El texto que sigue está extraído de la obra "La pena de muerte frente a la Iglesia y el Estado" (1956) del P. David Núñez, jesuita (de los de antes).
Subtitulado: "Estudio filosófico-teológico sobre la justicia, legitimidad o conveniencia de la pena de muerte"
Fue publicada la obra con las debidas licencias eclesiásticas, entonces en vigor.
Se verán especialmente textos bíblicos que justifican la pena de muerte así como argumentos de los más gloriosos teológos y filósofos católicos (Sto Tomás, Suárez, Belarmino,...) cuya santísima teología yace apolillada en el desván de los trastos viejos, condenada a muerte por los jerifaltes posconciliares.
Por último, el autor rebatirá concienzudamente las habituales y consabidas cantinelas de los abolicionistas.
Ya se sobreentiende que la pena de muerte sólo habrá de recaer en los acusados de delitos gravísimos y ser impuesta con total legalidad y garantías jurídicas.
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(…) “Es cosa bien curiosa lo que está pasando en la sociedad moderna. Se suprime la pena de muerte y se clama en todos los tonos contra la tiranía de los Gobiernos FUERTES cuando tienen el arrojo de imponer una pena, aunque sobradamente merecida, por supuesto, un poco fuerte; y ESOS MISMOS que así recriminan, y maldicen la justicia cuando castiga uno de los suyos, no tienen escrúpulos en tomar por oficio, cuando pueden y siempre que pueden, el asesinato a mansalva de todos los que se les oponen o no les convienen.
Pero esto no es lo más curioso, porque siempre ha sucedido lo mismo. Lo más curioso es que muchas gentes que se dicen y efectivamente son honradas, hagan eco a los que así proceden y se conviertan ellos, inconscientemente, en demoledores de lo que sinceramente anhelan cual es la pacífica convivencia de todos los ciudadanos.
Nunca como ahora, los códigos penales con su lenidad y consideración a los malhechores les ofrecían más risueñas esperanzas; y nunca tampoco ha habido tantas muertes de gente honrada y aun de los mismos malhechores.
¡Así se burla Dios de la soberbia humana que, sustituyendo la sabia ordenación de la divina Providencia por los dorados sueños de su loca fantasía, se promete el reino de la paz, de la felicidad y la abundancia; pero como éstas son imposibles donde falta Dios, llega el de la miseria y exterminio”.
(Del autor en la Introducción a la obra)
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Fundamentos de Derecho Penal (para establecer y aplicar la pena de muerte):
• Al introducir el liberalismo la lenidad penal en los códigos modernos, dificultó sobremanera la paz social que continuamente y en forma siempre creciente, se ve perturbada por la acción criminal de los malhechores, estimulado por ese falso humanitarismo del derecho penal que, farisaicamente escandalizado, rechaza la pena de muerte como cosa incompatible con el adelanto de la moderna sociedad, cuya tranquilidad queda así frecuentemente en las manos ensangrentadas de la tiranía demagógica.
• El hombre se ve impulsado a obrar por el interior desequilibrio que siente en su interior mientras no ha conseguido el bien que contempla su inteligencia como objeto de su felicidad, a la cual tiende por naturaleza, esto es, por voluntad de su Creador. Cuando regula sus acciones conforme a esa tendencia natural, realiza el orden establecido por el Creador, que consiste en la conveniente subordinación de todas las partes o seres ordenados, según la naturaleza de cada cual; empero, cuando no la regula de esa manera, comete el desorden.
Ahora bien, la Autoridad es principio de orden social; luego ella está encargada, esto es, tiene el derecho y el deber de poner los medios adecuados para volver al orden violentamente a los asociados cuando se aparten de él. Ese derecho y esa obligación de la Autoridad es la razón del derecho penal, en virtud de la cual puede imponer las penas que sean necesarias, incluso la de muerte, para conservar el orden social, conforme a la voluntad del Creador.
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