Tema: Se ha suicidado un traidor indecente

LES QUATRE MORTS D’EN “XIRI”
LAS CUATRO MUERTES D'EN "XIRI"

El ex-senador, ex-mossèn y ex-pacifista, Lluís Maria Xirinacs, fue hallado muerto el pasado once de agosto en una zona boscosa del Ripollès (Girona). En su manifiesto-despedida escrito en un humilde folio de cuadernillo escolar, anunciaba que se suicidaba, en un "acto de soberanía", tras vivir setenta y cinco años bajo el yugo españolazo, francés e italiano.

Alabado por los gacetilleros del entramado mediático del xiruquisme-kumbaià, en Xiri, fue despedido “en un multitudinario acto”, según describe la prensa seria. Cerca de dos mil personas, en un país con seis millones de autóctonos y otro millón largo de indocumentados, que no tuvieron reparo en gritar consignas a favor de la banda terrorista Terra Lliure y los psicópatas de la ETA. El lugar elegido para tan sentido homenaje, la barcelonesa basílica de Santa María del Mar. Como cotilleo, y a modo de memoria histérica al uso, los representantes eco-estalinistas de IC-V, permanecieron fuera de un templo que setenta años atrás y en plena orgía de sangre y represión revolucionaria, habían profanado y prendido fuego. Cosas del remordimiento.

Pero en Xiri, a lo largo de su dilatada vida, sufrió otras muertes, como mínimo tres, simbólicamente más dolorosas y menos mediáticas. Cuando el régimen franquista se desplomó por aburrimiento, y los presos políticos con delitos de sangre salieron a la calle (aunque los cuerpos de sus víctimas todavía estuvieran calientes), en Xiri, que solía pasarse las horas y los días delante de la cárcel Modelo para exigir la libertad de los “luchadores anti-franquistas”, se tuvo que buscar otras ocupaciones para canalizar tanto energía solidaria. Por aquellos años, algunas voces ya le señalan como candidato al Premio Nóbel de la Paz, título honorífico que se le resistió para desespero de sus correligionarios y alivio del resto de los mortales. En el clímax de su popularidad, se presentó como candidato independiente al Senado por la ciudad de Barcelona en elecciones democráticas de 1977, por el Bloc d’Alliberament Nacional, agrupación de partidos marginales en una época de experimentos e ingenuidades políticas, producto de un indigesto banquete de siglas, agrupaciones y sectas de lo más variopintas. Pronto descubrió que poco tenía que rascar en un sistema partidista cerrado, donde las familias de la burguesía catalana ya se habían repartido el pastel del arco político. Desilusionado por no haber sido escuchado por nadie, tres años más tarde abandona la política activa para dedicarse a sus labores sin oficio ni beneficio. Esta fue su primera muerte.

Su segunda muerte le llegó de mano de la indiferencia a la que fue sometido por las elites del pujolismo triunfante en la década de los ochenta y noventa y el olvido de una sociedad que se prepara para afrontar numerosos retos (entrada en la Unión Europea, modernización del país, Juegos Olímpicos…). Mientras la clase política catalana ya sólo se preocupa por atornillarse en la moqueta del despacho oficial, pactando con izquierdas, derechas y centros, los más jóvenes (subvencionados con remanents presupuestarios con los que financiar grupúsculos como La Crida o partidos pantallas con contactos con la galaxia abertzale), imponían su metodología expeditiva y poco pacífica, que en nada se asemejaban a la estrategia y la estética macutera utilizada por el mossén Xirinacs y la generación de la transición. Estamos en la época de Terra Lliure, de los tiros en la rodilla a profesores trotskistas que pedían una educación bilingüe para sus alumnos del extrarradio, del asesinato de peligrosas octogenarias y la automutilación de los aprendices a terroristas por sus propias bombas. En Xiri, hombre de paz en la época de Franco y candidato eterno al Nóbel, jamás pronunció una palabra condenando la violencia que en el nombre de la tribu se cebaba con cientos de civiles desarmados. Tampoco tras el atentado de Hipercor o en la casa cuartel de Vic.

Tampoco nunca -y eso que era sacerdote-, realizó protesta alguna delante de las sedes de los partidos para denunciar el asesinato de cientos de miles de niños no nacidos, o señalar el incomprensible apoyo de la democracia cristiana catalana a la Ley del Aborto del PSOE. A principios de los años noventa, en Xiri, abandonaría el sacerdocio, engrosando esa lista extraña de seminaristas, capellanes y párrocos (como Arzallus, Carod o Àngel Còlom) que entre el altar y la patria virtual, se decantan por dar catequesis nacionalista desde un plató televisivo y no en salvar almas desde un púlpito.
La tercera muerte, sonada, ignominiosa y grotesca, le sucedió en septiembre de 2002, en la Diada de Catalunya, cuando ante apenas trescientas personas, declaro ser amigo de aquellos que torturan, extorsionan, mutilan y asesinan en el nombre de la pureza étnica en Vascongadas. Algunos de sus argumentos “pacifistas” expuestos aquella mañana, llenaron de indignación y rabia a miles de catalanes y españoles.

“ETA, com que està en guerra, mata però no arrenca ungles. Jo he estat a la presó amb gent d'ETA amb ungles arrencades. ETA no tortura. ETA mata els que considera els seus enemics, però no tortura. En canvi, Lasa i Zabala van morir torturats. ETA posa bombes en un lloc on es pot ferir gent que no sigui militar o no sigui relacionada amb els opressors, però avisa. Sabeu quant costa, en règim de clandestinitat, trobar la dinamita, pagar-la o robar-la, transportar-la, col·locar-la, i, a sobre, quan ho tenen tot a punt, avisar que la desactivin? Responeu-me, per què ho fa, això? Ho fa per què encara conserva una mica de noblesa, de l'estil de Ginebra i la conserva per què encara els seus enemics, molt més poderosos, no l'han malejat prou, tot obligant-la a dur una vida de rata de claveguera, amagats, perseguits, sense poder tenir parella, ni fills, ni tan sols anar al cinema. No poden tenir res. En aquestes circumstàncies no poden filar massa prim i si de vegades fereixen algun innocent no és la seva voluntat. La gent potser no sap que, en el cas de l'Hipercor de Barcelona, ells van avisar i va ser la policia o els responsables de l'empresa qui van callar.”

Estos eran los principios de un presunto pacifista y seguidor de Gandhi, candidato veinticinco años antes a Nóbel de la Paz… De aquella metedura de pata, que algunos achacaron a un principio de demencia senil, en Xiri, ya no se repuso jamás.

Sumido en una depresión patriótica devastadora, en Xiri, profeta bíblico y pal de paller de la conciencia oprimida de catalanes, valencianos y mallorquines, -juntos y revueltos-, se condenó a morar en los infiernos a perpetuidad por quitarse la vida –una incoherencia más dentro de su dilatado disparate vital- , al no ser capaz de soportar durante más tiempo que, a pesar de todos los millones de euros invertidos en campañas de lobotomización educativa, los niños y las niñas siguan hablando castellano en la hora del recreo y que los trenes en democracia, llegan con más retraso que en el Antiguo Régimen.

Entiendo que en Xiri, hombre de tanto compromiso, se haya apeado de esta cochina vida con tales gestos dirigidos de cara a la galería. Es de agradecer que no se prendiera fuego a lo bonzo. En pleno agosto la patria no esta para tonterias.



¡Que descanse en Paz!


Arnau Jara. El traidor.