Re: La crisis del estado-nación
Están en crisis el Sistema y la omnipresencia del Estado en la vida de los ciudadanos. El primero con los problemas de la economía a escala global que demuestran que pueden acabar con el capitalismo imperante. Esto no es malo, al contrario, pero es peor el hecho de que no haya una alternativa , por lo que su colapso definitivo nos podría llevar a la anarquía e incluso a una guerra. El segundo, porque va perdiendo fuerza por un lado -en parte motivada por los mismos políticos, según se expone en el artículo-, y por otro cuanta menor es dicha fuerza, más aprieta aunque parezca un contrasentido. El Estado actual es totalitario, es decir, no hay aspecto de la vida institucional, social y económica, que no esté legislada; el proteccionismo frente a cualquier eventualidad es agobiante ( véanse sino las medidas restrictivas con juguetes, parques infantiles, controles alimentarios, etc.), y se nota diariamente en los noticiarios (suma de acontecimientos a gran velocidad de transmisión y que apabullan al espectador), y en nuestras propias existencias (si conduces miras más el velocímetro que la carretera, por poner un ejemplo, pero lo podemos hacer extensivo a cualquier esfera de actividad personal y familiar), incluído el lavado de cerebro que es el sistema educativo. Al final, es fácil llegar a la conclusión de que el estado es un reflejo de la sociedad y ésta lo es del Estado y ambos están afectados de paranoia. Y tanto el Sistema como el Estado, aspiran a perpetuarse indefinidamente, otro rasgo de totalitarismo.
¿Esta situación se puede cambiar? Si nos atenemos a lo profetizado en el NT sin duda sí cambiará. Si nos ajustamos al devenir histórico también, pues nada hay sobre la faz de este mundo que sea imperecedero. Pero si lo hacemos desde un frío análisis sociopolítico y económico, el panorama es desalentador. En los dos primeros casos existe la incertidumbre de cuándo sucederán esos acontecimientos que conduzcan a la desintegración del Sistema actual, del que el modelo Estado-nación es parte fundamental. Y si lo pretendemos planificar mediante la argumentación razonada de hipotéticas soluciones o alternativas, nos ahogaremos en un mar de pretensiones inconexas.
Además, y para empezar a "hacer boca" hay que plantearse cómo se logra el control del Estado. Los métodos se pueden resumir en tres alternativas: mediante su asalto político a través de una fuerza irresistible para las instituciones de dicho Estado; a través de la resolución favorable de un conflicto armado que permite a los vencedores establecer un Estado nuevo sobre unas bases nuevas; y, por último, mediante un proceso revolucionario que sustituya unas estructuras por otras. ¿Cuál es la más propicia para que el tradicionalismo pueda tener suficientes garantías de triunfo?
Además, no lo olvidemos, tales medidas sólo sirven para los márgenes del Estado, y ¿qué se hace con el Sistema? No cabe duda de que hay que aprovechar los enormes medios que hoy están a nuestra disposición, pero ¿sabemos aprovecharlos? Más aún ¿cuántas "capillas" se tienen que cerrar para que se logre un sentido unidireccional? En efecto, se puede, y muy posiblemente se deba, empezar por los cimientos, por abajo. Pero si una catedral costaba siglos levantarla, ¿cuánto tiempo nos va a llevar esta labor? Por ahora, y en espera de momentos más propicios, lo mejor que nos cabe hacer es difundir, difundir, difundir, el Tradicionalismo entre la gente más joven, es decir, invertir tiempo y palabra en el futuro.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
Marcadores