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Tema: El catolicismo tradicional español ante el 'caso Lefebvre' (1976-1978)

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    El catolicismo tradicional español ante el 'caso Lefebvre' (1976-1978)

    EL CATOLICISMO TRADICIONAL ESPAÑOL ANTE EL “CASO LEFEBVRE”(1976-1978)
    http://hispaniasacra.revistas.csic.es/index.php/hispaniasacra/article/download/411/422.

    (Las negritas, sobre todo recalcando la palabra "Monseñor" -que el autor omite con sospechosa frecuencia- por "Lefebvre" a secas, son mías. Para una perspectiva general de la obra de Mons Lefebvre: http://hispanismo.org/crisis-de-la-i...o-x-fsspx.html

    POR JUAN MANUEL GONZÁLEZ SÁEZ Doctor en Historia Contemporánea, Universidad de Navarra

    En 1976 estalló el “caso Lefevbre” dentro de la Iglesia católica. La ordenación de sacerdotes del seminario suizo de Ecône provocó la suspensión a divinis del arzobispo francés Marcel Lefebvre. Este prelado se convirtió en el símbolo de la resistencia eclesial tradicionalista a las innovaciones litúrgicas, pastorales y teológicas derivadas del Concilio Vaticano II.1

    Analizamos la repercusión de este conflicto eclesiástico en España durante los años 1976-1978, especialmente en los ambientes del catolicismo tradicional español. Buscamos contribuir a explicar algunas de las causas por las que el tradicionalismo católico no llegó a consolidar una corriente significativa dentro de la Iglesia en España a diferencia de lo ocurrido en Francia o Alemania.2


    El 29 de junio de 1976, fecha simbólica por ser la festividad de los apóstoles Pedro y Pablo, fueron ordenados trece sacerdotes por monseñor Lefebvre en el seminario tradicionalista de Ecône. El 24 de julio se pronunció contra el arzobispo la suspensión a divinis. El conflicto entre Roma y monseñor Lefebvre se había ido incubando desde la fundación de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X y su seminario en 1970. La educación recibida por los seminaristas fue tachada de anticonciliar, especialmente por su rechazo al Novus ordo missae y su defensa de la misa de San Pío V.

    En noviembre 1974, tras la visita que una comisión cardenalicia realizó a Ecône, monseñor Lefebvre criticó a la Roma “neomodernista y neoprotestante” surgida del Concilio Vaticano II. Meses después, el 6 de mayo de 1975 el obispo de Friburgo, monseñor Pierre Mamie, revocaba la autorización de la Fraternidad Sacerdotal. Tras la suspensión a divinis, Monseñor Lefebvre se convirtió en el principal símbolo público de la resistencia del tradicionalismo católico al aggiornamento conciliar. En cualquier caso, esimportante resaltar que el arzobispo, a diferencia de otros clérigos tradicionalistas, siempre considerará que mantiene la comunión con Roma y, pese a las críticas hacia Pablo VI, mantendrá el reconocimiento del Romano Pontífice como cabeza de la Iglesia.

    En España el caso Lefebvre y la amenaza de un cisma dentro de la Iglesia católica despertaron, como en el resto de Europa, el interés de los medios periodísticos. Este país contaba con grupos de sacerdotes y de seglares reticentes a muchos de los cambios litúrgicos, pastorales y doctrinales que el Concilio había supuesto para la Iglesia española, una institución dominada, pese a la existencia de pequeñas minorías progresistas, por su conservadurismo. Las reticencias ante la renovación eclesial estaban unidas a factores políticos. Las orientaciones conciliares provocaron la necesidad de la revisión de las relaciones Iglesia-Estado. Las tensiones entre las posturas proconciliares y anticonciliares de obispos, sacerdotes y seglares fueron también tensiones políticas ante el modelo de Estado católico franquista. A lo largo de los últimos años del franquismo, especialmente tras ser nombrado en 1972 el cardenal Vicente Enrique y Tarancón como presidente de la Conferencia Episcopal Española, se había ido produciendo un distanciamiento entre la Iglesia y el Estado franquista. Este “desenganche”, lento y progresivo, de una de las principales fuentes de legitimación del franquismo provocó una notable división eclesial y política.3

    Los sacerdotes opuestos a las interpretaciones consideradas desviadas del espíritu conciliar estaban representados por la Hermandad Sacerdotal Española, que agrupaba a aproximadamente 6.000 miembros del clero diocesano y religioso. En dependencia de la Hermandad existían las Uniones Seglares, que reunían a laicos comprometidos con la defensa de la fe tradicional.4

    Estas asociaciones de sacerdotes y seglares estaban respaldadas por cabeceras de la prensa religiosa conservadora como ‘Iglesia-Mundo’,‘Roca Viva’ o ‘El Cruzado Español’. También era relevante el apoyo delmovimiento político Fuerza Nueva, de pequeños grupos tradicionalistas carlistas y de la publicación integrista ‘¿Qué Pasa?’ Esta constelación de grupos y prensa, que el cardenal Vicente Enrique y Tarancón definió como “la contestación de los otros” en oposición a la contestación progresista, había mostrado su simpatía por monseñor Lefebvre antes de su suspensión a divinis.5

    En algunos casos existió una estrecha colaboración con el arzobispo francés en la formación de una resistencia católica en defensa de la tradición. En el caso de Fuerza Nueva el respaldo a Monseñor Lefebvre, junto a la identificación con sus ideas reticentes al Concilio, formó parte de la estrategia política contraria al papel de la Iglesia española durante el proceso democratizador tras la muerte del general Franco y al inevitable abandono de la confesionalidad católica del Estado anunciado en el proyecto constitucional que se aprobará en 1978.

    LAS RELACIONES DE MONSEÑOR LEFEBVRE CON ESPAÑA ANTES DE 1976

    Monseñor Lefebvre fue uno de los principales impulsores del Coetus Internationalis Patrum durante la celebración del Concilio. El objetivo de esta agrupación de padres conciliares, entre los que se encontraban personalidades de relevancia eclesial como los cardenales Ottaviani y Siri o los obispos Castro Mayer, Proença Signaud o Carli, fue la defensa de la inmutabilidad del magisterio y la tradición frente a la nueva teología impulsada por los obispos progresistas agrupados en la denominada Alianza del Rhin. Los obispos españoles, cuyas aportaciones fueron, en términos generales, irrelevantes durante el Concilio, estuvieron cercanos a las posturas del Coetus, especialmente en los debates sobre la libertad religiosa.6

    Monseñor Lefebvre,dentro del conjunto de padres conciliares miembros de la resistencia conservadora, destacó el carácter combativo de seis prelados españoles: Laureano Castán Lacoma, obispo de Sigüenza–Guadalajara; Casimiro Morcillo, arzobispo de Madrid; Abilio del Campo, obispo de Calahorra; Ángel Temiño, obispo de Orense; Santos Moro Briz, obispo de Ávila y Demetrio Mansilla, obispo de Ciudad Rodrigo.7

    Entre los obispos más militantes del Coetus se decidió crear un boletín inter-episcopal que ayudase en la lucha contra el progresismo y favoreciese “una sana interpretación” del Concilio.

    En 1967 se lanzó el primer número de ‘Fortes in fide’ con textos de los obispos conservadores Luigi María Carli y Rudolf Graber, y una recensión del libro de Pierre Virion ‘Avant le gouvernement mondial, une supercontre-Église? ‘ El prelado español Laureano Castán colaboró en el lanzamiento de la revista poniendo al Padre Luis Viejo al servicio de la publicación. Tras editar varios números, esta iniciativa fracasó por el escaso compromiso de los obispos. ‘Fortes in fide’ se transformó en un servicio de información religiosa para las revistas tradicionalistas de todo el mundo. El 8 de marzo de 1969, mons. Lefebvre organizó en Roma una reunión de publicaciones defensoras del catolicismo tradicional que reunió a 37 cabeceras de catorce países. La revista española 'Fuerza Nueva', órgano de expresión del franquismo más inmovilista y crítico con el aggiornamento conciliar, participaría en este encuentro.8

    Ese mismo año, Mons.Lefebvre también entró en contacto con la Hermandad Sacerdotal Española, asociación que agrupaba a sacerdotes identificados con la defensa de la tradición católica, muy reticentes frente a las innovaciones pastorales y litúrgicas derivadas del Concilio Vaticano II, y que mostraban una identificación plena con el franquismo y el Estado confesional católico.

    Las relaciones de Mons. Lefebvre con la Hermandad Sacerdotal Española y especialmente con su sección catalana, la Asociación de Sacerdotes y Religiosos San Antonio Mª Claret, fueron amistosas antes de su suspensión a divinis. La Hermandad Sacerdotal colaboró con el arzobispo en los intentos de crear un movimiento sacerdotal internacional de resistencia a los cambios eclesiales del posconcilio. También aplaudió la fundación en Friburgo del Seminario San Pío X, un centro formativo“de pioneros de la defensa de la Fe desde un sacerdocio auténtico”.9

    Las relaciones se habían iniciado a finales de los años sesenta. En julio de 1969, la Hermandad Sacerdotal había organizado unas jornadas en Segovia que habían reunido a más de quinientos sacerdotes, entre los que se encontraba un pequeño grupo de sacerdotes tradicionalistas franceses cercanos a Mons. Lefebvre. Posteriormente el arzobispo mantuvo contactos con la Asociación de Sacerdotes y Religiosos San Antonio María Claret. Esta agrupación destacó por su defensa de la misa de San Pío V frente al novus ordo missae. Sus dirigentes, el P. José Bachs y el P. José Mariné, apoyaron el “Breve Examen Crítico del Nuevo Orden de la Misa” enviado por el cardenal Alfredo Ottaviani al Papa en defensa de la misa de San Pío V. Posteriormente también escribieron a monseñor Aníbal Bugniniy al propio Pablo VI solicitando el mantenimiento de la misa tradicional.10

    Fruto de estos contactos, el 10 de diciembre de 1969 se celebró en Perpiñán una reunión de sacerdotes españoles y franceses donde se expuso el proyecto, impulsado por monseñor Lefebvre, de agrupar todas las asociaciones sacerdotales europeas en una federación internacional.11

    Por indicación del arzobispo, el 12 de febrero de 1970 se organizó un congreso internacional de asociaciones sacerdotales en Madrid. Asistieron setenta sacerdotes representantes de ocho naciones.12 Monseñor Lefebvre no pudo acudir por encontrarse enfermo, pero se leyó una ponencia suya titulada “Panorama actual de la Iglesia en el mundo”. El Congreso acordó, entre otras conclusiones, organizar una Hermandad internacional que bajo el nombre de Fraternitas Sacerdotalis agrupase a las distintas asociaciones sacerdotales. Su dirección se encargó provisionalmente a la junta directiva de la Hermandad Sacerdotal Española.13

    Según el P. Miguel Oltra, presidente de la Hermandad, los clérigos extranjeros consideraban a España como “sede de la sensatez doctrinal” y por esta razón los sacerdotes españoles debían liderar el movimiento de reacción.14 La revista ‘Le Combat de la Foi’ anunció que en nuestro país se habían sentado las bases para una “internacional sacerdotal”.15

    Sin embargo, esta Hermandad Sacerdotal Mundial, nombre bajo el que se firmaron algunos documentos y notas de prensa,16 fracasó en seguida por las profundas diferencias existentes dentro de los distintos grupos en relación a la nueva misa, al Concilio Vaticano II y a la figura de Pablo VI.17

    Mons. Lefebvre visitó nuestro país en varias ocasiones invitado por la Asociación de Sacerdotes y Religiosos San Antonio Mª Claret. En 1971 viajó a Barcelona para participar en una convivencia organizada por este grupo de clérigos.18 En abril de 1972 regresó a la capital catalana para pronunciar una conferencia sobre el sacerdocio y la crisis eclesial.19

    El arzobispo también fue invitado a tomar parte en las jornadas sacerdotales internacionales organizadas por la Hermandad Sacerdotal Española en Zaragoza en septiembre de 1972. Finalmente no participó ya que existieron fuertes presiones desde el Vaticano para que ninguna jerarquía eclesiástica acudiese a esta reunión que se consideraba un desafío a las orientaciones renovadoras de la Conferencia Episcopal Española. Las jornadas eran una respuesta conservadora a las conclusiones de la asamblea conjunta de obispos y sacerdotes celebrada en 1971, que habían puesto de manifiesto el despegue de gran parte de la Iglesia respecto del Estado franquista.20 En 1975, año en el que monseñor Mamie retiró la aprobación a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, el arzobispo regresó a Barcelona para pronunciar otra conferencia.21

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    Última edición por ALACRAN; 17/03/2016 a las 23:30
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    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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    Re: El catolicismo tradicional español ante el 'caso Lefebvre' (1976-1978)

    LAS RELACIONES CON ESPAÑA DESPUÉS DE LA SANCIÓN CANÓNICA DE 1976

    Tras la sanción canónica en julio de 1976, numerosos obispos franceses y las Conferencias Episcopales de países como Alemania, Brasil o Canadá enviaron mensajes de adhesión al Papa. El cardenal Tarancón, presidente de la Conferencia Episcopal Española, remitió una carta a todos los prelados españoles para informar sobre el caso Lefebvre. El objetivo principal era impedir que en las diócesis hubiese sacerdotes o asociaciones de laicos que pudiesen favorecer “de buena fe” las actividades del arzobispo.22 Los obispos también recibieron copia del discurso de Pablo VI pronunciado el 24 de mayo en el cual se subrayaba el daño que causaban “los extremismos” en la Iglesia.23

    Mientras tanto, en septiembre, cuatro seminaristas de Ecône –el español Juan Fernández Krohn, los franceses Olivier de Blignieres y Jean Michel Faure, y el norteamericano Anthony Cathey- visitaron Madrid para impulsar la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en España y difundir su obra.24

    La Hermandad Sacerdotal, que había sido muy crítica con la actitud del cardenal Tarancón ante la problemática situación de la Iglesia en España (secularizaciones, politización del clero, rechazo de la Cruzada, marginación de la piedad popular, etc.), se vio obligada a desmentir los rumores que señalaban la existencia de contactos con estos seguidores de Monseñor Lefebvre.25 La Hermandad envió cartas al nuncio apostólico y al presidente de la Conferencia Episcopal Española, reiterando su adhesión y obediencia al Papa.26

    En las Jornadas Sacerdotales celebradas en Santiago de Compostela durante ese mismo mes la Hermandad reiteró su alejamiento de Monseñor Lefebvre.27 D. Ángel Garralda, en su ponencia sobre la división del clero en España, señaló que la Hermandad no pertenecía al “integrismo desconcertante”del arzobispo francés. Esta asociación no rechazaba “la autoridad del presente en nombre del pasado”, no alejaba “a los fieles de los vínculos de obediencia al papa y obispos” y no arrojaba “el descrédito sobre la autoridad de la Iglesia en nombre de la Tradición”. Las críticas a Monseñor Lefebvre, principalmente por su desobediencia a la autoridad papal, no ocultaban cierta incomprensión por la falta de reacción de Roma ante situaciones consideradas mucho más graves en el seno de la Iglesia provocadas por clérigos progresistas o contestatarios.28

    En la V Asamblea General de la Hermandad celebrada en Granada, dos años más tarde, los sacerdotes volverían a manifestar su alejamiento del arzobispo.29 Según el testimonio de Juan Fernández Krohn, antes de la suspensión a divinis, las relaciones de los dirigentes de la Hermandad Sacerdotal Española con MonseñorLefebvre y con los seminaristas de Ecône que visitaban España fueron cordiales.Una vez que comenzaron los problemas canónicos con Roma, los sacerdotes de la Hermandad fueron marcando distancias. La excepción fue el P. Mariné, quien,desde su parroquia de San Félix Africano en Barcelona, - antes y después de la suspensión a divinis del arzobispo- mantuvo contactos con los grupos sacerdotales de Monseñor Lefebvre orientando algunas vocaciones haciael seminario de Ecône.30

    Los órganos de divulgación del catolicismo más conservador o tradicional como ‘Fuerza Nueva’, ‘Iglesia-Mundo’, ‘Roca Viva’ o ‘¿Qué Pasa?’mostraron comprensión por el arzobispo y justificaron su defensa de la fe tradicional ante las consideradas desviaciones litúrgicas, pastorales y teológicas surgidas en el posconcilio. Sin embargo, en líneas generales, se trató de un apoyo tibio, siempre condicionado a la plena obediencia y sumisión al Papa.

    Durante 1976, 'Fuerza Nueva' fue la publicación que defendió más claramente al arzobispo. Esta revista se había convertido en órgano de expresión del partido político del mismo nombre, autorizado en 1976, que mantenía posturas radicales, mezcla de conservadurismo autoritario, falangismo y tradicionalismo, contrarias al desmontaje del franquismo y de defensa de la confesionalidad católica del Estado. En distintos artículos Fuerza Nueva reiteró la incomprensión por la conducta del Vaticano. En líneas generales no se entendía que se sancionase a un prelado que había conseguido un "floreciente seminario” en comparación con el resto de seminarios que se encontraban vacíos de vocaciones. Tampoco se comprendía que se persiguiese a un “defensor del dogma católico” mientras se permitían en nombre del ecumenismo las actividades de “obispos cismáticos, protestantes y de sectas difíciles de considerar cristianas”.31

    Fuerza Nueva, dentro de su estrategia política de rechazo a la transición hacia la democracia y al desmontaje del Estado confesional, aprovechó el caso Lefebvre para atacar a los obispos españoles quienes reiteradamente habían sido denunciados en la revista por su pasividad ante la crisis posconciliar y por su “traición” al régimen franquista. Mientras Monseñor Lefebvre defendía la fe considerada tradicional, estos obispos eran presentados como “ocupados en la democracia” en vez de “limitarse a cumplir y predicar losEvangelios”.32 En algún artículo se llegaba a reconocer la desobediencia del prelado francés pero destacando su ortodoxia en comparación con “los prelados heréticos, filomarxistas y subversivos” que actuaban sin ser amonestados por el Vaticano.33 Pedro Bouyssi, en su defensa de Monseñor Lefebvre, apuntaba que la masonería era la posible responsable de las dificultades en el diálogo entre el arzobispo y el Papa. El periodista, según versiones que circulaban por Roma, recordaba que “el cabeza y alma de la reforma de la liturgia tras el Concilio Vaticano II” (se refiere sin citarlo al cardenal Agustín Bea) estaba adscrito a una secta masónica.34

    La postura más radical la expuso Eulogio Ramírez. Este periodista planteaba, más o menos abiertamente, que, frente a la crisis eclesiástica, Pablo VI no ejercía plenamente sus funciones de magisterio y de gobierno de la Iglesia. Incluso insinuaba la existencia de “una situación de sede romana vacante”. Esta inhibición o pasividad del Papa justificaba la actitud del prelado francés. Eulogio Ramírez planteaba como solución al “caso Lefebvre” el consentimiento del Papa para las actividades de Ecône tal y como hacía con otros grupos de cristianos. “Si Pablo VI no prefiere dimitir, pero tiene un espíritu tan ecumenicista como para recibir en audiencia a cismáticos, herejes y ateos y levantar la excomunión a la Iglesia cismática bizantina, no parece que sea mucho pedir y mucho conceder el consentir que monseñor Lefebvre y sus fieles continúen afectos a los ritos y doctrinas tridentinos, lo mismo que hay ritos mozárabes, ambrosianos, bizantinos o maronitas”.35 La misma idea era repetida en otro artículo donde se expresaba la sorpresa por la condena al arzobispo “por decir la misa tal y como se ha hecho durante siglos”, mientras las misas “progresistas, mezcla de ceremonia religiosa, acto político y espectáculo folklórico” no merecían una reacción vaticana. La postura de Monseñor Lefebvre se comparaba con “una corriente de aire puro que hubiera abierto con violencia las ventanas de una casa cerrada”.36

    No obstante, en la sección religiosa de la revista de Blas Piñar, el P. Fernando Hernández, miembro de la Hermandad Sacerdotal Española, realizaba una defensa mucho más tibia de Ecône. Este sacerdote entendía que las raíces de la crisis del caso Lefebvre iban más allá de la misa en latín y las cuestiones litúrgicas. Los problemas eran más profundos y estaban relacionados con la crisis posconciliar. Defendía la prudencia, la reflexión y, ante todo, la indiscutibilidad de la persona del Papa y su normativa.37

    En ‘Iglesia-Mundo’, publicación muy crítica con la evolución eclesial posconciliar, se compararon los frutos de la doctrina de monseñor Lefebvre con los que estaban dando las interpretaciones, a juicio de la revista, abusivas del ConcilioVaticano II: seminarios vacíos, desviaciones litúrgicas, negación de dogmas, etcétera. Pese a la expresión de simpatía por el arzobispo, la publicación manifestaba claramente los límites de ese respaldo: “Y como fuera de la Iglesia no hay salvación, y como «ubi Petrus ibi Ecclesia», nosotros estamos y estaremos siempre con el Vicario de Cristo, postura que no nos fuerza en modo alguno a oponernos a la doctrina que profesa y defiende Monseñor Lefebvre”.38

    En ‘Iglesia-Mundo’ también se publicaron dos artículos de Marcel Clement, director de la revista francesa ‘L’Homme Nouveau’ que expresaban adecuadamente la actitud del catolicismo tradicional conservador, pero no integrista, ante el problema Lefebvre. En primer lugar, se compartían gran parte de las denuncias del arzobispo sobre los males de la Iglesia y su defensa de la tradición católica. Sin embargo, este catolicismo conservador aceptaba el Concilio. Esta aceptación no impedía renunciar a denunciar las consideradas desviaciones o abusos en las aplicaciones de su espíritu. La interpretación conservadora del Concilio se entendía respaldada por las declaraciones y actuaciones de Pablo VI en casos como las polémicas del catecismo holandés, la encíclica Humane Vitae o el celibato sacerdotal. En definitiva, compartir muchas de las denuncias de monseñor Lefebvre sobre los problemas eclesiales no suponía rechazar el Concilio ni la autoridad del Papa para gobernar la Iglesia.39 Las mismas ideas eran reiteradas, meses después, por Marcel Clement en otro artículo que, sin condenar las posturas de Monseñor Lefebvre, insistía en la necesidad de mantener la unidad de la Iglesia. En la presentación de este artículo 'Iglesia-Mundo' asumía las ideas expresadas por el periodista francés proclamando su “fidelidad sin límites al Papa Pablo VI”. La revista quedaba “esperanzadamente abierta para acoger con obediencia filial” la solución que propusiese el Papa al caso Lefebvre.40

    El anhelo de un acercamiento entre el arzobispo y Pablo VI se expresaba significativamente en la información sobre la aproximación de posturas- luego desmentida por los hechos- durante la entrevista mantenida e l11 de septiembre de 1976 en Castelgandolfo.41 ‘Iglesia-Mundo’ entendía que este encuentro, que buscaba la resolución del caso Lefebvre, había sido criticado por los “defensores sospechosos” del Papa.42

    En febrero de 1977, un editorial de la revista expresaba claramente su rechazo a las posturas desobedientes a partir de los argumentosque utilizó Pablo VI en la carta, que ‘Iglesia-Mundo’ publicó íntegra, dirigida al arzobispo en octubre de 1976, un mes después del encuentro de Castelgandolfo. Monseñor Lefebvre, pese a ser calificado como una “excelente persona”, “hombre de gran celo” y“enamorado de la Iglesia”, estaba equivocado por un desenfoque en “la visión dela ortodoxia y la obediencia al Papa”. El editorial, siguiendo los argumentos y palabras de Pablo VI en su escrito, señalaba que las desviaciones doctrinales existentes en la Iglesia eran fruto de malas interpretaciones del Concilio y no,como acusaba el arzobispo, del mismo Concilio. La subversión, que el Papa reconocía en el seno de la comunidad eclesial, era fomentada por la actitud del prelado. En definitiva, Monseñor Lefebvre estaba en el error aunque la revista expresaba el deseo de que aceptase la invitación del Papa a la plena sumisión por el bien de laIglesia.43

    ‘Roca Viva', fundada por el P. Luis Ruiz Galiana y cuyo redactor jefe era el P. Bernardo Monsegú, también contempló con simpatía las posturas de Monseñor Lefebvre. Antesde la crisis de 1976, la revista había publicado alguna conferencia del arzobispo o informaciones elogiosas sobre el seminario de Ecône. Mantuvo su comprensión ante los motivos de fondo de la actitud de Monseñor Lefebvre aunque, como otras publicaciones del catolicismo tradicional español, siempre defendiendo la sumisión y obediencia plena al Papa.44 Como señalaba el P. Monsegú, España era una nación “muy del Papa” y “el católico pueblo español, entre Monseñor Lefebvre y Pablo VI, actuando como Papa, se inclinaría siempre del lado de éste”.45...
    Última edición por ALACRAN; 17/03/2016 a las 21:49
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    Re: El catolicismo tradicional español ante el 'caso Lefebvre' (1976-1978)

    LA VISITA A ESPAÑA DE 1978
    En España el caso Lefebvre revivió con la visita del arzobispo a nuestro país en 1978, año en el que se estaba debatiendo el proyecto de Constitución. El 8 de marzo viajó a Madrid para presentar su libro ‘Yo acuso al Concilio’. Esta obra fue editada en España por Alberto Vassallo de Mumbert, un editor-librero que por entonces publicaba obras de extrema derecha cuyas motivaciones eran, según señalaba en sus publicaciones, la defensa de “Dios, Patria y Familia”.46 Durante su estancia, monseñor Lefebvre ofició dos misas y pronunció dos conferencias.

    La primera charla fue impartida en el Hotel Sideral. En ella denunció la “conjuración” contra la Iglesia. La destrucción eclesial avanzaba gracias a las iniciativas de la masonería y de los “católicos liberales” que durante el Concilio Vaticano II habían alcanzado sus objetivos: la colegialidad, el ecumenismo y la libertad religiosa. La defensa y conservación de la fe exigían la existencia de seminarios como Ecône. El arzobispo recordó que la Fraternidad Sacerdotal San Pío X había sido aprobada por el episcopado y que su supresión era un acto ilegal e injusto.47 Monseñor Lefebvre reafirmó su comunión con Roma y rechazó cualquier identificación o relación con el movimiento del Palmar de Troya.48

    La segunda conferencia fue pronunciada en la sede de Fuerza Nueva, grupo político opuesto a la aprobación del texto constitucional que suponía el fin del Estado confesional.49 Blas Piñar cedió el local de su partido al arzobispo a petición del editor Alberto Vassallo de Mumbert quien había encontrado múltiples dificultades para encontrar un recinto.50 El acto resultó un éxito. Más de dos mil personas acudieron a ver y escuchar al prelado. La sede de Fuerza Nueva en el madrileño barrio de Salamanca llenó su aforo y cientos de personas se concentraron en los alrededores de la calle Núñez de Balboa para vitorear a Monseñor Lefebvre. No obstante, la cesión de los locales para esta conferencia también generó un conflicto interno dentro del partido. Javier Alba, dirigente de Fuerza Nueva en Madrid, y otros militantes anunciaron su baja en el movimiento piñarista por su disconformidad con el apoyo a las posturas del arzobispo.51

    Durante la presentación del conferenciante, Blas Piñar justificó las razones“doctrinales y éticas” que habían llevado a Fuerza Nueva a ceder su sede para la charla. Recordó que Monseñor Lefebvre estaba suspendido a divinis –en una suspensión, a juicio del líder de Fuerza Nueva, discutible conforme al derecho canónico- pero no excomulgado. El arzobispo, por tanto, seguía en comunión con la Iglesia y con el Papa.52

    En la rueda de prensa ofrecida durante esta visita monseñor Lefebvre defendió la identidad católica de España y alabó al régimen de Franco por su carácter confesional. Calificó como “desastre para la España católica”l a actitud del cardenal Tarancón, que hacía “tratos con los enemigos de la Iglesia”. Es significativa está acusación contra el presidente de la Conferencia Episcopal Española, coincidente con los argumentos de Fuerza Nueva, porque el cardenal respaldaba la aprobación del texto constitucional. El arzobispo, quien consideraba su suspensión canónica como no válida e irregular,afirmó en la misma rueda de prensa aceptar la autoridad del Papa como sucesor de Pedro. Sin embargo, observó que, en caso de que Pablo VI fuese “contra la tradición”, tendría que elegir.53 Fuerza Nueva volvió a defender abiertamente a monseñor Lefebvre.

    El periodista Luis Fernández Villamea afirmaba que la línea eclesial del arzobispo gustaba a miles de españoles fieles a la Iglesia. Nadie podía discutir la autoridad del Papa cuando hablaba desde la cátedra de San Pedro. Sin embargo, su gobierno en la tierra admitía opiniones. El Papa, como hombre, también se equivocaba. A juicio de Fernández Villamea, los fieles acataban lo ordenado por el Papa, pero sabían distinguir entre los hijos de la Iglesia que “luchaban por vaciarla del amor de Dios” y los que se afanaban, como monseñor Lefebvre, por defendersu integridad. El periodista justificaba la presencia del arzobispo en la sedede Fuerza Nueva señalando que no se cobijaba a un sacerdote suspendido a divinis para que celebrase una misa, sino para escuchar “una palabra católica fuera del altar”, lo que no contradecía ningún canon.54

    La prensa religiosa conservadora prestó escasa atención a la visita de Monseñor Lefebvre. ‘Iglesia Mundo’ tan sólo dedicó un par de asépticas páginas a informar sobre la conferencia del arzobispo. La única valoración fue una crítica al editorial de 'Ya', diario de la Editorial Católica,que había calificado “áspera e inmisericordemente” de cismático al prelado.
    La revista ‘¿Qué Pasa?’, la publicación más relevante del integrismo español, mantuvo una defensa más abierta del arzobispo durante su visita a Madrid. Esta revista había manifestado simpatías por Monseñor Lefebvre desde la fundación de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en 1970. Sin embargo, en el punto álgido de la crisis con Roma en el verano de 1976 no había podido respaldar al arzobispo ya que tuvo interrumpida su edición entre junio de 1976 y diciembre de 1977 por problemas económicos.55 Tras volver a publicarse, ¿Qué Pasa? anunció favorablemente la visita de MonseñorLefebvre a nuestro país.56 Una vez realizada, la calificó de “histórica”.57

    Meses después, el 1 de julio de 1978, monseñor Lefebvre ordenó a dieciocho nuevos sacerdotes en Ecône.Entre ellos se encontraba Juan Fernández Krohn, el primer español de la Fraternidad Sacerdotal ordenado presbítero y que, posteriormente, alcanzó fama mundial al intentar atentar contra el Papa Juan Pablo II durante su peregrinación a Fátima en 1982. El 2 de julio de 1978 Monseñor Lefebvre regresó a España para asistir a la primera misa de este sacerdote.

    Ante la atención que despertó esta nueva visita a nuestro país el cardenal Tarancón trató de desactivar los posibles apoyos a las posturas tradicionalistas. El arzobispado de Madrid desautorizó el acto, por ser celebrado en un lugar no sagrado, por un sacerdote ordenado ilícitamente, y por romper la unidad con el Papa. El arzobispado advirtió a todos los sacerdotes, religiosos y fieles de la diócesis sobre las responsabilidades que podía tener la aceptación de la “actitud de ruptura con la cabeza visible de la Iglesia”.58 La misa se celebró según el rito de San Pío V en el hotel Meliá Castilla y congregó a unas novecientas personas. En esta ocasión, ‘Fuerza Nueva’, ‘Iglesia Mundo’ o ‘Roca Viva’ dedicaron nula atención informativa a la presencia de Monseñor Lefebvre en España.

    En las mismas fechas la Hermandad Sacerdotal Española organizó unas nuevas jornadas sacerdotales en Granada. Los sacerdotes, opuestos a la nueva Constitución y al fin del Estado católico, tuvieron algunos problemas en la organización originados por el “caso Lefebvre”. El arzobispo monseñor José Méndez Asensio, que había autorizado el programa propuesto por la Hermandad, retiró su aprobación días antes de la celebración de las jornadas. La reunión sacerdotal, tras cambios en su programa, pudo celebrarse finalmente gracias a la intervención del cardenal primado Marcelo González. Méndez Asensio, según la Hermandad Sacerdotal, parecía temer que en Granada se mostrase “su alianza o identidad con el movimiento de Monseñor Lefebvre, que irrumpía en España con cierta fuerza, aumentada hasta el temor-pánico por los que ven en cada «ultra» un ejército en acción”.59 Frente a estos temores de división eclesial, la Hermandad mostró públicamente una vez más su obediencia al Papa y su rechazo a la actitud de Monseñor Lefebvre durante lasjornadas.60

    A lo largo de 1978, como se ha indicado, la defensa más clara y contundente del arzobispo la realizó la revista ‘¿Qué Pasa?’ Aunque se difundieron algunas voces críticas con Monseñor Lefebvre y en defensa del Vaticano II, la publicación se posicionó mayoritariamente en favor del tradicionalismo católico francés.61 A través desus páginas se difundieron documentos como la carta que Monseñor Lefebvre envío al Papa el 3 de diciembre de 1976 62, noticias y textos de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X 63, las opiniones del cardenal Ratzinger sobre el movimiento lefebvristay su defensa de la liturgia tridentina64 o los mensajes de simpatía enviados por Monseñor Pintonello a Monseñor Lefebvre.65 En esta publicación el arzobispo llegó a ser comparado con San Dionisio el Grande, un obispo que en el siglo IV tuvo problemas con el Papa San Dámaso por su postura ortodoxa y de defensa de la fe.66...
    Última edición por ALACRAN; 17/03/2016 a las 21:49
    Pious dio el Víctor.
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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    Re: El catolicismo tradicional español ante el 'caso Lefebvre' (1976-1978)

    EL FRACASO DEL LEFEBVRISMO EN ESPAÑA

    El caso Lefebvre atrajo la atención de la opinión pública española. En la prensa se siguió la polémica.67 Sin embargo, meses después de la suspensión a divinis, los medios periodísticos resaltaron la nula repercusión del fenómeno Lefebvre en España: “Este empecinado reverendo ha obtenido una discreta acogida en Francia, en Suiza, en Alemania: en tierras de herejes, por lo general. Y no es lo lógico. Puesto que se trata de un gesto ultra-ortodoxo, debería de haber sido en la católica España —«luz de Trento», recuerdan— donde encontrase los mayores ecos”.68

    Efectivamente, en España existían grupos de obispos,sacerdotes y seglares muy descontentos con la evolución de la Iglesia española,por motivos estrictamente religiosos relacionados con las distintas interpretaciones y aplicaciones del Concilio Vaticano II y por motivos políticos vinculados con el desmontaje del Estado católico franquista. Aunque minoritarios, estos grupos podían haberse convertido en la base de desarrollo de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en nuestro país. Sin embargo, el catolicismo tradicional español no respaldó a monseñor Lefebvre. El catolicismo tradicional, tanto en España como en Italia, se comportó de manera diferente al tradicionalismo francés. Mientras el primero ponía el énfasis en la obedienciai ncuestionable al Papa y en su infalibilidad, el segundo consideró que cambios significativos de la tradición podían suponer el rechazo del magisterio pontificio o de las normas canónicas.69

    El cardenal Tarancón explicó acertadamente las razones del escaso eco del arzobispo francés en nuestro país: "Hay muchos que están con él, pero no externamente. A mi juicio, porque se ha opuesto al Papa y esto pesa mucho en España".70 Un ejemplo de esos grupos de católicos que compartían las opiniones críticas de Monseñor Lefebvre sobre el rumbo de la Iglesia posconciliar, pero que no siguieron al arzobispo francés fueron los militantes de Fuerza Nueva. Ernesto Milá, dirigente del partido a mediados de los setenta, ha observado cómo muchos militantes abandonaron el partido cuando Blas Piñar manifestó sus simpatías por el arzobispo. Pese a que estaban contra las “innovaciones doctrinales del Vaticano”y compartían las posiciones de Monseñor Lefebvre, estos católicos aceptaron someterse al Papa y no seguir al prelado ensu disidencia.71

    A la muerte de Pablo VI el 6 de agosto de 1978, el tradicionalista Manuel de Santa Cruz calificaba la actitud de los españoles hacia el papado como de “papolatría”. Ésta habría impedido la exteriorización de las protestas y desconfianzas hacia los documentos conciliares.72 José Miguel Gambra, pensador tradicionalista y uno de los principales apoyos de Monseñor Lefebvre en España, sostuvo que los grupos de católicos tradicionales se encontraron en la disyuntiva de tener que elegir entre la adhesión incondicional a Roma o a la tradición. La situación se solventó mayoritariamente “a favor de la obediencia ciega”.73 Resulta destacable que los apoyos a Monseñor Lefebvre fueron más políticos que religiosos. Como movimiento no eclesial, Fuerza Nueva tuvo mayor libertad para mostrar sus simpatías por las ideas del arzobispo y, al mismo tiempo sus críticas a los obispos españoles por la evolución de la Iglesia y el apoyo a la transición democrática.

    Los sacerdotes más críticos con la Iglesia posconciliar y que integraban la Hermandad Sacerdotal Española manifestaron en todo momento su fidelidad a Roma. Por otra parte, en España ningún obispo respaldó las posturas del arzobispo francés. Los medios periodísticos especularon sobre las posibles conexiones entre monseñor José Guerra Campos y Monseñor Lefebvre.74 Sin embargo, el obispo de Cuenca, como observó Cárcel Ortí, nunca tuvo veleidades integristas.75 Su aceptación del Concilio fue plena, aunque crítica con lo que consideraba interpretaciones desviadas del sentido originario del gran sínodo. La defensa de la tradición en Guerra Campos, en comparación con la efectuada por el arzobispo francé,s nunca supuso la desobediencia al Papa.

    Monseñor Lefebvre no recibió ninguna palabra de aliento de los obispos españoles antiguos miembros del Coetus como Laureano Castán Lacoma, Demetrio Mansilla o Ángel Temiño. En privado, quizás comprendieron las razones del arzobispo en su combate por la fe tradicional, pero públicamente todos los obispos considerados conservadores permanecieron en silencio. Según el testimonio de Juan Fernández Krohn, Monseñor Lefebvre, después de su suspensión a divinis, tuvo un encuentro con Marcelo González, el cardenal primado de España, quien le ánimo a mantener sus posiciones: "tenez bon monseigneur, tenez bon!" (¡resista, monseñor, resista!)”.76

    Otro factor que puede ayudar a comprender el fracaso del lefebvrismo en España es la escasa preocupación existente por la reforma litúrgica y la desaparición de la misa en latín de San Pío V. La aceptación de la nueva misa fue casi absoluta y sin losconflictos que originó en otros países como Francia o Alemania. Los sacerdotes españoles mostraron escasa resistencia a los nuevos ritos. La Hermandad Sacerdotal Española escribió al Papa y marchó a Roma para defender la misa tradicional en 1969. No obstante, la aceptación del nuevo orden de la misa por parte del clero conservador español era, como observó el abbé de Nantes, plena al año siguiente. Los grupos de seglares que lucharon por la permanencia de la misa en latín fueron insignificantes. Organizaciones de defensa de la liturgia tradicional como Una Voce, muy activas en otros países europeos, tuvieron una existencia puramente testimonial en España.77

    Finalmente, otro elemento que también puede explicar el escaso eco de Monseñor Lefebvre fue la elección de Juan Pablo II. El nuevo Papa polaco significó un giro conservador de la Iglesia, percibido rápidamente por los católicos españoles más descontentos con la situación eclesial posconciliar. La defensa de la tradición no iba a requerir ya las posturas radicales de Monseñor Lefebvre.78

    En definitiva, como se demostraría en los años siguientes,el lefebvrismo fracasó en España. En 1978, Monseñor Lefebvre anunció el establecimiento de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en territorio español.79 Pese a llegar a fundar una casa de oración y varios pequeños centros de reunión, su presencia y relevancia públicas fueron escasas. A diferencia de Francia, el número de seguidores fue insignificante. En 1979 se cifraban en unas 5.000 personas.80 A pesar de que la situación de partida -un país mayoritariamente católico y con grupos de ciudadanos identificados con el catolicismo más tradicional- era potencialmente favorable al desarrollo de la Fraternidad Sacerdotal, la identificación y la obediencia hacia el Papa, propias de un sector del catolicismo español, fueron más fuertes que el malestar ante la crisis eclesial posconciliar. El giro conservador de Juan Pablo II, además, reforzó los vínculos de este catolicismo más tradicional con el papado."

    http://hispaniasacra.revistas.csic.es/index.php/hispaniasacra/article/download/411/422.

    Última edición por ALACRAN; 17/03/2016 a las 21:51
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  5. #5
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    Re: El catolicismo tradicional español ante el 'caso Lefebvre' (1976-1978)

    Algún comentario :
    EL FRACASO DEL LEFEBVRISMO EN ESPAÑA

    El caso Lefebvre atrajo la atención de la opinión pública española. En la prensa se siguió la polémica.67 Sin embargo, meses después de la suspensión a divinis, los medios periodísticos resaltaron la nula repercusión del fenómeno Lefebvre en España: “Este empecinado reverendo ha obtenido una discreta acogida en Francia, en Suiza, en Alemania: en tierras de herejes, por lo general. Y no es lo lógico. Puesto que se trata de un gesto ultra-ortodoxo, debería de haber sido en la católica España —«luz de Trento», recuerdan— donde encontrase los mayores ecos”.68
    Ah, ¡¡"Francia, Suiza y Alemania: tierras de herejes..."!! Pues es verdad, porque de allí precisamente salieron los obispos y peritos herejes de la llamada 'Alianza del Rhin' (los Lienart, Rahner, Kung, Doepfner, Frings, Bea, Villot, Congar, de Lubac. etc etc ) que mangonearon el Vaticano II a su gusto y conveniencia con la complicidad de Pablo VI. ...
    Entonces ¿por qué el comentarista no se asombra de que los obispos de la "ultra ortodoxa y católica" España de entonces, hubieran debido plantar cara en el Vaticano II y en vez de ello escurrieron el bulto, siendo ese hecho infinitamente más grave que lo que nos ocupa? (Por cierto, lo de "ultra-ortodoxo" debe ser un eufemismo: cuando tratan de denigrar y atacar lo llaman "integrismo").

    Sin embargo, el catolicismo tradicional español no respaldó a monseñor Lefebvre. El catolicismo tradicional, tanto en España como en Italia, se comportó de manera diferente al tradicionalismo francés. Mientras el primero ponía el énfasis en la obediencia incuestionable al Papa y en su infalibilidad, el segundo consideró que cambios significativos de la tradición podían suponer el rechazo del magisterio pontificio o de las normas canónicas.69
    Bueno, aquí también debería hablarse claro: cuando nuestros obispos volvieron del Concilio, cayeron en la cuenta (y hasta hicieron proverbial el slogan) del "bajo nivel cultural del catolicismo español" frente al intelectualizado catolicismo centro-europeo. Dando eso por cierto, está claro que el tradicionalismo francés tenía (y ya desde antiguo) bastante más nivel que el español y por eso juzgaba por razones teológicas no por obediencias irracionales. ¿Por qué no se valora entonces la superioridad del tradicionalismo francés?

    Se conoce que cuando se trata de favorecer herejías que favorecen el progresismo hasta la obediencia ciega e irracional es alabada por las jerarquías que normalmente ensalzan la intelectualidad.

    Ernesto Milá, dirigente del partido a mediados de los setenta, ha observado cómo muchos militantes abandonaron el partido cuando Blas Piñar manifestó sus simpatías por el arzobispo. Pese a que estaban contra las “innovaciones doctrinales del Vaticano”y compartían las posiciones de Monseñor Lefebvre, estos católicos aceptaron someterse al Papa y no seguir al prelado ensu disidencia.71
    Sí, por entonces muchos ya iban cogiéndole el gustillo a cambiar de chaqueta, como los políticos tránsfugas del 18 de julio que se pasaban a AP y a la UCD. Se supone que estos mismos cobardes que, estúpidamente, disentían de Mons Lefebvre y se quedaban con Pablo VI, se quejarían de que sus correligionarios votasen (por la misma lógica) a Adolfo Suarez en vez de a Blas Piñar.

    Finalmente, otro elemento que también puede explicar el escaso eco de Monseñor Lefebvre fue la elección de Juan Pablo II. El nuevo Papa polaco significó un giro conservador de la Iglesia, percibido rápidamente por los católicos españoles más descontentos con la situación eclesial posconciliar. La defensa de la tradición no iba a requerir ya las posturas radicales de Monseñor Lefebvre.78
    ¿Qué entiende éste por "tradición"? Juan Pablo II ¿defensor de la tradición? ¿El mismo que prohibió (radicalmente ya) la misa de siempre y excomulgó a los tradicionalistas verdaderos? El papa polaco no tuvo de tradicionalista nada de nada; sí de "conservador", en el doble sentido de conservar e implementar las herejías vaticano-segundistas (sobre todo, el ecumenismo más aberrante) y de limpiar de marxistas y similares las estructuras eclesiales con conservadores vaticano-segundistas acérrimos. (Salvo que se entienda por "tradición", ensalzar el catolicismo histórico de los países y su aparente devoción por las vírgenes de allí donde viajaba).
    Última edición por ALACRAN; 18/03/2016 a las 16:56
    DOBLE AGUILA y raolbo dieron el Víctor.
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  6. #6
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    Re: El catolicismo tradicional español ante el 'caso Lefebvre' (1976-1978)

    Para no iniciar otro hilo, retomo este tema, creado hace cinco años, encajando la visión de Mons. Lefebvre en la desastrosa "transición", desde una perspectiva tradicional. Gran articulo de Eulogio Ramírez:


    Revista FUERZA NUEVA, nº 505, 11-Sept-1976

    LEFEBVRE ABRE INTERROGANTES; ENTRE EL DESGOBIERNO Y LA DIMISIÓN

    (...) La inhibición eclesiástica en España

    El avance arrollador del marxismo y devastador de la civilización occidental y cristiana, obra de “los cosacos”, como previó nuestro Donoso Cortés en el siglo XIX y predijo León Bloy en el XX, nos lo traen esos caballos de Troya que son los cristianos (demócratas cristianos o liberales) que, merced al desgobierno y dimisión del Magisterio de la Iglesia, introducen el comunismo en España. El Papa, el nuncio apostólico, el presidente de la Conferencia Episcopal Española, cardenal Tarancón, consienten que ciertos exponentes católicos, que incluso ocupan cargos en organizaciones eclesiásticas pontificias, como la Comisión Justicia y Paz (Ruiz-Giménez) , o que declaran que la suya es una política “de inspiración cristiana”, contribuyen por inhibición a que “los cosacos”, los comunistas, cobren en nuestra Patria una fuerza que no tienen por qué cobrar.

    Y el Papa, su nuncio apostólico y el arzobispo de Madrid, cardenal Tarancón, consienten que en la capital de España haya algún párroco, como don Mariano Gamo, que se declara comunista; que haya parroquias, como la de Jesús Divino Obrero, que están dispuestas a prestar sus locales para mítines procomunistas; que haya parroquias donde evangelizan sacerdotes, como el padre Díez Alegría o el jesuita Llanos, que no tienen empacho en declarar que han hecho la opción marxista. Y hacemos gracia al lector de los casos de Barcelona, Vich, Málaga, etc., donde ocurren cosas similares a ciencia y condescendencia de la Nunciatura Apostólica, que tiene perfectamente informado al Papa de lo que acontece en España.

    La Iglesia no es “luz del mundo”

    Es inútil que la Unión de Seglares de Madrid se dirija al cardenal Tarancón, al nuncio apostólico y a la Sede Apostólica solicitando el ejercicio de su autoridad de Magisterio y de gobierno para que todos sepamos si las proposiciones y actuaciones de los católicos oficiales Antonio Aradillas, Enrique Miret, Mariano Gamo, Ruiz-Giménez, Gil-Robles, los Tácito, González Ruiz, etc., son verdaderamente católicas: para dilucidar si esos presuntos católicos se han excomulgado o permanecen en la comunión católica. Ni la autoridad de la Iglesia romana, ni la autoridad de la Iglesia en Madrid, en Barcelona, en Málaga o en Bilbao quiere ser luz del mundo y sal de la tierra: o no sabe o no quiere discernir entre la verdad y el error, entre la justicia y la iniquidad, entre el mal y el bien,

    Las herejías y cismas son consentidos ya dentro de la Iglesia

    Dios ha dotado a la Iglesia de unas facultades y de unas potestades que el Papa Pablo VI no quiere ejercer, con lo que la Iglesia, en la que se le desobedece manifiestamente, se ve atacada tanto por la izquierda como por la derecha. El Papa no quiere excomulgar ni a los teólogos ni a los obispos que avalan el Catecismo Holandés. El Papa Pablo VI no excomulga al teólogo suizo Hans Küng, que pone en tela de juicio la infalibilidad del Papado. El Papa Pablo VI no excomulga ni suspende siquiera “a divinis” a quien, como el padre José María Díez Alegría, no cree en la infalibilidad papal, pero cree en una exégesis bíblica o lectura del Evangelio a la luz de la ideología marxista. El Papa no escucha, al parecer, las continuas críticas de la Iglesia y del Papado hechas por el canónigo malagueño González Ruiz, dese principios positivistas, materialistas y marxistas. El Papa Pablo VI no quiere discernir lo que hay de acatólico y de católico en la literatura de la Asamblea Conjunta de obispos y sacerdotes españoles.

    ¿Estamos con “Sede romana vacante”?

    A veces, uno piensa que nos hallamos en una situación de “Sede vacante”, según gusta de decir un amigo mío, alto funcionario del Estado.

    Y en una situación de “Sede romana vacante” no es extraño que surjan actitudes como la de la comunidad de Franzoni, como la del abate Coache, y muchas más. Monseñor Lefebvre, al ordenar nuevos presbíteros de su Iglesia, ha dicho:

    La insistencia que ponen los que son enviados por Roma para pedirnos que cambiemos de rito, nos hace reflexionar y tenemos la convicción que precisamente ese nuevo rito de la Misa (de Pablo VI) expresa una nueva fe, una fe que no es la nuestra, una fe que no es la fe católica. Esta nueva misa es un símbolo, es una expresión, es una imagen de una fe nueva, de una fe modernista, porque si la Muy Santa Iglesia ha querido conservar, a lo largo de los siglos, este tesoro precioso que nos ha dado el rito de la Santa Misa canonizada por san Pío V, no ha sido sin motivo. Ha sido porque en esta Misa se encuentra toda nuestra fe, toda la fe católica...”

    La nueva Misa supone otra religión, no la católica

    Por el contrario, es evidente que este nuevo rito, si se me permite decirlo, presupone otra concepción de la religión católica, otra religión. Ya no es el sacerdote quien ofrece la Misa, es la asamblea. Esto es todo un programa. En adelante, es también la asamblea la que reemplaza a la autoridad en la Iglesia -¿no vemos en “Pueblo” cómo el obispo Iniesta, de Vallecas, y Antonio Aradillas, sacerdote de la Ciudad de los Periodistas (Madrid) sostienen sin desautorización que los obispos han de ser elegidos democráticamente?-; es la asamblea episcopal la que reemplaza el poder de los obispos, es el consejo presbiteral el que reemplaza el poder del obispo en la diócesis, es el número quine en adelante manda en la Santa Iglesia, y esto se expresa en la Misa precisamente, en que la asamblea reemplaza al sacerdote, a tal punto que ahora muchos sacerdotes ya no quieren celebrar la Santa Misa cuando no hay asamblea”

    La Misa protestante introducida en la Iglesia Católica

    “Con toda suavidad, es la noción protestante de la Misa la que se introduce en la Santa Iglesia. Y esto conforme a la mentalidad del hombre moderno, a la mentalidad del hombre modernista, se ajusta absolutamente. Porque es el ideal democrático lo que fundamentalmente constituye el ideal del hombre moderno: para él, el poder está en la asamblea, la autoridad está en los hombres, en la masa y no en Dios. Y esto es muy grave, porque nosotros creemos que Dios tiene toda la autoridad, nosotros creemos que toda autoridad viene de Dios: "Omnis potestas a Deo". No creemos que la autoridad venga del pueblo, que la autoridad venga de la base, como exige la mentalidad del hombre moderno. Sin embargo, la Nueva Misa es sin embargo la expresión de esta idea de que la autoridad se encuentra en la base y ya no en Dios. Esta Misa no es una Misa jerárquica, es una Misa democrática y esto es muy grave. Es la expresión de una ideología completamente nueva: hemos hecho de la ideología del hombre moderno parte de nuestros ritos más sagrados”.

    Lo que corrompe a la iglesia

    “Y esto es lo que actualmente corrompe a toda la Iglesia, porque por esta idea de poder otorgada a la base en la Santa Misa, estamos destruyendo el sacerdocio” ... “Esto es lo que creemos” -prosigue monseñor Lefebvre, poniendo de manifiesto el contenido dogmático de su disidencia actual con la Sede Apostólica y su adhesión a la fe tradicional-, y por eso creemos que no podemos aceptar este nuevo rito, que es obra de una ideología diferente, de una nueva ideología...”

    Lo que le dicen los emisarios de Roma

    Se ha creído –continúa acto seguido en la homilía de la Misa de ordenaciones el día de San Pedro en Ecône- atraer al mundo, adoptando sus ideas, tomando las ideas del hombre moderno, de este hombre moderno que es un hombre liberal, un hombre modernista, un hombre que acepta la pluralidad de las religiones, pero no acepta ya la Realeza Social de Nuestro Señor Jesucristo. Esto lo he escuchado dos veces de los enviados de la Santa Sede, quienes me dijeron que la Realeza Social de Nuestro Señor Jesucristo ya no era posible en nuestro tiempo, que el pluralismo tenía que ser aceptado definitivamente; que la encíclica Quas Primas sobre el realeza de Nuestro Señor Jesucristo, esta hermosa encíclica que fue escrita por el Papa Pío XI, ya no sería escrita hoy por el Papa. Esto es lo que me dijeron los enviados oficiales de la Santa Sede”.

    Nosotros no somos de la religión liberal, sino de la católica

    Pues bien -continúa monseñor Lefebvre- nosotros no somos de esta religión, no aceptamos esta nueva religión. Somos de la religión de siempre, somos de la religión católica, no somos de la religión universal, como la llaman hoy. Esto no es ya la religión católica. No somos de esta religión liberal, modernista, que tiene su culto, sus sacerdotes, su fe, sus catecismos, su Biblia -su Biblia ecuménica-. No los aceptamos, no aceptamos la Biblia ecuménica. No existe la Biblia ecuménica; existe la Biblia de Dios... ¡Es la palabra de Dios, no tenemos derecho a mezclarla con la palabra de los hombres! ... No aceptamos los catecismos que ya no afirman nuestro Credo. Y así sucesivamente, no podemos aceptar estas cosas. ¡Es contrario a nuestra fe, lo lamentamos infinitamente, ¡es un dolor inmenso, inmenso para nosotros pensar que estamos en dificultades con Roma a causa de nuestra fe! ¿Cómo es posible? Es algo que supera la imaginación...”

    O someterse a Roma o conservar la fe católica

    “Lo he manifestado a los que vinieron de Roma: “los cristianos están desgarrados en sus familias, en sus hogares, entre sus hijos, están divididos en sus corazones por esta división en la Iglesia, de esta nueva religión que se enseña y se practica. Ciertos sacerdotes mueren prematuramente, desgarrados en su corazón y en su alma al pensar que ya no saben qué hacer: o se someten a la obediencia (de Pablo VI) y de alguna manera perder la fe de su niñez y juventud, y renunciar a las promesas que hicieron en el momento de su sacerdocio, prestando el juramento antimodernista, o bien teniendo la impresión de separarse del que es nuestro Padre, el Papa, del que es el Sucesor de San Pedro”.

    No podemos equivocarnos manteniéndonos como la Iglesia de siempre

    ¡Qué desgarramiento para los sacerdotes! -siguen las palabras del obispo Lefebvre- Ciertos sacerdotes, muchos sacerdotes han muerto prematuramente de dolor. Ciertos sacerdotes ahora son expulsados ​​de sus iglesias, perseguidos, ¡porque dicen la Misa de siempre! ¡Estamos en una situación verdaderamente dramática! Entonces, tenemos que elegir entre una apariencia - diría yo - de obediencia - porque el Santo Padre no puede pedirnos que renunciemos a nuestra fe; esto es absolutamente imposible - y la preservación de nuestra fe. Pues bien, nosotros elegimos no abandonar nuestra fe. Porque en esto nosotros no podemos equivocarnos. La Iglesia no puede equivocarse en lo que ha enseñado durante dos mil años, es absolutamente imposible”.

    (...) La solución al caso Lefebvre

    ¿Tiene solución el caso de monseñor Lefebvre?

    Si Pablo VI no prefiere dimitir, pero tiene un espíritu tan ecumenicista como para recibir en audiencia a cismáticos, herejes y ateos y levantar la excomunión a la Iglesia cismática bizantina, no parece que sea mucho pedir y mucho conceder el consentir que monseñor Lefebvre y sus fieles continúen afectos a los ritos y doctrinas tridentinos, lo mismo que hay ritos mozárabes, ambrosianos, bizantinos o maronitas. (*)

    Eulogio RAMÍREZ



    (*) NOTA MÍA: opinión del señor E. Ramírez; tal medida habría cerrado en falso el problema, ya que el fondo de discordia se mantendría intacto.
    Valmadian, DOBLE AGUILA y Beatrix dieron el Víctor.
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    Re: El catolicismo tradicional español ante el 'caso Lefebvre' (1976-1978)

    Para no iniciar otro hilo, retomo este tema, creado hace cinco años, encajando la visión de Mons. Lefebvre en la desastrosa "transición", desde una perspectiva tradicional. Gran articulo de Eulogio Ramírez:


    Revista FUERZA NUEVA, nº 505, 11-Sept-1976

    LEFEBVRE ABRE INTERROGANTES; ENTRE EL DESGOBIERNO Y LA DIMISIÓN

    (...) La inhibición eclesiástica en España

    El avance arrollador del marxismo y devastador de la civilización occidental y cristiana, obra de “los cosacos”, como previó nuestro Donoso Cortés en el siglo XIX y predijo León Bloy en el XX, nos lo traen esos caballos de Troya que son los cristianos (demócratas cristianos o liberales) que, merced al desgobierno y dimisión del Magisterio de la Iglesia, introducen el comunismo en España. El Papa, el nuncio apostólico, el presidente de la Conferencia Episcopal Española, cardenal Tarancón, consienten que ciertos exponentes católicos, que incluso ocupan cargos en organizaciones eclesiásticas pontificias, como la Comisión Justicia y Paz (Ruiz-Giménez) , o que declaran que la suya es una política “de inspiración cristiana”, contribuyen por inhibición a que “los cosacos”, los comunistas, cobren en nuestra Patria una fuerza que no tienen por qué cobrar.

    Y el Papa, su nuncio apostólico y el arzobispo de Madrid, cardenal Tarancón, consienten que en la capital de España haya algún párroco, como don Mariano Gamo, que se declara comunista; que haya parroquias, como la de Jesús Divino Obrero, que están dispuestas a prestar sus locales para mítines procomunistas; que haya parroquias donde evangelizan sacerdotes, como el padre Díez Alegría o el jesuita Llanos, que no tienen empacho en declarar que han hecho la opción marxista. Y hacemos gracia al lector de los casos de Barcelona, Vich, Málaga, etc., donde ocurren cosas similares a ciencia y condescendencia de la Nunciatura Apostólica, que tiene perfectamente informado al Papa de lo que acontece en España.

    La Iglesia no es “luz del mundo”

    Es inútil que la Unión de Seglares de Madrid se dirija al cardenal Tarancón, al nuncio apostólico y a la Sede Apostólica solicitando el ejercicio de su autoridad de Magisterio y de gobierno para que todos sepamos si las proposiciones y actuaciones de los católicos oficiales Antonio Aradillas, Enrique Miret, Mariano Gamo, Ruiz-Giménez, Gil-Robles, los Tácito, González Ruiz, etc., son verdaderamente católicas: para dilucidar si esos presuntos católicos se han excomulgado o permanecen en la comunión católica. Ni la autoridad de la Iglesia romana, ni la autoridad de la Iglesia en Madrid, en Barcelona, en Málaga o en Bilbao quiere ser luz del mundo y sal de la tierra: o no sabe o no quiere discernir entre la verdad y el error, entre la justicia y la iniquidad, entre el mal y el bien,

    Las herejías y cismas son consentidos ya dentro de la Iglesia

    Dios ha dotado a la Iglesia de unas facultades y de unas potestades que el Papa Pablo VI no quiere ejercer, con lo que la Iglesia, en la que se le desobedece manifiestamente, se ve atacada tanto por la izquierda como por la derecha. El Papa no quiere excomulgar ni a los teólogos ni a los obispos que avalan el Catecismo Holandés. El Papa Pablo VI no excomulga al teólogo suizo Hans Küng, que pone en tela de juicio la infalibilidad del Papado. El Papa Pablo VI no excomulga ni suspende siquiera “a divinis” a quien, como el padre José María Díez Alegría, no cree en la infalibilidad papal, pero cree en una exégesis bíblica o lectura del Evangelio a la luz de la ideología marxista. El Papa no escucha, al parecer, las continuas críticas de la Iglesia y del Papado hechas por el canónigo malagueño González Ruiz, dese principios positivistas, materialistas y marxistas. El Papa Pablo VI no quiere discernir lo que hay de acatólico y de católico en la literatura de la Asamblea Conjunta de obispos y sacerdotes españoles.

    ¿Estamos con “Sede romana vacante”?

    A veces, uno piensa que nos hallamos en una situación de “Sede vacante”, según gusta de decir un amigo mío, alto funcionario del Estado.

    Y en una situación de “Sede romana vacante” no es extraño que surjan actitudes como la de la comunidad de Franzoni, como la del abate Coache, y muchas más. Monseñor Lefebvre, al ordenar nuevos presbíteros de su Iglesia, ha dicho:

    La insistencia que ponen los que son enviados por Roma para pedirnos que cambiemos de rito, nos hace reflexionar y tenemos la convicción que precisamente ese nuevo rito de la Misa (de Pablo VI) expresa una nueva fe, una fe que no es la nuestra, una fe que no es la fe católica. Esta nueva misa es un símbolo, es una expresión, es una imagen de una fe nueva, de una fe modernista, porque si la Muy Santa Iglesia ha querido conservar, a lo largo de los siglos, este tesoro precioso que nos ha dado el rito de la Santa Misa canonizada por san Pío V, no ha sido sin motivo. Ha sido porque en esta Misa se encuentra toda nuestra fe, toda la fe católica...”

    La nueva Misa supone otra religión, no la católica

    Por el contrario, es evidente que este nuevo rito, si se me permite decirlo, presupone otra concepción de la religión católica, otra religión. Ya no es el sacerdote quien ofrece la Misa, es la asamblea. Esto es todo un programa. En adelante, es también la asamblea la que reemplaza a la autoridad en la Iglesia -¿no vemos en “Pueblo” cómo el obispo Iniesta, de Vallecas, y Antonio Aradillas, sacerdote de la Ciudad de los Periodistas (Madrid) sostienen sin desautorización que los obispos han de ser elegidos democráticamente?-; es la asamblea episcopal la que reemplaza el poder de los obispos, es el consejo presbiteral el que reemplaza el poder del obispo en la diócesis, es el número quine en adelante manda en la Santa Iglesia, y esto se expresa en la Misa precisamente, en que la asamblea reemplaza al sacerdote, a tal punto que ahora muchos sacerdotes ya no quieren celebrar la Santa Misa cuando no hay asamblea”

    La Misa protestante introducida en la Iglesia Católica

    “Con toda suavidad, es la noción protestante de la Misa la que se introduce en la Santa Iglesia. Y esto conforme a la mentalidad del hombre moderno, a la mentalidad del hombre modernista, se ajusta absolutamente. Porque es el ideal democrático lo que fundamentalmente constituye el ideal del hombre moderno: para él, el poder está en la asamblea, la autoridad está en los hombres, en la masa y no en Dios. Y esto es muy grave, porque nosotros creemos que Dios tiene toda la autoridad, nosotros creemos que toda autoridad viene de Dios: "Omnis potestas a Deo". No creemos que la autoridad venga del pueblo, que la autoridad venga de la base, como exige la mentalidad del hombre moderno. Sin embargo, la Nueva Misa es sin embargo la expresión de esta idea de que la autoridad se encuentra en la base y ya no en Dios. Esta Misa no es una Misa jerárquica, es una Misa democrática y esto es muy grave. Es la expresión de una ideología completamente nueva: hemos hecho de la ideología del hombre moderno parte de nuestros ritos más sagrados”.

    Lo que corrompe a la iglesia

    “Y esto es lo que actualmente corrompe a toda la Iglesia, porque por esta idea de poder otorgada a la base en la Santa Misa, estamos destruyendo el sacerdocio” ... “Esto es lo que creemos” -prosigue monseñor Lefebvre, poniendo de manifiesto el contenido dogmático de su disidencia actual con la Sede Apostólica y su adhesión a la fe tradicional-, y por eso creemos que no podemos aceptar este nuevo rito, que es obra de una ideología diferente, de una nueva ideología...”

    Lo que le dicen los emisarios de Roma

    Se ha creído –continúa acto seguido en la homilía de la Misa de ordenaciones el día de San Pedro en Ecône- atraer al mundo, adoptando sus ideas, tomando las ideas del hombre moderno, de este hombre moderno que es un hombre liberal, un hombre modernista, un hombre que acepta la pluralidad de las religiones, pero no acepta ya la Realeza Social de Nuestro Señor Jesucristo. Esto lo he escuchado dos veces de los enviados de la Santa Sede, quienes me dijeron que la Realeza Social de Nuestro Señor Jesucristo ya no era posible en nuestro tiempo, que el pluralismo tenía que ser aceptado definitivamente; que la encíclica Quas Primas sobre el realeza de Nuestro Señor Jesucristo, esta hermosa encíclica que fue escrita por el Papa Pío XI, ya no sería escrita hoy por el Papa. Esto es lo que me dijeron los enviados oficiales de la Santa Sede”.

    Nosotros no somos de la religión liberal, sino de la católica

    Pues bien -continúa monseñor Lefebvre- nosotros no somos de esta religión, no aceptamos esta nueva religión. Somos de la religión de siempre, somos de la religión católica, no somos de la religión universal, como la llaman hoy. Esto no es ya la religión católica. No somos de esta religión liberal, modernista, que tiene su culto, sus sacerdotes, su fe, sus catecismos, su Biblia -su Biblia ecuménica-. No los aceptamos, no aceptamos la Biblia ecuménica. No existe la Biblia ecuménica; existe la Biblia de Dios... ¡Es la palabra de Dios, no tenemos derecho a mezclarla con la palabra de los hombres! ... No aceptamos los catecismos que ya no afirman nuestro Credo. Y así sucesivamente, no podemos aceptar estas cosas. ¡Es contrario a nuestra fe, lo lamentamos infinitamente, ¡es un dolor inmenso, inmenso para nosotros pensar que estamos en dificultades con Roma a causa de nuestra fe! ¿Cómo es posible? Es algo que supera la imaginación...”

    O someterse a Roma o conservar la fe católica

    “Lo he manifestado a los que vinieron de Roma: “los cristianos están desgarrados en sus familias, en sus hogares, entre sus hijos, están divididos en sus corazones por esta división en la Iglesia, de esta nueva religión que se enseña y se practica. Ciertos sacerdotes mueren prematuramente, desgarrados en su corazón y en su alma al pensar que ya no saben qué hacer: o se someten a la obediencia (de Pablo VI) y de alguna manera perder la fe de su niñez y juventud, y renunciar a las promesas que hicieron en el momento de su sacerdocio, prestando el juramento antimodernista, o bien teniendo la impresión de separarse del que es nuestro Padre, el Papa, del que es el Sucesor de San Pedro”.

    No podemos equivocarnos manteniéndonos como la Iglesia de siempre

    ¡Qué desgarramiento para los sacerdotes! -siguen las palabras del obispo Lefebvre- Ciertos sacerdotes, muchos sacerdotes han muerto prematuramente de dolor. Ciertos sacerdotes ahora son expulsados ​​de sus iglesias, perseguidos, ¡porque dicen la Misa de siempre! ¡Estamos en una situación verdaderamente dramática! Entonces, tenemos que elegir entre una apariencia - diría yo - de obediencia - porque el Santo Padre no puede pedirnos que renunciemos a nuestra fe; esto es absolutamente imposible - y la preservación de nuestra fe. Pues bien, nosotros elegimos no abandonar nuestra fe. Porque en esto nosotros no podemos equivocarnos. La Iglesia no puede equivocarse en lo que ha enseñado durante dos mil años, es absolutamente imposible”.

    (...) La solución al caso Lefebvre

    ¿Tiene solución el caso de monseñor Lefebvre?

    Si Pablo VI no prefiere dimitir, pero tiene un espíritu tan ecumenicista como para recibir en audiencia a cismáticos, herejes y ateos y levantar la excomunión a la Iglesia cismática bizantina, no parece que sea mucho pedir y mucho conceder el consentir que monseñor Lefebvre y sus fieles continúen afectos a los ritos y doctrinas tridentinos, lo mismo que hay ritos mozárabes, ambrosianos, bizantinos o maronitas. (*)

    Eulogio RAMÍREZ



    (*) NOTA MÍA: opinión del señor E. Ramírez; tal medida habría cerrado en falso el problema, ya que el fondo de discordia se mantendría intacto.
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  8. #8
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    Re: El catolicismo tradicional español ante el 'caso Lefebvre' (1976-1978)

    Re: El catolicismo tradicional español ante el 'caso Lefebvre' (1976-1978)
    Es cierto que si Paulo VI hubiera levantado las gravísimas sanciones contra Monseñor Lefebvre igualmente habría "perdurado el fondo de la discordia".
    Pero también lo es, que no sería tan duro lo que tuvo que soportar y soporta la Fraternidad Sacerdotal San Pio X y los fieles que adhieren a ella.
    Hay que tener en miras que durante añares fueron tratados como excomulgados, cismáticos, etc, por prácticamente todos los católicos, incluidos obviamente
    los sacerdotes y le Jerarquía Eclesiástica.
    Esto hizo -por ejemplo- que se cerraran las puertas a infinidad de profesores, de las facultades y colegios católicos.
    Se nos marginara de las parroquias y demás instituciones católicas.
    Lo mismo ocurrió con todos los medios de comunicación católicos.
    Además hubiera permitido a los padres de la FSSPX celebrar la Misa de siempre, administrar los sacramentos, etc, en lugar de perseguirlos
    impiadosamente.
    También aquellos que por cuestiones de conciencia y obediencia no se acercaban porque éramos excomulgados, si esto se hubiera solucionado otro
    podría haber sido el cantar.
    Entiendo que con las excomuniones y demás sanciones se dejo el campo libre a los modernistas, etc.


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  9. #9
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    Re: El catolicismo tradicional español ante el 'caso Lefebvre' (1976-1978)

    Efectivamente, como bien dices Juan Vergara, se habrían aliviado muchísimo las cosas de haberse reconocido entonces la postura de la FSSPX. A mi modo de ver, ya con el paso de tantísimo tiempo por medio, lo que pretendía Roma entonces era aniquilar a la FSSPX como fuera, amenazando, excomulgando, incluso mintiendo sobre ella, como confesó numerosas veces mons Lefebvre, sabiendo que ella la razón, teológicamente hablando.

    Personalmente, jamás he podido leer una crítica mínimamente seria con razones teológicas de peso contra mons. Lefebvre, siempre eran eslóganes sobre desobediencia, falso orgullo, tozudez, de falsedades sobre arrogarse él un papado paralelo... Pero jamás una mínima razón consistente. Y puede comprobarse que el tema de la "desobediencia" es el único motivo "teológico" restregado por la gente desinformada sobre el tema. Eso sí, nunca llegando al fondo de lo que debe o no obedecerse o desobedecerse en última instancia.

    En el fondo se trataba por los de Roma de eliminar por las buenas o por las malas a un testigo incómodo (y obispo nada menos), que le restregaba libre constantemente ante el micrófono las falsedades, trapicheos, contubernios conciliares y posconciliares con los enemigos del catolicismo. Y peligrosísimo para hacer la competencia en materia de seminarios, los suyos a rebosar mientras todos los demás estaban en liquidación por derribo.
    Valmadian y juan vergara dieron el Víctor.

  10. #10
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    Re: El catolicismo tradicional español ante el 'caso Lefebvre' (1976-1978)

    Así es Alacrán comparto plenamente lo que decís.
    Tuve el honor de conoce a Monseñor Lefevbre en las distintas oportunidades que vino a la Argentina.
    Estuve presente junto a él cuando se colocó la piedra fundacional en el seminario de La Reja en nuestro país.
    No tengo duda q
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  11. #11
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    Re: El catolicismo tradicional español ante el 'caso Lefebvre' (1976-1978)

    Continuo con el correo que se envió involuntariamente.
    No tengo duda que fue un obispo providencial.
    Es increíble todo lo que hizo, me pregunto si un obispo logró semejante portento en tan pocos años y con todo en contra, que habría pasado si lo hubieran acompañado otros diez obispos?
    Seguramente los "autodemoledores" no habrían hecho el daño que padecemos.
    Como suele ocurrir no es que ellos avancen sino que nosotros retrocedemos...

  12. #12
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    Re: El catolicismo tradicional español ante el 'caso Lefebvre' (1976-1978)

    Cita Iniciado por ALACRAN Ver mensaje
    , siempre eran eslóganes sobre desobediencia, falso orgullo, tozudez, de falsedades sobre arrogarse él un papado paralelo... Pero jamás una mínima razón consistente. Y puede comprobarse que el tema de la "desobediencia" es el único motivo "teológico" restregado por la gente desinformada sobre el tema. Eso sí, nunca llegando al fondo de lo que debe o no obedecerse o desobedecerse en última instancia.

    <<Entonces os entregarán a los tormentos y os matarán, y seréis aborrecidos de todos los pueblos a causa de mi nombre. Entonces se escandalizarán muchos y unos a otros se harán traición y se aborrecerán; y se levantarán muchos falsos profetas que engañarán a muchos, y por el exceso de la maldad se enfriará la caridad de muchos; mas el que perseverare hasta el fin, ése será salvo. Será predicado este Evangelio del reino en todo el mundo, testimonio para todas las naciones, y entonces vendrá el fin.>>

    (MATEO 24, 9-14)


    <<Pedro y los apóstoles replicaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado con su diestra, haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que lo obedecen».

    Ellos, al oír esto, se consumían de rabia y trataban de matarlos.


    (HECHOS 5, 29-33)
    ALACRAN y DOBLE AGUILA dieron el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

  13. #13
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    Re: El catolicismo tradicional español ante el 'caso Lefebvre' (1976-1978)

    Trasfondo vaticano escandaloso contra mons. Lefebvre

    Revista FUERZA NUEVA, nº 500, 7-Ago-1976

    Lefebvre

    Por más que lo intento, desde el terreno de la razón que Dios nos ha dado, y que después del Concilio Vaticano II tanto se nos impulsa a utilizar a los laicos, en uso de nuestro derecho de cristianos adultos, no llego a comprender la conducta observada por el Vaticano con monseñor Lefebvre.

    No comprendo que cuando su seminario de Ecône florece, mientras los demás se vacían, sea el suyo el atacado, a no ser que se quiera provocar por la fuerza el fracaso. No comprendo que cuando tantas tolerancias se han mostrado hacia los errores modernistas y hacia la introducción del marxismo en la Iglesia, con el argumento de que la nueva Iglesia no condena como la antigua, se haya reservado toda la severidad para un obispo que, equivocado o no, sirve a su fe con ejemplar sacrificio.

    Pero lo que comprendo menos es que cuando en nombre del ecumenismo, la Iglesia es toda mieles para los obispos cismáticos, protestantes y de sectas con frecuencia difíciles de considerar cristianas e, incluso, muestra notables mansedumbre hacia los clérigos apóstatas de los países comunistas, a monseñor Lefebvre que, comparado con ellos, es en relación con el dogma católico algo así como Ignacio de Loyola comparado con Lutero, sea el único al que se niega el pan y la sal de la generosa tolerancia vaticana.

    Se saca la impresión de que si monseñor Lefebvre se hiciera protestante, la repulsa se convertiría en zalamería. Y eso es lo que no entendemos.

    Juan NUEVO



    **********
    Se saca la impresión de que si monseñor Lefebvre se hiciera protestante, la repulsa se convertiría en zalamería. Y eso es lo que no entendemos.
    ... Pues está bastante claro: los que se adentran en el mundo del hampa desean llevarse bien con los delincuentes veteranos, y tanto más les hacen la pelota cuanto más poderosos éstos son; pero al que no se vendió (Lefebvre) y les recuerda su delito no quieren verle ni en pintura, como si de cara a la opinión pública fuera un chivato...

    .
    Última edición por ALACRAN; 29/11/2021 a las 21:08
    juan vergara y DOBLE AGUILA dieron el Víctor.
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  14. #14
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    Re: El catolicismo tradicional español ante el 'caso Lefebvre' (1976-1978)

    Muy buen aporte Alacrán!

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