Tema: Aurelio Barrau

AURELIO BARRAU



Se levanta algo fresca una mañanita del 8 de Agosto del año de 2007 de Nuestro Señor Jesucristo. Llevo ya unos cuantos días en Punta Umbría, donde en este mi costero apartamento carezco de conexión. Por eso mismo acudo a un sitio donde sí hay de eso, para revisar correos y avistar algo de mis foros preferidos. El condenado ordenador es más lento que un desfile de cojos y poco me deja hacer. Entre lo que puedo notar con interés, veo un mensaje de Juanma que requiere urgencia. La maliciosa y prematura vejez de uno le hace intuir algo; pero la verdad, no me esperaba que entre otras noticias, se encontrara el fallecimiento de tan insigne correligionario; noticia que me confirma Quique, acampado con la pelayería en la Sierra de Gredos. Aurelio Barrau fallece el día 7 y es enterrado al día siguiente; ese día de fresquilla mañana estival al que me refiero.


Aurelio Barrau, Caballero de las Andalucías; aquel hombre de mediana estatura, cabellos canos bien peinados hacia atrás, expresivos y grandes ojos claros, recio acento sevillano, exquisita educación, sabio donaire, elegante vestimenta. Hombre de buenos modales y buenas costumbres. Un carlista de bandera. Y resulta que uno es egoísta. Uno debería pensar que es el Reino de los Cielos el que gana una de las mejores almas de la Cristiandad, pues así es la cosa. Pero como uno es egoísta, quisiera conservar ( Y más en estos duros tiempos que nos ha tocado vivir; aunque él también conoció las dificultades y antes que nosotros ) a tan buen compañero al lado toda la vida. Yo llegué a las tradicionales filas más despistado que una chiva en un garaje, y Aurelio ha sido uno de mis mejores maestros, con el cual he crecido y madurado, enriqueciéndome a base de bien.


Son tantos y tan buenos los recuerdos que conservo....Aún me parece estar viéndolo...En aquel viaje que hicimos a Zaragoza, con ocasión de la Festividad de Cristo Rey, cuando su sobrino Antonio y un servidor de ustedes nos mostramos algo intolerantes hacia el menú. Qué asombrosos recuerdos de la Basílica del Pilar, santo y seña del Reino Aragonés. Aquellos peninsulares recorridos, cuando parábamos en aquellas ventas que van desde el Reino de Córdoba al Reino de Toledo, por lugares de La Mancha de cuyos nombres sí quiero acordarme, donde en más de una ocasión a buen desayuno me invitaba a pesar de mi inicial negativa; allá que él reía con mis borricos chistes ( Juanma me llamó--riéndose--“ animal “ en alguna ocasión, y no sin falta de razón ) y yo que aprendía de sus lecciones de Historia Carlista ( Como cuando nos comentaba la intervención de los requetés hispalenses al servicio del pueblo sevillano tras las terribles inundaciones en los años 50 del siglo XX )....Aquel viaje que hicimos con ocasión de la manifestación que organizó el Foro Español de la Familia en los Madriles ante la muy ladrada ley de las “ bodas “ homosexuales: Mis padres me llevaron hacia el autobús, que partía en la inmediatez del hotel Plaza de Armas, en ese camino de la calle Torneo que asoma la Macarena; allí les presenté a notables miembros de la carlistada del Reino de Sevilla, entre ellos, cómo no, Aurelio Barrau, el cual nos conversó muy agradablemente acerca de variados aspectos, desde la raíz del concepto de matrimonio hasta la difícil y famosa anécdota de José Muñoz Rodríguez, conocido en el Requeté como “ Joselito Matasuegras “, el cual encontróse con la más leal camaradería en las filas tradicionalistas. En aquel viaje, tras la manifestación que se recrudeció en un estío duro, pernoctamos en la residencia de los Padres Blancos, en vecindad de mi querido y admirado Escorial. Allí Aurelio presumía de hijos y de nietos con toda justicia, mientras me sonreía indicándome el avistamiento de un cerezo. O cuando fuimos al Reino de Valencia, ante los rigores del verano ibero-mediterráneo, para dar nuestra humilde compaña al Santo Padre Benedicto XVI; Aurelio iba el primero, inasequible al desaliento, luciendo boina colorada y Aspas de San Andrés; era el primero en pedirnos marcialidad cuando sonaba la Marcha Real, con su polo de Cruz de Borgoña, contándonos la aventura de Severiano Arregui con su padre, el Capitán de Caballería Enrique Barrau en la Cruzada; o apretando con fuerzas las manos del incombustible carlista catalán Carlos Vives Suriá....Aquellos días celebrando la Festividad de Cristo Rey con carlistas de todas las Españas en el Cerro de los Ángeles de Getafe, centro de la geografía ibérica insertado en el Reino Castellano, centro de promesas del Sagrado Corazón de Jesús que el totalitarismo de izquierdas intentó dinamitar sin éxito....En la última ocasión, conservo la grata merced de que en la fotografía aparece a mi lado, franqueando a Manolo, José María, Miguel Ángel y otros buenos boinas rojas del Sur. Yo portaba, al cántabro Félix gracias, la bandera roja y gualda; fui el abanderado en la Santa Misa con el valenciano Víctor. Y tras la foto de rigor, José María comenzó a dar vivas a su Betis y a Lopera; y en seguidita Aurelio acordóse del heroico comportamiento del Requeté en la Cruzada iniciada en el 1936 en aquellos campos del Reino de Jaén que portan esa nomenclatura; cosa que José María refrendó. Aquella manifestación que organizó la Asociación de Víctimas del Terrorismo en Sevilla, donde nos presentamos como era menester, tanto el valenciano Quique como yo con la bandera borgoñona; y cuando Aurelio Barrau me vio, me decía: “ Antonio, aprovecha que eres grande, aprovecha y ondea alto nuestra bandera, que se vea bien, que la vean bien los del PP y compañía.... “. Aquellas Misas de los Mártires de la Tradición, para a posteriori desayunar en la Casa de Soria; este mismo año fue él el primero en acercarse y arropar a un correligionario venido de Córdoba. Aquellos martes allí en el mismo sitio, al lado de la Capillita de San José, en la Calle Jovellanos que enseñorea el bello Casco Antiguo, conversando de nuestras actividades, llevando él las cuentas al día, animándonos y aconsejándonos a los más jóvenes, sonriendo ante la iniciativa que su sobrino Antonio y yo tuvimos de la pegatina de la CTC-Sevilla, con el lindo pendón de San Fernando; aquellas risas cuando presumíamos de nuestro amado Sevilla F.C., de cuando salían duras y certeras críticas ante la miseria que nos ofrece el sistema, del interés que despertaba él con su hermano Antonio que a mí me gustase tanto el flamenco, de las tiernas miradas que me echaba cuando avistaba mis rojizas e incipientes barbas, del tapeo que disfrutábamos tras nuestras reuniones por el Centro; o aquellas capeas en El Ronquillo, en la Jornada de la Familia....¡ Qué gran legado me ha dejado en mi nostálgica y justa melancolía ! Saber estar a su altura es algo que se me antoja imposible, mas Dios mediante, a Él le pido que haga cundir en mí tan bravo y grato ejemplo. Una honrada vida de militancia de la cuna a la sepultura. La Religión, la Patria y la Monarquía fueron las realidades que siempre supo defender, porque él no quiso querer a otra tierra y no supo andar otro camino. Y el camino del Rocío también recorría como buen peregrino de cristiana hermandad. Todo ello me viene a la mente en una amargosa noche de té y tabaco, abigarrado a la brisa del Atlántico que baña el Sudoeste Celtíbero.



Aún recuerdo que en mala hora tuve un sábado un examen y me lo encontré por la Calle Zaragoza, yendo él con amarillenta chaqueta y el periódico debajo del brazo, siempre con agradable conversación....Aún recuerdo cuando mis padres me notificaban que lo habían visto en la Iglesia de San Antonio. Cómo olvidarme de aquellas semanales despedidas, yéndome yo hacia el autobús radicado en Plaza de Armas y él para su querida Calle Albareda, tan cerca de la Plaza Nueva coronada por San Fernando....Ya no le veré más reírse de mis imitaciones de Ruiz de Lopera en el autobús o de mis intentos de hablar portugués; ya no me retará más a cantar el Oriamendi en vascuence. Ya no podré actualizar más mis cuotas con él, y ya no comentaremos juntos las buenas octavillas que hacen los correligionarios de Valencia. Ya no nos indignaremos más juntos ante las pretensiones islamistas sobre la mezquita-catedral de Córdoba, mezquita que se hizo sobre una iglesia de estilo bizantino y que fue recuperada para el culto cristiano en la Reconquista. Ya no podré decirle más que la Cruz de San Jorge que porto en una chaqueta mía no es por Inglaterra sino por la Corona de Aragón, ya no me contará más anécdotas de D. Francisco Elías de Tejada....Así las cosas, los pájaros que vuelan por Sevilla llevan un cantar tristón, y eso se nota hasta en las campanas de nuestra gótica catedral, pues su repique adolece de cierta vivacidad. Como se nota mustio al azahar y los Reales Alcázares piden que las banderas sean enlutadas. Y no sólo eso, sino que la esgrima española ha perdido una de sus mejores espadas. Vida Eterna ha ganado Don Aurelio, pero vida terrenal ha perdido nuestro Reino.


Esos males que le atosigaron aproximadamente un mes ya han pasado; Dios Nuestro Señor lo ha requerido. Como se va la vida, como se viene la muerte, tan callando; y él, que murió siendo inmortal....Sus vástagos siguen ondeando la bandera con buena militancia. Aurelio Barrau ha muerto con las botas puestas. Y esas botas llevan espuelas de oro, como manda la hidalguía universal que caracteriza a un Caballero de la Hispanidad Católica. Allí está en el Reino de Dios, con Manuel Fal Conde, Carlos Vives, el Capitán Etayo, Rafael Gambra, José Escobar, Salvador el Guarda, Albino; con su padre....Desde allí velará por nosotros y su altivo ánimo será siempre el mejor referente. Él cumplió con creces su Misión para con esta vida, como padre de familia, como luchador apostólico. Descanse en la Paz de Dios Aurelio Barrau. La Paz de Dios es la vida del alma, y el que muere en Dios, descansa, descansa.

AURELIO BARRAU ( RESEÑA COMPLETA )



IN MEMORIAM: AURELIO BARRAU GARCÍA


Pasaste a tu otra Vida, (y no digo moriste porque sigues vivo en tu familia y en todos cuanto te quisieron), igual que pasaste por ésta.


Incapaz de pactos con sacrificio del ideal, heredaste de tu padre, el Capitán Enrique Barrau Salado las cualidades y deberes que debe poseer todo hombre íntegro. Pero íntegro de verdad hasta el final y con todas sus consecuencias.


Sé que tu espíritu sigue siendo disciplinado donde ahora está. Con nosotros fuiste esforzado en el servicio, celoso de tu reputación, voluntario para el riesgo, intrépido cuando tu conciencia te lo exigía, caballero sin tacha en todo momento, subordinado y puntual en tus obligaciones, excelente compañero con tus iguales y comprensivo y cariñoso con los que, de una ú otra forma, dependieron de tí alguna vez. Fuerte física y moralmente, jamás fuiste tibio a la hora de defender tus ideales ni permitiste que ante tu presencia se pudiesen, ni siquiera cuestionar las verdades que considerabas como pilares fundamentales de la vida. Abnegado en el dolor, hiciste de la paciencia el fondo de tus sufrimientos, y del valor el desahogo de tu paciencia, sabiéndolo transmitir en todo momento a los que vivimos a tu lado tus últimos días.


Viviste defendiendo los ideales de la Comunión Tradicionalista CARLISTA. No entendiste nunca que se pudiese ser Tradicionalista obviando la palabra Carlista. Todo es una misma cosa y no puede existir la una sin la otra, solías decirme a menudo. Tampoco entendiste nunca la desaparición del Requeté como organización ni, por otra parte, hiciste ostentación de las flores de lys que en el pasado honraron tu boina. Fuiste disciplinado y apoyaste siempre a la Autoridad cuando la causa del orden lo exigía y lo demandaba.


A fuerza de tenacidad, de serenidad, de ejemplo y de dar testimonio diario como muestra de reducto inexpugnable ante el caos de la Sociedad, supiste captarme para las filas del Carlismo y conseguiste que yo fuese vaso comunicante entre tú y tus nietos en el amor a la Comunión. Ellos, sobre todo Manolo, el mayor, te pedía que le contaras cosas del Requeté, del bisabuelo Enrique, de Antonio Molle, de los mártires… Tantas y tantas preguntas, tantas y tantas cosas que tú le contabas al niño sentándolo en tus rodillas… No se me podrá olvidar nunca que para él tuviste tu último recuerdo y tu última sonrisa. Puedo asegurarte que la cadena no va a romperse.


Te recuerdo en Misa, vestido con tu túnica de la Hermandad del Valle, visitando a tu sobrina Hermana de la Cruz, ejerciendo la CARIDAD en tu Hermandad de Triana, dando cobijo a todos en el Camino del Rocío, y recuerdo tantas conversaciones que quedaron para ti y para mí…


Abanderado de Dios y de Su Santísima Madre aceptaste de Sus manos cualquier linaje de muerte que quisieran enviarte con todas sus angustias, penas y dolores. Ofreciste toda tu libertad, tu memoria, tu entendimiento, tu voluntad, todo tu haber y poseer. Sabías que Ellos todo te lo dieron y en el momento en que Ellos te lo pidieran, había que tornárselo porque todo es de Dios. Sabías que el Sagrado Corazón de Jesús regala su Amor y su Gracia a los que confían en Él como católicos prácticos.


Te fuiste como estuviste. Y hoy que ya no estás entre nosotros sé que al llegar a las puertas del Cielo te habrá recibido vestido de gala el Tercio Virgen de los Reyes y una voz marcial pero tierna de padre habrá dicho: ¡Requetés, firmes!. Delante de Dios, Rey y Señor de los pueblos, como soldados que sois de Su Causa, ¡Firmes!. Firmes… porque ese que entra es mi hijo.


Desde aquí te pedimos que veles e intercedas por nosotros y protejas a tu familia y a España. Aurelio Barrau García, la Comunión Tradicionalista Carlista del Reino de Sevilla, con los ojos llenos de lágrimas, también está firme delante de ti.


Manuel Chacón-Manrique de Lara y Castilla
(Su yerno)