Hernán Cortés es seguramente nuestro conquistador más conocido. Fue hijo único de un hidalgo extremeño, y a diferencia de otros conquistadores contaba con estudios, al haber permanecido en la Universidad de Salamanca durante dos años. La sed de aventuras y gloria le llevó a las Americas, donde pasó a la posteridad como conquistador del imperio Azteca y fundador de los pilares de lo que hoy es México.


minutodigital.com: 27.07.07

El Archivo de Indias de Sevilla desde el pasado 24 de julio ha abierto una exposición de la 'Colección Hernán Cortés', que mostrará al menos hasta diciembre muebles, cuadros, grabados y una amplia selección de su biblioteca. Dichos fondos provienen del Museo de América de Madrid. Esta colección fue donada por el infante Alfonso de Borbón y Borbón en 1933 y fue destinada al Archivo de Indias, donde permaneció hasta 1972, año en que quedó depositada en el Museo de América.

La Colección Hernán Cortés, conocida por este nombre porque procede de un palacio del Infante que había sido residencia del conquistador español, está compuesta por muebles, cuadros, grabados y otros efectos, así como una biblioteca.

Junto a Pizarro, Hernán Cortés es seguramente nuestro conquistador más conocido. Fue hijo único de un hidalgo extremeño, y a diferencia de otros conquistadores contaba con estudios, al haber permanecido en la Universidad de Salamanca durante dos años. La sed de aventuras y gloria le llevó a las Americas, donde pasó a la posteridad como conquistador del imperio Azteca y fundador de los pilares de lo que hoy es México.

Cierta historiográfica, coincidente con la leyenda negra, difundida por los anglosajones, primero ingleses y luego yanquis, y después asumida por las fuerzas autodenominas “progresistas”, presenta a los conquistadores como crueles asesinos de indígenas y hombres sólo ávidos de oro, que destrozaron la cultura autóctona.

Sin embargo la conquista de México solo es entendible gracias a la cooperación con los españoles de miles de nativos sojuzgados por los aztecas, a los que esclavizaban y usaban en sus sacrificios humanos. Ni un solo ejército español fue empleado en la conquista del Nuevo Mundo, y de hecho no nos encontramos con la presencia de militares españoles en América hasta 1766. Los españoles consolidamos nuestro dominio allí sobre todo a través de pequeños grupos de aventureros tales como Cortés o Pizarro, pero siempre ayudados por cientos de miles de indígenas.

En el caso de Cortés, no es de extrañar esta colaboración con los conquistadores de muchas tribus a su vez conquistadas por los aztecas. Los últimos hallazgos arqueológicos no solo confirman los sacrificios humanos, sino su elevado número y crueldad. Así Cientos de esqueletos, encontrados en un yacimiento prehispánico descubierto recientemente en México, demuestran que los aztecas capturaron, sacrificaron y comieron parcialmente a cientos de personas que viajaban con una columna de las fuerzas conquistadoras españolas en 1520. El lugar fue rebautizado "Tecuaque", que significa "donde se comieron a la gente", por Hernán Cortés. Los prisioneros estuvieron enjaulados durante meses esperando su turno.

Algunas veces los sacerdotes y los ancianos del pueblo, que realizaban los rituales en las escaleras de los templos, se comían los corazones ensangrentados o la carne de brazos y piernas que se desprendía de los huesos al hervirlos. Cortes de cuchillo de obsidiana y marcas de dientes en los huesos son abundantes. Los aztecas blanqueaban los huesos con lima y los llevaban como amuletos. Algunos eran utilizados como ornamentos en los hogares.

Al enterarse de la prolongada masacre, el conquistador español Hernán Cortés renombró el lugar con el vocablo náhuatl "Tecuaque", que significa "donde se comieron a la gente", y envió a su ejército a acabar con sus habitantes, que, al saber que los españoles se aproximaban, tiraron las pertenencias de sus prisioneros a los pozos. "Escondieron todas las evidencias de lo que habían hecho con los prisioneros", concluyó Martínez.

Según el cronista de la conquista de México, el soldado Bernal Díaz del Castillo, al aproximarse al Templo Mayor y observar el altar de Huitzilopochtli, vio lo siguiente: "...éste tenía en las paredes tantas costras de sangre y el suelo todo bañado de ello, como en los mataderos de Castilla no había tanto hedor. Y allí le tenían presentado (al dios tutelar) cinco corazones de aquel día sacrificados...".

Más allá tópicos, todas las crónicas de la época dejan ver los ideales “caballerescos” de los españoles que fueron a América. Los conquistadores, muchos de ellos pertenecientes a las clases más humildes de España, vieron en las tierras recién descubiertas la oportunidad de convertirse en caballeros y emular a los héroes novelescos que defendían ideales, patria y honor, consiguiendo ganar fortuna y gloria. Al encontrase con unos cultos y costumbres tan salvajes y sangrientos, no es de extrañar su reacción.