Madrid, diciembre 2005. Para el próximo viernes 16, a las siete de la tarde, se ha convocado una concentración de protesta contra la obra de intención blasfema "Yo, Satán":
CONTRA LA BLASFEMIA Y EL INSULTO A LA IGLESIA
Boicot a "Yo, Satán"
Teatro Bellas Artes
C/. Marqués de Casa Riera, 2 (esquina C/.Alcalá)
Nos reunimos en la puerta del BBVA de la C/.Alcalá, 16 (Metro Sevilla)
Viernes 16
19:00 horas
Pásalo.
Crónica de "El Cultural", diario El Mundo:
Demoledora. Cada carcajada lleva en sus pliegues una carga de dinamita. Por este esperpento teológico de Antonio Álamo pasa un papa descreído y demasiado humano (Paco Sagarzazu) que pone en peligro la existencia de la propia Iglesia; un arzobispo negro reivindicador de los derechos del Tercer Mundo (Ildefonso Tamayo) que quiere ser Papa sin reparar en medios; un monseñor masturbador y sodomita (Alex Furundarena) y otro monseñor maquiavélico e intrigante (Ramón Ibarra); cardenales conspiradores y asesinos (Juan Fernández y Adolfo Fernández) y un humilde fraile español, inocente y exorcista (Alfonso Lara). Lo grotesco se sobrepone a lo teológico e impide que la soflama se convierta en sermón moral y doctrinario a la inversa. El fondo de la cuestión son las intrigas de la curia, el hedor de las cloacas del Vaticano. Y el contrapunto, la inocencia corrompida. La antítesis es la contradicción entre una organización férrea y cruelmente terrenal basada en la espiritualidad y la fe de las gentes: milagrerías y ansias de eternidad.
La confusa retórica de la teología aniquila toda capacidad de discernimiento y, para afrontar ese contradios, Antonio Álamo y Álvaro Lavín han elegido el único camino viable: un sarcasmo que va mucho más allá de la ironía. Una cosa, por lo tanto, es la credulidad inducida y también genuina de los fieles, y otra muy distinta es el poder institucional, el gobierno del Vaticano. A este lo presenta Álamo con crudeza irreverente y sin temblarle el pulso, con un lenguaje ágil e incisivo. Lenguaje que trasladado a su desarrollo escénico se apoya en un espacio escénico flexible, limpio y totalizador; en un vestuario y una iluminación espléndidos y perfectos. Y, sobre todo, en una interpretación y una dirección impecables.
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