El tema del sedevacantismo está más que tratado y estudiado aquí. Vaya por delante que siento el mayor respeto y comprensión por los sedevacantistas. Comprendo bien su postura aunque no la comparta. Sin embargo, no veo incoveniente en que Roma sea sede del Anticristo y haya abominación en el lugar santo y que el trono no esté vacante. El infierno no puede prevalecer contra la Iglesia. Cristo mismo lo prometió. Y también habló de la cizaña que se mezclaría con el trigo. Que el Anticristo se haya instalado en Roma (ya sea una persona, ya se entienda como una entidad espiritual; yo lo entiendo como una persona) no quiere decir que el Papa sea el Anticristo, que es lo que enseñaba Lutero. La cizaña, la mala hierba, está extendidísima dentro de la Iglesia. La Iglesia está enferma, pero no ha muerto. Y, sí, hay masones y malos bichos infiltrados a patadas. La misma Santa Sede reconoció hace algún tiempo que hubo que exorciszar una capilla del Vaticano porque se habían realizado ritos satánicos en ella. Otra cosa es que el Papa y la jerarquía hayan dejado prácticamente de cumplir su deber y los pontífices ya no pronuncien anatemas y casi nunca hablen ex cathedra. Pero papas malos los ha habido a lo largo de la historia, y no me refiero sólo a los papas mundanos y pecadores del Renacimiento, sino a otros que no cumplían su deber y fueron objeto de amonestaciones por parte de santos, como San Pablo con San Pedro, o Santa Catalina de Siena cuando exhortó repetidamente al Papa para que regresara a Roma. La situación está tan mal que me huele a que la Parusía ya no puede andar muy lejos. San Pablo dijo que antes tendrían que venir la apostasía (que ya la estamos viviendo) y el Anticristo, que indudablemente está en acción ya en el mundo se sepa o no quién es o aunque nunca se llegue nunca a saber porque no salga de su logia. Eso sí, sólo Dios sabe cuándo será y naturalmente nunca lo ha dicho ni lo dirá. (Desde luego no va a ser mañana, eso está claro.)
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