirle: “Dios no existe". No se le puede hacer un daño mayor. Tantas veces, irrecuperable ya.
Pero las cosas nunca son como quieren los teóricos y/o prácticos ateístas; y hasta en Rusia ha “resucitado” -¡oh milagro, y como afirman los Santos Evangelios!- el mismo Dios que habían juzgado, condenado y fusilado. O sea: que habían “matado".
Por eso, a estos siempre les acaba saliendo un cachondo mental que, como pasó hace años en una de las estaciones del metro de Nueva York, debajo de donde alguien había escrito: *"Dios ha muerto", firmado Nietzsche*, otro escribió: *"Nietzsche ha muerto", firmado Dios*. Y los pone en su sitio, claro. Porque da toda la impresión de que eso es lo que ha pasado en realidad, ¿no?.
“El que tenga entendimiento para entender, que entienda": firmado Jesús. Y está en los Evangelios.
Amén.
«Dios ha muerto» (F. Nietzsche). ¿Acertó?
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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