Re: ¿Por qué Benedicto XVI no pudo dar su conferencia en “La Sapienza” en 2008?
En mi opinión, exposición más escueta y clara de los antecedentes, en los que destacan las posiciones inasumibles de algunos dando la nota, algo a lo que ya estamos acostumbrados en esta sociedad actual.
Los antecedentes de la visita fallida. Y el pensamiento de Benedicto XVI sobre Galileo
Dos horas antes que la visita fuese cancelada, en la tarde del martes 15 de enero, “L’Osservatore Romano” fue publicado con una nota en primera página que hacía presagiar la revocatoria y explicaba el por qué.
El autor de la nota no era un eclesiástico de la curia vaticana, sino el judío Giorgio Israel, profesor ordinario de matemáticas complementarias en la misma universidd de Roma “La Sapienza” a la que el Papa debería haber ido.
Que fuese un intelectual no católico el que diera razón de lo ocurrido, en el diario del Papa, era emblemático de cómo Benedicto XVI mira a lo que debería ser una universidad: un “cosmos” de la razón en sus varias dimensiones y especializaciones, llamadas a escucharse, a integrarse, a criticarse; un “cosmos” del que la fe de las religiones son parte viva, a la par de las ciencias, cada una con su peculiaridad.
Pero los opositores de la visita del Papa no han querido que sea así: un manojo de profesores, 67 de un total de 4500, y pocas decenas de estudiantes, de un total de 135 mil. A los cuales ha apoyado una fracción de la cultura laicista italiana, también ella de dimensiones mínimas, pero muy presente y ruidosa en los medios.
Aquí, pues, lo que ha escrito el profesor Israel en "L'Osservatore Romano" impreso en la tarde del 15 de enero:
CUANDO RATZINGER DEFENDIÓ A GALILEO EN "LA SAPIENZA"
por Giorgio Israel
Es sorprendente que los que han escogido como lema la célebre frase atribuida a Voltaire – “me batiré hasta la muerte por que tú puedas decir lo contrario de lo que pienso” – se opongan a que el Papa pronuncie un discurso en la universidad de Roma “La Sapienza”. Es más sorprendente todavía en cuanto que las universidades italianas son un lugar abierto a todo tipo de participación y es inexplicable que solamente al Papa se le prohíba ingresar.
¿Qué cosa tan grave ha llevado a poner aparte la tolerancia voltaireana? Lo ha explicado uno de los opositores del Papa, el profesor Marcello Cini, en la carta del pasado noviembre en la que ha condenado la invitación que el rector de la universidad Renato Guarini hace a Benedicto XVI. Lo que le parece “peligroso” es que el Papa pretenda abrir un discurso entre fe y razón, restablecer una relación entre las tradiciones judeo-cristianas y griegas, no querer que la ciencia y la fe sean separadas por una impenetrable pared divisoria.
Para Cini este programa es intolerable porque estaría en realidad dictado por la intención perversa – que Benedicto XVI cultivaría desde que fue “jefe del Santo Oficio” – de “poner en raya la ciencia” y reconducirla dentro de la “pseudo-racionalidad de los dogmas de las religiones”.
Además, según Cini, el Papa también habría producido el efecto nefasto de suscitar vehementes reacciones en el mundo islámico. Pero dudamos que Cini vaya a pedir a un representante religioso musulmán que antes de poner un pie en “La Sapienza” pronuncie un “mea culpa” por la persecución de Avicena. Más aún, estamos seguros que lo acogería con los brazos abiertos en nombre de los principios del diálogo y de la tolerancia.
La oposición a la visita del Papa no está pues motivada por un principio abstracto y tradicional de laicidad. La oposición es de carácter ideológico y tiene como blanco específico a Benedicto XVI porque se permite hablar de ciencia y de relaciones entre ciencia y fe, en vez de limitarse a hablar de fe.
También la carta contra la visita firmada por un grupo de profesores de física está inspirada por un sentimiento de fastidio por la persona misma del Papa, presentado como un obstinado enemigo de Galileo.
Echan en cara al Papa el haber retomado – en una conferencia tenida precisamente en “La Sapienza” el 15 de febrero de 1990 (cfr J. Ratzinger, "Wendezeit für Europa? Diagnosen und Prognosen zur Lage von Kirche und Welt", Einsiedeln-Freiburg, Johannes Verlag, 1991, pp. 59 y 71) – esta frase del filósofo de la ciencia Paul Feyerabend: “En época de Galileo la Iglesia se mantuvo mucho más fiel a la razón que el mismo Galileo. El proceso contra Galileo fue razonable y justo”.
Pero no se han preocupado en leer por entero y atentamente aquel discurso del entonces cardenal Ratzinger. Tenía como tema la crisis de confianza en la ciencia en sí misma y daba como ejemplo el cambio de actitud sobre el caso Galileo. Si en el siglo XVIII Galileo es el emblema del oscurantismo medieval de la Iglesia, en el siglo XX la actitud cambia y se subraya cómo Galileo no había proporcionado pruebas convincentes del sistema heliocéntrico, hasta la afirmación de Feyerabend – definido por Ratzinger como un “filósofo agnóstico-escéptico” – y la de Carl Friedrich von Weizsäcker, que inclusive establecía una línea directa entre Galileo y la bomba atómica.
Estas citas no eran usadas por el cardenal Ratzinger para buscar desquites e hilvanar justificaciones. “Sería absurdo – dijo – construir sobre la base de estas afirmaciones una apresurada apologética. La fe no crece a partir del resentimiento y del rechazo de la racionalidad”.
Más bien, las citas venían adoptadas como prueba de cuanto “la duda de la modernidad sobre sí misma haya alcanzado hoy a la ciencia y a la técnica”
En otros términos, el discurso del 1990 puede bien ser considerado, para quien lo lea con un mínimo de atención, como una defensa de la racionalidad galileana contra el escepticismo y el relativismo de la cultura postmoderna.
Por lo demás, quien conozca un mínimo de las recientes intervenciones de Benedicto XVI sobre el argumento, sabe bien cómo él considera con “admiración” la célebre afirmación de Galileo que el libro de la naturaleza está escrito en lenguaje matemático.
¿Cómo ha podido suceder que unos docentes universitarios hayan incurrido en un semejante infortunio? Un docente debería considerar como una derrota profesional el haber trasmitido un modelo semejante de lectura desatenta, superficial y con omisiones, que conduce a una auténtica y verdadera tergiversación.
Pero temo que aquí el rigor intelectual interese poco y que la intención sea la de dar un golpe a cualquier costo. Ni tiene nada que ver la laicidad, categoría extraña a los comportamientos de algunos de los firmantes, que jamás han gastado una palabra contra el integralismo islámico o contra la negación de la Shoah. Ha surgido en este caso una parte de cultura laica que no tiene argumentos, pero sataniza. No discute como la verdadera cultura laica, sino que crea monstruos. En este sentido, esta amenaza contra el Papa es un hecho cultural y civilmente trágico.
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Como complemento a lo que escribe el profesor Israel, cabe resaltar que la conferencia pronunciada por el entonces cardenal Ratzinger en la universidad de Roma “La Sapienza” el 15 de febrero de 1990, con los pasajes relativos a Galileo Galilei, fue la repetición de una conferencia que había dado anteriormente en Rieti el 16 de diciembre de 1989. Que fue a su vez fue repetida por el mismo Ratzinger, con las correspondientes adaptaciones, en Madrid el 24 de febrero de 1990 y en Parma el 15 de marzo del mismo año.
Después el texto de la conferencia fue recogido en un volumen editado en 1991 en Alemania por Johannes Verlag y en 1992 en Italia por Ediciones Paulinas, con el título "Svolta per l'Europa? Chiesa e modernità nell'Europa dei rivolgimenti" (título de la edición en español: “Una mirada a Europa: Iglesia y modernidad en la Europa de las revoluciones”).
Reproducimos aquí el pasaje del libro con las observaciones de Ratzinger a propósito del caso Galileo:
> "Nell'ultimo decennio..."
Sobre el caso Galileo, la posición oficial de la Iglesia de Roma es hasta ahora la expresada por Juan Pablo II en su discurso del 31 de octubre de 1992 a la Pontificia Academia de las Ciencias:
> "La conclusione della sessione plenaria..."
Como Papa, Benedicto XVI nunca ha intervenido directamente sobre el tema. Pero es de extraordinario interés, para entender su pensamiento, la respuesta que diera en la plaza San Pedro, el 6 de abril del 2006, a un estudiante de liceo de 17 años que le había preguntado “cómo armonizar ciencia y fe”.
He aquí la respuesta del Papa:
"EL GRAN GALILEO DIJO QUE DIOS..."
por Benedicto XVI
El gran Galileo dijo que Dios escribió el libro de la naturaleza con la forma del lenguaje matemático. Estaba convencido de que Dios nos ha dado dos libros: el de la sagrada Escritura y el de la naturaleza. Y el lenguaje de la naturaleza – esta era su convicción – es la matemática; por tanto, la matemática es un lenguaje de Dios, del Creador. Reflexionemos ahora sobre qué es la matemática: de por sí, es un sistema abstracto, una invención del espíritu humano que como tal, en su pureza, no existe. Siempre es realizado de forma aproximada, pero, como tal, es un sistema intelectual, es una gran invención -una invención genial- del espíritu humano. Lo sorprendente es que esta invención de nuestra mente humana es realmente la clave para comprender la naturaleza, que la naturaleza está realmente estructurada de modo matemático, y que nuestra matemática, inventada por nuestro espíritu, es realmente el instrumento para poder trabajar con la naturaleza, para ponerla a nuestro servicio, para servirnos de ella mediante la técnica.
Me parece casi increíble que coincidan una invención del intelecto humano y la estructura del universo: la matemática inventada por nosotros nos da realmente acceso a la naturaleza del universo y nos permite utilizarlo. Por tanto, coinciden la estructura intelectual del sujeto humano y la estructura objetiva de la realidad: la razón subjetiva y la razón objetivada en la naturaleza son idénticas. Creo que esta coincidencia entre lo que nosotros hemos pensado y el modo como se realiza y se comporta la naturaleza, son un enigma y un gran desafío, porque vemos que, en definitiva, es "una" la razón que las une a ambas: nuestra razón no podría descubrir la otra si no hubiera una idéntica razón en la raíz de ambas.
En este sentido, me parece que precisamente la matemática -en la que, como tal, Dios no puede aparecer- nos muestra la estructura inteligente del universo. Ahora hay también teorías basadas en el caos, pero son limitadas, porque si hubiera prevalecido el caos, toda la técnica sería imposible. La técnica es fiable sólo porque nuestra matemática es fiable. Nuestra ciencia, que en definitiva permite trabajar con la energía de la naturaleza, supone la estructura fiable, inteligente, de la materia.
Así, vemos que hay una racionalidad subjetiva y una racionalidad objetiva en la materia, que coinciden. Naturalmente, ahora nadie puede probar -como se prueba con experimentos, en las leyes técnicas- que ambas tuvieron su origen en una única inteligencia, pero me parece que esta unidad de inteligencia, detrás de las dos inteligencias, es realmente manifiesta en nuestro mundo. Y cuanto más podamos servirnos del mundo con nuestra inteligencia, tanto más manifiesto será el plan de la Creación.
Por último, para llegar a la cuestión definitiva, yo diría: Dios o existe o no existe. Hay sólo dos opciones. O se reconoce la prioridad de la razón, de la Razón creadora que está en el origen de todo y es el principio de todo -la prioridad de la razón es también prioridad de la libertad- o se sostiene la prioridad de lo irracional, por lo cual todo lo que funciona en nuestra tierra y en nuestra vida sería sólo ocasional, marginal, un producto irracional; la razón sería un producto de la irracionalidad. En definitiva, no se puede "probar" uno u otro proyecto, pero la gran opción del cristianismo es la opción por la racionalidad y por la prioridad de la razón. Esta opción me parece la mejor, pues nos demuestra que detrás de todo hay una gran Inteligencia, de la que nos podemos fiar.
Pero a mí me parece que el verdadero problema actual contra la fe es el mal en el mundo: nos preguntamos cómo es compatible el mal con esta racionalidad del Creador. Y aquí realmente necesitamos al Dios que se encarnó y que nos muestra que él no sólo es una razón matemática, sino que esta razón originaria es también Amor. Si analizamos las grandes opciones, la opción cristiana es también hoy la más racional y la más humana. Por eso, podemos elaborar con confianza una filosofía, una visión del mundo basada en esta prioridad de la razón, en esta confianza en que la Razón creadora es Amor, y que este amor es Dios.
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Traducción en español de Juan Diego Muro, Lima, Perú.
La universidad de Roma cierra las puertas al Papa. Esta es la lección que no han querido escuchar
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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