La alegría de votar en conciencia




Sabemos que existe una moral objetiva, superior a las opiniones de mayorías o minorías y que ningún título se puede oponer contra ella. Sabemos también que los mecanismos representativos inorgánicos diseñados por el actual ordenamiento jurídico distan mucho de ser verdaderamente representativos o eficaces en su gestión. Por tanto, el Tercio Católico no afronta estas elecciones como una legitimación de cualquier acción política de los partidos en el gobierno.

Pese a ello concurrimos a las elecciones para tener la oportunidad de ser un dique de política netamente constructiva frente a las maniobras indisimuladamente anticristianas de este u otros partidos.

De acuerdo con nuestros Estatutos:

"- El Tercio Católico de Acción Política no es portavoz, ni es regido, ni es institución de la Iglesia Católica. A pesar de eso, voluntariamente acepta y se somete total y sin límites al magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana.
- El Tercio Católico de Acción Política no promueve un estado teocrático y asume la separación de estamentos Estado-Iglesia, aunque sí defiende un Estado moral y por ello colaborador con la Iglesia Católica."

Venimos a ser la oportunidad de dar una voz clara, sin hipotecas ni componendas, en defensa de la doctrina social y política de la Iglesia para que redunde en el bien común. Nos mueve nuestro compromiso como católicos y nos mueve nuestro amor al prójimo, a nuestro pueblo, al que nos duele ver sometido al adoctrinamiento totalitario y a las injusticias y lacras del sistema.

Por eso, pese a las carencias e insuficiencias de este sistema, queremos ofrecer la oportunidad de votar en conciencia. Y de hacerlo con alegría y esperanza. No por el hecho del voto en si mismo, ni mucho menos. Sino por la posibilidad de poder decir basta a que con el dinero que honradamente ganamos los trabajadores españoles se promueva el genocidio del aborto y las políticas antinatalistas, a que destruya la familia y se legisle contra el orden natural, a que se financien blasfemias y abusos financieros.

Cuando pasen las elecciones seguiremos pensando igual y seguiremos luchando desde otros frentes en la defensa de las convicciones profundas que nos mueven. Mientras tanto existe la posibilidad de votar en conciencia. Y daremos un testimonio cristiano, "consustancial a la identidad del pueblo español" (como nos recordaba S.S. Juan Pablo II en su última visita a España) en medio de tanta sigla impía.