El presente trabajo es un ejemplo de lo que algunos llaman por ahí "microhistoria". El autor, mi amigo y Maestro, D. Manuel Fernández Espinosa, ha trazado en este artículo los orígenes del Carlismo en Torredonjimeno, provincia de Jaén. Fue publicado hace años en la revista local que dirige D. Manuel Fernández Espinosa.
D. Manuel Fernández Espinosa es profesor de Historia de la Filosofía y diplomado en Ciencias Religiosas. Director de la Revista ÓRDAGO y, como pueden comprobar los lectores, un gran propagador de la Causa.
En este artículo ahonda en las raíces del carlismo en Torredonjimeno (antigua Tosiria).
Espero que sea del interés de los lectores y, después de preguntarle a D. Manuel sobre su disposición, incluso me ha autorizado la publicación de este artículo. Lo que me pregunto es: ¿No será esta la historia que no nos quisieron contar de más de un pueblo de nuestra bienamada Patria...
LA MILICIA DE VOLUNTARIOS REALISTAS DE TORREDONJIMENO: EL GERMEN DEL CARLISMO TOSIRIANO.
Por Manuel Fernández Espinosa, licenciado en Filosofía.

CUANDO LAS SACRISTÍAS ERAN LAS OFICINAS DE SU MAJESTAD EL REY.
Allá por el año 1823 los partidarios de Fernando VII comenzaron a fortalecer la vuelta del rey al poder absoluto. Después de tres años en los que el liberalismo había imperado, los absolutistas (también llamados realistas), apoyados por los Cien Mil Hijos de San Luis al mando del Duque de Angulema, habían logrado devolver el poder absoluto al monarca después de pasearse por la península sin sufrir ni un rasguño y entre vítores populares, en Torredonjimeno parece que hubo un enfrentamiento vecinal cuando algunos vecinos quisieron derribar la lápida constitucional ante la proximidad de las tropas absolutistas y de los Cien Mil Hijos de San Luis que estaban próximas a la villa, en Martos los disturbios supusieron al parecer doce muertos (1).
El gobierno liberal había sido nefasto para el pueblo. La experiencia del Trienio Liberal (el Trienio Ominoso, según los realistas) había sido toda una lección para los españoles: inseguridad ciudadana, vejámenes e impuestos conformaban la mala gestión de una minoría de españoles que secundaban las modas revolucionarias de Europa. Durante este período histórico en que hizo furor el liberalismo, el Alcalde Primero Constitucional de Torredonjimeno había sido el Sr. D. Juan Manuel de Osorio que sería destituido de su cargo con la vuelta del rey absoluto.
El 1 de Octubre de 1823 el rey Fernando VII y su esposa desembarcaban en el Puerto de Santa María: comenzaba la Década Patriarcal (para los liberales Década Ominosa.) Pero los liberales no habían desaparecido de la escena española. Aunque algunos de ellos habían tomado el camino del exilio, la gran mayoría pasó a la clandestinidad, para, desde ella, conspirar contra el Trono y el Altar (contra la monarquía y la Iglesia.) El rey pedía la colaboración de todos los súbditos para desbaratar las intrigas de los enemigos del Estado, y así se procedió a sanear la sociedad, buscando infatigablemente a los liberales desafectos a Fernando VII, para su inmediata purificación (mediante cárceles y ejecuciones.)
En el Archivo Parroquial de la Iglesia Mayor de San Pedro Apóstol de Torredonjimeno he encontrado una carta manuscrita -emitida por la Real Chancillería de Granada-, cuyo destinatario era el prior de San Pedro Apóstol. En aquellos entonces ocupaba la rectoría de San Pedro Apóstol el freyle del hábito de Alcántara, D. Benito de Boza y Arjona, designado por S.M. el Rey. El documento constituye un testimonio inédito, y lo reproduzco íntegramente. Dice así:
"Conviene al mejor servicio del Rey N. S. (Nuestro Señor) se sirva V. (Vos) informar reservadamente si el Alcalde mayor y demás individuos de que se compone el Ayuntamiento de esta Villa tienen la Opinión Pública de afectos a S. M. (Su Majestad) o si son omisos o apáticos en el desempeño de sus funciones; si entorpecen la organización de la Milicia Voluntaria Realista, o no persiguen las Máximas Revolucionarias y dispensa favor a los Autores: y últimamente si en el caso de haber de separar algunos de dichos individuos qué personas podrían substituirlos que estén adornadas de las buenas cualidades de que aquellos carezcan.
Espero que V. por su notorio amor a S. M. y su Absoluto Gobierno, y por la justa confianza con que me dirijo a solicitar su informe delegara con la brevedad, distinción y claridad posible haciendo en esto uno de los mejores y más importantes servicios a S.M. y al Estado.
Dios guarde a Vuestra Merced y a Torredonjimeno
6 de Octubre de 1824.
Rafael Ansaldo -rubricado.
"(2)
La carta es elocuente y da pruebas de la inquietud existente en el gobierno de Fernando VII por la actividad revolucionaria, a la vez que se requiere la información solvente del representante más afecto del clero de la villa para cerciorarse de la buena marcha de la cosa pública en Torredonjimeno. Ignoro la forma en que se hicieron llegar las informaciones que se demandaban, si es que se enviaron, y si, en caso de enviarse, costó a alguna persona la baja en la Corporación Municipal, pero en las elecciones a empleos por el estado noble de 1825 algunos nobles (como D. Luis María Fernández de Villalta y Horno o D. José Roldán y Porras, entre otros) fueron despojados de sus cargos municipales por sospechárseles partidarios del constitucionalismo. En el caso de D. Luis Mª. Fernández de Villalta parece demostrada su tendencia liberal, dadas sus relaciones con liberales probados de la capital de Jaén como era D. Agustín de Uribe, con cuya hija, Doña Josefa de Uribe y Jódar, el susomentado D. Luis María se casó el año 1829 en la parroquial de San Ildefonso de Jaén (3).
Las Milicias de Voluntarios Realistas a las que alude el documento transcrito constituían la versión absolutista de las Milicias Nacionales (de corte liberal) que durante el Trienio Liberal habían represaliado a los absolutistas, deteniéndolos, confinándolos en prisión política y, muchas veces, aniquilándolos. El espíritu del cuerpo de Voluntarios Realistas lo describe D. Juan Antonio de Zaratiegui, : "Estos cuerpos, [estaban] compuestos en su mayor parte por padres de familia ligados a las obligaciones propias de este estado, y fuera ya de la edad florida, carecían de aquel orden y disciplina que tan necesarios son para pelear y que no pueden hallarse nunca en esta especie de masas armadas, a pesar del grande esmero que ponen en perfeccionarlos las naciones que en el día las tienen; además de que era difícil, si no imposible, el contrarrestar con sólo los batallones de realistas, y bajo el pie [se refiere a la regencia de María Cristina] en que los de España estaban, a las tropas de un ejército bien organizado."(4) Pero a finales de 1823, cuando se envía esta carta a la parroquial de San Pedro, con Fernando VII restablecido en el Trono y todavía en pleno ejercicio de sus facultades, los absolutistas no tenían de por medio el pleito dinástico y todavía no estaban bajo el pie de la reina Mª Cristina y creían llegada la hora de su revancha.
La circular de la Chancillería de Granada también aludía a la formación de esa milicia en la villa tosiriana. Con ella el Ayuntamiento absolutista se dotaba de una fuerza de choque en la lucha contra la revolución liberal. Esta milicia se instituyó en la totalidad del territorio español, y estuvo bajo el mando nacional de D. Carlos María Isidro de Borbón, el hermano de Fernando VII, que luego encabezaría el alzamiento de las fuerzas legitimistas contra el liberalismo. Poco después de 1824, fecha en que se redacta esta carta que hemos reproducido, los Voluntarios Realistas están en activo en Torredonjimeno.

LOS VOLUNTARIOS REALISTAS DE TORREDONJIMENO: LA QUINTA COMPAÑÍA DE CAZADORES.
Nadie se opuso en Torredonjimeno a la consolidación de esta Milicia de Voluntarios Realistas: la voluntad de Fernando VII era muy clara y su gobierno contaba con suficientes recursos legales y contundentes como para contrarrestar cualquier oposición.
Según la circular de la Chancillería de Granada, el cuerpo paramilitar monárquico que se planifica poner en marcha está en gestación en Torredonjimeno en el curso del año 1824. Y, en efecto, de ese año 1824 datan las primeras contribuciones que se destinan para la formación de los Voluntarios Realistas. Miembros del clero de la villa, así como demás vecindario monárquico (hidalgos y labradores), sufragan con sus aportaciones económicas los gastos de este cuerpo armado, creado para sofocar cualquier conato revolucionario.
Los Voluntarios Realistas de Torredonjimeno se encuadraron a efectos administrativos en el Batallón de Voluntarios Realistas de Alcalá la Real, formando en las mismas filas en que se encontraban los absolutistas de Martos, Castillo de Locubín, Alcaudete, Jamilena, Porcuna, Santiago de Calatrava e Higuera de Calatrava. El Batallón, que se denominó Batallón de Alcalá, estaba constituido por seis compañías: dos de granaderos (Alcalá y sus aldeas: Mures, Charilla...) y cuatro compañías de cazadores formadas por los voluntarios del resto de la comarca. Los voluntarios de Torredonjimeno y Jamilena eran la Quinta Compañía de Cazadores de este Batallón de Alcalá.
AL SON DEL TAMBOR SE FIJAN BANDOS.
Es época de ruido de sables y pronunciamientos. Los militares, buena parte de ellos partícipes de las ideas revolucionarias, eran miembros de sociedades secretas como la Masonería o la Sociedad de los Comuneros. Instigados por esos conciliábulos la oficialidad más levantisca daba aquí y allá jaques al poder absoluto, creando una situación inestable.
El 27 de agosto de 1825, el Capitán General del Ejército y Reinos de Granada y Jaén, entonces el hispano-irlandés José O´Lawlor, cursa un bando en que se comunica la rebelión liberal que protagoniza en Brihuega el Mariscal de Campo D. Jorge Bessieres. El 4 de septiembre de 1825, el entonces Intendente Interino de Policía de la Provincia de Jaén, D. Rafael de Marales y Gallegos emite otro bando para comunicar el aplastamiento de la rebelión del liberal Bessieres, así como el apresamiento y ejecución del mismo con sus secuaces en Molina de Aragón. Ambos bandos se publican en Torredonjimeno.
Las conjuras militares y las intentonas de los liberales no cesan en el territorio peninsular. El 27 de febrero de 1826, D. José María de Ampudia y de Grimarest, a la sazón Subdelegado Especial de Gijón e Intendente Interino de Policía de la Provincia, envía otro bando a todas las ciudades, villas y lugares de Jaén comunicando que algunos revolucionarios, refugiados en Gibraltar al calor de las logias masónicas británicas, habían penetrado en territorio español con la intención de asestar un golpe a la monarquía de Fernando VII; el bando viene acompañado de una proclama adjunta en la que en tono eufórico se informa de la captura de los liberales rebeldes. Era por entonces Alcalde Mayor de la villa tosiriana, abogado de los Reales Consejos y Capitán a Guerra por S.M., el Sr. D. Manuel Ivisa y Heredero que los ordena fijar "a son de tambor" en la Plaza Mayor, así como en los sitios acostumbrados de la villa, el 6 de marzo de 1826. Con este bando se publica también el que al día siguiente, 28 de febrero, había mandado el mismo Intendente Interino de Policía al Ayuntamiento tosiriano por el cual se ordenaba: "...que toda persona y corporación que conserve en su poder algunos papeles impresos ó manuscritos relativos á las asociaciones secretas y reuniones patrióticas (5), los entreguen en el término de dos meses...".
La publicación tardía de estos bandos acerca de los rebeldes de Gibraltar, junto con el que invita a la dócil entrega de información confidencial de las sociedades secretas y "patrióticas", encuentra su explicación en el efecto disuasorio que podría causar en la opinión pública la imagen de unas fuerzas absolutistas eficacísimas y arrolladoras, capaces de erradicar cualquier intento de rebelión. (6)
LA VOLUNARIOS DE LA TRADICIÓN.
Los documentos que obran en el Archivo Municipal del Ilmo. Ayuntamiento de Torredonjimeno nos transmiten que los Voluntarios Realistas tosirianos alquilaron unas habitaciones al vecino Juan Manuel Jacinto Castell Lanzas, un jaenero que había fijado su residencia en Torredonjimeno donde se casó con la tosiriana María Teresa Méndez a principios de 1830. La milicias pagaban puntualmente cada primero de mes lo convenido con este particular. En ese inmueble instalaron sus dependencias así como su puesto de guardia. En el año 1830 se consignan algunos movimientos protagonizados por aquellos Voluntarios Realistas tosirianos. Veamos algunos de sus hitos.
El Subteniente de la Quinta Compañía tosiriana de Voluntarios Realistas era D. Pedro Pío Lozano. En los días 7, 8 y 9 de junio de 1830, el comisionado del Iltmo. Ayuntamiento D. Manuel Pérez Cañada, el Cabo de Primera José Mengíbar y el voluntario Felipe de la Chica Mena (este último era oriundo de Castillo de Locubín, y desde 1826 desempeñaba el cargo de organista de San Pedro Apóstol, fundando en 1828 la orquesta municipal) con dos acémilas, se desplazan a Alcalá la Real para pertrechar de armamento, equipos y vestuario a las dotaciones tosiriana y jamilenuda.
En la semana del 13 al 19 de julio de ese mismo año, el mismo Subteniente D. Pedro Pío Lozano con el Cabo de Primera Antonio Gutiérrez y los voluntarios Tomás del Horno, Francisco de Castro, Juan Ibáñez Granadino y Antonio de Castro son enviados a Vilches para evacuar una comisión de informe. La orden procedía del Excmo. Sr. Capitán General.
Los días 2, 3 y 4 de noviembre de 1830 el comisionado municipal, D. Manuel Pérez Cañada, el Sargento de Segunda Francisco Estrella Begara (nos consta que había otro Sargento de Primera, Antonio Ureña Luque) y los voluntarios tosirianos Miguel Montilla Portillo, Francisco Antonio Fernández, José López Arjona y Francisco de Castro Heredia son enviados a Alcalá la Real para conducir los caudales procedentes de arbitrios de la villa de Torredonjimeno y el lugar de Jamilena (7).

TIROTEO EN LA CALLE LAS PARRAS.
Pero los exaltados revolucionarios, aunque con muy mala fortuna, también pretendieron inquietar la pacífica vida de los tosirianos. Una de las más espectaculares intervenciones armadas de los Voluntarios Realistas tosirianos tiene lugar en las mismas calles de la villa tosiriana. El incidente se reseña el 16 de febrero de 1831, y esta vez la noticia la he hallado en el Archivo Histórico Parroquial de San Pedro Apóstol. Para esas fechas, febrero de 1831, el cuerpo llevaba siete años en activo.
Un día de febrero de 1831 dos individuos llegan a Torredonjimeno. Uno responde al nombre de Bartolomé Moreno, (alias) Pierres [a partir de ahora (a) por alias], y es natural de Torredelcampo, pero está avecindado en Fuerte del Rey, donde vivía con su mujer, Juana Guerrero. De su compañero no sabemos ni el nombre, por lo que inferimos que logró escapar. Están de paso, y se hospedan en una casa de vecinos de la calle Las Parras Bajas.
Se desconocen los detalles que condujeron a las suspicacias del vecindario tosiriano, pero algún vecino se huele que los dos forasteros no son trigo limpio, se sospecha que son revolucionarios y, los vecinos de la calle Las Parras Bajas, mostrando absoluta colaboración ciudadana dan parte al comandante de Voluntarios Realistas. El comandante arma inmediatamente una escuadra para capturarlos y tomarles declaración, con el objeto de aclarar el motivo de su estancia en la villa. La escuadra, con sus pantalones rojos, sus casacas, sus morriones, sus fusiles y bayonetas entra en acción. Cuando los Voluntarios Realistas llegan a la calle Las Parras Bajas se conmina a los sospechosos a entregarse, pero los revolucionarios no ceden pacíficamente y abren fuego con sus pistolones sobre los voluntarios, mientras pretenden darse a la fuga en la confusión. En la escaramuza, Bartolomé, (a) Pierres, es abatido a tiros.
Bartolomé, (a) Pierres, es capturado malherido y antes de morir recibirá los Santos Sacramentos. Es probable que el mismo moribundo fuese quien revelara su identidad así como los datos de su esposa y domicilio. No sabemos en qué familia conspirativa figuraría, si en la Sociedad Comunera o en el Carbonarismo, pero el dato de su "alias" no deja lugar a dudas (nótese también el afrancesamiento de su "nombre de guerra") lo que indica su pertenencia a alguna de las sociedades secretas revolucionarias que operaban contra el gobierno absoluto. (8)
TORREDONJIMENO CONTRA LOS SEÑORITOS LIBERALES.
Los Voluntarios Realistas eran hombres afectos a la Monarquía y a la Iglesia, y tenían verdadera devoción por el Infante Carlos María Isidro de Borbón que los capitaneaba a escala nacional. En aquellos entonces los tosirianos que se declaraban monárquicos y católicos no eran una minoría, como demuestra la procedencia social y económica de sus componentes (es probable que algunos de sus miembros fuese gitano, como Francisco de Castro Heredia; pues el apellido Castro figuran en aquellos años en las partidas de desposorios como "cristianos nuevos", calificativo reservado en la transición del siglo XVIII al XIX para los gitanos que comenzaban a cristianarse por aquellos entonces.) En efecto, como han comprendido los investigadores más solventes, así Josep Carles Clemente: "Los sectores populares, y concretamente el campesino medio y pobre, así como los jornaleros y pequeños artesanos, formaron masivamente en las filas carlistas (...)."(9)
Algunos voluntarios realistas estaban emparentados con el personal municipal, así Miguel Montilla Portillo, cuñado del marteño D. Francisco Amador de Fuentes, miembro del Ayuntamiento que, el 23 de febrero de 1818, había contraído matrimonio con una hermana del voluntario realista: Doña Juana Montilla Portillo.
No olvidemos tampoco que los Milicianos Voluntarios Realistas eran sobrevivientes de la Guerra de la Independencia, buena parte de ellos había combatido en ella, por lo que odiaban la Revolución que encarnaban los liberales.
De todo esto resulta comprometido lo que se ha pensado a lo largo de mucho tiempo: que Torredonjimeno era un foco de liberales, lo cual es cuestionado por una copiosa documentación histórica que contradice la visión parcial que por intereses políticos tiende a sobrestimar la presencia y vigor del fenómeno liberal en nuestra localidad. En nuestra población los bandos estarían enfrentados, pero no abundarían los liberales sobre los realistas.
En la primera mitad del siglo XIX, buena parte del vecindario tosiriano autóctono, para más señas el compuesto por el clero de la villa, la hidalguía y el pueblo llano estaba en su mayoría a favor del rey absolutista, mientras que las familias advenedizas (que en cuestión de unas décadas se asientan en la villa) serán las que generalmente sea el vecindario liberal. Esto explica que a la muerte de Fernando VII muchísimos tosirianos pasaran a militar en el bando carlista.
Por otro lado, las familias adineradas y liberales que se domicilian en Torredonjimeno a lo largo del siglo XIX (y que serán los vulgarmente llamados "señoritos") no eran ni tosirianas ni aristocrátas; casi todas estas familias, como es el caso de los riojanos Begué, procedían del norte: de La Rioja, de Cataluña o de Levante (y muchos vinieron huyendo del Maestrazgo, zona dominada por los carlistas.) Muy pronto estos forasteros que representaban la burguesía liberal acrecentaron sus haciendas sin ningún escrúpulo, a costa del patrimonio eclesiásitico desamortizado por los gobiernos liberales, cosa que sería contemplada por nuestros cristianos antepasados como un infame sacrilegio. La misma familia Begué compró en 1842 el antiguo Convento de la Victoria al Estado, estableciendo su residencia en lo que había sido secular morada de los frailes mínimos (10).
Otra cuestión sería analizar el fenómeno que se produce en la segunda mitad de siglo y que aboca a las masas campesinas autóctonas a los movimientos de lucha obrera: anarquismo y socialismo.
Podemos esbozar una hipótesis bien fundada que explique este giro a la izquierda de las masas populares que habían militado en el conservadurismo absolutista, y más tarde carlista: así como en las Provincias Vascongadas los carlistas finiseculares se decantaron, primero, por el foralismo intransigente para luego acabar en el nacionalismo centrífugo, no es descabellado pensar que aquí, en Torredonjimeno, el carlismo popular -una vez derrotado sucesivamente en los campos de combate- se decantara por posiciones que reivindicaran mejoras vitales para el sector campesino, avasallado bajo la bota de esa incipiente clase burguesa, forastera y liberal, que tras desbancar al clero y la hidalguía locales, vino a encarnar la lacra del señoritismo caciquil andaluz. Además habría que considerar que el nacionalismo español centrípeto del siglo XIX es un producto más liberal que tradicionalista, lo que explica que el pueblo tradicionalista y campesino no se sintiera identificado con el patrioterismo español decimonónico de cuño liberal que invocaba a la Patria, mientras acaparaba la riqueza en menoscabo de la Iglesia, oprimía al pueblo llano y eliminaba los fueros de las viejas provincias y reinos de las Españas. Sería estúpido pensar que los jornaleros, por tradicionalista que fuere su mentalidad, cayeran en la demagogia patriotera españolista de los liberales mientras sufrían los abusos de esos "patriotas". Andando el tiempo, la clase burguesa liberal se escoró a la derecha política, mientras que la masa popular, otrora tradicionalista por católica y campesina, pasó a figurar en la izquierda del espectro político.

MARÍA CRISTIANA ME QUIERE SOBORNAR.
Los Milicianos Voluntarios Realistas, fieles al pretendiente D. Carlos, formaban un ejército y constituían por ello un peligro para los planes de la viuda de Fernando VII que, con su amante en la alcoba, quería asegurar el reinado de la pequeña Isabel II. La reina goberandora, doña Mª. Cristina de Borbón, aprovechando una crisis de la enfermedad de su esposo Fernando VII procedió a desactivar los mandos militares más afectos a la causa legitimista de su cuñado D. Carlos, dando también los primeros pasos para desarticular los batallones de Voluntarios Realistas. Según el biógrafo de D. Tomás de Zumalacárregui, D. Juan Antonio de Zaratiegui: "(María Cristina) ...no se atrevió a adoptar medidas rigurosas para combatir el sentido moral de los voluntarios realistas, y menos a manifestarse abiertamente hostil a las grandes masas, pero comenzó a desarmar subrepticia y parcialmente aquellos cuerpos en los lugares retirados y de corto vecindario." (11)
Mª. Cristina de Borbón se vió obligada a pactar con las fuerzas liberales, y los Batallones de Voluntarios Realistas de toda España fueron paulatinamente disueltos por orden suya. Se conminó a los voluntarios a entregar las armas y demás pertrechos, pues desarmándoles creíase evitar el fortalecimiento de la oposición contraria a los planes de la camarilla liberaloide de la viuda de Fernando VII.
El 3 de noviembre de 1833, dos meses después del fallecimiento de Fernado VII (29 de septiembre de 1833) se daba la orden superior con la que se disuelve el Batallón de Voluntarios Realistas de Alcalá la Real. La fecha es significativa, pues la desmantelación del Batallón de Alcalá (en que se comprendía la compañía tosiriana) no se hizo en vida del rey, "subrepticiamente" y tal y como en los "lugares retirados y de corto vecindario" se había empezado a hacer con antelación, según apunta Zaratiegui, sino que se desarmó cuando era forzoso por las circunstancias, lo que indica que los Voluntarios Realistas de esta zona estaban suficientemente consolidados como para que la Regente y sus colaboradores les tuvieran un respeto.
Por esta orden se obligó a sus mandos a depositar las armas así como demás enseres en las Casas del Cabildo. Por la relación del armamento y pertrechos requisados en lo que va desde el fin de 1833 a los primeros meses de 1834, en el curso de su disolución, podemos calcular que la Milicia de Voluntarios Realistas de Torredonjimeno pudo contar aproximadamente con medio centenar de Voluntarios Realistas, divididos en dos armas: la de infantería y la de caballería. La extracción social de los voluntarios era muy amplia.
EL EJE TRADICIONALISTA ALCALÁ-TORREDONJIMENO.
El arraigo del Batallón de Voluntarios Realistas de Alcalá la Real explica que, una vez extinguidos como tales, algunos de los voluntarios realistas vinieran a engrosar las filas del carlismo en la zona de Alcalá-Torredonjimeno. Apunto algunos datos que confirman lo que digo.
A la muerte de Fernando VII, D. Joaquín Suárez, provisor del último abad de Alcalá la Real fray Antonio Sánchez Mata, era sospechoso de "faccioso" (realista absolutista). El Ayuntamiento liberal de Alcalá intentó por todos los medios destituirlo de su cargo en enero de 1833. Y, en efecto, la casa de D. Joaquín era un foco de la trama carlista, concentrando en ella a los absolutistas y antiguos voluntarios realistas de Alcalá y alrededores. Los antecedentes de D. Joaquín Suárez datan de julio de 1822 cuando, con otros de su facción política, arrancó la lápida de la Constitución y la arrastró públicamente para luego, en el calabozo de la cárcel alcalaína, enlodarla con excrementos y endosarle el letrero que declaraba: "Viva el Rey y la Religión y muera el que quiera Constitución: Rey queremos" (12).
El tosiriano D. Miguel Sancho Gómez Damas figuraba entre los absolutistas desde 1820, en 1823 se incorporó al Ejército como capitán de Granaderos y Cazadores en el mismo batallón que mandaba Tomás de Zumalacárregui. En 1833, cuando enfermó Fernando VII ambos amigos y líderes absolutistas ofrecieron sus servicios y lealtad a D. Carlos. La primera guerra carlista lo llevaría a la cumbre de la fama, para después del vergonzoso Abrazo de Vergara precipitar al leal tosiriano a los oscuros años de exilio en Burdeos (13). Uno se pregunta: ¿cómo es posible que de Torredonjimeno surgiera uno de los cabecillas carlistas más afamados de todos los tiempos? El caso de Gómez, como podemos imaginar, no era aislado: Torredonjimeno era caldo de cultivo de carlistas.
En la tercera guerra carlista destacaría en el conflicto, y por la parte carlista, el capitán D. Rufino Peinado y Peinado. D. Rufino Peinado era natural de Castillo de Locubín. En su biografía se nos relata que la primera vez que se "echó al monte" (allá por la primavera-verano de 1872) en compañía de su padre, parientes y demás vecinos, la cuadrilla de una veintena de carlistas castilleros recibió instrucción militar de un veterano sargento tosiriano que había participado en la segunda carlistada y cuyo nombre no se nos revela (14). También nos consta que muchas de las familias tosirianas son herederas de un legado que se ha mantenido casi en secreto a lo largo de generaciones: el juramento de fidelidad a Carlos María Isidro de Borbón y a la dinastía carlista por siete generaciones.
En las memorias de D. Juan Montijano Chica, el sacerdote y cronista tosiriano alude al cargo de secretario que su padre, vendedor de ultramarinos, D. Juan Montijano Molina ocupó en la Comunión Tradicionalista local, por lo que podemos afirmar que, incluso en la transición del siglo XIX al XX, el carlismo gozaba de amplia base social entre el vecindario tosiriano de todas las clases sociales (15).
SE ENTREGAN LAS ARMAS, PERO NO LAS ALMAS.
Por orden superior, los Voluntarios Realistas de Torredonjimeno entregaron sus armas e indumentas en el curso del año 1833, prolongándose la entrega hasta el de 1834. El comandante de voluntarios realistas tosiriano era en ese entonces D. Elías Ortíz y Castillo, oriundo de Doña Mencía (Córdoba) que en 1826 había casado con una autóctona: Doña María del Carmen Nieto Arrabal. La comisión municipal, una vez recibida la orden de desarmar a los voluntarios realistas designa al escribano D. Francisco Javier Adriano Ortíz y Castillo, hermano de D. Elías, el mismo comandante de voluntarios realistas, para que haga las diligencias oportunas. Después de años de silencio (y suponemos que de ostracismo) reaparece en la Corporación Municipal el que fuera anterior alcalde constitucionalista: D. Juan Manuel de Osorio. Y también figurará en la misma Corporación encargada de eliminar a los voluntarios realistas, D. José Roldán y Porras, un hidalgo oriundo de Luque que había pleiteado (junto a otros individuos del estado noble) en 1825 con el Ayuntamiento absolutista por motivo de los perjuicios que se le habían ocasionado a sus derechos estamentales (16). Imaginemos que la revancha de los constitucionalistas, y de cuantos se habían sentido ofendidos por los años absolutistas, estaba servida.
Se entrega el material del arma de infantería el día 3 de noviembre de 1833 y dos días después, el 5 de noviembre, se recogen los efectos del arma de caballería.
A la luz del expediente que a tal efecto se tramita en el Ayuntamiento tosiriano, muchas de las armas fueron devueltas con desperfectos -lo que puede ser interpretado como sabotaje de última hora. El Príncipe de Anglona, Capitán General del Ejército y Reinos de Granada y Jaén, enviará varias órdenes a Torredonjimeno para que se extremen las medidas para evitar toda posible irregularidad, concediéndose que se reparta el vestuario inservible a los pobres de la villa, incluidos los que hubieran militado en las filas de voluntarios realistas. Para ello se reclama la presencia de un sastre cualificado así como la del Comandante de Armas de la villa, en ese entonces el Teniente Coronel D. Basilio Ábila Cantabrana.
Otro suceso que también puede motivar sospechas es que, cuando se hace la primera lista se aprecian omisiones de algunos efectos, y a la hora de entregar las levitas también se cometerá una equivocación: la comisión tosiriana encargada de ello -compuesta de algunos afectos al absolutismo, como frey Benito Boza- dona ocho levitas a los más pobres en vez de devolverlas al gobierno. Ello se reseña cuando se reciben los efectos requisados en Granada. El vestuario tenía que estar desprovisto de los botones e insignias de los Voluntarios Realistas. Aparece una lista de tosirianos pobres de solemnidad, entre los que también figura alguno de los voluntarios que hemos nombrado más arriba (p. ej.: Francisco de Castro Heredia.) Son singulares y curiosos algunos de los apodos de estos vecinos pobres que se consignan como beneficiados en el reparto: Juan Cañada "el Moro", Blas Molino "el Tonto", "Los Tres Ministros", Juan de Damas "el Borrico Pateto", y Don Pedro "el Forastero" (17).
El 30 de mayo de 1834 se hace el último elenco de armas y demás enseres que se entregan a última hora. Terminaba para la fiel Quinta Compañía de Cazadores de la Milicia de Voluntarios Realistas de Torredonjimeno su historia, pero los voluntarios continuarían militando bajo las banderas de la Monarquía y la Tradición. Los últimos tosirianos en entregar las armas son Serafín Ordóñez y Francisco Antonio Fernández.
CONCLUSIÓN.
De modo más o menos solapado los absolutistas tosirianos y comarcanos se transformaron en adictos a la causa de D. Carlos, perpetuándose en Torredonjimeno a lo largo de las tres guerras carlistas del siglo XIX, y contando entre sus partidarios con un amplio espectro social que incluía miembros de familias autóctonas de la baja nobleza (como el famoso Gómez), familias de clase media (como los Montijano) y familias del pueblo llano (como muchos de los voluntarios realistas.) El campo contrario, el de los liberales, estaba representado en Torredonjimeno por la clase emergente de la burguesía liberal y forastera: los señoritos. Incluso llegado el siglo XX los carlistas están en activo en nuestra localidad. Es un fenómeno que llama poderosamente la atención cuando, apegados a la historia oficialista y parcial, se ha hecho del carlismo un fenómeno marginal pretendiendo limitarlo a los feudos del Norte: Navarra, Vascongadas y Cataluña, con algunos brotes en Galicia. Fenómeno castizo y popular que incluso despertaba las simpatías de Carlos Marx (ver ÓRDAGO, n.º 1, pág. 21) (18), magma ideológico que aunaba la tradición, el catolicismo y el foralismo, el carlismo, surgido de las bases del pueblo español más sano, constituyó una oportunidad para frenar el avance de las fuerzas liberales, antecedentes y precursoras del actual neoliberalismo. Perdidas aquellas oportunidades históricas, España quedaría a merced del capitalismo extranjero, incubándose los gérmenes del conflicto social y del conflicto secesionista de algunas partes vitales de España. Resulta, de lo aquí expuesto, que a la postre las banderas del progreso y de la "libertad" demagógica las flameaban los que se enriquecían a costa de la Iglesia y sometían al pueblo a jornales de miseria, y todo con el cuento de la libertad constitucional y el progreso; mientras que la bandera de la Tradición, del Altar y el Trono era la del pueblo.
Las guerras carlistas fueron guerras entre la aldea y la ciudad, combates entre los campesinos y el pueblo llano contra la burguesía ascendente: una cruzada de católicos sencillos e íntegros contra católicos tibios y temporalazos que, mientras encargaban misas en sufragio de las almas de sus difuntos, amasaban astronómicas fortunas expoliando los bienes de la Iglesia Católica.

CUADRO DE NOTAS:
(1) Así se desprende de las Actas Capitulares de 1823 que relatan los tumultos producidos en aquella fecha, lo que desvela que testimonia que así como existían liberales en Torredonjimeno, también existían no pocos tosirianos partidarios de la monarquía absoluta. También manifiesta cuanto decimos que cuando, alrededor de estas fechas, D. Miguel Gómez huye, para ponerse al servicio de las tropas absolutistas norteñas, lo hace por ser sospechoso a los liberales de la ciudad de Jaén donde ejercía el oficio de Administrador de Bulas, mientras que su familia se refugia en la casa de los padres de Gómez en Torredonjimeno, ubicada en la Plaza de la Victoria, era el abuelo de Gómez quien vivía en la casa donde nació el General, antigua calle San Juan, hoy calle General Gómez. En el denso estudio "Jaén (1820-1823). La lucha por la libertad durante el Trienio Liberal" de Isidoro Lara Martín-Portugués también se alude a los disturbios producidos en Martos y Torredonjimeno: en ella se da la cifra de víctimas de los disturbios en Martos (Op. cit. pág. 480). No obstante, la obra de Isidoro Lara Martín-Portugués, a la que nos referiremos en más ocasiones en estas notas, nos parece excesivamente partidaria del liberalismo como el mismo título insinúa.
(2) La circular manuscrita la hallé providencialmente en una carpeta que forma parte de los valiosos depósitos documentales de la Iglesia de San Pedro Apóstol de Torredonjimeno.
(3) D. Luis Mª. Fernández de Villalta fue yerno del caballero veinticuatro de Jaén, D. Agustín de Uribe, personaje de la nobleza capitalina, que había sido miembro de la Sociedad Patriótica de Jaén (ver nota 4), y en el relevo del Ayuntamiento absolutista ocupó interinamente el corregimiento de la nueva Corporación Municipal de la ciudad de Jaén. Era, pues, un aristócrata con ramalazos liberales. Se trataba del abuelo de Doña Teresa de Villalta, Teresita, hija del Marqués de Villalta y Marquesa del Rincón de San Ildefonso.
(4) "Vida y hechos de Don Tomás de Zumalcárregui", Juan Antonio Zaratiegui, Biblioteca de la Historia de España, Editorial Sarpe, Madrid, 1986, pág. 20.
(5) Las Sociedades (o reuniones) Patrióticas eran una especie de clubes sociales de agitadores liberales. En la provincia de Jaén hubo sociedades patrióticas en Jaén capital, Úbeda, Andújar y dos en Arjona. Jaén capital fue la cuarta ciudad española en incorporarse a la Sociedad Comunera (versión española de la masonería europea y sociedad secreta liberal.) En Torredonjimeno no consta que existiera masonería hasta finales del siglo XIX. Tampoco sabemos hasta la presente nada sobre sociedades patrióticas liberales en nuestra localidad. Los datos que tomo son del libro: "Jaén (1820-1823). La Lucha por la libertad durante el Trienio Liberal", Isidoro Lara Martín-Portugués, publicado por el Ayuntamiento de Jaén, Jaén, 1996, págs. 215-224.
(6) Los bandos de los que doy noticia se encuentran en el depósito de los Archivos Municipales del Ilmo. Ayuntamiento de Torredonjimeno.
(7) En los Archivos Municipales del Ayuntamiento de Torredonjimeno existen varios documentos sobre el asunto de las Milicias de Voluntarios Realistas: "Cuentas de Voluntarios Realistas del Año próximo pasado de 1830", o el "Expediente de las armas y ropas recogidas a los voluntarios realistas. Año de 1833", amén de todos los bandos de la época, algunos de los cuales he tomado para este artículo. Agradezco a mi amiga Carmen el favor de haberme aportado copia de estos documentos.
(8) El óbito de Bartolomé Moreno, (a) Pierres, se encuentra en el Libro VII de Sepelios, leg. 83 del Archivo Histórico Parroquial de San Pedro Apóstol, donde se hace una parca relación de las circunstancias de su deceso.
(9) "Las guerras carlistas", Josep Carles Clemente, Península, Barcelona, pág. 96.
(10) D. Matías Begué Álvarez, oriundo de Fuen Mayor (en Logroño), muere en Torredonjimeno el 3 de julio de 1874. Su testamento (de 1873) es buena prueba del patrimonio que este personaje amasó, al igual que la burguesía liberal asentada en Torredonjimeno en pleno dominio liberal. Esta burguesía es la que configura la incipiente clase burguesa de la villa tosiriana, odiada por la población autóctona que los veía aparecer como forasteros aventajados que avasallaban a nuestros antepasados en su propia tierra. Este riojano se casó con la tosiriana Juana López Navas y tuvo cuatro hijos: Mateo, Carlota, Isabel, y María Patrocinio. Al primogénito, D. Mateo Begué López, lega "la casa donde vivo, Casa-Convento, sita en la Plazuela de la Victoria". El heredero estaba casado con Isabel Fernández Sartorius (los Sartorius fueron una familia prestigiada en el liberalismo decimonónico: uno de ellos llegó a ser presidente del gobierno liberal con Isabel II.) El valor de la inmensa Casa-Convento que hereda Mateo Begué montaba 60.000 reales de la época. Matías Begué compró al Estado la Casa-Convento en 1842, un año después de la subida del general D. Baldomero Espartero a la regencia de España (10 de mayo de 1841.) Con anterioridad el Estado había exclaustrado a la comunidad de religiosos mínimos de San Francisco de Paula, apropiándose de sus bienes y poniéndolos a subasta. La Casa-Convento de D. Matías se ubicaba en el hoy edificio de Sindicatos y Casa Municipal de Cultura. Sus bienes eran copiosos y la mayor parte de ellos, así como las haciendas que acapararon estos liberales (que serían después los famosos "señoritos") procedían de la compra al Estado de las propiedades desamortizadas a la Iglesia. Téngase en cuenta que cuando D. Matías Begué se instala en Torredonjimeno rige los destinos de España, D. Baldomero Espartero, que en 1827 había casado con doña Jacinta Martínez Sicilia, natural de Logroño: es probable que el patriarca de los Begué, paisano de la esposa de Espartero, fuese un conocido del general liberal que favorecía a todas sus amistades. Espartero estaba tan unido a La Rioja que, a pesar de ser natural de Ciudad Real, quiso morir en Logroño. El testamento de D. Matías Begué se encuentra en el Archivo Histórico Provincial, y debo su traslación al difunto maestro de Jamilena, D. Rafael Castellano.
(11) "Vida y hechos de Don Tomás de Zumalacárregui", Juan Antonio de Zaratiegui, Biblioteca de la Historia de España, Editorial Sarpe, pág. 21.
(12) "Historia de la Abadía de Alcalá la Real", Diego Garrido Espinosa de los Monteros, Diputación Provincial de Jaén, Jaén, 1996. pp. 321-322. Agradezco a mi amigo alcalaíno Marino Aguilera Peñalver la transmisión de este dato.
(13) "Gómez y su expedición", Pío Baroja, Revista Cultural ÓRDAGO, Torredonjimeno, n.º 0, pág. 12-15. El estudio más completo que se ha podido realizar sobre nuestro paisano D. Miguel Gómez Damas y su famosa expedición es: "La expedición del General Gómez", de Alfonso Bullón de Mendoza, Editora Nacional, Madri, 1984.
(14) "Recuerdos de un carlista andaluz (un cruzado de la Causa)", Rafael Álvarez de Morales y Ruiz, Instituto de Historia de Andalucía, Córdoba, 1982, pág. 56. Un relato sincero y un testimonio personal. El libro se encuentra en la Biblioteca de la Casa Municipal de Cultura de Torredonjimeno. Quiero agradecer al personal de la Casa Municipal de Cultura la amable disposición que siempre me han mostrado cuando he requerido material de nuestra Biblioteca Pública, vaya mi gratitud, sobre todo, a Manuel Hermoso.
(15) "Recuerdos de mi vida (1899-1925)", D. Juan Montijano Chica, Revista Cultural ÓRDAGO, Torredonjimeno, n.º 4, pág. 7.
(16) D. José Roldán y Porras fue uno de los afectados en la elección de empleos por el estado noble del Cabildo, en 1825 (año absolutista), por lo que presentó un recurso ante la Audiencia de la Real Chancillería de Granada junto con otros hidalgos de la villa, a saber: el mencionado D. Luis Mª. de Villalta, y los hermanos D. Antonio, D. Manuel y D. Alonso Torres y Morales. El origen del recurso estribaba en la exclusión que de estos hidalgos se hizo en la elección de empleos por el estado noble del Cabildo de Torredonjimeno, lo que suponía para estos individuos un agravio a sus derechos estamentales. La defensa de sus derechos se basó en las irregularidades que en aquellas elecciones saltaban a la vista; a saber: el Regidor no era hidalgo, sino del estado general, mientras que el Secretario del Ayuntamiento era cuñado del primer Regidor y primo de uno de los jurados... Todo quedaba en familia. No era raro que algunos individuos, amparados en su fidelidad política, quisieran convertir la Corporación Municipal en un coto familiar para incrementar sus emolumentos así como los privilegios sociales. Como vemos: nada nuevo hay bajo el sol. Cuando sonó la hora para la Corporación absolutista reaparecen muchos de los damnificados por el absolutismo, como el antiguo Alcalde constitucionalista D. Juan Manuel de Osorio o este D. José Roldán y Porras: era la hora del desquite. Archivo de la Real Chancillería de Granada, Cabina 302, Legajo, 237, Pieza 5. Hidalguías. Torredonjimeno. D. Antonio, D. Manuel y D. Alonso de Torres, D. José Roldán y Porras y D. Luis Villalta. 1825. 6 folios. Debo esta información a la autoridad en genealogía y heráldica del Reino de Jaén, mi amigo D. Andrés Nicás Moreno que publicó un síntesis del asunto en su interesante libro: "Heráldica y Genealogía en el Reino de Jaén", Diputación Provincial de Jaén-Instituto de Estudios Giennenses, Jaén, 1997. (pp. 332-333).
(17) Estos datos los he extraído del material documental que obra en los Archivos Municipales, más arriba mencionados en este cuadro de notas.
(18) Los socialistas españoles de Pablo Iglesias, mucho antes de denominarse "marxistas" se denominaron a sí mismos "karlistas" -con "k" de kilo, para diferenciarse de los "carlistas", pero a la vez como reclamo para los oídos de las gentes más sencillas en las que el carlismo siempre había despertado simpatías como las despertó en el judío alemán Karl Marx.