Martin Ant, creo que yerras con respecto a Silvio Gesell. No se puede decir "Keynes, y por extensión Gesell". De hecho, dentro de la receta clave de este último- obviada en las referencias de Keynes, que pasa absolutamente por encima y de refilón sobre las ideas nucleares de sus planteamientos monetarios- está implícitamente resuelto el problema de la generación del dinero.
A Gesell le avalan las -ciertamente pocas, por poscritas y asesinadas de éxito y recelo estatal- experiencias históricas inspiradas en sus ideas, por más que fueran muy localizadas y puntuales.
PD: Y carajo, no se imaginan ustedes la positivísima impresión que me produce acabar hablando de Silvio Gesell en Hispanismo.org, este me demuestra aún de forma más contundente el NIVELAZO ESTRATOSFÉRICO de este bendito foro. En su día dejé a un lado este tema para saltarme a aprender de Hispanidad. A día de hoy estoy convencido de que en realidad no hay desvío ni mucho menos contradicción, no habrá mejor "maridaje" que el que en un futuro se pueda establecer entre la municipalista concepción política del Tradicionalismo Hispánico y los conceptos monetarios de Gesell. Prosigan, caballeros, que no hay inconveniente en desempolvar conceptos monetarios.
¡No! ¡No! y ¡No!
Keynes (y las personas en la sombra que patrocinaban los pseudoanálisis y pseudosoluciones de Keynes) no tenían ABSOLUTAMENTE NINGÚN PROBLEMA con las teorías de Gesell.
Si quiere usted hablar de experiencias históricas "avaladoras", con mucho gusto le voy a mostrar que Gesell y sus teorías no suponían ningún problema en absoluto para los "imperialistas internacionales del dinero" (utilizo este frase, porque es la que utilizaba Pío XI para referirse a "ellos").
En 1935 consiguen por fin el poder político en la provincia de Alberta el Sr. Aberhart y los demás miembros de su partido político, que apoyaban el Crédito Social. Pues bien, por circunstancias que no vienen al caso, resulta que entre 1935 y 1937 Aberhart estuvo experimentando con todo tipo de "soluciones" ortodoxas y también heterodoxas, pero que no iban a la raíz del problema ni suponían estrictamente hablando una genuina aplicación del Crédito Social, el cual fue dejado a un lado durante ese bienio.
Pues bien, una de esas "soluciones" heterodoxas que se aplicaron fue la de la aplicación de las teorías de Gesell. En este sentido, Aberhart, al margen de la divisa o moneda oficial canadiense, empezó a emitir por su cuenta lo que se llaman "certificados de prosperidad", que funcionaban como dinero, y a los cuales se les aplicaba esa depreciación de su valor nominal siguiendo religiosamente los principios de la teoría de Gesell. Pues bien: aún cuando muchas de las medidas legislativas provinciales que se tomaron para su implementación iban en contra de facultades o prerrogativas que eran de ámbito federal, SE LES DEJÓ SIN NINGÚN PROBLEMA DESDE EL GOBIERNO FEDERAL QUE EXPERIMENTARAN TODO LO QUE QUISIERAN CON TODAS ESAS MEDIDAS (todo esto lo explica detallada y resumidamente C. H. Douglas en su famoso discurso en el Ulster Hall, de Belfast, de 30 de Noviembre de 1937).
En cambio (prosigue explicando Douglas en su resumen de los acontecimientos), cuando en 1937 por fin Aberhart quiso implementar el Crédito Social, y Douglas le envió a sus dos asesores L. Denis Byrne y George F. Powell, aquello fue como la caída de una bomba atómica. Todos los medios de comunicación del mundo anglosajón desataron de repente una campaña brutal contra Aberhart y su gobierno provincial y sus dos asesores (uno de ellos fue encarcelado y murió pocos días después a causa de la experiencia traumática recibida). Es decir, se desató una campaña mediática contra una provincia perdida en el culo del mundo por simplemente querer implementar unas medidas de carácter financiero que supondrían la solución a la crisis económica (entonces imperante, en plena década de los ´30). El gobierno federal y sus instituciones desautorizaron rápidamente todos y cada uno de los proyectos legislativos destinados por la provincia de Alberta a implementar el Crédito Social, aun cuando, con la ley en la mano, no invadían competencias de ámbito federal en absoluto.
Se ve claramente con esto, qué cosas les ponían realmente a "ellos" nerviosos y cuáles no les hacían sino cosquillitas sin ninguna relevancia (con independencia de lo bienintencionado que fuera Gesell, cosa que no pongo en duda).
Douglas resumió en su discurso en Westminster de 7 de marzo de 1936 (es decir, en pleno periodo de aplicación por Aberhart de las ideas de Gesell), lo que pensaba sobre dichas ideas (no sin cierta ironía):
La teoría de Gesell consistía en que el problema que hay en el mundo es que la gente ahorraba dinero, de tal forma que lo que uno tenía que hacer era hacerles gastarlo más rápidamente. Hacer que el dinero vaya desapareciendo constituye la forma más gravosa de fiscalidad continua jamás diseñada. La teoría que subyacía a esta idea de Gesell consistía en que lo que se necesitaba era estimular el comercio; que uno tenía que poner a la gente comprando cosas frenéticamente: una idea perfectamente sana siempre que uno considere que el objetivo de la vida consiste simplemente en comerciar.
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