Yo estuve, aunque por la difícil situación económica por la que atravieso me limité más bien a pasear por el real de la Feria, disfrutando del alegre ambiente de esta ciudad efímera que dura una semana.
La Feria de Abril se celebra desde 1847, siendo en su origen una feria de ganado, y la Feria por la que Sevilla es mundialmente conocida fue idea de un concejal catalán y otro vasco. Los cientos de miles de farolillos de papel (que en las fotos del blog no se ven porque la lluvia los destrozó) se empezaron a utilizar en 1877, pero al principio tuvieron una función meramente decorativa porque hasta 1833 no empezaron a tener una bombilla eléctrica en su interior.
Los farolillos de día...
...y de noche.
A cualquier hora del día o de la noche, la Feria está llena de movimiento. Es mejor ir por la mañana porque no hay tanta aglomeración de gente como en las últimas horas de la tarde y por la noche hasta la madrugada, ya que la mayoría de los sevillanos hacemos nuestra vida normal y el comercio y las oficinas siguen abiertos y la gente trabajando. Hasta un millón de personas pueden estar en un día en la Feria, claro está que no todas al mismo tiempo, sino repartidas a lo largo del día.
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