Respuesta: De gran Wyoming a pequeño Monzón
A mi el personaje nunca, jamás, desde que tengo la desdicha de conocerlo, afortunadamente sólo de oídas, me ha gustado y caído bien. Quizás es que como siempre he sido (yo creo que de nacimiento) de "ultraderecha ultracatólica" (¿por qué será, igual es que me lo trasmitió mi padre de tanto rezar para librarse del destino que le tenían preparado los ultrademócratas en los "barcos de la muerte de Bilbao"? concretamente en el "Aranzazu Mendi") y por eso este genial tarado de baba no me ha hecho gracia nunca.
Su genial inteligencia, (la inteligencia racional es un don de Dios, en este caso es ejemplo de don darwinista), visto lo visto, es todo lo que se puede esperar de un abstruso de nacimiento, pero es que sólo en un país como éste (o algunos otros similares) pueden medrar ejemplares locuaces de este jaez, y es que ya se sabe que "en el país de los necios, el más necio de todos es genio, y para colmo babea a la voz de su amo mientras menea la colita.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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