Traspasaron sus Manos, sus Pies y su Sagrado Corazón; la Corona de espinas rodea su Corazón, que arde de amor por los hombres. Este es el precio que Él Pagó, el Sacrificio que hizo por nuestra Redención. Él se ofrece a Sí mismo por el ardiente amor hacia nosotros, pese al hecho de que nosotros somos creaturas ingratas y rebeldes hacia nuestro Creador. Pensemos en ello. Él nos creó y Le clavamos en la Cruz aún pensando que Él era Dios e inocente de toda culpa. De esta forma, el Sagrado Corazón representa todo esto.
En las imágenes del Sagrado Corazón, Él apunta a esta fuente simbólica de su amor y misericordia para nosotros. Las devociones al Sagrado Corazón siempre suponen la reparación por nuestros pecados. Somos pecadores, debemos hacer reparación. A pesar de la promesa de Nuestro Señor y el hecho de que Él pagó un precio infinito para nuestra Redención, nosotros debemos hacer reparación. Deberíamos hacer siempre penitencia por causa de nuestros pecados y hacer varias resoluciones para reparación.
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús implica un sentido de reparación por los pecados (que fue la causa por la que Nuestro Señor fue crucificado).
Ahora, consideren la imagen de Nuestro Señor representando la Divina Misericordia. Esta es una imitación del Sagrado Corazón (pero sin el corazón). Si analizan con atención, ustedes notarán que en la imagen no hay corazón. Sólo unos simples rayos que salen de algún punto en medio de Su pecho. Esto simboliza el error de la devoción de la Divina Misericordia. Predica que podemos esperar una misericordia incondicional sin ninguna contraprestación, sin ningún precio, sin ninguna obligación. Ese no es el mensaje de Cristo.
La imagen de la Divina Misericordia (imitación conciliar del Sagrado Corazón), NO TIENE CORAZÓN. Saluda en ademán de decir “HOLA”, sin Llagas ni nada que recuerde la Pasión.
Cristo es misericordioso. Vez tras vez, Su misericordia perdona nuestros repetidos pecados en el Sacramento de la Penitencia (la Confesión), siempre nos devuelve el estado de Gracia sin tener en cuenta qué tan graves son nuestros pecados. ¿Y qué sucede en el Sacramento de la Confesión? El mismo nombre del Sacramento nos presenta lo que sucede: se requiere la Penitencia para la eficacia del Sacramento. En el Saramento no sólo reconoces tu plena sumisión a la Iglesia y tu dependencia de los Sacramentos para obtener el perdón, pero debes salir del confesionario con una penitencia impuesta.
La Confesión conlleva la Penitencia (o Satisfacción de obra), como elemento necesario para su eficacia.
Tal vez recuerdes desde este púlpito que no sólo debes cumplir plenamente esa penitencia (la que te impone el confesor); debes hacer continuamente penitencia, tu propia penitencia. No es sólo hacer una parte del Rosario y decir: “Bien, ya cumplí mi penitencia. Ahora, seguiré alegremente mi camino”. Debes tener siempre el espíritu de penitencia por tus pecados pasados; y debes vivir con ese espíritu.
El error central de la Divina Misericordia es que promete muchas recompensas espirituales sin requerir penitencia de ninguna clase, sin necesidad de reparación, ni cualquiera otra condición.
Una de las promesas de la devoción de la Divina Misericordia dice: “Por medio de esta imagen colmaré a las almas con muchas gracias, por eso, que cada alma tenga acceso a ella”. Pero, ¿cómo podemos merecer sin conversión?
Desafortunadamente, esto corresponde muchísimo con lo que Juan Pablo II en su encíclica Dives in misericordia. Yo no le recomendaría leer esto a ninguno de ustedes, excepto a los que estén más preparados, porque en ella hay cosas muy desorientadoras. En ella resuena esta misericordia sin precio, dones del Cielo sin requisitos, Misericordia de Dios sin mencionar ninguna clase de penitencia o reparación de pecados.
Juan Pablo II propagó y apoyó la devoción tres veces prohibida. Rehabilitó a Sor Faustina e instituyó la Fiesta de la Divina Misericordia.
Anticipándose a esa encíclica de Juan Pablo II, en 1978, el prímerísimo año de su pontificado, se puso a mover la canonización de Sor Faustina y la institución de la fiesta del Domingo de la Divina Misericordia. Como dije anteriormente, tanto los escritos de Sor Faustina y la idea de instituir la Fiesta de la Divina Misericordia habían sido prohibidos y condenados por dos Papas.
PRESUNCIÓN EN LOS ESCRITOS DE SOR FAUSTINA
Los escritos de la monja polaca Sor Faustina sobre sí misma, pubicados en Inglés en 2007, presentan una actitud que da motivos para preocuparse. La obra contiene 640 páginas y transcribe supuestas apariciones y mensajes frecuentes de Nuestro Señor.
Este tratado de directrices supuestamente provenientes de Nuestro Señor a Sor Faustina tiene algunas cosas que para un pensamiento correcto Católico, son difíciles de aceptar, por decir lo mínimo. Lo ejemplificaré con unas pocas citas de sus escritos.
El 2 de Octubre de 1936, ella declara que el “Señor Jesús” se le apareció y le dijo: “Ahora, sé que no me amas por las Gracias ni por los dones, sino porque mi Voluntad te es más querida que la vida. Por eso Me uno a ti tan estrechamente como a ninguna otra criatura”. (La Divina Misericordia en mi alma, el diario de Sor Faustina, Stockbridge, Massachusets: Prensa Mariana, 1987, p. 288)
¡DIOS MÍO! ¿CUÁNDO SE VIO TANTA JACTANCIOSIDAD? En el Diario de sor Faustina. “Jesús” llega a llamarla: “Amada perla de mi Corazón”, “Tu amor es más puro que el de los ángeles” “Por tu causa bendigo al mundo”
¿Cómo podemos creer que Nuestro Señor está unido más estrechamente con Sor Faustina que con la Santísima Virgen María? En primera instancia, podríamos leerlo y decir: “Oh, es hermoso”. Pero más tarde, preguntamos “Espera un poco ¿Nuestro Señor está unido más estrechamente con Sor Faustina que ninguna otra criatura? Nuestra Señora, Inmaculada desde la Concepción, pero también criatura de Dios, fue creada por Él como el resto de nosotros, excepto en la posición elevadísima que Ella ostenta por haber sido preservada del Pecado Original desde el primer instante”.
La única criatura en plena comunión con Jesús desde la eternidad es LA VIRGEN MARÍA. Las otras criaturas, reciben a Jesús por medio de María.
¿Y ahora ellos esperan que creamos que Nuestro Señor le dijo a Sor Faustina que Él está unido a ella mucho más que nadie, aún más que la Santísima Virgen María, y ciertamente más que todos los santos? Esta afirmación peca de soberbia en sí misma, destruyendo la teoría de que ésta proviene del Cielo.
Este tipo de presunción aparece en muchos otros lugares de su obra.
Supuestamente, Nuestro Señor se dirigió a ella el 23 de Mayo de 1937, con estas palabras: “Perla amada de mi Corazón”. Me parece que esto es pura zalamería. Miren cómo le habla Nuestra Señora a Sor Lucía o a Santa Bernarda Soubirous. No les dice “perla amada de mi Corazón”. Es imposible imaginarse a Nuestro Señor con un lenguaje tan empalagoso. Nuestro Señor es Cristo Rey, Creador del universo, y Dominador de todo lo que en él contiene. A nadie se le dirige Él como “perla amada de mi Corazón”.
A ningún vidente, la Virgen nunca los ha llamado “Perla amada de mi Corazón”, SINO “Hijo mío”, o “Sierva mía”. ¿Y qué se le deja a Cristo? ¿O a Yahveh Dios?
Déjenme continuar. Entonces dice: “Veo que tu amor es tan puro; más puro que el de los Ángeles, y aún más porque perseveras en la lucha. Por tu causa, Yo bendigo al mundo”. (ibid., p. 400) Primero que todo, excepción hecha de la Santísima Virgen María, nosotros no somos preservados del pecado original, por lo tanto, no somos capaces de un amor más puro que los Ángeles.
Aparte, lo de bendecir al mundo, puede ser lindo. Si nosotros tuviéramos un verdadero santo en el mundo, entonces Nuestro Señor nos concedería bendiciones por ese santo. Por tanto, mi objección no va por esta vía.
Mi objeción es que esta revelación fue en 1937; y el mundo estaba en los albores de la II Guerra Mundial, de la que Sor Lucía había sido advertida por Nuestra Señora en Fátima: Si Rusia no era consagrada, y el hombre no se convertía, entonces un gran desastre sobrevendría a la humanidad por su mal proceder y por sus pecados.
Sor Faustina anunció una era de paz y bendición. Pero lo que hubo fue una gran guerra. Polonia fue el primer país en sucumbir ante las armas nazis. (Entrada del III Ejército Alemán en Varsovia, 17 de Septiembre de 1939)
En ese momento, veríamos que el desastre iba a descender del Cielo, pero Nuestro Señor le dijo a Sor Faustina que “Por tu causa, Yo voy a bendecir al mundo”. ¿Acaso fue la II Guerra Mundial una bendición para el mundo? Dado que su nativa Polonia no pudo salir ilesa de la invasión alemana, no se vería como que Él bendijera el mundo.
Otro ejemplo: Sor Faustina reclama que Nuestro Señor le dijo que ella sería exenta del Juicio, de todo Juicio -el Juicio particular y el Juicio Universal-. El 4 de Febrero de 1935, ella dijo escuchar esta voz en su alma: “Desde hoy no tengas miedo del Juicio de Dios, ya que no serás juzgada” (ibid., p. 168).
Ahora, nadie excepto la Santísima Virgen, según entiendo, está libre del Juicio particular ni del Universal. Santo Tomás de Aquino, según un relato piadoso, tuvo que arrodillarse en el Purgatorio antes de ir al Cielo. No sé sobre esto, pero es una lección para nosotros de que nadie está exento de cualquier forma de Juicio.
Está escrito: “Se estableció a los hombres que se muere una sola vez, y luego viene el Juicio” (Hebreos IX, 27).
Añádase a estos ejemplos la presuntuosa afirmación de que la Hostia saltó fuera del Tabernáculo tres veces y aterrizó en sus manos, luego de que ella tratara de devolverla abriendo la puerta del Tabernáculo: “Y la hostia salió del Tabernáculo y vino a descansar en mis manos, y yo, con alegría, la puse de vuelta en el Tabernáculo. Oucrrió por segunda vez, e hice exactamente lo mismo. A pesar de esto, sucedió por tercera vez” (ibid., p. 23). Esto se oye como un hámster que sale de su jaula “Oh, no, ahí está de nuevo. Tendré que devolverlo ahora”.
¿Cuántas veces la Iglesia ha declarado que las manos de un sacerdote están consagradas para tomar las Sagradas especies; y qué clase de lección estarían dándole al mundo con este ejemplo de la Hostia cayendo en sus manos para que ella misma la devuelva por sí misma al Tabernáculo?
¿No será que Sor Faustina quería, además de instituir la fiesta de la Divina Misericordia, la comunión en la mano?
Nuestro Señor no contradice a su Iglesia ni con palabras ni con obras. Y esto podría ser un poco de ambas cosas. Ella relató lo sucedido, pero en sí mismo, este gesto pudiera significar que Nuestro Señor contradice la Presencia Real y todo lo que ésta representa.
UNA FALTA DE ESPÍRITU CATÓLICO
En resumen, toda la devoción de la Divina Misericordia no representa el espíritu del Católico. El espíritu del Católico es de hacer constante reparación en penitencia de nuestros pecados, pedirle a Dios sus dones y gracias, para obtener su Misericordia en esta vida.
Permítanme concluir diciendo que el trasfondo de esta devoción es cuestionable. Justamente no debe instituirse una devoción particular con su propio día de fiesta basado en algo que fue condenado por muy buenas razones en el pasado reciente.
Cuando miramos las oraciones de la devoción de la Divina Misericordia, ellas son perfectamente ortodoxas. No hay nada herético o presuntuoso en esas oraciones. Pero es necesario recordar las razones por las que ha sido condenada y que si nosotros no reconocemos el Domingo de la Divina Misericordia es por su pasado, no por el contenido de las oraciones.
No hay problema en rezar las oraciones de la Divina Misericordia. El problema está en que ¡ESTA DEVOCIÓN FUE CENSURADA POR EL CONTEXTO EN QUE SE DESENVUELVE!
Es muy importante conocer esto, porque es una de las cosas que fueron traídas de vuelta en tiempos modernos habiendo sido condenadas en el pasado. Y este no es un caso del cambio de mentalidad de la Iglesia, sino el de un representante de la Iglesia haciendo algo que no debió hacer.
+ Mons. Patrick Pérez
21 de Abril de 2013
MILES CHRISTI: LAS RAZONES QUE TUVO LA IGLESIA PARA CONDENAR LA DEVOCIÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA
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