Revista FUERZA NUEVA, nº 505, 11-Sept-1976
LEFEBVRE ABRE INTERROGANTES; ENTRE EL DESGOBIERNO Y LA DIMISIÓN
(...) La inhibición eclesiástica en España
El avance arrollador del marxismo y devastador de la civilización occidental y cristiana, obra de “los cosacos”, como previó nuestro Donoso Cortés en el siglo XIX y predijo León Bloy en el XX, nos lo traen esos caballos de Troya que son los cristianos (demócratas cristianos o liberales) que, merced al desgobierno y dimisión del Magisterio de la Iglesia, introducen el comunismo en España. El Papa, el nuncio apostólico, el presidente de la Conferencia Episcopal Española, cardenal Tarancón, consienten que ciertos exponentes católicos, que incluso ocupan cargos en organizaciones eclesiásticas pontificias, como la Comisión Justicia y Paz (Ruiz-Giménez) , o que declaran que la suya es una política “de inspiración cristiana”, contribuyen por inhibición a que “los cosacos”, los comunistas, cobren en nuestra Patria una fuerza que no tienen por qué cobrar.
Y el Papa, su nuncio apostólico y el arzobispo de Madrid, cardenal Tarancón, consienten que en la capital de España haya algún párroco, como don Mariano Gamo, que se declara comunista; que haya parroquias, como la de Jesús Divino Obrero, que están dispuestas a prestar sus locales para mítines procomunistas; que haya parroquias donde evangelizan sacerdotes, como el padre Díez Alegría o el jesuita Llanos, que no tienen empacho en declarar que han hecho la opción marxista. Y hacemos gracia al lector de los casos de Barcelona, Vich, Málaga, etc., donde ocurren cosas similares a ciencia y condescendencia de la Nunciatura Apostólica, que tiene perfectamente informado al Papa de lo que acontece en España.
La Iglesia no es “luz del mundo”
Es inútil que la Unión de Seglares de Madrid se dirija al cardenal Tarancón, al nuncio apostólico y a la Sede Apostólica solicitando el ejercicio de su autoridad de Magisterio y de gobierno para que todos sepamos si las proposiciones y actuaciones de los católicos oficiales Antonio Aradillas, Enrique Miret, Mariano Gamo, Ruiz-Giménez, Gil-Robles, los Tácito, González Ruiz, etc., son verdaderamente católicas: para dilucidar si esos presuntos católicos se han excomulgado o permanecen en la comunión católica. Ni la autoridad de la Iglesia romana, ni la autoridad de la Iglesia en Madrid, en Barcelona, en Málaga o en Bilbao quiere ser luz del mundo y sal de la tierra: o no sabe o no quiere discernir entre la verdad y el error, entre la justicia y la iniquidad, entre el mal y el bien,
Las herejías y cismas son consentidos ya dentro de la Iglesia
Dios ha dotado a la Iglesia de unas facultades y de unas potestades que el Papa Pablo VI no quiere ejercer, con lo que la Iglesia, en la que se le desobedece manifiestamente, se ve atacada tanto por la izquierda como por la derecha. El Papa no quiere excomulgar ni a los teólogos ni a los obispos que avalan el Catecismo Holandés. El Papa Pablo VI no excomulga al teólogo suizo Hans Küng, que pone en tela de juicio la infalibilidad del Papado. El Papa Pablo VI no excomulga ni suspende siquiera “a divinis” a quien, como el padre José María Díez Alegría, no cree en la infalibilidad papal, pero cree en una exégesis bíblica o lectura del Evangelio a la luz de la ideología marxista. El Papa no escucha, al parecer, las continuas críticas de la Iglesia y del Papado hechas por el canónigo malagueño González Ruiz, dese principios positivistas, materialistas y marxistas. El Papa Pablo VI no quiere discernir lo que hay de acatólico y de católico en la literatura de la Asamblea Conjunta de obispos y sacerdotes españoles.
¿Estamos con “Sede romana vacante”?
A veces, uno piensa que nos hallamos en una situación de “Sede vacante”, según gusta de decir un amigo mío, alto funcionario del Estado.
Y en una situación de “Sede romana vacante” no es extraño que surjan actitudes como la de la comunidad de Franzoni, como la del abate Coache, y muchas más. Monseñor Lefebvre, al ordenar nuevos presbíteros de su Iglesia, ha dicho:
“La insistencia que ponen los que son enviados por Roma para pedirnos que cambiemos de rito, nos hace reflexionar y tenemos la convicción que precisamente ese nuevo rito de la Misa (de Pablo VI) expresa una nueva fe, una fe que no es la nuestra, una fe que no es la fe católica. Esta nueva misa es un símbolo, es una expresión, es una imagen de una fe nueva, de una fe modernista, porque si la Muy Santa Iglesia ha querido conservar, a lo largo de los siglos, este tesoro precioso que nos ha dado el rito de la Santa Misa canonizada por san Pío V, no ha sido sin motivo. Ha sido porque en esta Misa se encuentra toda nuestra fe, toda la fe católica...”
La nueva Misa supone otra religión, no la católica
“Por el contrario, es evidente que este nuevo rito, si se me permite decirlo, presupone otra concepción de la religión católica, otra religión. Ya no es el sacerdote quien ofrece la Misa, es la asamblea. Esto es todo un programa. En adelante, es también la asamblea la que reemplaza a la autoridad en la Iglesia -¿no vemos en “Pueblo” cómo el obispo Iniesta, de Vallecas, y Antonio Aradillas, sacerdote de la Ciudad de los Periodistas (Madrid) sostienen sin desautorización que los obispos han de ser elegidos democráticamente?-; es la asamblea episcopal la que reemplaza el poder de los obispos, es el consejo presbiteral el que reemplaza el poder del obispo en la diócesis, es el número quine en adelante manda en la Santa Iglesia, y esto se expresa en la Misa precisamente, en que la asamblea reemplaza al sacerdote, a tal punto que ahora muchos sacerdotes ya no quieren celebrar la Santa Misa cuando no hay asamblea”
La Misa protestante introducida en la Iglesia Católica
“Con toda suavidad, es la noción protestante de la Misa la que se introduce en la Santa Iglesia. Y esto conforme a la mentalidad del hombre moderno, a la mentalidad del hombre modernista, se ajusta absolutamente. Porque es el ideal democrático lo que fundamentalmente constituye el ideal del hombre moderno: para él, el poder está en la asamblea, la autoridad está en los hombres, en la masa y no en Dios. Y esto es muy grave, porque nosotros creemos que Dios tiene toda la autoridad, nosotros creemos que toda autoridad viene de Dios: "Omnis potestas a Deo". No creemos que la autoridad venga del pueblo, que la autoridad venga de la base, como exige la mentalidad del hombre moderno. Sin embargo, la Nueva Misa es sin embargo la expresión de esta idea de que la autoridad se encuentra en la base y ya no en Dios. Esta Misa no es una Misa jerárquica, es una Misa democrática y esto es muy grave. Es la expresión de una ideología completamente nueva: hemos hecho de la ideología del hombre moderno parte de nuestros ritos más sagrados”.
Lo que corrompe a la iglesia
“Y esto es lo que actualmente corrompe a toda la Iglesia, porque por esta idea de poder otorgada a la base en la Santa Misa, estamos destruyendo el sacerdocio” ... “Esto es lo que creemos” -prosigue monseñor Lefebvre, poniendo de manifiesto el contenido dogmático de su disidencia actual con la Sede Apostólica y su adhesión a la fe tradicional-, y por eso creemos que no podemos aceptar este nuevo rito, que es obra de una ideología diferente, de una nueva ideología...”
Lo que le dicen los emisarios de Roma
“Se ha creído –continúa acto seguido en la homilía de la Misa de ordenaciones el día de San Pedro en Ecône- atraer al mundo, adoptando sus ideas, tomando las ideas del hombre moderno, de este hombre moderno que es un hombre liberal, un hombre modernista, un hombre que acepta la pluralidad de las religiones, pero no acepta ya la Realeza Social de Nuestro Señor Jesucristo. Esto lo he escuchado dos veces de los enviados de la Santa Sede, quienes me dijeron que la Realeza Social de Nuestro Señor Jesucristo ya no era posible en nuestro tiempo, que el pluralismo tenía que ser aceptado definitivamente; que la encíclica Quas Primas sobre el realeza de Nuestro Señor Jesucristo, esta hermosa encíclica que fue escrita por el Papa Pío XI, ya no sería escrita hoy por el Papa. Esto es lo que me dijeron los enviados oficiales de la Santa Sede”.
Nosotros no somos de la religión liberal, sino de la católica
“Pues bien -continúa monseñor Lefebvre- nosotros no somos de esta religión, no aceptamos esta nueva religión. Somos de la religión de siempre, somos de la religión católica, no somos de la religión universal, como la llaman hoy. Esto no es ya la religión católica. No somos de esta religión liberal, modernista, que tiene su culto, sus sacerdotes, su fe, sus catecismos, su Biblia -su Biblia ecuménica-. No los aceptamos, no aceptamos la Biblia ecuménica. No existe la Biblia ecuménica; existe la Biblia de Dios... ¡Es la palabra de Dios, no tenemos derecho a mezclarla con la palabra de los hombres! ... No aceptamos los catecismos que ya no afirman nuestro Credo. Y así sucesivamente, no podemos aceptar estas cosas. ¡Es contrario a nuestra fe, lo lamentamos infinitamente, ¡es un dolor inmenso, inmenso para nosotros pensar que estamos en dificultades con Roma a causa de nuestra fe! ¿Cómo es posible? Es algo que supera la imaginación...”
O someterse a Roma o conservar la fe católica
“Lo he manifestado a los que vinieron de Roma: “los cristianos están desgarrados en sus familias, en sus hogares, entre sus hijos, están divididos en sus corazones por esta división en la Iglesia, de esta nueva religión que se enseña y se practica. Ciertos sacerdotes mueren prematuramente, desgarrados en su corazón y en su alma al pensar que ya no saben qué hacer: o se someten a la obediencia (de Pablo VI) y de alguna manera perder la fe de su niñez y juventud, y renunciar a las promesas que hicieron en el momento de su sacerdocio, prestando el juramento antimodernista, o bien teniendo la impresión de separarse del que es nuestro Padre, el Papa, del que es el Sucesor de San Pedro”.
No podemos equivocarnos manteniéndonos como la Iglesia de siempre
¡Qué desgarramiento para los sacerdotes! -siguen las palabras del obispo Lefebvre- Ciertos sacerdotes, muchos sacerdotes han muerto prematuramente de dolor. Ciertos sacerdotes ahora son expulsados de sus iglesias, perseguidos, ¡porque dicen la Misa de siempre! ¡Estamos en una situación verdaderamente dramática! Entonces, tenemos que elegir entre una apariencia - diría yo - de obediencia - porque el Santo Padre no puede pedirnos que renunciemos a nuestra fe; esto es absolutamente imposible - y la preservación de nuestra fe. Pues bien, nosotros elegimos no abandonar nuestra fe. Porque en esto nosotros no podemos equivocarnos. La Iglesia no puede equivocarse en lo que ha enseñado durante dos mil años, es absolutamente imposible”.
(...) La solución al caso Lefebvre
¿Tiene solución el caso de monseñor Lefebvre?
Si Pablo VI no prefiere dimitir, pero tiene un espíritu tan ecumenicista como para recibir en audiencia a cismáticos, herejes y ateos y levantar la excomunión a la Iglesia cismática bizantina, no parece que sea mucho pedir y mucho conceder el consentir que monseñor Lefebvre y sus fieles continúen afectos a los ritos y doctrinas tridentinos, lo mismo que hay ritos mozárabes, ambrosianos, bizantinos o maronitas. (*)
Eulogio RAMÍREZ
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