LAS RAZONES QUE TUVO LA IGLESIA PARA CONDENAR LA DEVOCIÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA
Traducción del sermón escrito por Mons. Patrick Pérez, publicado en TRADITION IN ACTION
Queridos fieles, hoy quiero dedicar unas pocas palabras sobre la devoción de la Divina Misericordia. Recibo muchas preguntas sobre esta materia todos los años, y ahora quiero darles una dirección sobre el particular. Como referencia estoy usando un informe de la revista Ángelus (Junio de 2010). Esta investigación fue hecha por el P. Peter Scott. Partiendo de que él ha provisto mucho de lo que necesito para el sermón, ‘me quito el bonete’ ante el P. Scott.
La devoción de la Divina Misericordia fue relanzada por Juan Pablo II. Durante su largo pontificado, él definió un día de fiesta en honor de esta devoción. Durante su homilía en la canonización de Sor Faustina, en Abril 30 de 2000, declaró que en adelante, el segundo domingo de Pascua se llamaría Domingo de la Divina Misericordia.
La fiesta de la Divina Misericordia fue instaurada por Wojtyla tras canonizar a Sor Faustina en 2000.
Consecuentemente, cada año en el Domingo siguiente a la Pascua, que es llamado El Pequeño Domingo -en Latín es llamado Domingo de Blanco, Dominica in Albis-, me hacen esta pregunta, “Padre, ¿por qué nosotros no celebramos el Domingo de la Divina Misericordia?”
Ahora, la respuesta fácil sería, “No lo celebramos porque no está en el calendario tradicional”. Pero, entonces, la fiesta de Padre Pío (23 de Septiembre) tampoco está en el calendario tradicional, pero nosotros la celebramos. Nosotros procedemos como lo indica el Común de la Misa, que seguimos al honrar a santos recientemente canonizados. De manera que, la pregunta retorna: ¿Por qué nosotros no celebramos el Domingo de la Divina Misericordia?
Padre Pío, uno de los santos más venerados por la Resistencia, no aparece en el Calendario Litúrgico tradicional. Pero no obsta que se hagan misas votivas en su honor.
He analizado las oraciones de la devoción de la Divina Misericordia y no les he encontrado ningún error. Pero hay algo equivocado en lo que rodea esta nueva devoción.
Tengo conocimiento de que hay personas, posiblemente algunos de los aquí presentes, que han recibido favores por hacer la devoción de la Divina Misericordia. Ello no significa necesariamente que esta devoción viene del Cielo.
Recordemos: Dios siempre escucha nuestras oraciones. Siempre recibirás alguna gracia por tus oraciones. Por ejemplo, imagina que vas de peregrinación a la tumba de algún santo. Haces el peregrinaje y piensas que te arrodillarás ante la tumba correcta para venerar a ese santo. Sin embargo, imagina que no fue sepultado en ese cementerio, pero sí en alguna iglesia cercana. A pesar de esto, Dios te concede favores por tu esfuerzo y tu deseo de honrarle a Él y hacer reparación por tus pecados.
Quien ora con fe, y se esfuerza por ser agradable a Dios, recibe las bendiciones que la Divina Majestad considera para su santificación.
Tú hiciste el peregrinaje; no te irás sin la gracia. Dios no asume una actitud de “Bueno, tú estás en la tumba equivocada. Lo siento, viajaste 6.000 millas (10.000 kilómetros) para nada y no recibirás nada”. No, Dios siempre responderá tus oraciones. Así, por favor, recuérdalo cuando oigas a la gente diciendo: “Bien, he recibido favores de esta devoción”. Esto no significa en sí mismo que esta devoción viene del Cielo. Ciertamente, todas las mercedes vienen del Cielo. Pero quizás, esta devoción no.
CONDENAS A LA DEVOCIÓN
¿Qué está mal en la devoción de la Divina Misericordia?
Primero, cuando esta devoción fue analizada por Pío XII, él no estaba preocupado con las oraciones de la devoción, pero sí con las circunstancias de las autoproclamadas apariciones a Sor Faustina y su contenido. Esto es, le preocupaba lo que supuestamente Nuestro Señor le dijo a Sor Faustina y cuánto de ésto se hizo público.
La devoción de la Divina Misericordia se basa en los supuestos mensajes de “Jesús” a Sor Faustina Kowalska (compatriota de Wojtyla), entre 1931 y 1938.
Entonces, Pío XII, ubicó esta devoción, incluyendo las apariciones y escritos de Sor Faustina en el Index Librorum Prohibitorum (Índice de Libros Prohibidos). Esta lista no existe más, desde que fue abolida oficialmente por Pablo VI el 14 de Junio de 1966. Por una parte, es desafortunado que no exista. Pero por otro lado, si esta lista todavía existiera hoy, sería tan extensa que ocuparía toda una sala. Prácticamente, todo cuanto se escribe hoy, tendría algo que pudiera ser contrario a la Fe Católica.
El Índice de Libros Prohibidos era un catálogo que señalaba qué literatura (profana o religiosa) era contraria a la Fe Católica. (Portada del Índice para las Españas e Indias, impreso en Sevilla en el año 1682).
Así, Pío XII puso los escritos de Sor Faustina en el Índice de Libros Prohibidos. Significa que él consideró que su contenido podía conducir a los Católicos en la dirección incorrecta.
Pío XII consideró la obra de Sor Faustina como algo contrario a la Fe Católica, por causa de las “apariciones” y mensajes que ella recibió.
Luego, vinieron otras prohibiciones hechas por Juan XXIII. Dos veces en su pontificado, el Santo Oficio condenó en sendas oportunidades los escritos de la Divina Misericordia.
Hoy el Santo Oficio es llamado Congregación para la Doctrina de la Fe. Pero antes se llamaba el Santo Oficio de la Inquisición. Su nombre ha cambiado por varios años.
El Santo Oficio de la Inquisición (hoy llamado Congregación para la Doctrina de la Fe), era el órgano eclesial encargado de preservar la pureza de la Ortodoxia y la transmisión del Dogma de la Fe.
Esta oficina -bajo el control directo del Papa- era responsable de mantener la pureza de la Doctrina y, consecuentemente, vigilar la diseminación de los documentos en la Iglesia.
Si el Papa quería corregir a los fieles sobre un punto particular, usualmente lo hacía por medio del Santo Oficio. De este modo, las proclamaciones, declaraciones y documentos provenientes del Santo Oficio podían verse como provenientes del Papa mismo.
No fue una vez, sino dos veces durante Juan XXIII, que esta devoción en particular fue condenada por el Santo Oficio. La primera condena vino en una reunión general realizada el 19 de Noviembre de 1958. La declaración del Santo Oficio presentó tres conclusiones sobre esta devoción:
- No hay evidencia del origen sobrenatural de estas revelaciones. Esto significa que los miembros del Santo Oficio analizaron el contenido y decidieron que no había nada que indicara que dichas apariciones eran sobrenaturales. En una aparición auténtica (por ejemplo, Nuestra Señora de Lourdes o Nuestra Señora de Fátima), puedes mirar el contenido y afirmar que puede no haber dicho nada definitivamente de que sean de origen divino, pero hay suficiente evidencia para decir que es posible que lo sean. Contrario sensu, en las apariciones de la Divina Misericordia, ellos dijeron que definitivamente no hay evidencia fehaciente de que éstas sean sobrenaturales. En pocas palabras, “No pensamos que estas apariciones vengan de Dios”.
- No se debe instituir la fiesta de la Divina Misericordia. ¿Por qué? Porque si se basa en apariciones que no vienen de Dios, entonces podría ser apresurado y temerario instituir en la Iglesia una fiesta basada en una falsa aparición.
- Está prohibido difundir imágenes y escritos dedicados a propagar esta devoción bajo la forma descrita por Sor Faustina. Aún, está prohibido presentar públicamente la imagen de Nuestro Señor con la advocación de la Divina Misericordia.

De la devoción de la Divina Misericordia según Sor Faustina, el Santo Oficio prohibió hacer referencia durante 30 años. De Juan Pablo II, que liberó a los dos primeros, ahora se difunde su imagen. ¿HASTA CUÁNDO?
Quizá todos ustedes hayan visto esta imagen, aunque sea de paso, y quizá la conozcan y la distingan. Muestra una extraña imagen de Jesús que me causa desasosiego. Realmente no puedo decirles por qué. No me gusta. No me gusta la cara, ni los gestos, ni la postura, no me gusta para nada. Esa fue mi primera impresión ante esta imagen. No la quiero cerca por eso (a falta de un mejor término), me asusta el verla.
La imagen tiene rayos multicolores, pienso que son como rojos, blancos y azules, y vienen de la región del pecho -no del corazón-. Todos ustedes la han visto. Bueno, esa es la imagen de la que se prohibió su publicación o su propagación.
Esta fue la primera imagen en la que Sor Faustina dijo ver a Jesús como “de la Divina Misericordia” (aunque lo que inspira es miedo). Imagen que fue censurada por el Santo Oficio en 1958 y en 1959 (al igual que las versiones posteriores).
El 6 de Marzo de 1959, el Santo Oficio presentó un segundo decreto por orden de Juan XXIII. Una vez más, prohibió la difusión de las imágenes de la Divina Misericordia y los escritos de Sor Faustina que propagaran esta devoción. También dispuso que los Obispos decidieran qué medidas serán necesarias para remover las imágenes que ya habían sido dispuestas para la veneración pública.
Aún, el mismo Juan XXIII condenó la devoción a la Divina Misericordia. Y ordenó que en las diócesis se eliminaran las imágenes que estuvieran para la veneración pública.
No necesito ahondar mucho sobre esas declaraciones. Dos Papas alertaron fuertemente a los fieles sobre el peligro que entraña esa devoción. Pío XII la puso en el Índice; Juan XXIII emitió dos condenas por medio del Santo Oficio sobre el peligro espiritual que esta devoción conlleva a los fieles. Sobre esto, basta lo ya dicho.
PRINCIPAL ERROR: SE PRESENTA UNA MISERICORDIA INCONDICIONAL
Permítanme hacer una comparación:
Consideremos la verdadera imagen de Cristo, Nuestro Salvador. Probablemente, la más segura representación de Él y la más rica simbólicamente, después del Crucificado, es la imagen del Sagrado Corazón, porque la imagen de Nuestro Señor con el Sagrado Corazón representa toda la Teología de la Redención.
El Sagrado Corazón de Jesús contiene todo el Misterio de la Redención. Además, se distinguen el Halo de Su divinidad y el Corazón (y la mano derecha -claramente llagada- dando una bendición).
MILES CHRISTI: LAS RAZONES QUE TUVO LA IGLESIA PARA CONDENAR LA DEVOCIÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA
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