Cuando, durante los años de configuración del actual Estado autonómico, los parlamentarios albaceteños decidieron que su provincia quedaría incluida en la comunidad de Castilla-La Mancha, algunos municipios de la misma manifestaron su desacuerdo con la nueva adscripción regional, y, rompiendo la disciplina de partido, se declararon partidarios de permanecer en la región de la que habían formado parte desde hacía siglos, que no era otra que Murcia.
Destaca por su relevancia el caso de Hellín, segunda ciudad de la provincia, cuyo Ayuntamiento aprobó el 7 de diciembre de 1980 una moción desfavorable a la autonomía castellano-manchega y manifestando su preferencia por integrarse en Murcia. El concejal representante de UCD explicó que «Nuestra comarca natural ni es manchega ni es castellana y tiene muy claras sus peculiaridades socio-económicas y geográficas, por ser parte integrante de la cuenca del Segura».
También en diciembre de 1980, otros municipios como Villaverde de Guadalimar, Povedilla, Villapalacios o Socovos se mostraron partidarios de su integración en la autonomía murciana. El Ayuntamiento de este último aprobó otra moción el 5 de diciembre de 1980, según la cual «Esta villa, por sus costumbres, manera de hablar, situación geográfica, así como por la Historia, siempre ha permanecido más ligada a la Región de Murcia-Albacete que a la de la Mancha, y ya no digamos nada a la de Castilla, de la que la capital más cercana de este municipio dista por lo menos 250 km. Con nuestra histórica Región de Murcia, Socovos tendría más ventajas en el ámbito cultural, sanitario, comercial, etc.». Las actas de todos estos acuerdos se conservan todavía en el Archivo del Congreso de los Diputados.
Jarique
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