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Honores1Víctor
  • 1 Mensaje de Valmadian

Tema: el fin de los tiempos

  1. #1
    edwardocerdanya está desconectado Miembro novel
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    el fin de los tiempos

    Me atrevo a poner este artículo en vuestro foro pues soy cristiano tambien. -------------------

    Me gustaría dar mi sentimiento sobre un tema bíblico que no acaba[/B] [B]de clarificarse en mi espíritu. Se trata del tema del fin del mundo y el subsecuente regreso de Jesús.

    El Nuevo Testamento (N.T.) une, en la temporalidad, la segunda manifestación de Jesús con el fin del mundo. (Marcos 13.24-27)

    “Pero en aquellos días, pasado el tiempo de sufrimiento, el sol se oscurecerá, la luna dejará de dar su luz, 25 las estrellas caerán del cielo y las fuerzas celestiales vacilarán 26 Entonces verán al Hijo del hombre venir en las nubes con gran poder y gloria 27Él enviará a sus ángeles y reunirá a sus escogidos de los cuatro puntos cardinales, desde el último rincón de la tierra hasta el último rincón del cielo.


    Se nos presentan los dos fenómenos como simultáneos, o casi simultáneos.

    La historia del cristianismo nos enseñado la existencia de momentos en que ese fin del mundo parecía inmediato. Últimamente, como todos sabemos, los Testigos de Jehová, le han puesto fecha de nuevo. Será antes de que haya desaparecido la generación que ha conocido la guerra de 14-18.

    Es posible, pues visto el estado emocional en que vive nuestro mundo este caos de injusticia moral no puede perdurar por mucho tiempo y nos inclina a creer que el momento no este quizás muy lejano.

    La lectura del N.T. nos permite constatar que los evangelistas tenían ya en su momento la misma percepción que tenemos nosotros hoy, y que se equivocaron.
    Salvo que sus palabras tengan un significado hermético que escape a la comprensión semántica del texto bíblico esta constatación puede ser aceptada fácilmente.

    Todos lo creían:

    PEDRO nos dice en su primera epístola (1.17 a 20)

    Si llamáis “Padre a Dios, que juzga a cada cual según sus hechos y sin hacer diferencia entre unas personas y otras, debéis mostrarle reverencia durante todo el tiempo que viváis en este mundo. Pues Dios os ha rescatado de la vida sin sentido que heredasteis de vuestros antepasados; y sabéis muy bien que el costo de este rescate no se pagó con bienes corruptibles, como el oro o la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, ofrecido en sacrificio como un cordero sin defecto ni mancha. Cristo había sido destinado para esto desde antes de la creación del mundo, pero en estos tiempos últimos ha aparecido para vuestro bien.

    Y mas lejos, en la misma epístola

    Ya se acerca el fin de todas las cosas. Por eso, sed juiciosos y dedicaos seriamente a la oración. 8 Haya sobre todo mucho amor entre vosotros, porque el amor perdona muchos pecados 9 Recibíos unos a otros en vuestras casas, sin murmurar de nadie 10 Como buenos administradores de los diferentes dones de Dios, cada uno de vosotros sirva a los demás según el don que haya recibido

    SANTIAGO epístola
    Tened, pues, paciencia, hermanos, hasta que el Señor venga. El campesino que espera recoger la preciosa cosecha tiene que aguardar con paciencia las temporadas de lluvia Vosotros también tened paciencia y manteneos firmes, [U]porque muy pronto regresará el Señor

    PABLO epístola a los hebreos (1.1)
    En otros tiempos habló Dios a nuestros antepasados muchas veces y de muchas maneras por medio de los profetas.Ahora, en estos tiempos últimos,nos ha hablado por su Hijo, mediante el cual creó los mundos y al cual ha hecho heredero de todas las cosas.

    JUDAS (1.17-19)
    De todo se quejan, todo lo critican y solo buscan satisfacer sus propios deseos. Hablan con jactancia y adulan a los demás para aprovecharse de ellos Pero vosotros, queridos hermanos, acordaos de que los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo 18os dijeron: “En los últimos tiempos habrá gente que se burlará de todo y vivirá de acuerdo con sus malos deseos.” 19 Esos son los que causan divisiones. Siguen sus instintos naturales y no tienen el Espíritu de Dios.

    Aquí tenemos el ejemplo más claro pues Judas nos dice que la gente que causa divisiones en la iglesia son el signo evidente de que están viviendo los últimos tiempos.

    MATEO 24., MARCOS 13., y LUCAS 21

    Los tres evangelistas escriben un relato muy parecido sobre el fin de los tiempos. Como es necesario leer todo el capítulo para apreciarlo en todo su valor nos limitamos a subrayar simplemente la frase que se repite en los tres relatos.

    De la misma manera, cuando veáis todo eso sabed que el Hijo del hombre ya está a la puerta.34 Os aseguro que todo ello sucederá antes que haya muerto la gente de este tiempo.

    ¿Quién es la gente de ese tiempo? No cabe ninguna duda que los evangelistas entendieron que era su generación.

    JUAN nos lo confirma en su primera epístola (2.18)

    18'Hijitos, esta es la hora última. Vosotros habéis oído que viene el Anticristo pues bien[U], ahora han aparecido muchos anticristos. Por eso sabemos que es la hora última. 19 Han salido de entre nosotros, aunque en realidad no eran de los nuestros, porque si lo hubieran sido se habrían quedado con nosotros. Pero ha sucedido así para que se vea claramente que no todos son de los nuestros.

    No hay duda posible que los apóstoles esperaban el avenamiento de Jesús durante su vida terrestre. Los cristianos debemos aceptar este error de comprensión del mensaje de Jesús por parte de sus apóstoles y al mismo tiempo aceptar que el N.T. pueda contener otros.

    Seguir negando la evidencia no nos acerca de Dios.

    Por la gloria de Dios.

    Edwardo


    Todas las citas han sido sacadas de:

    http://www.biblija.net/biblija.cgi?b...14&id22=1&l=es
    Última edición por edwardocerdanya; 15/05/2008 a las 04:17

  2. #2
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: el fin de los tiempos

    Desde luego, el Señor dejó bien claro que el día y la hora no lo sabe nadie, y todas las sectas que han predicho la venida de Jesús para una fecha o año determinado han terminado haciendo el ridículo. Ya les pasó también a los mismos Testigos de Jehová. Pero también es verdad que dan que pensar todas esas otras señales que también nos dio del final de los tiempos, y es verdad que aunque siempre ha habido bastante de eso, nunca ha sido al extremo de lo que estamos viviendo ahora. Una de esas señales es precisamente la gran profusión de falsos cristos y falsos profetas. San Pablo, escribiendo a los tesalonicenses, les dice algo muy interesante: que no se inquieten pensando que la venida del Señor es inminente porque primero tienen que suceder dos cosas. La primera, la apostasía, que es un fenómeno que nunca se había dado en una medida tan grande como lo estamos viendo hoy en día. La otra es el Hijo de Perdición, el Anticristo, y al paso que vamos, no es difícil ver como se prepara el camino para su aparición con el Nuevo Orden Mundial (el Déspota de la Sangre de Sión lo llaman en los Protocolos de los Sabios de ídem). En fin, no se puede saber cuándo será la Parusía exactamente, pero no es difícil sospechar que no falta mucho. Y es mejor no saberlo. El Señor dijo que vendría como ladrón en la noche, y yo entiendo que no debemos dormirnos, que no debe pillarnos desprevenidos. Que no debemos tampoco despreocuparnos pensando que ya viene enseguida y nos desentendamos de todo, porque precisamente hay tanta gente en la ignorancia hoy en día que necesita conocer la verdad, y este foro al menos nos permite hacer algo en ese sentido aunque no sea mucho ni mucho menos la única manera de darla a conocer, claro. Yo por mi parte pienso hacer todo lo que pueda aunque no sea mucho por España y por la Verdad, por la religión católica, por el prójimo y por todo lo que haga falta. ¿Y quién sabe? A lo mejor Dios nos da otra oportunidad y algo más de tiempo.
    He observado que últimamente se habla mucho de unas profecías mayas que predicen el fin del mundo para el año 2012, y paralelamente se está hablando de muchas cosas que confluirían en esa época. Yo me niego a creer que unos paganos como los mayas fueran a saber algo así. Sabrían mucho de astronomía, pero eran unos paganos que no conocían al Señor ni la verdad, y si Dios no quiso revelar a los profetas la fecha de su segunda venida, menos lo iba a revelar a unos gentiles. Lo que sí podría ser (pero solo es una conjetura y no me atrevería a jurar por ello) es que se esté hablando tanto de tal fecha porque quieran presentarnos entonces al Hijo de P...erdición. Ya se verá cuando llegue el momento.

    Por último, me gustaría añadir que si bien los apóstoles pudieron entender mal en el momento muchas cosas que les dijo Jesús, no puedo aceptar que en el Nuevo Testamento (o en el Antiguo) haya errores de sentido. Los errores pueden darse en la interpretación o en lo que entendamos nosotros al leerlo, pero la Biblia es la Palabra infalible de Dios. Los errores son pequeñas erratas de los copistas y detalles mínimos que no afectan al sentido. El Espíritu Santo inspiró a los autores de los libros sagrados, y eso es de fe.

  3. #3
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    Re: el fin de los tiempos

    Espero que no se molesten conmigo, pero yó sinceramente no creo en el apocalipsis. Los grupos religiosos, que basan sus prédicas en libros apocalípticos, al parecer tienen buenas intenciones pero son tan totalitarios como las instituciones políticas.

    Siempre en épocas trastornadas aparecen iluminados, que predican que se acerca el fin del mundo. En la época cuando estaba cayendo el imperio romano, y cuando los pueblos bárbaros invadían el imperio, los primeros cristianos inmediatamente predicaron que se acercaba el fin del mundo. Al parecer fué una época trastornada, ¿pero que sucedió?. No sucedió nada. En 1844, un iluminado de la iglesia adventista llamado William Miller predicó, que el fin del mundo iba a ser ese mismo año. Esa época fue trastornada, porque era la revolución industrial, los ideales religiosos estaban siendo desacreditados y estaban surguiendo las filosofías laicas como el positivismo, el racionalismo, el materialismo, que estaban atacando los dogmas religiosos, ¿pero que ocurrió?. No ocurrió nada. A comienzos del siglo XX, apareció un iluminado de los testigos de Jehová, llamado Taze Russell, que predicó que el fin del mundo iba a ser en 1914. Se equivocó, entonces la fijó para 1925. Al parecer fue una época muy trastornada, porque ocurrió una guerra que causó 15 millones de muertos, la crisis del 29 que arruinó a millones de personas, y en esa época estaban empezando a surguir los totalitarismos, ¿pero que ocurrió?. No ocurrió nada.

    Mientras exista la humanidad, no creo que ocurra el fin del mundo. Los grupos apocalípticos como los adventistas y testigos de jehová, son tan totalitarios como los nazis y comunistas. Ustedes tradicionalistas, si quieren la unidad de la cristiandad occidental, les aconsejo que no caigan en el mismo juego que estos grupos, porque eso hace que la gente desconfíe de ustedes y se rehusé a creer en su iglesia. Esto lo aconsejo con todo respeto.

    Aliocha.

  4. #4
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    Re: el fin de los tiempos

    Los primeros cristianos no se pusieron a predicar inmediatamente el fin del mundo cuandol os bárbaros invadieron el Imperio Romano. Para ese entonces ya habían pasado varios siglos de cristianismo, y si bien los cristianos esperaban ilusionados la vuelta de Jesús, como dije en el post anterior, ya San Pablo había advertido (y sus epístolas no están escritas muchos años después de la muerte y resurrección de Jesús, datan de los años 50 y tantos y 60 y tantos d.C.) que no pensaran que iba a ser tan inminente. Y tampoco fijaron fechas ni nada. Eso lo han hecho sectas bien recientes, de ayer por la mañana, pero en dos mil años de escritos católicos no hay nada de eso.

    Yo hablaba a título personal. No sé qué pensarán otros tradicionalistas, pero tampoco creo que haya nada de malo en pensar que no puede faltar mucho, en vista de tantas indicaciones como nos dio el Señor en los Evangelios. Eso en sí no es herético, y está clarísimo cómo se están cumpliendo muchas cosas. Por supuesto, no necesariamente tiene por qué ser inminente. Puede durar bastante tiempo. Solo Dios lo sabe. Pero es bueno estar preparado. Tampoco veo por qué va a ser contraproducente hablar de esto si surge el tema. Se puede hacer sin caer en fanatismos, y hay muchas otras cosas que de todos modos rechaza la gente hoy en día. Lo que sí es seguro es que en algún momento, tarde o temprano, algún día próximo o lejano, Cristo volverá. Y a mí me eso no me produce miedo, me ilusiona. Ojalá que venga pronto, que buena falta hace.

  5. #5
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    Re: el fin de los tiempos

    ACTUALIDAD DEL APOKALYSIS EN EL PENSAMIENTO DEL P. LEONARDO CASTELLANI

    Hugo Verdera


    1. INTRODUCCIÓN PARA “CASTELLANISTAS”
    La decisión del Círculo “San Bernardo de Clavaral” de centrar estas III Jornadas de Formación Católica de Buenos Aires en la meditación y vivencia de “Los rumbos del jubileo: sus gracias y exigencias”, unida a la aventurada decisión de los organizadores de las mismas de invitarme a desarrollar un tema que, a mi humilde apreciación, entronca perfectamente con el tema elegido, me permite, merced a estos motivos señalados, tratar de cumplir con un doble objetivo. Por un lado, reunirme en la meditación con distinguidos disertantes, de conocida profundidad intelectual y, especialísimamente, de coherencia de vida en la militancia católica. Y, en segundo lugar, me permite rendir un sentido homenaje a quien ha sido y es, para muchos de nosotros, un auténtico maestro que supo cultivar nuestras mentes y nuestros corazones, adentrando en ellos el amor y el servicio a la verdad. De ahí el atrevimiento de adentrarme en los insuperables estudios que el padre Leonardo Castellani realizó respecto al Apokalipsis, con la penetración, claridad y belleza de exposición que acompañaron al padre en toda su vasta y fecunda obra. Sí, el padre Castellani supo hacer rendir nuestra razón y nuestro corazón; supo hacernos formar nuestro propio criterio para alcanzar la verdad y supo hacernos amar la verdad.
    En el congreso realizado en San Luis, en mayo del año pasado, con motivo del centenario del nacimiento del padre Castellani presenté una ponencia titulada “Castellani y el fariseísmo”. Me permito hoy reproducir la introducción de la misma, porque me parece que constituye una referencia insoslayable en relación con el tema que hoy nos convoca. Porque, en esencia, el tema del apokalypsis es un tema principalmente teológico y, como tal, evidencia su actualidad, puesto que, ¿podemos soslayar que la constitución de un sedicente “nuevo orden mundial”, expresión que comprende necesariamente un “nuevo concepto de hombre” u “hombre nuevo”, expresivo del precitado “nuevo orden mundial”, se constituye como la expresión del desarrollo teológico de la historia?
    Decíamos en esa oportunidad que “el pensamiento teológico del padre Castellani significa, lisa y llanamente, la comprensión de la posibilidad de 'conocer' a Dios. Esta afirmación puede parecer una exageración, producto del tributo admirado de quien les habla. Pero su sentido es totalmente otro. Quiere significar que Castellani expresó una 'vivencia teológica', que 'encarnó' con su claridad, su penetración intelectual y su don natural de enseñanza, lo que caracteriza la autenticidad del mensaje de Cristo. Y parecería que seguimos en un plano de exaltación y falta de moderación, pero no es así. Castellani tuvo 'la sapiencia de Dios', tuvo la 'comprensión de Santo Tomás'; Castellani tuvo, en una palabra, lo que magníficamente ha expresado el padre Fuentes, una ‘teología impecable’ (1). Y esa 'impecabilidad' radica, precisamente, en su total y decidida adhesión a las enseñanzas de la Santa Madre Iglesia, su gran amor virilmente vivido, adhesión que plasmó existencialmente, puesto que 'su particular erudición teológica proviene de su exquisito respeto por la tradición: se preocupó por conocerla, profundizarla, reexpresarla en su bello, vigoroso y singular lenguaje, armonizarla, y cribarla, sosteniendo con firmeza las afirmaciones substanciales, advirtiendo las sugerencias como sugerencias, corrigiendo unos doctores con o- tros (2).
    El propio Castellani lo afirmó reiteradamente y, además, lo vivió intensamente. Pudo afirmar, y al hacerlo, enseñar, que ‘...puedo saber todo lo de San Jerónimo y un poquito más, gracias a San Jerónimo: así un enano parado sobre los hombros de un gigante puede ver más lejos que el gigante’ (3). Pero en esa afirmación en adhesión a la tradición, Castellani fue un gigante sobre los hombros de un gigante. Porque su sujeción al ser, a la verdad, al Magisterio, fue una sujeción plenamente humana y, como tal, plenamente cristiana; es decir, en suma, que Castellani fue un hombre libre, porque fue esclavo de la verdad. De ahí su 'originalidad', que en él se hizo sinónimo de 'genialidad'“.
    Pues bien, este pensamiento esencial en Castellani, ese “pensamiento teológico”, expresivo de una “vivencia teológica”, se constituyó alrededor de un eje central, expresivo de la más simple y plena ortodoxia: el misterio del Cristo venidero. Procuraremos, pues, desarrollar esta nuestra intervención, esbozando la penetrante, clara y bella elaboración de nuestro querido Padre Castellani al respecto, para concluir tratando de vislumbrar cómo se materializa en nuestros días la oposición a la parusía.

    2. LA PARUSÍA COMO EJE CENTRAL DEL MENSAJE CRISTIANO. LA ESJATOLOGÍA COMO DRAMA TEOLÓGICO.
    El Padre Castellani ha sido claro y terminante al respecto. En 1951 publica por primera vez Cristo ¿vuelve o no vuelve?. En el mismo, realiza el estudio sobre el misterio del fin de los tiempos, es decir, el misterio de la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo. Desde el mismo inicio, puntualiza el objetivo y justifica su importancia. “Jesucristo vuelve, y su vuelta es un dogma de nuestra fe”, expresa el padre. Y agrega: “es un dogma de los más importantes, colocado entre los catorce artículos de fe que recitamos cada día en el símbolo de los apóstoles y cantamos en la misa solemne. Et íterum ventúrus est cum gloria judicáre vivos et mortuos”. Y enfatiza sobre su importancia y sobre su vigencia, afirmando que “es un dogma bastante olvidado. Es un espléndido dogma poco meditado” (4).
    De este modo Castellani expresa una intención y un objetivo: la intención, clarificar el contenido central para la consistencia y la posibilidad de nuestra fe del dogma de la parusía; el objetivo, diagnosticar con realismo la situación actual del mismo en la vivencia específica del cristianismo.
    En 1963 publica el padre El Apokalypsis de San Juan. En esta obra, realiza una traducción directa del griego, comentando literalmente el texto sagrado, con importantes estudios aclaratorios (excursus), planteando una exégesis medulosa y, como tal, profunda. El tema central es, claro está, también el misterio de la segunda venida o parusía, enfatizando y justificando la centralidad de la misma para la fe católica. Para Castellani, el apocalipsis involucra lo que se denomina “El sentido teológico de la historia”. La idea-fuerza que fundamenta el mismo, la expresa el padre con claridad y belleza: “...El mundo no continuará desenvolviéndose indefinidamente, ni acabará por azar (...) ni terminará por evolución natural de sus fuerzas elementales (...) sino por una intervención directa de su Creador” (...) no morirá de muerte natural, sino de muerte violenta; o por lo mejor decir (ya que tú eres Dios de vida y no de muerte), de muerte milagrosa”. De este modo, rechazando las pretensiones de los naturalistas y los evolucionistas, que se afincan en considerar al universo como un “proceso natural”, Castellani lo considera como “un poema gigantesco, un poema dramático del cual Dios se ha reservado la iniciación, el nudo y el desenlace; que se llaman teológicamente creación, redención, parusía”. Y culmina bellamente Castellani: “Los personajes son los albedríos humanos, las fuerzas naturales son los maquinistas. Pero el primer actor y el director de orquesta es Dios” (5). Ello explica la centralidad de la parusía para el hombre que, reconociendo su condición propia (metafísica y teológica) de “creatura”, ve, ayudada su razón por la revelación, su carácter propiamente teleológico esencial. Por ello “el dogma de la segunda venida de Cristo, o parusía, es tan importante como el de su primera venida, o encarnación”. Y por eso también, “si no se lo entiende, no se entiende nada de la Escritura ni de la historia de la Iglesia” (6). Y en esta “centralidad”, en esta “esencialidad” del misterio de la segunda venida de Jesucristo en la fe católica, Castellani ve el drama esencial del hombre y de la humanidad como auténtico “drama teológico”, ubicando con precisión a los protagonistas, el hombre creatura y Dios creador, “un drama impresionante, el de la secular lucha entre el bien y el mal, ahora llegada a su culminación, y por ende radicalizada”. Y el Padre Castellani “lo escruta con toda la inteligencia y la inspiración del teólogo y del poeta que es a la vez” (7).
    Para Castellani, “si un hombre piensa, tropieza ineluctablemente con el pensamiento de su fin; así del colectivo como del individual” (8). Y lo enfatiza en otra de sus obras, señalando que “la creencia de que este mundo tendrá un fin, así como ha tenido un principio, pertenece al tesoro común de la humanidad. De ahí que haya existido siempre una literatura apocalíptica desde que existió literatura, porque el hombre para caminar necesita saber lo que va a venir, y para eso necesariamente representarse de un modo u otro, conjetural o cierto, el término del camino” (9).
    De este modo, esta centralidad del misterio de la parusía, exige necesariamente, al vivir cristiano, su aceptación, que no puede ser cumplida sino como es propiamente el destinatario de la misma, es decir, el hombre. Por eso se explica per se “la centralidad, en la revelación divina, de la develación del fin de la historia y del fin particular de cada hombre” (10).
    El Padre Castellani es reiterativo al respecto, y lo es por la propia exigencia del dogma parusíaco. En un texto magnífico por su densidad y profundidad, expresa que “este triunfo final y definitivo de la vida, que es el dogma primero y último de la Fe cristiana, no sería mayor que la derrota (...) si toda la natura no hubiese de ser finalmente restaurada a imagen del perdido paraíso (...) reducción de todo a su espiritual cabeza” (...) ‘recapitación’ apocalíptica, hacia la cual gime como parturienta la creación visible (San Pablo), delira el corazón del hombre (S. Agustín) y parecen tirar convergentemente todas las líneas de fuerza de la historia humana (Berdiaeff)”. Y culmina Castellani afirmando, metafísica y poéticamente, que debe bastarnos saber que “si la vida del hombre y la existencia de los seres tienen algún sentido posible, es esto y no otra cosa lo que exige la mera existencia del Ser supremo y el más íntimo indefectible grito del corazón humano” (11).
    Profundizando el análisis, el Padre Castellani le da a esta centralidad del dogma “esjatológico” (12) una esencialidad especificativa del ser cristiano, es decir, “que creer en su segunda venida es necesario para creer en Cristo, es distintivo de la auténtica fe en Cristo” (13). Bástenos dos textos de nuestro querido Padre, exhaustivos en la explicación de esta esencialidad.
    Por un lado, en su magnífico libro Los papeles de Benjamín Benavides, expresa su protagonista, don Benya: “...Que Cristo ha venido hoy no es dificultoso conceder; hasta mi amigo Jácome, (...) y todos los judíos, reconocen a Cristo como un gran hombre de nuestra raza, y Bergson dice que no hay dificultad en llamarle Dios y Renan y Rousseau y Víctor Hugo y Samuel Butler y los modernistas dicen que fue Dios en cierto modo –sin concretar mucho si ese modo es el de Arrio, el de Nestorio, el de Mahoma o el de Dante y Tomás de Aquino. Eso de llamar Dios a Cristo no distingue hoy más a los cristianos de los herejes: éstos hoy día no tienen reparo en hacerlo pero han enturbiado el nombre; se ha gastado el cuño de la moneda; lo que distingue a los verdaderos cristianos es que esperan la segunda venida... (14).
    Y en otro texto suyo, anotando al final de la recolección de textos del Apokalipsis, expresa que éste “contiene el punto más importante de la revelación de Dios por el Cristo, y el foco a donde toda la dogmática cristiana converge. De ahí que interpretar bien o mal esos capítulos tiene una importancia capital... es más importante (audeo dicere) que los mandamientos. Toda la interpretación de la Escritura, y por tanto toda la visión de la economía divina de la redención cambia radicalmente según se interprete alegóricamente o bien literalmente el Capítulo XX” (15).
    Se comprende, así, la importancia nuclear dada por el Padre Castellani a la imprescindible necesidad de exponer y comprender adecuadamente el dogma parusíaco, este misterio clave en su centralidad salvífica en el conjunto integral de la fe cristiana.

    3. LA PARUSÍA COMO EXPRESIÓN COMPRENSIVA DE LA HISTORIA Y DEL HOMBRE
    Explicitada esa esencialidad, se comprende que el dogma parusíaco se convierta en una verdadera “clave hermenéutica de la historia del hombre” (16).
    Esa clave interpretativa, contenida en el misterio de la segunda venida, afirma el señorío de Jesucristo sobre la historia y, por consiguiente, explica igualmente aquello que fundamenta tal señorío, es decir, la mesianidad, la reyecía y la divinidad de Jesucristo que, como tal, es Señor de la historia porque es mesías y rey, y en definitiva lo es porque es Dios.
    Esta totalidad teológica se evidencia, pues, como clave interpretativa del hombre y su destino eterno. Y ese “poema dramático” que es el universo existente, evidencia del amor creador de Dios, sublimado y sobreelevado en el destino de la creatura humana, “imagen y semejanza” divinas, exige, por así decirlo, la creación, la redención y la parusía. Como antes recordamos, el Padre Castellani ubicó con precisión a los personajes, “los albedríos humanos”; a “los maquinistas”, “las fuerzas naturales”, y al “primer actor y el director de la orquesta”, que “es Dios” (17).
    Y en la segunda venida, Cristo vuelve como juez y como rey, es decir, a premiar y castigar. Expresa Castellani que “el autor del Apocalipsis afirma que la parusía” es “la presencia justiciera de Cristo en la historia humana” (18). Y en un sermón sobre Cristo Rey, citando a un poeta que se lamentaba de la guerra y afirmaba la impotencia y el fracaso de Cristo en su sueño de paz y amor, y le pedía a Cristo que vuelva de nuevo al mundo, pero ya no para ser crucificado, Castellani le responde: “el pobre miope no ve que Cristo está volviendo en estos momentos al mundo, pero está volviendo como Rey (¿O qué se ha pensado El que es un Rey?); está volviendo de Ezrah, donde pisó el lagar él solo con los vestidos salpicados de rojo, como lo pintaron los profetas, y tiene en la mano el bieldo y la segur para limpiar su heredad y para podar su viña. ¿O se ha pensado él que Jesucristo es una reina de juegos florales?” (19).
    Para esperanza y dicha del hombre, la historia es señorío de Cristo; es de Cristo y para Cristo. Y tiene razón de ser en Cristo. Por eso afirma el Padre Castellani que “la historia antigua de la humanidad sigue una línea recta hacia la primera venida de Cristo. Desde Cristo, la historia sigue una línea sinuosa bordeando la parusía, aproximándose y alejándose; dentro del límite de que ella sucederá infaliblemente y sucederá ‘pronto’, y no en una remotísima fecha, como ama imaginar la necedad seudocristiana actual” (20).
    Esta centralidad de la parusía explicada tan profunda y bellamente por nuestro querido Castellani, que permite comprender y aprehender la esencialidad del misterio de Dios y su designio para su creatura, y que por eso mismo permite ratificar nuestra autenticidad cristiana, nuestra especificidad de ser cristianos, al ser como un sello “distintivo de la auténtica fe en Cristo” (21), ilumina la comprensión de la amorosa preocupación del Padre Castellani por la cuestión apocalíptica. Por eso se explica la importancia nuclear dada tanto al Apocalipsis de San Juan como al Apocalipsis sinóptico, es decir, los logos y profecías de Jesucristo contenidas en el llamado sermón escatológico, narrados por San Lucas (17, 20 y ss.), San Mateo (24, 23 y ss.) y San Marcos (13, 21 y ss.), que nuestro autor comentó maravillosamente.(22)
    Para Castellani, el apokalipsis tiene carácter profético, y su objeto específico es el misterio de la parusía. En él está, como dijimos, la clave hermenéutica del plan divino; “Es la llave teológica para establecer una hermenéutica trascendente (desde lo alto, desde Dios) de la historia; nos ayuda a entender lo que sucedió y lo que sucede por medio de lo que habrá de suceder. Siempre la clave es Cristo que viene, y hacia su venida se ordenan las acciones de los hombres, demoliendo contra él o edificando para él” (23). Así lo enfatiza precisamente Castellani: “El Apokalypsis es pues una profecía referente a la segunda venida de Cristo –dogma de fe que está en el Credo- con todo cuanto la prepara y anuncia, que es ni más ni menos que el desarrollarse en continua pugna de las dos ciudades, la ciudad de Dios y la del hombre” (24).
    La profunda impronta teológica del Padre Castellani se acentúa en este tema esjatológico, como lo expresa textualmente Castellani: “...las cuestiones esjatológicas (...) encierran la clave de todas las cuestiones teológicas” (25). En suma, Castellani nos enseña, en la más auténtica tradición, que el dogma parusíaco nos permite comprender la realidad del hombre y del mundo, del tiempo viador y de la eternidad; en su contenido misterioso y amoroso, nos ofrece, como dice el Padre Fuentes, el alimento espiritual necesario para nuestra espiritualidad; “nuestra espiritualidad de viadores, nuestra espiritualidad de provisorios en un mundo provisorio, nuestra espiritualidad conquistadora y enseñoreadora de un mundo, con sus culturas, con sus corazones, para Cristo, que no tiene otra razón de volver que la de enseñorear definitivamente toda realidad” (26).

    Podemos concluir esta parte del análisis, de una sola manera. Si somos honestos intelectualmente hablando, si somos dóciles a la palabra de Dios, la verdad inmensa que encierra el dogma parusíaco, involucra una única e insoslayable consecuencia, que comprende al hombre en su integridad, en su individualidad espiritual y en su sociabilidad. Consecuencia que el Padre Castellani anunció con un llamado surgido de la entraña misma del amoroso deseo divino para con su creatura: “Pero este país todavía no ha renegado de Cristo, y sabemos que hay alguien capaz de levantarlo. Preparémonos a su venida y apresuremos su venida. Podemos ser soldados de un gran Rey; nuestras pobres efímeras vidas pueden unirse a algo grande, algo triunfal, algo absoluto. Arranquemos de ella el egoísmo, la molicie, la mezquindad de nuestros pequeños caprichos, ambiciones y fines particulares. El que pueda hacer caridad, que se sacrifique por su prójimo, o solo, o en su Parroquia, o en las sociedades vicentinas... El que pueda hacer apostolado, que ayude a nuestro Cristo Rey en la acción católica o en las congregaciones. El que pueda enseñar, que enseñe, y el que pueda quebrantar la iniquidad, que la golpee y que la persiga, aunque sea con riesgo de la vida. Y para eso, purifiquemos cada uno de faltas y de errores a nuestra vida, acudamos a la Inmaculada Madre de Dios, Reina de los ángeles y de los hombres, para que se digne elegirnos para militar con Cristo, no solamente ofreciendo todas nuestras personas al trabajo, como decía el Capitán Ignacio de Loyola, sino también para distinguirnos y señalarnos en esa misma campaña del Reino de Dios contra las fuerzas del mal, campaña que es el eje de la historia del mundo –sabiendo que nuestro Rey es invencible, que su reino no tendrá fin, que su triunfo y venida no está lejos y que su recompensa supera todas las vanidades de este mundo, y más todavía, todo cuanto el ojo vió, el oído oyó y la mente humana pudo soñar de hermoso y de glorioso” (27). Estas palabras encierran, en su profundidad y belleza, al Padre Castellani “de cuerpo entero” y nos ratifican en lo señalado al principio de nuestras reflexiones. Es que realmente el Padre Castellani expresó una ‘vivencia teológica’, que 'encarnó' con su claridad, su penetración intelectual y su don natural de enseñanza. Para él, el dogma y el misterio parusíaco no se constituyeron en una simple cuestión de erudición y de investigación, sino que fueron “un misterio profundamente vivido”. Y en ello, como magnífica y justamente puntualiza el Padre Fuentes, “radica la fecundidad inusitada de su obra ciclópea. Castellani dictó cátedra con la pluma, sin borrar con el codo cuanto escribía con la mano. La uniformidad y armonía de su pensamiento con su vida es lo que, aún hoy, hace de su pensamiento escuela de vida” (28).

    4. EL NUEVO ORDEN MUNDIAL Y SU OPOSICIÓN A LA PARUSÍA
    Ahora bien, Castellani fue terminante al analizar el dogma parusíaco y su vigencia en el mundo contemporáneo. “La enfermedad mental específica del mundo moderno es pensar que Cristo no vuelve más; o al menos, no pensar que vuelve” (29). En el desarrollo y configuración del mundo moderno, cuyo constitutivo esencial es un “nuevo hombre” radicalmente opuesto al “hombre nuevo” evangélico, que supo inspirar y constituir la cristiandad, ve Castellani aplicada y ratificada la cuestión esjatológica. Su diagnóstico es insuperable, por su realismo metafísico y teológico. Expresa que, en virtud de ese olvido y ese desconocimiento, expreso o tácito, del dogma parusíaco, “...el mundo moderno no entiende qué le pasa. Dice que el cristianismo ha fracasado. Inventa sistemas, a la vez fantásticos y atroces, para salvar a la humanidad. Está a punto de dar a luz una nueva religión. Quiere construir otra Torre de Babel que llegue al cielo. Quiere conquistar el Jardín del Edén con solas las fuerzas humanas” (30).
    Castellani advierte la raíz antropológica del drama del hombre contemporáneo: es la irrupción del “hombre autónomo”, del “hombre autosuficiente”, del “hombre autocreativo”. Es el proyecto del hombre autónomo, autosuficiente y autocreativo; en rebelión contra Dios, asumiendo el modelo prometeico. Señala el Padre Castellani que el mundo moderno “está lleno de profetas que dicen: ‘Yo soy. Aquí estoy, este es el programa para salvar al mundo. La carta de la paz, el pacto del progreso y la liga de la felicidad. ¡La UNA, la ONU, la ONAM, la UNESCO! ¡Mírenme a mí! Yo soy’” (31). Y Castellani ve en este proceso de rebelión una causa motora, explicativa del mismo, constitutiva de la herejía de hoy, que “pareciera explícitamente no negar ningún dogma cristiano, sino falsificarlos a todos”. Y en su esencia, para el ermitaño urbano, la misma expresa una gran negación: “niega explícitamente la segunda venida de Cristo; y con ella, niega su reyecía, su mesianidad y su divinidad. Es decir, niega el proceso divino de la historia. Y al negar la divinidad de Cristo, niega a Dios. Es ateísmo radical revestido de formas de religiosidad” (32).
    Es el cumplimiento esjatológico; es la explicación única y última del drama del hombre moderno. Con fineza expresiva, nuestro autor ve la perversión íntima vigente en esta concepción del hombre prometeico: “con retener todo el aparato externo y la fraseología cristiana, falsifica el cristianismo, transformándolo en una adoración del hombre; o sea, sentando al hombre en el templo de Dios, como si fuese Dios. Exalta al hombre como si sus fuerzas fuesen infinitas. Promete al hombre el Reino de Dios y el Paraíso en la tierra por sus propias fuerzas” (33).
    Es, pues, la impronta de este proyecto humanista prometeico el olvido del dogma parusíaco, el intento de erradicar o postergar in eternum la segunda venida del Salvador. Castellani ve en ello un signo de los tiempos, ve en ello la explicación última del hombre moderno, reducido a hombre inmanente; de la historia moderna, reducida historia inmanente, y cuyo corolario ineludible no podía ser otro que el ateísmo y la negación de la trascendencia.
    La filosofía moderna empieza y culmina un proceso que, en última instancia, se sintetiza en la inmanencia absoluta. El objetivo de este proyecto era erradicar lo religioso, y al no poder hacerlo, puesto que la dimensión religiosa es natural al ser del hombre, procuró erradicar lo auténtico religioso del hombre, comprendiendo que era, en su concepto, la única posibilidad de triunfo. Sus esfuerzos se centraron, expresa e implícitamente en torno a esta idea motorizadora. Este proyecto radicalmente anticristiano se estructuró a través del relativismo, del modernismo y del romanticismo, buscando despojar a la iglesia de Cristo de todo carácter sobrenatural. Así, el hombre “nuevo” moderno, autosuficiente y autónomo, no necesitará ya una iglesia en que hallar la salvación y, contando con solamente con sus propias fuerzas, el hombre salvará al hombre. El Cardenal Ratzinger ha expresado ese perfil del hombre moderno: “En efecto, si no se comprende que el hombre se halla en un estado de alienación que no es sólo económica y social (una alienación, por lo tanto, de la que no puede liberarse con sus propias fuerzas), no se alcanza a comprender la necesidad de Cristo Redentor. Toda la estructura de la fe queda así amenazada. La incapacidad de comprender y de presentar el ‘pecado original' es ciertamente uno de los problemas más graves de la teología y la pastoral actuales” (34). Y más adelante, el mismo Cardenal Ratzinger evidencia los funestos resultados logrados por este “hombre autónomo”, que de una supuesta “liberación”, culmina en una verdadera esclavitud. Así, afirma que “lo que parecía ‘liberación se transforma en su contrario, mostrando en el terreno de los hechos su rostro luciferino. Es el tentador quien, en el primer libro de la escritura, seduce al hombre y a la mujer con la promesa: seréis como Dios (Gén. 3, 5). Es decir, libres de las leyes del creador, libres de las leyes mismas de la naturaleza, dueños absolutos de nuestro destino. Pero, al final de este camino, no es precisamente el paraíso terrenal lo que nos espera” (35).
    Y el olvido y la negación del pecado original, proyecta su veneno sobre la redención y sobre el fin del hombre. Esta “idolatría del hombre”; constituye, para Castellani “el fondo satánico de todas las herejías, ahora en estado puro” (36). Y es que “siempre que ha pretendido el hombre hacerse un paraíso en el estado, lo ha convertido en un infierno” (37).
    Castellani vio con exactitud que la negación u olvido del dogma parusíaco era nefasto pues implica la pretensión de anular uno de los fundamentos de la fe, pero, que, al mismo tiempo, significa imposibilitarle al hombre la explicación de la historia, de la sociedad. Por ello, el mundo moderno, con la pretensión de constituirse sobre la base del hombre autónomo, como antes nos decía, “no entiende lo que le pasa”(38). Y no lo entiende radicalmente, porque al rechazar el misterio de la segunda venida, se imposibilita para comprender la integridad del mensaje salvífico. “Si no lo entiende -enfatiza Castellani- no se entiende nada de la Escritura ni de la Historia de la Iglesia”, ya que “el término de un proceso da sentido a todo el proceso. Este término está no sólo claramente revelado, mas también minuciosamente profetizado. Jesucristo vuelve pronto” (39).
    El pensamiento del Padre Leonardo nos ilumina, pues, en el análisis de nuestro tiempo contemporáneo. Castellani vio con precisión que el desconocimiento del dogma parusíaco imposibilita, como vimos, para comprender la historia, su desarrollo, sus leyes propias. Y ello porque el hombre y la historia son finalísticos, lo que implica decir que para conocerlos es preciso conocer el fin, ya que él es el que explica el movimiento del móvil. Y en la historia, todo tiene una esencia teológica, una raíz religiosa. Castellani enfrentó magistralmente al comunismo, al socialismo y, especialmente, al liberalismo, viéndolos en su auténtica realidad, es decir, como “falsificaciones del cristianismo”, como agudamente lo manifiesta en Los papeles de Benjamín Benavides (40). La persistencia de esas “herejías con efecto político y alcance universal” (41), convergiendo hoy en la conformación de un sedicente “nuevo orden mundial”, que se presenta como una conjunción de aquéllas, nos permite evaluar la clarividencia y la actualidad del pensamiento del Padre Castellani.
    Al respecto, señalaba (¡en 1954!), analizando la realidad de los imperialismos actuales, a través de la respuesta que daría San Agustín (“hablando agustinianamente” (42), en palabras del Padre Leonardo), al panegírico o bien la justificación de una “preferencia” por el capitalismo estadounidense sobre el soviético: “son dos imperialismos. Poco importa si son imperialismo económico o imperialismo político: las dos cosas hoy día van juntas. Pero las guerras no son nunca meramente económicas. Son siempre también ideológicas; y en este tiempo, cosa sumamente extraña, son guerras religiosas –es decir, heréticas-. La economía soviética y la economía americana podrían perfectamente conciliarse –y por ende también sus zonas de influencia política- si se conciliaran sus dos ‘ideas’ –ideas que versan sobre el fin del hombre: la idea pesimista y maniquea del oriente, y la idea progresista y ‘liberal’ acerca del hombre del actual occidente-. Son conciliables también estas dos ideas, porque se tocan en un mismo fondo, que es la pretensión de conseguir la felicidad del hombre aquí en la tierra, y por medio del saber, del poder y de las fuerzas humanas (43).
    Y ello porque “El capitalismo y el comunismo, tan diversos como parecen, coinciden en el fondo; digamos, en su núcleo místico: ambos buscan el paraíso terrenal por medio de la técnica; y su mística es un mesianismo tecnólatra y antropólatra, cuya difusión vemos hoy día por todos lados, y cuya dirección es la deificación del hombre: la cual un día se encarnará en un hombre” (44).
    Y veía Castellani que el intento de “globalización” entroncaba claramente con la parusía, expresando que “hoy día es un fin político lícito y muy vigente por cierto, la organización y unificación del mundo en un solo reino, que por ende se parecerá al imperio romano. Esta empresa pertenece a Cristo; y es en el fondo la secular aspiración de la humanidad; pero será anticipada malamente y abortada por el contracristo, ayudado del poder de Satán. En el Boletín del Canadian Intelligence Service de Enero de 1963 podemos ver el poder que tienen actualmente, en EE.UU. e Inglaterra sobre todo, los One-Worlders o partidarios de la unificación del mundo bajo un solo Imperio. Propician la amalgama del capitalismo y del comunismo, que será justamente la hazaña del anticristo (45). De este modo, “el anticristo usurpará simplemente este ideal de unidad del género humano en la institución perversa de su imperio universal...” (46).
    Y para el Padre Castellani, el “nuevo orden mundial” será presidido por el anticristo, quien tomará lo que tiene de bueno el capitalismo, o sea, la inmensa productividad, y la encauzará con medidas férreas, comunizándola. Habrá abundancia para todos –menos para los cristianos, por supuesto- y sólo se perderá una pequeña cosita: la libertad; la poca libertad que hoy nos queda, y la gran libertad verdadera que prometió –y dio- Cristo (47).
    Y el “nuevo orden mundial” edificará, en su carácter de “mono” de Dios, una “Nueva religión de la humanidad”, que Castellani conceptúa como “...la adoración del espíritu humano, a la idolatría del hombre, que es la idolatría del mundo contemporáneo neopagano, como la idolatría de los paganos era la idolatría de las fuerzas cósmicas encarnadas en Júpiter, Mercurio, Venus, Marte y toda la compañía. Y eso, la idolatría del hombre, según la Escritura, será la religión del Anticristo (II Tesalonicenses 2, 4)” (48).
    En suma, como señala el Padre Sáenz, “el nuevo orden mundial y la new age [movimiento que propaga por todo el mundo que el 'hombre ha creado a Dios a su propia imagen', y que ha llegado el momento de que él mismo se reconozca como Dios] podrían corresponder a las dos bestias del Apocalipsis, la primera, en el ámbito político, y la segunda, en el círculo de una falsa religión, sustitutiva del cristianismo” (49).
    Respecto a la configuración del “nuevo orden mundial”, el mismo expresa una realidad mundial actual. El denominado “fenómeno de la globalización” está manifestando cuál es la realidad del mundo en que vivimos. Estamos ante una evidencia: el mundo contemporáneo se estructura en tres modelos específicos de “sociedades laicas”, que expresan el moderno proceso de secularización. El padre Fosbery ha precisado esta cuestión, señalando que “la secularización va imponiendo en la modernidad, especialmente después de la revolución francesa, una nueva categoría política que, al decir de Hegel, es la 'sociedad civil’. Y señalamos la revolución francesa porque es a partir de ella cuando el carácter laico de la sociedad va cobrando vigencia hasta llegar a establecer, como lo expresa la constitución de la República Francesa, la incompetencia del estado en asuntos religiosos y de la iglesia en problemas del estado” (50).
    En el proceso de secularización de la modernidad, se configurarán tres modelos. Señala el Padre Fosbery que “tres modelos reconocemos (...), que tiene su origen en el secularismo y que quieren expresar, cada uno a su manera, el sentido último de la modernidad como una forma de plenitud histórica inmanentista e intra-mundana: el nacional-socialismo, con su intento de imperio racial; el marxismo-leninismo, con su intento de imperio comunista; y el de la sociedad laica americana, con su intento de universalizar la democracia, la economía de libre mercado y los derechos humanos. Allí el individuo, y no el estado, cobra el máximo sentido de eticidad social, detrás de la vigencia de una libertad política fundada en el principio religioso de la libertad de conciencia. La democracia absoluta de valor universal y el capitalismo liberal fundan un imperio plutocrático” (51).
    El primer modelo, el proyecto nacional-socialista fenece en la segunda guerra mundial. El segundo modelo entra en crisis como resultado del “desbalanciamiento que provocan los Estados Unidos, presionando con el tema de los derechos humanos, desde la comunidad internacional, durante la gestión del Presidente Carter (1977-1981). Posteriormente, Reagan (1981-1989) instala el conflicto en el marco del desarrollo tecnológico-militar. La 'guerra de las galaxias' termina vaciando el poder económico ruso, que no alcanza a competir con los yanquis. No hay duda que la utopía se cumple. Washington tenía razón cuando afirmaba que los Estados Unidos eran la nueva Jerusalén designada por la providencia para ser el teatro donde el hombre debe alcanzar su verdadera talla. Los rusos no la alcanzan y por eso son vencidos” y concluye el Padre Fosbery que “occidente se identifica con el modelo de sociedad laica americana porque sólo los Estados Unidos cuentan con los tres poderes necesarios para solventar un imperio: el poder político, el poder militar y el poder económico(52).
    El análisis de la historia de los últimos años evidencia que la “Revolución Cultural” ha ido, paulatina pero coherentemente con los postulados sustentatorios de la misma, fue llevando a los supuestos contendientes hacia un real punto de convergencia, fundamentada en la utopía de un “nuevo orden mundial”. Instalada la utopía en los espíritus occidentales por la acción deletérea de los ideólogos, hubo que esperar solamente los acontecimientos, “y éstos llegan de la mano de Ronald Reagan (1981-1989), quien hará posible que los Estados Unidos cumpla con el destino que, según ellos, le reservó la providencia” (53).
    Así, desde la Presidencia de Reagan, los Estados Unidos son un “imperio” proclamado. El fundamento lo consideran sus ideólogos irreductible. Es la tendencia al “salvacionismo democrático”. Y esta tendencia está, en realidad, ínsita en los principios calvinistas fundacionales de los Estados Unidos, y se explicita en la “Doctrina del destino manifiesto”, concretada por los dos Roosevelt, declarada solemnemente en 1981, estableciéndose el “derecho específico” de los Estados Unidos a velar por la integridad democrática de las Américas, “desde Alaska a Tierra del Fuego”.
    Uno de sus principales ideólogos lo ha expresado con claridad. Así, Henry Kissinger a escrito que: “en el Siglo XX, ningún país ha influido tan decisivamente en las relaciones internacionales, y al mismo tiempo con tanta ambivalencia, como los Estados Unidos. Ninguna sociedad ha insistido con mayor firmeza en lo inadmisible de la intervención en los asuntos internos de otros estados ni ha afirmado más apasionadamente que sus propios valores tenía aplicación universal. Ninguna nación ha sido más pragmática en la conducción cotidiana de su diplomacia, ni más ideológica en la búsqueda de su convicciones morales históricas. Ningún país se ha mostrado más renuente a aventurarse en el extranjero, mientras formaba alianzas y compromisos de alcances y dimensiones sin precedentes”. Y agrega que “los Estados Unidos consideran normal un orden global internacional fundamentado en la democracia, el libre comercio y el derecho internacional” (54). Como señala el Padre Fosbery, “los Estados Unidos pretenden ser, por un lado, faro para las demás naciones, mostrando los logros políticos y económicos de su democracia fundada en la vigencia de los derechos humanos; y, por otro, constituyéndose en cruzados de estos valores, para imponerlos en todo el mundo” (55).
    La administración Reagan actuó convencida de que si el mundo puede alcanzar la paz, “tendrá que aplicar las prescripciones morales de los Estados Unidos. Ése será su empeño político, al que consagrará todo el mecanismo de su política internacional” (56). El mismo Kissinger señala que “los imperios no tienen ningún interés en operar dentro de un sistema internacional, aspiran a ser ellos el sistema internacional. Los imperios no necesitan un equilibrio de poder. Así es como los Estados Unidos han dirigido su política exterior en América” (57).
    Los hechos recientes ratifican el análisis. Primero la Organización de Estados Americanos incorporó la “regulación democrática”. Puede afirmarse, sin ser temerarios, que podría seguir rápidamente una “regulación de la globalidad”, expresión que hoy sirve para dirigir de modo informal la actividad del imperialismo estadounidense: “democracia” (política) y “globalidad” (económica, regimentada por el fondo monetario internacional). Y el próximo paso sería la concreción de la sanción jurídica internacional del esquema planteado. Para el logro de este “nuevo orden mundial” se debe plantear la consecución de un “nuevo modelo cultural”, cuyos elementos constitutivos se orientan a funcionar “como un proceso de globalización encaminado a lograr la creciente aceptación de valores, creencias, orientaciones, prácticas e instituciones comunes por pueblos y personas de todo el mundo. Una suerte de 'civilización universal’” (58). Juega aquí con toda la fuerza de su peligrosidad y perversidad, la asunción por parte de los ideólogos del “nuevo orden mundial”, de la estrategia elaborada por el marxista italiano Antonio Gramsci, que postuló agudamente un proyecto revolucionario centrado en la sustitución del concepto propio del hombre, encerrándolo en la total inmanencia, previendo acciones concretas constitutivas de un “nuevo sentido común”, que, en última instancia, imposibilite siquiera plantear al pensamiento humano la posibilidad de la trascendencia.

    En ese contexto, los ideólogos del “nuevo orden mundial”, buscan imponer una “nueva cultura”, “cultura mayoritaria”, que como agudamente señala Díaz Araujo, se estructura “para anular las resistencias nacionales a la 'globalidad'“, fomentando “el individualismo ético trascendental, que desliga de cualquier obligación con el prójimo y, sobre todo, con el bien común. De manera análoga han impulsado el nihilismo metafísico que no reconoce la existencia de ninguna verdad objetiva, quedando todo en un plano libertario de subjetivismo inmanentista. Han roto también con los cánones estéticos naturales, exaltando cuanta fealdad artística se divulgue en el universo. De modo tal que ni el bien, ni la verdad, ni la belleza encuentren el menor espacio en este mundo. Y si algún desprevenido intentara rescatar valores naturales, sería de inmediato procesado por ‘discriminador'. Conducta que bastará para establecer el juicio histórico sobre el imperialismo estadounidense” (59). En suma, en el proyecto ideológico del “nuevo orden mundial”, asistimos al intento persistente y pertinaz de realizar una serie de reemplazos que permitan estructurar “el nuevo hombre contemporáneo”. El Padre Fosbery lo puntualiza: la ideología desplaza a la metafísica. La utopía del progreso indefinido a la religión. La moral queda vaciada de contenido ontológico y de referente sobrenatural (60). Y ello se comprende por la lógica férrea asumida por la ideología inmanentista, ya que “si nada existe superior al hombre, éste no puede buscar más que en sí mismo el fin y la moral de su acción. Se instala el empirismo moral. Epicuro y las formas más puras del hedonismo sensualista marcan la tónica moral de la nueva sociedad laica” (61).
    El resultado es el único posible: una civilización fundada en la ideología del progreso indefinido, como una nueva utopía esjatológica del inmanentismo. La cultura es desplazada a lo literario, lo artístico, y la virtud, vaciada de contenido moral, se transforma en habilidad científica o técnica, como instrumento del quehacer hedonista y utilitario” (62).
    Y el resultado buscado se evidencia por sí mismo: “estamos frente a la civilización del secularismo que hace del progreso su religión y que se alimenta con la ideología del economicismo instrumentada por el dominio, la eficiencia y el poder. No hay lugar para la cultura y, consecuentemente, no lo hay para Dios. Lo religioso puede ser tolerado, a lo sumo, como culto encerrado en los repliegues de la conciencia individual”. Y como resultado de este proceso de secularización se obtiene la generación del “capitalismo en sus dos formas: el capitalismo de estado, o socialismo, y el capitalismo liberal” (63).
    Y producida la caída de “los dos imperialismos que, a su manera, se inspiraron en este utilitarismo universal y quisieron construir una civilización, es decir, el nacional-socialismo y el marxismo leninismo, el camino está expedito para que el imperialismo anglosajón se afirme en lo que hoy se ha dado en llamar la globalización (64). De este modo, “ésta será la ideología imperante capaz de generar una nueva civilización” (...) “el secularismo ha hecho posible la aparición de una sociedad laica sobre la que se apoya el actual proceso de globalización (65).

    5. CONCLUSIÓN: LA SEGUNDA VENIDA COMO ESPERANZA DE REALIZACIÓN CRISTIANA
    El Padre Sáenz ha señalado que “la unión de las naciones en grupos regionales, primero, y después, en un solo imperio mundial, sueño fascinante del mundo de hoy, no puede realizarse sino por Cristo o contra Cristo”, agregando que lo que se puede hacer sólo con la ayuda de Dios, y que de hecho Dios hará al final, conforme está prometido, febrilmente intenta el mundo moderno construirlo al margen del designio divino, orillando a Dios, abominando del antiguo proyecto de unidad que se llamó cristiandad, y violentando incluso la naturaleza humana, con la supresión intentada de la familia y de las patrias. En frase categórica de Castellani: ‘todo lo que hoy día es internacional, o es católico o es judaico’(66).
    En la situación en la que se desarrolla hoy día la historia de la humanidad, la actualidad del pensamiento del querido e inolvidable Padre Castellani se reafirma en su importancia. El Padre Leonardo “ha hecho con sus libros sobre la esjatología un servicio relevante a la cultura religiosa” (67) y, como consecuencia del mismo, un aporte imprescindible para la comprensión de nuestros tiempos históricos.
    Escribió el padre, en una carta, que “aguantar estos tiempos tan malos, e incluso alegrarse en lo posible por haber sido creado en ellos” debía ser la actitud propia de nosotros los cristianos, agregando: “puede que el Cristo no esté lejos. Pero yo por todas partes oigo ayes y veo ruinas; y algunos días la carga de este mundo me parece insoportable. Más no lo es, de hecho” (68).
    Y en la misma misiva, más adelante, agregaba: “puse arriba: ‘puede que Cristo no esté lejos’. Es falta de fe. Creo positivamente que está cerca; y no puedo pensar lo contrario sin ir contra mi conciencia, contra el temor de Dios. Pensar que la Iglesia y el mundo puedan ir adelante mucho tiempo tal como están ahora, me parece impío. O todas las Escrituras que nos dejó Cristo son un engaño, o vamos con rapidez vertiginosa a la última lucha; para la cual conviene sin cesar pedir auxilio a Dios. Toda bendición de Dios implica una maldición, porque el mundo odia a los que son de Dios. Lo que puede hoy el mundo, la violencia de su odio oculto y ‘las tinieblas que han caído sobre la tierra’ (como dijo el Papa) son cosas de no creer” (69).
    Y en otra misiva, expresa que “estamos viviendo en un mundo sin caridad, que rezuma odio, hostilidad o indiferencia al prójimo por todos sus poros: ‘sine afectione, absque faédere, sine misericordia’ como decía San Pablo del mundo pagano. ‘Sin piedad, sin lealtad y sin afecto. Creo que así no puede seguir el mundo, y se tiene que disgregar, si no viene un remedio milagroso” (70).
    Y respecto a nuestra Patria, el Padre Castellani veía el proceso de disolución desacralizadora en marcha, expresando dolidamente: “siento como quizá ningún otro en el país la correntada del mundo adversa al ‘que quiere vivir píamente en Cristo Jesús’ debajo de las apariencias de una Nación aparentemente Cristiana” (71). Y esto escrito en el año 1954. ¿Qué diría hoy nuestro ermitaño urbano, de haber vivido la “apertura democrática”, los desgobiernos de Alfonsín, Menem y De la Rúa, la avalancha pornográfica, el permisivismo moral, el encumbramiento de Sodoma y Gomorra en Buenos Aires y su proyección en toda nuestra Patria, la claudicación absoluta y aceptada de nuestro rol político internacional, en suma, el real abandono de nuestras raíces hispano-católicas, en aras de un sedicente “nuevo orden mundial”, presentado como “única salida” para el pueblo argentino?.
    Hoy como nunca la labor ciclópea del Padre Castellani se evidencia como un faro indicador de nuestro compromiso y de nuestra militancia. Porque el realismo de sus análisis teológicos nos da la única respuesta válida para los interrogantes acuciantes de estos tiempos. En Castellani están las respuestas, porque Castellani supo interpretar la voz de Dios. De ahí que su insistencia en la importancia del Libro del Apocalipsis para la vivencia del cristiano, sea insoslayable. Castellani vio al Apokalypsis como el libro de la consolación: consolador y escrito para consuelo de los Cristianos” (72). Sí, el Apokalypsis es un libro consolador y escrito para consuelo de los cristianos.
    Y el Padre Castellani supo expresarlo bella y rotundamente: “El Apocalipsis es un libro de esperanza: incluso la predicación de cosas tremendas –junto a la seguridad de esquivarlas para los fieles- es para dar ánimo, y deyección no; dado que esas cosas ya están entre nosotros, o en su ser propio o en su posibilidad y aprensión. Un impío argentino ha escrito que es un libro ‘de amenazas feroces y júbilos atroces’, Ha leído mal, si es que ha leído el libro. ‘Blasfemat quod ignorat’” (73).
    Y contundentemente, señala nuestro querido Castellani: “Después de mucho tiempo, el Apocalipsis se me convirtió en un alivio. Es un librito de esperanza en último término. El talante del Cristianismo no es el pesimismo; menos aún es el optimismo beato de la Filosofía Iluminística, el famoso ‘progreso indefinido’. La profecía cristiana nos da una posición que está por encima de esos dos extremos simplistas, en donde caen hoy todos los que no tienen el sello de Dios en sus frentes’. El mundo va a una catástrofe intrahistórica que condiciona un triunfo extrahistórico; o sea una trasposición de la vida del mundo en un tras-mundo; y del tiempo en un supertiempo; en el cual nuestras vidas no van a ser aniquiladas y luego creadas de nuevo, sino –como es digno de Dios- transfiguradas ellas todas por entero, sin perder uno solo de sus elementos” (74).
    Frente al proyecto del “nuevo orden mundial”, Castellani nos lo ha proféticamente definido en sus esencialidades perversas. Estamos frente a la gran herejía de nuestro tiento, y Castellani la puso ante nuestros ojos, desnudando toda su malignidad y soberbia. Y esta herejía se configura como la negación o el olvido de la segunda venida de Jesucristo, para implantar una sedicente salvación intramundana, inmanente, perversa y, como tal, cristofóbica. Castellani vio claramente que el proyecto inmanentista y su culto ínsito en la utopía del “progreso indefinido” se excluyen esencialmente; por eso nos decía de Kierkegaard que “su pensamiento total es netamente parusíaco o 'apocalíptico' -o antiprogresista. No solamente no cree en el dogma del progreso inevitable, sino que siente hacia él un desprecio absoluto” (75).
    Terminemos con las palabras de nuestro querido Padre Castellani, que nos resume magníficamente la realidad de nuestra esperanza cristiana. Nos decía el Padre Castellani: “Cristo debe volver. Debe volver pronto. Y a medida que su retorno se aproxima, por fuerza se deben hacer más claras las promesas de sus santos y las visiones de sus videntes. Volverá no para ser crucificado por los pecados de muchos, sino a juzgar a todos, no como cordero de Dios, sino como Rey del siglo futuro. Volverá para poner a sus enemigos de alfombra a sus pies, a restaurar y restituir para su Padre todas las cosas, arrojado de ellas y amarrado el príncipe de este mundo; volverá en el clímax de la más horrenda lucha religiosa que han visto los siglos, en el ápice mismo de la gran apostasía y de la tribulación colectiva más terrible después del diluvio, cuando sus fieles esté por desfallecer y esté por perecer toda carne. Volverá vincens ut vincat, como un rayo que surgiendo de oriente se deja ver en occidente, para arrebatar a él en los aires a nosotros los últimos, los que quedamos, los reservados in adventum domini, que hemos sufrido más que Job, creído más que Abraham, y esperando más que Simeón y Ana” (76).
    Postdata de un “castellanista”, en nombre de todos los “castellanistas”: usted sigue con nosotros, querido Padre Castellani. Muchas gracias. Muchas gracias, Padre Leonardo, por lo trasmitido, por su ejemplo, por su amor, por, esencialmente, su “teología impecable”.

    ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

    (1) P. FUENTES, MIGUEL ÁNGEL, El Perfil Teológico, en el Número Extraordinario dedicado al R.P. Leonardo Castellani de la Revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, nro. 36, Julio/Setiembre 1994, p. 23.


    (2) Ib., pp. 23-24.

    (3) CASTELLANI, LEONARDO, El Apokalysis de San Juan, Ed. Dictio, Bs. As., 1977, p. 145.


    (4) CASTELLANI, LEONARDO, Cristo ¿vuelve o no vuelve?, Ed. Paucis Pango, Bs. As., 1951, p. 13.


    (5) Ib., p. 13.

    (6) Ib., p. 14.

    (7) P. SAÉNZ, ALFREDO, El fin de los tiempos y seis autores modernos, Ediciones Gladius, Bs. As., 1996, p. 320.

    (8) P. CASTELLANI, LEONARDO, El apokalipsis de San Juan, o.c., p. 148.

    (9) Ib., Crítica literaria. Notas a caballo de un país en crisis (VIII. Hugo Wast, 666), Ed. Dictio, Bs. As., 1974, p. 302.

    (10) P. FUENTES, MIGUEL ANGEL, o.c., p. 26.

    (11) CASTELLANI, LEONARDO, Conversación y crítica filosófica, Ed. El Ermitaño Urbano, Bs. As., 1986.

    (12) En su "nota lingüística” del Apokalypsis de San Juan, Castellani nos dice: "¿Por qué escatológico con j? Porque así debe ser. Hay dos palabras morfológicamente parecidas en español: escatológico, que significa pornográfico -de scatos, griego, que significa excremento- y esjatológico, que significa noticia de lo último -de ésjaton, lo último-, las cuales son confundidas hoy día por descuido o ignorancia o periodismo, incluso en los diccionarios (Espasa, Julio Casares); de modo que risueñamente el Apóstol San Juan resulta ser un escritor ¡pornográfico o excremental! Yo hago buen uso: si el buen uso se restaura, mejor; si no, paciencia. Poco cuidado con nuestra lengua se tiene hoy día" (p. 313).

    (13) P. FUENTES MIGUEL ANGEL, o.c., p. 27.


    (14) CASTELLANI LEONARDO, Los papeles de Benjamín Benavides, Ed. Dictio, Bs. As., pp. 425-426, novela que constituye una auténtica "teología de la historia".

    (15) P. CASTELLANI, LEONARDO, nota a la traducción y adaptación que hizo del libro del Padre Florentino Alcañiz, La Iglesia Patrística y la Parusía, Ed. Paulinas, Bs. As., 1962, p. 31.

    (16) Ver P. FUENTES, MIGUEL ANGEL, o.c., pp. 28 y ss., ensayo que se constituye, junto con el libro precitado del Padre Alfredo Sáenz (v. nota 7), en obras de consulta ineludible para la profundización del pensamiento del Padre Castellani respecto a la cuestión apocalíptica. Nos declaramos plenamente deudores de los profundos y brillantes estudios de ambos autores, que nos dilucidaron con su claridad expositiva muchas dudas y confusiones, como así también nos ratificaron en nuestras opiniones, respecto a una correcta interpretación del pensamiento del Ermitaño Urbano.


    (17) Ver nota 5.

    (18) P. CASTELLANI, LEONARDO, Cristo ¿vuelve o no vuelve?, o.c., p. 53.
    (19) Ib., o.c., p. 174.

    (20) Ib., El Apokalipsis de San Juan, o.c., p. 305.

    (21) P. FUENTES, MIGUEL ANGEL, o.c., p. 27.


    (22) Ver P. CASTELLANI, LEONARDO, El Evangelio de Jesucristo, (Homilías del Domingo vigésimo cuarto y último después de Pentecostés, y del Domingo primero de adviento, según el misal tradicional) Ed. Dictio, Bs. As., 1977, pp. 390-405. Existe también una reciente edición, la quinta, realizada por Ed. Vórtice, Bs. As., 1997, pp. 319-331.

    (23) P. FUENTES, MIGUEL ANGEL, o.c., p. 29.

    (24) P. CASTELLANI, LEONARDO, Los papeles de Benjamín Benavides, o.c., p. 61.

    (25) Ib., p. 51.


    (26) P. FUENTES, MIGUEL ANGEL, o.c., pp. 29-30.

    (27) P. CASTELLANI, LEONARDO, Cristo ¿vuelve o no vuelve?, o.c., p. 178.

    (28) P. FUENTES, MIGUEL ANGEL, o.c., p. 30.

    (29) P. CASTELLANI, LEONARDO, ib., p. 15.


    (30) Ib., p. 15.

    (31) Ib., p. 15.

    (32) Ib., pp. 15-16.
    (33) Ib., p. 16.


    (34) RATZINGER, JOSEF, Cardenal, Informe sobre la fe, BAC Popular, Madrid, 1985, p. 87.

    (35) Ib., p. 100.

    (36) P. CASTELLANI, LEONARDO, Cristo ¿vuelve o no vuelve?, o.c., p. 16.

    (37) HÖLDERLIN, FIEDRICH, Hyperion, I, 1.
    (38) P. CASTELLANI, LEONARDO, Cristo ¿vuelve o no vuelve?, o.c., p. 15.

    (39) Ib., p. 14.

    (40) P. CASTELLANI, LEONARDO, Los papeles de Benjamín Benavides, o.c., pp. 45 y ss.

    (41) Ib., p. 47.


    (42) P. CASTELLANI, LEONARDO, San Agustín y nosotros, Ediciones JAUJA, Mendoza, Argentina, 2000, p. 11 (esta obra reúne las conferencias que el Padre Castellani dio en el teatro del pueblo de Buenos Aires en el segundo semestre de 1954, en ocasión del 16mo. Centenario de San Agustín).

    (43) Ib., pp. 27-28.

    (44) P. CASTELLANI, LEONARDO, El Apokalypsis de San Juan, o.c., p. 282.

    (45) P. CASTELLANI, LEONARDO, El Apokalypsis de San Juan, o.c., p. 155.

    (46) Ib., o.c., pp. 248-249.

    (47) P. CASTELLANI, LEONARDO, El Apokalypsis de San Juan, o.c., p. 282.


    (48) P. CASTELLANI, LEONARDO, San Agustín y nosotros, o.c., pp. 158-159.

    (49) P. SÁENZ, ALFREDO, El Hombre Moderno. Descripción Fenomenológica, Ediciones Gladius, Bs. As., p. 208.

    (50) P. Fr. FOSBERY, ANÍBAL E., La Cultura Católica, Ed. Tierra Media, Bs. As., 1999, p. 471.

    (51) Ib., p. 492.


    (52) Ib., pp. 492-493.

    (53) Ib., p. 697.

    (54) KISSINGER, HENRY, La Diplomacia, Edit. Fondo de Cultura Económica, Méjico, 1996, pp. 11-12.

    (55) P. Fr. FOSBERY, ANÍBAL E., o.c., p. 698.

    (56) Ib., p. 698.

    (57) KISSINGER, HENRY, o.c., p. 15.


    (58) P. Fr. FOSBERY, ANÍBAL E., o.c., p. 703.


    (59) DÍAZ ARAUJO, ENRIQUE, Del mundo en que vivimos, en Revista Cabildo, 3ra. Época, Año I, Nro. 8, Junio-Julio 2000, pp. 25-26.

    (60) P. Fr. FOSBERY, ANÍBAL E., o.c., p. 433.

    (61) Ib.

    (62) Ib., p. 434.

    (63) Ib., p. 435.

    (64) Ib., p. 437.

    (65) Ib., p. 438.

    (66) P. SÁENZ, ALFREDO, El fin de los tiempos y seis autores modernos, o.c, pp. 370-371.


    (67) Ib., p. 373.

    (68) P. CASTELLANI, LEONARDO, 24 CARTAS, editado por Víctor Tiraboschi, Córdoba, 1999, p. 18.

    (69) Ib., p. 19
    .(70) Ib., p. 49.

    (71) Ib., p. 53.

    (72) P. FUENTES, MIGUEL ANGEL, o.c., p. 36.


    (73) P. CASTELLANI, LEONARDO, El Apocalipsis de San Juan, o.c., pp. 64-65.

    (74) Ib., p. 126.

    (75) P. CASTELLANI, LEONARDO, De Kierkegaard a Santo Tomás de Aquino, Ed. Guadalupe, Bs. As., 1973, p. 175.

    (76) P. CASTELLANI, LEONARDO, El Apocalipsis de San Juan, o.c., pp. 74-75.



    http://members.fortunecity.es/mariab...apokalysis.htm

  6. #6
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    Re: el fin de los tiempos

    Si tú no crees en el Apocalipsis - con mayúscula -, Aliocha, es tu problema. Si crees que nos vamos a quedar aquí para siempre... dime tú ¿quién es más iluso?

    Aquí somos católicos no esas paranoias que tú citas, así que no compares, hombre.
    " el pueblo español fue y es antidemocrático, y para no serlo fue capaz de librar la gran guerra de la Independencia, las tres carlistas y la última guerra de Liberación. Esta fue y es la realidad histórica, quieran los demócratas o no; lo confiesen o no."
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    " volad a las Armas, incorporaos con los defensores de la más justa y Sagrada Causa; podréis así salvar vuestra vida, a vuestra familia de la mendicidad, y hacer ver a la Nación entera que sois Cristianos Católicos, y que los Gallegos de la generación presente son, como los de las pasadas, leales a su legítimo Monarca "
    Proclama carlista do capitán de partida Modesto Varela (1838)

  7. #7
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    Re: el fin de los tiempos

    Cita Iniciado por edwardocerdanya Ver mensaje
    La lectura del N.T. nos permite constatar que los evangelistas tenían ya en su momento la misma percepción que tenemos nosotros hoy, y que se equivocaron.
    Salvo que sus palabras tengan un significado hermético que escape a la comprensión semántica del texto bíblico esta constatación puede ser aceptada fácilmente.

    Todos lo creían:

    PEDRO nos dice en su primera epístola (1.17 a 20)

    Si llamáis “Padre a Dios, que juzga a cada cual según sus hechos y sin hacer diferencia entre unas personas y otras, debéis mostrarle reverencia durante todo el tiempo que viváis en este mundo. Pues Dios os ha rescatado de la vida sin sentido que heredasteis de vuestros antepasados; y sabéis muy bien que el costo de este rescate no se pagó con bienes corruptibles, como el oro o la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, ofrecido en sacrificio como un cordero sin defecto ni mancha. Cristo había sido destinado para esto desde antes de la creación del mundo, pero en estos tiempos últimos ha aparecido para vuestro bien.

    Y mas lejos, en la misma epístola

    Ya se acerca el fin de todas las cosas. Por eso, sed juiciosos y dedicaos seriamente a la oración. 8 Haya sobre todo mucho amor entre vosotros, porque el amor perdona muchos pecados 9 Recibíos unos a otros en vuestras casas, sin murmurar de nadie 10 Como buenos administradores de los diferentes dones de Dios, cada uno de vosotros sirva a los demás según el don que haya recibido

    Qué pena que no haya seguido leyendo la epístola de SAN Pedro, no de "Pedro", (se ve que es Vd protestante ¿no?, aquí todos somos católicos, ya lo sabrá) para leer esto tan atinado y tan consolador :

    Carta II de San Pedro, capítulo 3:

    1 Esta es ya, queridos, la segunda carta que os escribo; en ambas, con lo que os recuerdo, despierto en vosotros el recto criterio.
    2 Acordaos de las predicciones de los santos profetas y del mandamiento de vuestros apóstoles que es el mismo del Señor y Salvador.
    3 Sabed ante todo que en los últimos días vendrán hombres llenos de sarcasmo, guiados por sus propias pasiones,
    4 que dirán en son de burla: "¿Dónde queda la promesa de su Venida?
    Pues desde que murieron los Padres, todo sigue como al principio de la creación".
    5 Porque ignoran intencionadamente que hace tiempo existieron unos cielos y también una tierra surgida del agua y establecida entre las aguas por la Palabra de Dios,
    6 y que, por esto, el mundo de entonces pereció inundado por las aguas del diluvio,
    7 y que los cielos y la tierra presentes, por esa misma Palabra, están reservados para el fuego y guardados hasta el día del Juicio y de la destrucción de los impíos.
    8 Mas una cosa no podéis ignorar, queridos: que ante el Señor UN DIA ES COMO MIL AÑOS Y MIL AÑOS COMO UN DIA.
    9 No se retrasa el Señor en el cumplimiento de la promesa, como algunos lo suponen, sino que usa de paciencia con vosotros, no queriendo que algunos perezcan, sino que todos lleguen a la conversión.
    10 El Día del Señor llegará como un ladrón; en aquel día, los cielos, con ruido ensordecedor, se desharán; los elementos, abrasados, se disolverán, y la tierra y cuanto ella encierra se consumirá.
    11 Puesto que todas estas cosas han de disolverse así, ¿cómo conviene que seáis en vuestra santa conducta y en la piedad,
    12 esperando y acelerando la venida del Día de Dios, en el que los cielos, en llamas, se disolverán, y los elementos, abrasados, se fundirán?
    13 Pero esperamos, según nos lo tiene prometido, nuevos cielos y nueva tierra, en lo que habite la justicia.
    14 Por lo tanto, queridos, en espera de estos acontecimientos, esforzaos por ser hallados en paz ante él, sin mancilla y sin tacha.
    15 La paciencia de nuestro Señor juzgadla como salvación, como os lo escribió también Pablo, nuestro querido hermano, según la sabiduría que le fue otorgada.
    16 Lo escribe también en todas las cartas cuando habla en ellas de esto. Aunque hay en ellas cosas difíciles de entender, que los ignorantes y los débiles interpretan torcidamente - como también las demás Escrituras - para su propia perdición.
    17 Vosotros, pues, queridos, estando ya advertidos, vivid alerta, no sea que, arrastrados por el error de esos disolutos, os veáis derribados de vuestra firme postura.
    18 Creced, pues, en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. A él la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.

  8. #8
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    Re: el fin de los tiempos

    Esto no lo digo con el ánimo de ofender pero de todas maneras soy escéptico, con las predicaciones apocalípticas. Soy escéptico, porque a lo largo de la historia de la humanidad, han habido varias épocas trastornadas y en todas han predicado el fin del mundo, pero en ninguna de esas épocas ocurrió nada. Los grupos que predican el apocalipsis, como dije antes pareciera que tuvieran buenas intenciones, pero en el fondo son grupos totalitarios y coercitivos. Pero tampoco yo afirmo dogmáticamente que no existe el apocalipsis, porque tal vez eso ocurra algún día, pero va a ser en un abrir y pestañear de ojos. Carl Jung dijo que el apocalipsis, es un arquetipo que podría cumplirse, porque lo llevamos en nuestra mente y si vivimos pensando que ocurrirá, es muy probable que se cumpla.

    No piensen mal de mí ustedes, porque yo tengo una muy buena opinión de la iglesia católica. Pienso que de todas las iglesias cristianas, la de ustedes es la que más se acerca a la verdad. Ustedes a diferencia de los protestantes, son amables para predicar su mensaje y tienen ideas razonables de amor al prójimo y solidaridad, que es lo que ha hecho que se mantengan vivos hasta ahora. Los adventistas, testigos de jehová y otras sectas, si persisten en sus prédicas apocalípticas es muy probable que en 100 años más desaparezcan como religión y la cristiandad occidental vuelva a ser una sola. Así que sean optimistas, porque en algunos siglos más todas estas sectas van a desaparecer, y los cristianos van a volver a estar unidos.

    Aliocha.

  9. #9
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    Re: el fin de los tiempos

    Gracias por vuestra acojida a este tema de la parusie. No insistiré más sobre el hecho de que los evangelistas apreciaron mal los signos de la llegada de Jesús. A mi entender los textos que he citado son lo suficientemente claros para, a mi entender, que cualquier estudioso de la biblia lo vea por si mismo.

    Es un sujeto capital. La segunda venida de Jesús la esperamos todos. Pero no será una persona fisica que vendra (siempre a mi entender) sino una fuerza de amor y justicia que limpiará nuestros seres del mal. Por eso podrá ser vista por todos al mismo tiempo.

    No moriremos todos ni será el fin de la raza humana, sino al contrario un salto hacia el conocimiento y acercamiento a Dios de nuestra especie. Tanbién comparto la posibilidad de que Jesús ya esté aquí con nosotros y que en realidad su esencia nunca nos ha abandonado. Acordaros que dijo que si dos o tres estabamos reunidos en su nombre El estaría entre nosotros.

    Lo dificil es dejar atrás la idea de que la biblia es infalibre y contar sólo con El. Para mi Jesús no es una religión sino un SER que nos guia, nos proteje y nos enseña.Las religiones son cosas de hombres. Que hayan echo falta no lo niego, pero hoy ya se ve que las religiones sirven , o han servido, intereses puramente humanos, personales. Y loque es peor retrasan el avance de muchos.

    Gracias de nuevo por haberme permitido exponer mis ideas. Comprendo ahora que sois un grupo de personas muy cercanas a la iglesia catolica y no volveré a molestaros con mi forma de ver Jesús.

    Que la paz de Jesús este siempre con nosotros sea cual sea nuestra manera de comprenderlo. Lo esencial es el AMOR que el cristianismo respira.
    gracias
    edwardo

  10. #10
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    Re: el fin de los tiempos

    Lenguaje. Lección I. Las mayúsculas.

    Se escriben con mayúscula
    Cita Iniciado por Aliocha Ver mensaje
    iglesia católica seacerca a la verdad cristiandad
    y
    Cita Iniciado por edwardocerdanya Ver mensaje
    biblia
    Lección II. Semántica.

    Cita Iniciado por edwardocerdanya Ver mensaje
    Para mi Jesús no es una religión
    Pues claro que NSJC no es una religión, ni tampoco es un SER, ¿tanto os cuesta llamarle Dios?

    Cita Iniciado por Aliocha Ver mensaje
    Ustedes a diferencia de los protestantes, son amables para predicar su mensaje y tienen ideas razonables de amor al prójimo y solidaridad, que es lo que ha hecho que se mantengan vivos hasta ahora.
    Sí, de hecho el C. Vaticano II ha sido lo mejor que nos ha pasado. La amabilidad fue el pilar de la Reconquista, la Contrarreforma, etc.
    " el pueblo español fue y es antidemocrático, y para no serlo fue capaz de librar la gran guerra de la Independencia, las tres carlistas y la última guerra de Liberación. Esta fue y es la realidad histórica, quieran los demócratas o no; lo confiesen o no."
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  11. #11
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    Re: el fin de los tiempos

    Como en otros campos de discusión, aunque más bien de especulación, desde los primeros tiempos ha inquietado el Apocalipsis de San Juan. En nuestros días, con tanto sincretismo, con tantísima apostasía, con el resurgimiento de prácticas paganas absurdas, y con el concurso de ciertos medios mal llamados de comunicación, es frecuente en demasía la especulación frívola del tema. Es una frivolización el hecho de que ciertas revistas, ("Más Allá", "Enigmas" y otras similares), especulen morbosamente exponiendo titulares escandalosos y llenando unas páginas con las mismas cretinidades siempre. Y ello para incrementar las tiradas de ventas, pues esas revistas bajo su pretendida máscara de denunciantes de "conspiraciones" del Poder, subyace la realidad más cruda: sólo son un negocio, y amorales a veces.

    Los mismos personajes que se foguean en tales revistas llegan a lograr el montaje y exhibición de programas televisados, cuando no de la realización de películas de pésimo gusto con un exceso de "casquería" en sus escenas.

    Por supuesto, de todo ello se aprovechan toda una laya de personajes, personajillos y personajetes, algunos pertenecientes al "mundillo rosáceo de la caspa", hacen sus negocietes, montan sus estudios de supersticiones diversas en los que "pasan consulta" y cobran por tales "servicios".

    Pero esto es la imagen del folklore urbano que hay montado en una sociedad hastiada de todo y que necesita de emociones fuertes. Sin embargo, los católicos no podemos dejarnos llevar de semejantes fanfarrias, y deberían imitarnos o callarse el resto de grupos que se autodenominan cristianos.
    Para empezar, habría que establecer un clara delimitación entre Fin del Mundo y Fin de los Tiempos. Y no es que yo sea un lumbreras que hago semejante distinción por un puro razonamiento metafísico. Sencillamente recuerdo que así están diferenciados en el Nuevo Testamento.

    El Fin del Mundo ya se ha producido varias veces, y no me refiero a las consecuencias del Diluvio. El Nacimiento de Nuestro Señor ya fue el fin
    del mundo anterior a Su Venida. De no haber esperanza alguna trajo la Nueva Alianza, el perdón y la promesa de la resurección en Dios para los que lo aman y se someten a su Voluntad.

    También lo hubo con la decadencia de Roma, los cambios fueron extraordinarios y eso de que no lo percibieron habría que preguntárselo a quienes los fueron viviendo. Generalmente solemos tener tendencia a juzgar los tiempos y los hechos desde la perspectiva de nuestro modo contemporáneo de pensar. Ha habido desastres monumentales, ¿qué han sido los siglos precedentes? ¿Qué significó la II GM, acaso no ha significado el fin de un mundo y el surgimiento de otro?

    Otra cuestión es que Cristo, Nuestro Señor habrá de venir después de que Satanás haya estado suelto durante mil años, haya venido el Anticristo y se produzca la gran apostasía. ¿Y qué estamos viviendo? En cuanto a su momento, sólo El Padre lo sabe, además, en el lenguaje críptico del Apocalipsis de San Juan hay muchas metáforas retóricas, por lo que no debemos parecernos a los falsos profetasy echadores de cartas, intentando averiguar lo que hay en la Mente de Dios.

    Y otra cuestión es el Fin de los tiempos, los cuales muy bien podríamos interpretar desde la Cosmología y, por tanto, se puede referir al final de la existencia de La Tierra y del sistema solar, o en un sentido más amplio al final del Universo. Personalmente me inclino más por la segunda posibilidad, ya que la existencia del Cosmos está íntimamente unida al Tiempo.

  12. #12
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    Re: el fin de los tiempos

    NOVA HESPAÑA
    dices : "Pues claro que NSJC no es una religión, ni tampoco es un SER, ¿tanto os cuesta llamarle Dios?"

    Tocas un punto capital, pues sé que Jesús es como Dios, pero a cuanto a 90%, 99%,100%...

    El nos dice de rezar a Dios
    Que sólo hay un bueno ( Dios claro está)
    Que es el padre que le ha dado lo que tiene.
    Que sólo el padre conoce la hora del Apocalipsis.

    Podemos dudar de la Santa Trinidad y continuar siendo buenos cristianos?

    A mi parecer que se creea o no en la SantaTrinidad no nos impide ser discipulos de Jesús. No creo que ese punto de teologia sea una de las cosas importantes que Jesús nos pide.

    Nos pide más bien ser generosos, valientes,amar todo lo que sepamos y podamos, ser sinceros con El, para que pueda llevarnos al Cielo más facilmente. Y otras cosas que tenemos en los 7 pecados capitales por ejemplo, osea cosas que representan un cambio en nuestra personalidad, en nuestra conducta, una disciplina un esfuerzo.

    Saludos

  13. #13
    Avatar de Nova_Hespaña
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    Re: el fin de los tiempos

    Cita Iniciado por edwardocerdanya Ver mensaje
    NOVA HESPAÑA
    dices : "Pues claro que NSJC no es una religión, ni tampoco es un SER, ¿tanto os cuesta llamarle Dios?"

    Tocas un punto capital, pues sé que Jesús es como Dios, pero a cuanto a 90%, 99%,100%...

    El nos dice de rezar a Dios
    Que sólo hay un bueno ( Dios claro está)
    Que es el padre que le ha dado lo que tiene.
    Que sólo el padre conoce la hora del Apocalipsis.

    Podemos dudar de la Santa Trinidad y continuar siendo buenos cristianos?

    A mi parecer que se creea o no en la SantaTrinidad no nos impide ser discipulos de Jesús. No creo que ese punto de teologia sea una de las cosas importantes que Jesús nos pide.

    Nos pide más bien ser generosos, valientes,amar todo lo que sepamos y podamos, ser sinceros con El, para que pueda llevarnos al Cielo más facilmente. Y otras cosas que tenemos en los 7 pecados capitales por ejemplo, osea cosas que representan un cambio en nuestra personalidad, en nuestra conducta, una disciplina un esfuerzo.

    Saludos
    Aquí somos católicos, no interpretamos las Escrituras a nuestro antojo, así que no vengas a defender posturas heterodoxas aquí. Lee e infórmate, que la Verdad te hará libre.
    " el pueblo español fue y es antidemocrático, y para no serlo fue capaz de librar la gran guerra de la Independencia, las tres carlistas y la última guerra de Liberación. Esta fue y es la realidad histórica, quieran los demócratas o no; lo confiesen o no."
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  14. #14
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    Re: el fin de los tiempos

    Cita Iniciado por edwardocerdanya Ver mensaje
    NOVA HESPAÑA
    dices : "Pues claro que NSJC no es una religión, ni tampoco es un SER, ¿tanto os cuesta llamarle Dios?"

    Tocas un punto capital, pues sé que Jesús es como Dios, pero a cuanto a 90%, 99%,100%...

    El nos dice de rezar a Dios
    Que sólo hay un bueno ( Dios claro está)
    Que es el padre que le ha dado lo que tiene.
    Que sólo el padre conoce la hora del Apocalipsis.

    Podemos dudar de la Santa Trinidad y continuar siendo buenos cristianos?

    A mi parecer que se creea o no en la SantaTrinidad no nos impide ser discipulos de Jesús. No creo que ese punto de teologia sea una de las cosas importantes que Jesús nos pide.

    Nos pide más bien ser generosos, valientes,amar todo lo que sepamos y podamos, ser sinceros con El, para que pueda llevarnos al Cielo más facilmente. Y otras cosas que tenemos en los 7 pecados capitales por ejemplo, osea cosas que representan un cambio en nuestra personalidad, en nuestra conducta, una disciplina un esfuerzo.

    Saludos

    Esto es sincretismo se mire por donde se mire. Dios es UNO y TRINO: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y Jesús es Hijo de Dios y Dios mismo, puesto que es la Segunda Persona de la Trinidad Santa. Y, desde luego, si rezas el Credo tienes las palabras exactas en la plegaria: "nacido no creado de la misma naturaleza que el Padre", o aquellas mismas palabras de Jesús también son muy claras: "quien me ve a Mi, ve la Padre". Así que no se puede uno llamar cristiano y decir que se duda de que Cristo sea Dios.

    Dudar de la Trinidad es un anatema amigo y un gravísimo pecado contra Dios, pues es dudar de Él mismo y no hay tantos por ciento que valgan. Tú verás, puedes preguntar, puedes pedir que se te vaya orientando correctamente, pero esta Web es declaradamente católica, es decir, no es un foro de discusión entre creyentes de distintas corrientes, de diferentes creencias o entre creyentes y no creyentes.

  15. #15
    Jorge_Carrillo está desconectado Proscrito
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    Re: el fin de los tiempos

    Cita Iniciado por edwardocerdanya Ver mensaje
    NOVA HESPAÑA
    dices : "Pues claro que NSJC no es una religión, ni tampoco es un SER, ¿tanto os cuesta llamarle Dios?"

    Tocas un punto capital, pues sé que Jesús es como Dios, pero a cuanto a 90%, 99%,100%...

    El nos dice de rezar a Dios
    Que sólo hay un bueno ( Dios claro está)
    Que es el padre que le ha dado lo que tiene.
    Que sólo el padre conoce la hora del Apocalipsis.

    Podemos dudar de la Santa Trinidad y continuar siendo buenos cristianos?

    A mi parecer que se creea o no en la SantaTrinidad no nos impide ser discipulos de Jesús. No creo que ese punto de teologia sea una de las cosas importantes que Jesús nos pide.

    Nos pide más bien ser generosos, valientes,amar todo lo que sepamos y podamos, ser sinceros con El, para que pueda llevarnos al Cielo más facilmente. Y otras cosas que tenemos en los 7 pecados capitales por ejemplo, osea cosas que representan un cambio en nuestra personalidad, en nuestra conducta, una disciplina un esfuerzo.

    Saludos
    Creo que corres el riezgo de convertirte en Mormón,Testigo de Jehova, Adventista del Septimo Día, Unitarianista o hermano de la Luz del Mundo. Ni siquiera los protestantes evangélicos llegan tan lejos.

    Te recomiendo que Leas el primer cápítulo del evangelio de San Juan:

    1 In principio erat Verbum, et Verbum erat apud Deum, et Deus erat Verbum.
    2 Hoc erat in principio apud Deum.
    3 Omnia per ipsum facta sunt, et sine ipso factum est nihil, quod factum est;

    En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas" (Jn. 1:1-3).

  16. #16
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    Re: el fin de los tiempos

    La Religión, mal entendida, no es más que una forma de antropismo que nada de respeto por Dios tiene.

    La Religión no se trata, per prius, del autoperfeccionamiento, y de "producir cambios positivos" en uno. Eso dejémoslo a revistas como las citadas anteriormente.

    La Religion es la forma mediante la cual los hombres realizamos los actos de latría que le son debidos a Dios, de modo que se intenta saldar la deuda insalvable que tenemos para con Él, el ser y la continuidad en el mismo. Es una virtud componente de la justicia, que consiste en "darle lo suyo a Dios".
    ¿Qué importa si nos perfeccionamos o no? No es un tema de "una disciplina" o de "un esfuerzo". Esa "religión inmanentista", con enfásis en el hombre, es sólo una deificación indirecta del propio ego.

    En la Religión, lo que importa es darle a Dios el trato que se merece, el máximo de los honores, el mayor de los respetos. Ello implica que no es posible decir que "ese punto de Teología sea una de las cosas importantes que Jesús nos pide". Dios nos dió todo, y lo más cercano a lo justo al respecto es darle todo (lo posible), lo que implica respetarlo en cuanto a su ser, en cuanto a lo que nos ha Revelado de Sí. Dios es Uno y Trino, y no da lo mismo admitirlo o rechazarlo.

    Es, además, una falta a la virtud teologal de la Caridad, que nos mueve a amar a Dios por sobre todas las cosas, y al prójimo como a uno mismo, por amor a Dios.
    Hay que tener claro que el amor al prójimo es una consecuencia, no un antecedente.
    ¿Dará lo mismo, respecto del amor a Dios, reconocerlo Uno y Trino, que no hacerlo? Pues no se puede amar lo que se desconoce ("nihil volitum, nisi praecognitum"), y por tanto, no da lo mismo. Además, ello implicará que, en caso de amar al prójimo, se hará desordenadamente y por tanto, será un amor que no perfecciona, sino que incluso, envilece, por estar torcido contra la Caridad (por eso la deificación del hombre es pecado, porque se ama al prójimo, pero no a causa del amor a Dios, luego, se le ama desmedidamente).

    ¿Dirías que amas a tu hijo, si ni siquiera sabes si es hombre o mujer? ¿Será lo mismo decir Francisco que Francisca? ¿Le dará lo mismo a tu hijo (a)? Claramente no. A Dios tampoco. Dios es Uno y Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Quien lo niega, niega a Dios, y quien niega a Dios, comete uno de los más graves pecados que un hombre pueda cometer.

  17. #17
    Eduardo Luis Blanco está desconectado Miembro graduado
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    Re: el fin de los tiempos

    Confunde usted el Fin de los Tiempos con el Fin del Mundo. Cosa muy habitual para la gente poco informada. Mucha gente aún cree que eso del Apocalipsis de San Juan se refiere al Fin del Mundo cuando lo cierto es que en realidad no se habla casi nada sobre el Fin del Mundo. Pero sí de cosas que ocurrirán.
    Cuando se habla sobre algo que sucederá antes del fin del mundo, no quiere decir que sea el día antes, ¡hombre! todo lo que ocurra partir de mañana sucederá antes del fin del mundo.
    No tienen nada que ver. El Fin de los Tiempos es un periodo de la humanidad desde el punto de vista religioso estará marcado por la apostasía, el desorden moral , económico y social del mundo y una gran crisis en la Iglesia Católica. También parece por grandes catástrofes naturales. Vendrá en un momento álgido de la humanidad. Algo así como ! niños ! cambiad u os cargaís el planeta. También se dice que habrá una señal clara de Dios para rectifiquemos.( A mi suena que estamos entrando en ese periodo).
    A usted y a mí el fin nos llegará bastante antes del fin del mundo.
    A los de Siria les llega todos los días. No creo que estén muy preocupados por ello.

  18. #18
    Avatar de Valmadian
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    Re: el fin de los tiempos

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    En San Pedro ("la venida del Señor") podemos leer:

    "Es que voluntariamente quieren ignorar que en otro tiempo hubo cielos y hubo tierra, salida del agua y en el agua asentada por la palabra de Dios; por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en el agua, mientras que los cielos y la tierra actuales están reservados por la misma palabra para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los impíos...

    Pero vendrá el día del Señor como ladrón, y en él pasarán con estrépito los cielos y los elementos, abrasados, se disolverán, y asimismo la tierra con las obras que en ella hay."


    San Pedro 3, 5-7 y 10.

    Fin del mundo y fin de los tiempos, son momentos distintos cada uno de ellos asociados a una determinada situación. Y sin necesidad de recurrir a interpretaciones diversas del Apocalipsis que, en efecto, no hay porque tomarlo sólo como destrucción, aunque la avisa, ya Malaquías, o en Números, Isaías y Ezequiel lo anticipan. En cualquier caso, es un tema muy controvertido que ha tenido muchas lecturas de muy diversa índole.
    Hyeronimus dio el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

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