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NUESTROS PUEBLOS... NUESTRAS GENTES...
"Campesinos", obra de Rafael Zabaleta, 1952
DESDE LA ANDALUCÍA MÁS SERIA
Hubo un tiempo en que se identificó a todo andaluz con un cliché: el de gracioso, bufón, descomedido, truhán, embustero,… Y otras lindezas por el estilo, que todavía se aplican a las gentes meridionales entre las que nací. Y todo en Andalucía era “arsa” y “musho arte que no se pué aguantá…” y otras cosas que, sinceramente, me revuelven las tripas. Lo peor de todo eso no fue que nos lo lleváramos encima los andaluces, injustamente tildados de frívolos payasos de cascos ligeros. No. Lo peor es que España toda se identificó con esa Andalucía de opereta bufa, agitanada y holgazana; moruna y fatalista.
Nada se quiso saber de la estoica Córdoba romana (la califal, oiga usted, se la regalo a quien la quiera para sí). Nada se hizo por reivindicar la sufrida y antiquísima Almería del Indalo sobre eriales y ejidos. Nada de la mercantil Málaga. Nada de la pesquera Huelva. Nada de la antigua y céltica Cádiz. Nada de la Sevilla indiana y estudiosa. Nada de la sobria Jaén. Nada de la Granada gavinetiana que fue Andalucía mucho después. Provincias les llamó el liberalismo y provincias siguen llamándole los herederos de ese nefasto liberalismo (Dios lo confunda en el infierno). Reinos fueron muchas de esas provincias, y hasta reinos fueron algunas de las ciudades más tarde inscritas en esos reinos. Arjona, por ejemplo, de la que Fernando III el Santo se hacía llamar Rey tras su reconquista a Alhamar. Andújar, señorío en que reinó el Rey de Armenia…
Andalucía no se merece por más tiempo que se persevere en esa imagen que de ella se fabricó, para entretenimiento de señoritos. Y es el natural del andaluz tan bondadoso que, crédulo de él, replica el personaje estrafalario y abyecto que la subliteratura le adjudicó para divertir a una tropa de ociosos rentistas liberales. En esos tiempos, Andalucía era un pueblo analfabeto: sí. Pero en modo alguno inculto.
Unamuno, con todos sus defectos, nos conoció. Él también despreciaba el “meridionalismo” como escenario de entremeses, pero así se le franqueaba en una epístola nuestro D. Miguel al eximio cervantista D. Francisco Rodríguez Marín:
“No he sido nunca de los que creen que en Sevilla no haya más que la huelga y manzanilla, porque sé bien que es uno de los centros de España en que la erudición ha florecido más siempre. En pocas partes hay tantos y tan diligentes bibliófilos y en pocas partes se investiga tanto las curiosidades de nuestras letras. Es un rasgo típico de la fisonomía de Sevilla” (Carta del 19 de Marzo de 1901, a D. F. Rodríguez Marín.)
Pero, el pecado del andaluz es la vanidad. Y la vanidad poco tiene que ver con la soberbia. Al soberbio ni falta que le hacen los aplausos o los parabienes de los otros, se autoabastece a sí mismo con lo pagado que está de sí. Pero al vanidoso lo pierde el qué pensarán y dirán los demás de él. Así son los andaluces en general, vanidosos impenitentes. Si se les adjudicara el papel de payaso, harían todo lo posible por satisfacer al espectador. Si se les hubiera adjudicado otro papel, lo harían con la misma seriedad que un niño jugando. Malo fue el papel, y lo peor es que no hay voluntad ni cultural, ni social, ni política por hacer trizas ese papel vil que aborrezco con toda mi alma.
Muchos, muchos poetas son los culpables de esa Andalucía huera, más ruido que nueces y más bambolla que sustancia. Pero, les aseguro a todos que existe otra Andalucía, la de los andaluces serios que no queremos por más tiempo seguir siendo el hazmerreír del mundo. Otra cosa es que, a estas alturas, enfangada toda España en un inexorable número circense, habiéndose degenerado casi toda la especie humana hasta grados grotescos de monstruosidad… el ridículo de ese papel miserable de “andaluz” ya no sea tan llamativo como lo era antes. Pero eso no nos libra.
Antaño, Andalucía era un pueblo de analfabetismo generalizado; sí, pero no inculto. Hogaño el andaluz medio es, en el mejor de los casos (incluidos muchos universitarios), un analfabeto funcional y un inculto rematado.
Publicado por Maestro Gelimer
http://librodehorasyhoradelibros.blogspot.com/
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Ay, Dios mío, ¿hasta cuándo me seguirán atribuyendo los artículos que copio y pego de otras fuentes? Fíjate bien y verás un enlace a otro sitio. Yo no soy el Maestro Gelimer (seudónimo del autor). Y además él es de Jaén. Yo no tengo nada en contra de Huelva ni de ningún otro rincón de mi querida Andalucía. Ni me gustan las rivalidades entre provincias. En todo caso, el artículo iba dirigido precisamente contra el concepto falso y estereotipado que se tiene con frecuencia de Andalucía. Y si lo dices por ello, los chistes de leperos serían un buen ejemplo de esa falsa imagen de Andalucía. Es lo mismo que hacen en el Cono Sur con los gallegos y en Colombia y Ecuador con los pastusos (de Pasto, Ecuador). O en EE.UU. con los polacos o en Italia con los del sur.
Por cierto, el autor del blog del que saqué el artículo es una persona muy culta y respetuosa y nunca lo verás ofender a nadie. ¿Y qué quieres que te diga, expresa una situación que mal que nos pese se da, pero él hablaba de Andalucía en general.
Jusss.. Esta claro que he sido injusto. Lo siento.
En cualquier otro día de la semana me hubiese encantado. Como casi todo lo que nos cuelgas, pero me llego en MUY mala hora. Acababa de leer otra, que me causo una reacción horrible, y te hice pagar el pato. Te pido que me perdones.
No hay nada peor que los clichés o las etiquetas.
Esta claro que ni todos los andaluz somos unos fiestrorros, o que ser catalán no significa ser unos agarrado, que los madrileños sean todos unos chulos, o que todos vascos unos brutos, o que... Y así podría seguir y seguir. Perdona killo.
PD: Podría algún moderador borrar el primer mensaje mió. Gracias.
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