El periodista Eulogio López (el amo de hispanidad.com) tiene un problema: es católico, incluso intenta ser un católico coherente, pero siente pavor a que lo llamen “franquista”, “facha”, y esas cosas horribles que la gente de bien te suele llamar cuando no sólo eres católico, sino que encima quieres ejercer como tal.
Y una de las consecuencias de ese problema de don Eulogio es que siempre asume una actitud, digamos despegada ante palabras como “patria” y “España”. Es decir, que esas palabras le ponen un poco de los nervios y empieza a decir tonterías.
Y una segunda secuela de su “problema”, es que está convencido que los católicos tenemos que estar a favor de que las frontera nacionales sean abolidas y que la tolerancia frente a la emigración debe ser absoluta.
EMIGRACIÓN MASIVA: YESAyer mismo, sin ir más lejos, escribía don Eulogio un artículo que se titulaba “El Cristianismo lleva, de la mano, a la libre apertura de fronteras”, un título que resume su filosofía sobre el tema y concluía con estas emblemáticas palabras:
“Lo católico es la libre circulación de personas y la apertura al inmigrante, aunque huela mal. Después de todo, nadie ha dicho que el Cristianismo sea una doctrina cómoda, ¿verdad?”
Y dejando aparte la demagogia demasiado evidente de la segunda oración, resulta que la primera es una falacia más que evidente.
¿LA EMIGRACIÓN MASIVA ES CATÓLICA?La afirmación “Lo católico es la libre circulación de personas y la apertura al inmigrante” no sé de donde la saca el señor López, pero tengo la convicción de que no la ha sacado del Catecismo, sino del discurso dominante en nuestra sociedad, que no es precisamente católica.
Porque el catecismo, es verdad, enseña la dignidad de toda persona, incluida la del emigrante, pero también enseña, en dependencia del Cuarto Mandamiento, el amor a la patria; incluso el amor hasta el sacrificio y la muerte. Pero evidentemente, si una nación no tiene fronteras no tiene realidad, no tiene futuro ni identidad, y difícilmente se la puede amar.
Y es que lo del no a las fronteras, es el no a la patria. Como aquello tan bonito de los antiguos anarquistas de que “mi patria es la tierra y mi familia la humanidad”.
LA EMIGRACIÓN MASIVA ES GLOBALIZACIÓN DEL CAPITALHay un proceso de mundialización de la economía, de globalización, en el que la emigración es fundamental. Teóricamente, la mundialización implica que el capital se desplaza allí donde el beneficio se maximiza. Pero en la práctica es mucho más práctico desplazar a la mano de obra de manera que los salarios se puedan mantener bajos y el capital no tenga que correr el riesgo de desplazarse por el mundo. Por tanto, la emigración masiva actual corresponde básicamente a los intereses del capital de maximizar beneficios.
LOS MALES DE LA EMIGRACIÓN MASIVAEn cambio, la emigración perjudica gravemente a dos colectivos humanos:Por tanto, la emigración masiva hunde aún más en la miseria al tercer mundo, y destruye el tejido nacional de los países desarrollados, abocándolos al enfrentamiento civil.
- Al país anfitrión, donde el emigrante trabaja por bajar los salarios y empeora las condiciones de vida de los trabajadores autóctonos. Y donde, si el emigrante procede de países culturalmente muy dispares (como los musulmanes en occidente) también trabaja por romper la homogeneidad social, cultural y humana, y camina al enfrentamiento civil.
- Al país de procedencia: la emigración para los países pobres supone renunciar a un capital humano básico. Los que se van son siempre los más preparados, los más activos y aquéllos que ayudarían más al posible levantamiento de esa nación. Y por tanto toda emigración masiva supone una injusticia con los que se quedan, condenándolos definitivamente a la miseria perpetua.
HACIA UN PODER MUNDIALISTANaturalmente, la destrucción de las patrias nacionales en el origen y en el destino de las emigraciones masivas, refuerza no sólo una economía sin patria, sin más patria que el beneficio, si no que nos encamina hacia la más terrible de las tiranías de un gobierno mundialista.
Fuente: http://www.edicionescatolicas.com/articulo3.asp?Id=765
Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.
Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI
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