Tal y como ya se ha repetido aquí incansablemente con respecto a otro autores, ninguno de ellos es nuestro padre y se pueden compartir de cada cual, unas cosas sí y otras no... porque sus pensamientos no son la biblia. Y éste, del que ahora hablamos, tampoco iba a ser una excepción. Aunque, ahora bien, yo tampoco voy a ponerme muy eufórico afirmando que don Anselmo Carretero y yo seamos poseedores de la verdad absoluta, como tu preguntas con muy acertada ironía. Pero, las mismas observaciones habría de hacerse con los textos de don Menéndez Pelayo; por muy católico, tradicionalista y cántabro que fuera.
Te repito que aquí nadie está poniendo en duda la peculiar idiosincrasia del pueblo montañés, o cántabro... o como leches quieras denominarlo. En cualquier caso, la vida entre las montañas siempre ha aportado algún tipo de peculiaridad distintiva que hace a sus gentes muy distintas a las del llano. Hasta el abuelo de Heidi sabía ésto. Pero, fuera de esas peculiaridades orográfico-antropológicas, que también serían aplicables a gentes de la montaña palentina o de la Sierra de la Demanda, por poner un simple ejemplo, yo no veo ninguna otra.
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