Los 9 valles de Las Encartaciones
Ya hemos indicado que el Señorío de Vizcaya estaba constituido de cuatro parte. Llamábanse Tierra Llana, Villas y Ciudad, Encartaciones y Duranguesado.
El Fuero lo consagra en su título primero, ley primera, en donde se halla expresada esta distinción y estos cuatro componentes del Señorío: no le respondan.. “que los dichos vizcaynos, así de la Tierra Llana de Vizcaya, como de las Villas et Encartaciones et Durangueses”;y en la ley segunda del indicado título que promete como Rey, et Señor de guardar a la Tierra Llana de Vizcaya, et a las Villas et Ciudad de él, et Durangueses et Encartaciones..”; y en la ley XVI del propio título: “otrosi, digeron: Que todos los naturales de este dicho Señorío de Vizcaya, Tierra Llana, Villas y Ciudad, Encartaciones et Durangueses eran Notorios Hijos-Dalgo.... etc; y después en otros títulos.
Encartaciones y Durangueses o Durangueses y Encartaciones indistintamente aquí, señala los dos distritos unidos a Vizcaya por incorporación. Y este orden se hallaba tan consagrado por el uso de una fórmula oficial, que los síndicos del Señorío protestaron en 1579 de que en la real provisión de nombramiento del Corregidor se antepusiesen las Villas y Ciudad y las Encartaciones a la Tierra Llana, debiendo decirse lo contrario
Las Encartaciones confinan por el norte con el Cantábrico, al sur con el Valle de Ayala y Oquendo, al oeste con Castro Urdiales y los valles de Villaverde, Mena y Soba y al este con la Ria de Bilbao y Baracaldo, que pertenece a la Tierra Llana del Señorío. Está bañada por el río Cadagua o Salcedón, que es el principal, y otros cuatro ríos, de los cuales el que nace en las montañas del Llantén se une al Cadagua en Sodupe; el que deriva de San Sebastián de la Colitza desemboca en Pobeña (Concejo de Muzquiz); y otro cuarto río, que también nace en las montañas de Colitza, desagua por Oriñón en el Cantábrico, y el quinto, que procede de Carranza, muere en Laredo
La distribución de su vecindario se divide en nueve valles o grupos de población que se mantuvieron hasta el siglo XX:
El primero o Somorrostro se constituye de dos entidades, denominadas Tres Concejos y Cuatro Concejos. La primera se compone de Santurce, Sestao, y San Salvadoer del Valle. La segunda o Cuatro Concejos se forma de los organismos de Muzquiz, Ciérvana, Abanto de Suso y Abanto de Yuso: de modo que Somorrostro abraza siete concejos.
El segundo es Carranza que contó con dos parcialidades o bandos que regían el valle, abarcando el bando llamado de los Giles y Marroquines, los concejos de Sierra, San Esteban y Soscaños; y el de los Negretes los concejos de Santecilla, Biañez y Aedo.
El tercer valle es el de Gordejuela, dividido en las cuatro cuadrillas de Zaldo, Zubieta, Zandamendi e Irazagordia.
Trucios es el cuarto, voz corrompida de Iturrioz, que cuenta las barriadas de el Puente, La Calera, Gordón, Cueto, Romaña y Pando.
El quinto es Arcentales, compuesto por los lugares de Linares y Traslaviña y regado por el Olabarrieta.
El sexto es Güeñes, valle dividido en cuatro cuadrillas que son Berbeguillo, Goicuría, Sanchosolo y la Ribera, y estas en muchas barriadas. Cuando en los siglos medios se hallaba unido a Gordejuela llevó el nombre de valle de Salcedo.
El séptimo es Zalla esparcido en veinte lugares y diez y siete barrios. Está atravesado por el Cadagua.
El octavo es Galdames dividido en cuatro feligresías que son: Galdames de Suso, Galdames de Yuso, Loizaga y Montellano.
El noveno, por fin, Sopuerta, dividido en seis concejos, Sopuerta, Mercadillo, Baluga, Olabarrieta, Bezi y Avellaneda. En este último lugar se encuentra el sitio de las Juntas de las Encartaciones, el archivo, la cárcel general y la residencia más común del Teniente General del Corregimiento en la tierra encartada.
Se encuentran, además, las villas de Valmaseda y Lanestosa en territorio de las Encartaciones.
Pudiera extrañar que Baracaldo, también situado a la orilla izquierda del Nervión, no aparezca como territorio encartado, pero Lope García de Salazar nos lo aclara cuando escribe:
“La tierra de Baracaldo de antigüedad de tiempo inmemorial fue de la jurisdiccion y Señorio de la Encartación, según que lo era Somorrostro, e con ellos ...:::... Despues del tiempo del conde don Tello Señor de Vizcaya pasáronse los de Baracaldo a Vizcaya por privilegios que ganaron del Conde, por dineros, e por poderío de Vizcaya, e del solar de Butrón, e pesar de los de Retuerto ...”
Al referirse a las Encartaciones dice que Iñigo Ezquerra, ganó las Encartaciones, trocando otras tierras que ganó con el Rey de León por ellas, e apropiolas e aforolas con Vizcaya y fue el primero que se llamó Señor de Vizcaya.
La jurisdicción de los diversos señoríos que componían esta tierra fue pasando a manos de los de Haro, Señores de Vizcaya, que la poseían ya en su casi totalidad, en el siglo XIII. Es en esta centuria cuando debió de efectuarse la participación de los encartados en la Gobierno del Señorío mediante la asistencia de representantes a las Juntas de Guernica sin detrimento de las Juntas y organización propia que subsistieron.
Aparece en las crónicas de las luchas de banderizos esta independencia de jurisdicción. En el año 1275, con motivo de las peleas habidas entre los Ochoa de Butrón y los Sánchez de Zamudio, hubo mucha mortandad, muriendo los Ochoa de Butrón y muchos de sus parientes, por lo que intervino el Señor de Vizcaya:
“Muertos estos Ochoa de Butron e su fijo, e sus parientes, como dicho es, fueron sentenciados por el Señor de Vizcaya este Furtun Sanches de Zamudio, e todos los que con el fueron en aquellas muertes, é echados de toda Vizcaya estouvieron gran tiempo en Güeñes de Salcedo, por que el linaje de Güeñes eran sus parientes...”
El fuero de uso y costumbre y el de albedrío es el que disfrutaron estos concejos y valles; y es al final del siglo XIV cuando los redujeron a escritura, (1394) a poco de haber jurado D. Enrique III los fueros vizcaínos so el árbol de Guernica y en los demás lugares de uso y costumbre, durante el Corregimiento del doctor Gonzalo Moro. Como esto ya ha sido recogido cuando tratamos de los Fueros y Privilegios, no consideramos necesario repetirlo.
El mismo Corregidor nombrado por el Rey, desde que Vizcaya recayó en la corona real, representaba a sus altezas, y su calidad, al par que de letrado, debía ser hidalgo y de linaje de caballeros. En Guernica tomaba posesión de su representación oficial y después pasaba a Avellaneda para ser recibido en el territorio de las Encartaciones. El primer Corregidor fue el doctor Gonzalo Moro, que vino a Vizcaya en 1394.
Estaba asistido por tres tenientes. Uno en Guernica para la Tierra Llana, otro en las Encartaciones y el tercero en el Duranguesado y ninguno de estos podía funcionar fuera de sus distritos.
El Teniente General del Corregidor con caballeros síndicos de los valles y concejos encartados, síndico general y oficiales elegidos entre los naturales y domiciliados en las Encartaciones formaban su cuerpo gubernativo. Y ni el Señorío tenía voz ni voto en las Juntas de Avellaneda, ni la Encartación en las asambleas de Guernica.
Los síndicos generales de la Encartación concurrían con voto a Guernica solamente cuando se trataba a cosas comunes a todo lo que era Vizcaya o al fuero promiscuo.
En las Juntas de la Encartación en Avellaneda se providenciaban sus pueblos y se nombraban los oficiales y caballeros que debían entender en su gobierno y administración.
El Señorío trató a menudo de que las Encartaciones no se portasen con tanto aislamiento y que así como las Villas y el Duranguesado tenían más contacto y unión, no lo pudo conseguir plenamente hasta finales del siglo XVIII.




Relaciones entre el Señorío y Las Encartaciones
Existieron desde el Siglo XV frecuente pleitos sobre jurisdicción entre el Señorío y los Encartados. En 1551 la Chancillería de Valladolid declaraba corresponder al Teniente de Corregidor de Avellaneda la primera instancia en ciertas causas judiciales, atribución que era contestada por los concejos.
Estos pleitos no afectaban a los asuntos que se referían a la defensa de los derechos comunes de todos los vizcaínos, al costo de los cuales contribuían los encartados como todos los demás. Para estos asuntos todos los componentes del Señorío de Vizcaya, como lo hemos relatado en el apartado correspondiente a las Villas, habían llegado a un consenso, y las Encartaciones tenían asignado el 16,66%. Veamos como lo recoge el libro de las actas de las Juntas Generales y Regimientos de la Tierra Llana:
“Digo yo, Juan Martínez de Mendía, que en nombre de Hurtuno de Mendia, bolsero deste Señorio de Bizcaya, reçibi de Pero Ochoa de Gallarça, escrivano de la Junta deste Señorio de Bizcaya, doze mil y quatroçientos y sesenta y siete maravedis del tercio que cupo a la Encartaçión de los çien ducados que se repartieron para la yda de don Tristan de Leguiçamon a la corte a negoçiar los pleitos deste Señorio.
Fecho en Vilvao, a tres dias del mes de março de mill e quinientos e çinquenta e nuebe años.
Juan Martines de Mendia (rubrica)
En 1576 se suscitó pleito entre el Señorío y éstos por cuestiones pecuniarias. Un acuerdo se firmó el 30 de Agosto de este año. En 1583 surgía otro pleito entre ambas jurisdicciones ya que la concordia de 1551 no era respetada. La nueva sentencia falló a favor de los encartados el 8 de abril de 1558.
Hasta 1641, los representantes de las Encartaciones en las Juntas de Guernica sólo acudían a las mismas cuando se ventilaba algún asunto que les afectara. Pero, tras un intento de incorporación total que fracasó en 1628, las diversas entidades más cercanas al Señorío se fueron agregando: Gordejuela y Güeñes en 1642; en 1668, Zalla; en 1672, Galdames y en 1682 los Tres Concejos del Valle de Somorrostro, es decir Santurce, Sestao y San Salvador del Valle. Las entidades incorporadas lo hicieron con voto activo y pasivo, en esta instancia jurisdiccional superior, sin perder, sin embargo, su relación y estructuración con las instituciones encartadas. A efectos de pago de repartimientos, en el acuerdo de 25 de Agosto de 1699 quedaron tanto las adheridas al Señorío como las otras corporaciones encartadas, obligadas al pago de sus contribuciones al gobierno particular de Avellaneda.
Parece ser que las Encartaciones y el Señorío tuvieron roces en 1735. En las Juntas Generales de Guernica del 21 de Julio de 1740 se aprobaron los capítulos de la concordia entre las Encartaciones y el Señorío. En dicha concordia se declaraba nula la incorporación de las cinco repúblicas efectuada en el siglo anterior. Aunque persistía la unión en ciertos asuntos económicos y en la defensa de los casos de contrafuero. Las Encartaciones serían convocadas a Juntas Generales y de merindades, pero sus apoderados no tendrían voz ni voto fuera de los casos citados y los encartados no podrían ser elegidos en los cargos de Gobierno General y viceversa, los del Señorío en los de las Encartaciones. Este estado de cosas subsistió hasta 1798 y 1800 en que volvieron a disfrutar en Guernica de voto activo y pasivo.
Incorporación definitiva al Señorío: 1799
En la Junta de Merindades del 13 de Agosto de 1799, los Tres y Cuatro Concejos de Somorrostro, Gordejuela y Carranza fueron admitidos plenamente en el Señorío. En adelante las justicias de la Encartación quedaban en el conocimiento de las causas de primera instancia, en los asuntos de filiaciones y de guerra, servicios de mar y de tierra, etc., como las demás poblaciones de infanzonado. La explotación de minerales quedaría bajo normas que diesen las autoridades del Señorío. Los alcaldes billeteros serían los encargados de hacer cumplir las providencias dispuestas por los rectores del Señorío. Los pueblos de Carranza, Trucíos, Arcentales, Sopuerta, Zalla, Güeñes, Gordejuela y Galdames acudirían a las juntas Generales con un voto cada uno; Tres y Cuatro concejos, aunque compuestos de varios pueblos, sólo podrían acudir a tales Juntas con dos votos. En la elecciones de diputados tendrían voto activo y pasivo. Los alcaldes y demás oficiales de las Encartaciones podrían ser elegidos para oficios del Señorío, si bien, antes de tomar posesión, deberían renunciar a los cargos que hasta entonces ocupasen.
Finalmente, en beneficio de las Encartaciones quedaba la tercia parte del arbitrio antiguo de los 8 maravedís de impuesto en cada quintal de vena que se extraía por mar para fuera del Señorío, en los mismos términos que habían percibido hasta entonces, pero con la condición de que las Encartaciones había de pagar el salario de su teniente y del capellán que asistía a su capilla.
No olvidemos que dos de las tres famosas minas de hierro de Vizcaya (Somorrostro, Galdames-Sopuerta y Bilbao), se hallan en territorio encartado. La más importante es el criadero de Somorrostro, que comprende yacimientos importantes de mineral que eran explotados casi en su totalidad a cielo abierto. Ello y la proximidad del mar dio origen a la riqueza que dio pie a la revolución industrial vizcaína.
Significación de Las Encartaciones durante la Edad Media en las luchas entre linajes
Esta parte de la historia vizcaína ya ha sido tratada anteriormente, pero parece imposible sustraerse de sacarla a colación cuando tratamos cada una de las partes de que se compone el Señorío.
Las Encartaciones son la patria del célebre banderizo Lope García de Salazar y sede de su castillo de Muñatones. Fue una de las zonas más azotadas por las luchas de bandos entre los siglos XIV y XV. Habiendo muerto Juan Sáez de Salazar de San Martin de Somorrostro de resulta de las heridas recibidas en Castro en 1399 en la lucha entablada con Diego Pérez de Mioño y Sancho Ortiz de Mioño con los Marroquines de Samano, su hijo Ochoa de Salazar juró venganza y toda su parentela se enzarza en luchas interminables.
Se hallaban en tierra encartada las casas–torre banderizas de Achaga, derribada por Juan López de Salcedo hacia 1361 pero reedificada luego; Achuriaga; Loizaga, edificada por Ochoa García de Loizaga; Ribas; Salcedo o Sasedo, torre mayor de este nombre erigida por Juan Sánchez de Marroquín Vañales; la Mella y Mariaca.
En 1410 murieron en Somorrostro “a lanza o cuchillo” Juan de la Bodega, Ochoa de Valle, Rodrigo de San Martin, Juan de San Martin, “siendo lo más notable que en estas muertes una fue dada por un hermano a otro hermano y un padre a su hijo (los matadores fueron desterrados de la tierra)”. En Carranza murieron también Juan de San Esteban, Diego de Aldeanueva y su hermano Rodrigo por los del linaje de Zorrilla, y en Orduña lucharon los Zalduendo y Castro mediando varias muertes.
En 1445 Lope García de Salazar apellidó a sus parientes de todos los concejos de las Encartaciones, que acudieron para vengarse de los Amoroses, Marroquines, y Castillo de Castro Urdiales, que, entre todos, contestaban su poderío en dicha villa. Le acompañaron en esta expedición 1600 hombres de Baracaldo, Somorrostro, Galdames, Sopuerta, Güeñes, Carranza, Gordejuela, Lezama y Portugalete. Al año siguiente Lope García de Salazar acudió en ayuda de Pedro Fernández de Murga contra los Velasco de Mena, Plaza de Valmaseda, marroquines de Castro y Samano, Guriezo e Ibarguxen, Salcedo, Arteaga de Sodupe y la Cuadra, estando Marroquines y Velascos protegidos por la gente del Conde de Haro. Cogió cien prisioneros y armas de doscientos hombres.
En tierras encartadas las parcialidades gamboina y oñacina estaban representadas por los Velascos y los Salazares respectivamente, que se enfrentan otra vez en 1448 con todo el salvajismo habitual. En esta ocasión, acudieron a favor de los Velasco sus aliados gamboínos Pedro de Avendaño, Vélez de Guevara, Martin Ruiz de Arteaga y Martin Ruiz de Gamboa, y a favor de Salazar, los de Butrón. Ante la magnitud de las concentraciones, el rey envió a Antón Gómez de Ulloa, alcalde de la corte, que con sus buenos oficios estableció una tregua de 90 días.

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