Lástima que no se llegara a materializar. Otra habría sido la suerte de los nativos, con los que se hicieron auténticas barbaridades, y hoy en día sería un país católico donde no se hablaría ese inglés tan rudo y tosco de Australia. No olvidemos tampoco que portugueses y españoles ya habían estado en tierras australianas mucho antes que Cook y compañía.
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