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Tema: El pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera y su vigencia

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    El pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera y su vigencia

    El pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera y su vigencia

    Con motivo del LXXX aniversario del asesinato de José Antonio Primo de Rivera (1903-1936), y con el objeto de repensar, conocer y difundir la obra y doctrina del fundador de Falange Española, desde el Foro Historia en Libertad hemos pedido su colaboración a una serie de filósofos, historiadores, periodistas, profesores… En días sucesivos publicaremos estas aportaciones cuya calidad no dudamos estará a la altura del homenaje merecido por el hombre que las ha suscitado.

    JORGE GARRIDO SAN ROMÁN (Barrios-Los Corrales de Buelna, Santander) en 1974. Licenciado en Derecho y Abogado en ejercicio en Madrid. Ex militar (en activo de 1994 a 2006) actualmente en excedencia voluntaria, accedió por oposición a la Administración General del Estado como empleado público, trabajo que compagina actualmente con el ejercicio de la abogacía (especialmente en el ámbito laboral y sindical). Preside desde el 1 de mayo de 2008 el sindicato “Unión Nacional de Trabajadores” (UNT), además de la asociación “Foro Social Manuel Mateo”. También es Vicesecretario General de “Falange Española de las JONS” desde junio de 2005. Entre abril de 1995 y septiembre de 1996 presidió el “Sindicato Español Universitario” (SEU). Miembro fundador de la asociación “Milenio Azul”, ha sido colaborador de diversos medios de comunicación, habiendo sido subdirector de los programas de Radio Intercontinental “La Ballena Alegre” (2006-2008) y “La Piel de Toro” (2007-2008). Aunque ha escrito varios libros (“El Estado Nacionalsindicalista”, “Juventud y Educación”, etc.), sólo ha publicado uno: “Manifiesto Sindicalista” (Madrid, 2007, aunque escrito en 2001).



    El 20 de noviembre de 2016 se cumplieron 80 años del asesinato de José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española y principal teórico del Nacionalsindicalismo, efeméride que bien puede servir de ocasión propicia para la reflexión y el análisis del pensamiento del líder falangista, así como de su vigencia o no ocho décadas después.

    La fecha histórica del 29 de octubre de 1933, día de celebración del histórico acto público en el Teatro de la Comedia que daría lugar a la fundación de Falange Española, marca inevitablemente el arranque de una ideología cuyos primeros pasos, empero, se pusieron ya en marzo de 1931 (antes de la proclamación de la II República) con la creación de la publicación “La Conquista del Estado” (germen de las futuras JONS –Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista– tras la unión con el grupo vallisoletano de Onésimo Redondo, las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica) por parte de un grupo de jóvenes encabezados por Ramiro Ledesma Ramos. Fue éste el verdadero precursor y fue en ese año de 1931 cuando se funda formalmente el Nacionalsindicalismo, aunque en realidad sus formulaciones iniciales eran más declaraciones de intenciones y esbozos de programas que un sistema completo de pensamiento, que una ideología plenamente desarrollada, desarrollo que sólo se produjo de forma parcial e insuficiente, pero al menos con una visión mucho más completa y obedeciendo a una filosofía más definida y sistemática, en la época de Falange Española de las JONS, con José Antonio Primo de Rivera, gracias al riguroso esfuerzo intelectual y a la enorme capacidad de comprensión y síntesis de éste. Y si eso era así en términos generales, aún lo fue más en materia económica, razón por la cual resulta tan difícil, por no decir que imposible, abordar un tema como el de la economía nacionalsindicalista sin suscitar ciertas polémicas, fruto del escaso desarrollo doctrinal de la materia a lo largo de estos 83 años (u 85, según se compute).

    Para empezar hay que reconocer que la teoría económica nacionalsindicalista fue simplemente esbozada en la época fundacional, con la notable excepción de la temática agraria, que era muy importante en aquélla época y que por ello mereció cierta atención por parte de las JONS primero (especialmente a causa del interés de Onésimo Redondo en Valladolid, donde fue muy importante su labor en el sindicato remolachero) y más aún por FEJONS después, siendo muy grande el empeño que el propio José Antonio puso en esta materia, tanto por su propia importancia económica y social para España, como por la estrategia de expansión política impulsada por él (José Antonio apostaba por priorizar los esfuerzos políticos falangistas en el ámbito rural –basta con repasar la lista de lugares donde pronunció sus discursos para comprobarlo–, por considerarlo moralmente más sano y útil que el ámbito urbano para regenerar España –lo que obligaba a prestar especial atención a los problemas específicos agrarios–, mientras que Ramiro Ledesma consideraba que dichos esfuerzos debían concentrarse en las grandes ciudades y, especialmente, en las masas obreras entonces dominadas por el marxismo).

    Aunque en un primer momento José Antonio no dio mucha importancia a los problemas agrarios (como demuestra el hecho de que no haya una sola referencia a ellos en los “Puntos Iniciales” de Falange Española –ver “FE”, núm.1, 7 de diciembre de 1933–), a medida que perfiló su estrategia de penetración política en las zonas rurales y tomó conciencia de la verdadera necesidad de realizar una reforma agraria profunda en España, diseñó un programa muy detallado y ambicioso que, aun muy resumido en la “Norma Programática de Falange Española de las JONS” (noviembre de 1934), ocupa nada menos que casi la cuarta parte del programa político de la organización (6 de los 27 puntos: del 17 al 22), centrándose básicamente en los siguientes aspectos: establecimiento de un precio mínimo remunerador para los productos agrarios a fin de garantizar su rentabilidad comercial, creación de un Crédito Agrícola Nacional para evitar la usura y el caciquismo, difusión de la enseñanza agrícola y pecuaria, reordenación de la dedicación de las tierras por razón de sus condiciones y de la posible colocación de los productos, política arancelaria en sentido proteccionista, incremento de las obras hidráulicas, racionalización de las unidades de cultivo, redistribución de las tierras con propiedades familiares y con sindicación de labores, política de colonización de nuevas tierras cultivables y abandono de las estériles para bosque, repoblación ganadera y forestal, expropiación de tierras adquiridas ilegítimamente y reconstrucción de los patrimonios comunales de los pueblos.

    El paso del tiempo ha modificado sustancialmente el agro español, en unos casos para bien (políticas hidráulicas, de colonización de algunas nuevas zonas cultivables y de concentración parcelaria principalmente, realizadas en las décadas de los años 40 a 70 del pasado siglo) y en otros para mal, a causa fundamentalmente del ingreso de España en la Unión Europea (ausencia de precios mínimos y reducción de aranceles proteccionistas que están dificultando enormemente la supervivencia de las pequeñas y medianas explotaciones a causa de la competencia internacional, supervivencia de los agricultores y ganaderos hoy sólo posible de forma artificial a base de subvenciones como las de la Política Agraria Común de la UE, que sirven para compensar el hecho de estar haciendo imposible la forma de vida agraria por sí misma). A ello hay que añadir nuevas problemáticas como la de los productos genéticamente modificados (que ofrecen una mayor productividad a cambio de una enorme dependencia de las mismas empresas que los suministran y que son normalmente las dueñas de las patentes genéticas por las que nuestros agricultores han de pagar considerables “royaltys”) y la proliferación de pesticidas de última generación (normalmente también generadores de dependencia, haciendo prácticamente imposible prescindir de su utilización sin perder una mínima rentabilidad).

    En definitiva, puede decirse que en materia agraria y ganadera el contexto de la economía española ha variado sustancialmente desde 1934, lo que hace que el programa presentado entonces no pueda considerarse tal cual plenamente vigente en nuestros días. Empero, ello no significa necesariamente que dicho programa –dejando a un lado algunas propuestas muy concretas– sea inaplicable en sí mismo, sino que lo es si no se modifica el contexto económico actual (la pertenencia de España a la UE y los tratados de libre comercio de los que somos –o pronto seremos– parte impiden muchas de ellas –piénsese en el precio mínimo remunerador o en la política arancelaria proteccionista–, de forma que para implementarlas sería preciso abandonar la UE y renunciar a los tratados de libre comercio).



    No obstante, esa aparente falta de vigencia del pensamiento de José Antonio en materia agraria y ganadera realmente no lo es tanto si se plantea desde dos perspectivas distintas. La primera, la del aspecto ideológico. Es decir, analizando no tanto el programa entonces plateado en cuanto conjunto de propuestas concretas, sino como plasmación programática de una serie de principios económicos que chocan con los actualmente vigentes: proteccionismo, producción familiar, explotaciones de ámbito local e intervención –que no dirección– del mercado agropecuario. En este sentido los ciclos históricos demuestran que nada es irreversible, por lo que no todo lo que la mentalidad de una época considera superado en realidad lo está, y eso sucede, sin ir más lejos, con procesos que hasta no hace tanto parecían indiscutibles, como el de la mundialización, de forma que parecía tratarse de un proceso irreversible hacia un único mercado mundial sin fronteras ni aranceles proteccionistas, donde los tratados de libre comercio serían la única norma reguladora –paradójicamente para desregular– y donde las políticas proteccionistas (como las que defendía José Antonio) pasarían a ser reliquias del pasado condenadas a la extinción. Sin embargo es imposible, a estas alturas del siglo XXI, ignorar que ese proceso empieza a ser cuestionado gracias a la creciente influencia de movimientos políticos y sociales de todo tipo, en muchos aspectos distintos y hasta muy distantes entre sí, que coinciden en reclamar una vuelta a las soberanías nacionales, a la revalorización de las fronteras frente al mundialismo, a la relocalización de la producción y distribución, a la producción ecológica y natural, a la productividad basada en el crecimiento sostenido y hasta en el decrecimiento, a la economía real, etc. Todo esto no sólo afecta al mundo agrario y ganadero, sino a la economía en general, haciendo que lo que parecían propuestas desfasadas y anacrónicas hace unos pocos años, vuelvan ahora a cobrar cada vez más actualidad y vigencia.

    La segunda perspectiva que permite percibir la vigencia del pensamiento agrario de José Antonio es la de la posibilidad de aplicación o no de la mayoría de las propuestas concretas formuladas en 1934 o de su actualización al presente sin perder fidelidad a los principios anteriores. Así, una vez que se reconoce que cada vez son más fuertes las tendencias o principios anteriores en nuestro momento histórico actual, no es difícil concluir que muchas propuestas concretas de las formuladas en 1934 pueden ser perfectamente aplicables hoy, una vez actualizadas debidamente, al nuevo contexto que permite que vuelvan a tener vigencia los principios que los inspiran. Es el caso de las políticas arancelarias o de precio mínimo remunerador (fuertemente condicionadas por los tratados de libre comercio y de la Organización Mundial del Comercio), mientras que otras como las de repoblación forestal o de enseñanza agrícola y pecuaria siempre van a ser actuales por no depender tanto del contexto de cada momento histórico.

    Dejando a un lado los temas agrarios y ganaderos, antes de entrar en la cuestión económico-financiera e industrial, conviene hacer alguna referencia al grado de desarrollo doctrinal de FE-JONS en 1936 en lo que a estos aspectos se refiere, y en este sentido es importante constatar la evolución que se produce desde el pensamiento inicial de Ramiro Ledesma hasta el de José Antonio Primo de Rivera en 1936 (en el primero no hay una evolución significativa, mientras que la del segundo fue muy importante). O lo que es lo mismo, desde una concepción del Sindicato como órgano del Estado en el sentido de “sindicato estatal”, a una concepción nominalmente igual pero con un contenido más próximo a la idea de “Estado sindical”. Porque aunque los términos utilizados fueran idénticos, el contenido fue variando con el tiempo, y eso se ve claramente en los textos referidos al papel que había de tener el Sindicato en “La Conquista del Estado” por un lado, y en los discursos y conferencias de José Antonio desde 1935 principalmente. Pero no todo es tan simple, porque concepciones tan revolucionarias como las que sostiene José Antonio en su conferencia en el Círculo de la Unión Mercantil o en Cine Madrid tienen precedentes tan claros como el del artículo que publica “La Conquista del Estado” en su último número contra el sistema monetario basado en el interés (y firmado nada menos que por Gottfried Feder…).

    Así pues, en 1936 nos encontramos con una doctrina económica, el Nacionalsindicalismo, que sólo puede decirse que está relativamente desarrollada en materia agraria, pero que tiene aspectos tan importantes como el del sindicalismo o el del sistema financiero que sólo están apuntados (el Sindicato como agrupación de todos los trabajadores, obreros y patronos; propiedad sindical de las empresas de cierto tamaño; respeto a la propiedad privada cuando se trate de bienes con finalidad individual; políticas contrarias al rentismo y al interés en general; nacionalización de la banca –y no sólo del crédito–; etc.). Pero claro, si ya de por sí resulta una contrariedad que estos principios no estén suficientemente desarrollados (lo que supone posibilidades diversas de desarrollo, incluso partiendo de la asunción de los mismos principios), peor aún resulta constatar que hay aspectos tan importantes como los monetarios que ni siquiera merecieron la atención de unos fundadores que, las cosas como son, ya tenían bastante con alzar y mantener alzada la bandera en una época tan convulsa (y en la que vivieron poco tiempo, muriendo además a edades muy tempranas). Lo cierto es que, a la vista de los acontecimientos, resulta sorprendente que encontraran tiempo para estudiar y proponer cosas tan interesantes y profundas como las que desarrolla José Antonio en el Círculo de la Unión Mercantil. Sin duda se trataba de personas de una gran capacidad, inteligencia y talento, cualidades que ya no se encuentran entre los políticos de la España de hoy, donde sólo los mediocres y los miserables triunfan por serlo, y es así como obtienen el reconocimiento que jamás obtendrían por su escasa valía.

    Antes de entrar en el programa económico concreto propugnado por José Antonio Primo de Rivera, creo que es conveniente mencionar que hay una idea muy importante resaltada por él y que con el tiempo ha ido ganando en actualidad: es necesario distinguir al empresario del capitalista (aunque muchas veces la misma persona realice ambas funciones), pues el empresario no es sino un trabajador más de la empresa cuya función es la de la dirección empresarial, mientras que el capitalista es el propietario del capital, el que obtiene unas rentas (dividendos) no por su trabajo ni por su aportación de valor añadido, sino únicamente por el hecho de ser el titular del instrumento técnico de dominación (el capital, las acciones). De aquí se deduce que, dentro de la unidad de la empresa, el empresario y el obrero tienen un interés común, y quien les enfrenta, quien fuerza una situación de intereses opuestos (la llamada “lucha de clases”), es el capitalista que exige al empresario (o se obliga así mismo cuando se trata de la misma persona) ver a los obreros como un mero factor de la producción, y no como la parte humana de la misma. Ello suponía que, para José Antonio, eran los capitalistas y usureros de la banca y las finanzas los únicos y verdaderos enemigos no sólo de los obreros, sino también de los empresarios. Es decir, una vez distinguido al capitalista del empresario, el enemigo del empresario no era el obrero, sino el capitalista, por lo que obreros y empresarios tenían en realidad un enemigo común: el capitalismo. Evidentemente, semejante conclusión era inaceptable no sólo para el pensamiento marxista de la época –pues desarticulaba el discurso de la necesidad de la lucha de clases–, sino también para la mayoría de las doctrinas conservadoras y liberales (quizá con la rara excepción de alguna minoritaria que insistía en la necesidad de la mayor cantidad posible de oferentes para el mejor funcionamiento del mercado libre, viendo en las propiedades capitalistas grandes y medianas un problema porque alteraban el funcionamiento equilibrado del mismo, por lo que había que extender las leyes “anti trusts” lo más posible; así podemos ver en nuestros días al reciente Premio Nobel de Economía, Olivert Hart, defendiendo la tendencia a sustituir el modelo retributivo del salariado por el reparto de la propiedad de las empresas con los trabajadores).



    En esta línea, y mostrando la enorme actualidad de ese planteamiento joseantoniano expuesto magistralmente en la conferencia que pronunciara el fundador de Falange Española en el Círculo de la Unión Mercantil, Manuel Funes Robert, economista keynesiano español fallecido no hace mucho, escribía en “elmanifiesto.com” el 8 de abril de 2008:

    (…) José Antonio vislumbra lo que yo he llamado lucha de clases en el siglo XXI, proclamando la inadvertida unidad entre obreros y empresarios, mucho antes de que la globalización reforzara aquella tesis con la aparición de la tercera clase, a cuyo estudio he dedicado muchos años.

    La lección de economía de José Antonio que podemos obtener de la famosa y poco difundida conferencia es que nos ha permitido llegar a una definición concreta de un fenómeno del que todos hablan y rara vez concretan: el capitalismo. La aparición del capital constante es ciertamente lo nuevo del fenómeno, pues si siempre se empleó capital, la manera como se presenta en la etapa capitalista es económicamente distinta y políticamente decisiva. El capital constante es la constante del proceso capitalista. Y por su cuantía, sin precedentes en la Historia, crea la separación de clases, ya que son pocos los que pueden acumular a título privado semejante factor. Y al ser insensible ese capital constante a las oscilaciones de la coyuntura, siembra por paradoja las causas de las crisis capitalistas y la necesidad de anular y absorber a todo el sistema productivo anterior con su secuela de explotación del artesanado.

    De forma y manera que el capital constante crea el proletariado destruyendo el artesanado. Esta magnifica lección de economía hecha por un joven de 32 años que no era economista hubiera evitado y todavía podría evitar en las facultades de Economía la fatigosa búsqueda de autores y textos para no llegar nunca o casi nunca al fondo del tema del capitalismo, como llegó en 1935 José Antonio.

    Pero es indudable que el pensamiento económico de José Antonio, pese a ser muy riguroso y coherente, y pese a poner el dedo en la llaga de aspectos tan importantes y de tanta actualidad en el siglo XXI, necesitaba ser desarrollado, pues en apenas dos años de frenética actividad política era imposible hacerlo. El primero en adentrarse en el desarrollo doctrinal del Nacionalsindicalismo fue José Luis de Arrese, autor de libros tan fundamentales como “La revolución social del nacionalsindicalismo” y “Capitalismo, comunismo, cristianismo”, libros de obligada lectura y análisis para quienes quieran estudiar la evolución y los intentos de desarrollo doctrinal del Nacionalsindicalismo en materia económica, pero que pese a sus buenas intenciones y sus ortodoxos puntos de partida, acaban sosteniendo una fórmula mixta en la que subsiste la relación bilateral de trabajo (posición jurídico-económica dominante del que da trabajo frente al que alquila el suyo) claramente denunciada por José Antonio Primo de Rivera. Es importante aclarar, pues, que la obra de José Luis de Arrese sienta unas bases perfectamente correctas e incluso más amplias que las de la época fundacional (por ejemplo en el tema de la superación del sistema de salariado), dado que estudia aspectos inéditos hasta el momento en trabajos, artículos o discursos de los fundadores. Pero las circunstancias históricas debieron pesar demasiado como para llevarle a unas conclusiones plenamente coherentes con ellas y que, inevitablemente, llevarían a una situación incompatible con la realidad económica de un régimen que no estaba dispuesto a realizar plenamente la Revolución Nacionalsindicalista y acabar con la relación bilateral de trabajo y con el sistema monetario basado en el interés. Eso era demasiado y Arrese no osó nunca cruzar esa raya (aunque sí se atrevió en diversas ocasiones a apuntar en esa dirección en algunos de sus discursos), y esto es algo que no puede olvidarse a la hora de estudiar la obra de Arrese.

    Otros intentos de abordar el tema, como el de Pascual Marín Pérez y su libro “El nacionalsindicalismo español y la doctrina social de la Iglesia”, o el de Dionisio Martín Sanz (especialmente con su libro “La economía de la productividad ilumina el futuro”) han dado resultados aún peores al tratar de equiparar el modelo económico franquista con el nacionalsindicalista, llegándose a afirmar que el capitalista es un trabajador más, afirmación ésta que nada tiene que ver con el falangismo. Incluso un defensor tan decidido del modelo franquista como Carlos Iglesias Selgas, en su libro “El sindicalismo español”, reconocía que “las fuerzas en presencia no consentían una revolución social de inspiración sindicalista en la forma en que había sido concebida, en la última fase de su vida, por José Antonio Primo de Rivera. El “non nato” sindicalismo vertical se convirtió en un sistema de asociación profesional de base corporativa” y que “la Organización Sindical es, pues, un organismo o institución de colaboración. Otra cosa, muy distinta, es que en el pensamiento de quienes la fundaron latiera implícita la aspiración a convertirla en instrumento de una transformación social, cosa que compartimos muchos y que está implícita en el pensamiento de José Antonio Primo de Rivera, que, particularmente en la última etapa de su vida, aspiró a una auténtica revolución social que, por circunstancias comprensibles, no se ha llegado a realizar”.

    No es momento aún de discutir lo “comprensibles” de tales circunstancias, pero por lo menos Carlos Iglesias sí sabe distinguir, y por ello no merece la pena entrar en el análisis detallado de las ideas desarrolladas por unos “francofalangistas” que se empeñaban cuadrar el círculo con esfuerzos necesariamente contradictorios e infructuosos. Sólo el principio relacionista del trabajo (principio nacionalsindicalista que daba más importancia y trascendencia jurídica a la naturaleza de la relación de trabajo que al contrato o la falta del mismo, algo contrario a la tradición jurídica romana que primaba la autonomía de la voluntad y que siempre había impregnado el derecho español, especialmente el civil y el mercantil) puede decirse que tuvo un reflejo claro en la legislación social de la época e incluso que ha permanecido hasta la actualidad, pese a la ofensiva neoliberal que pretende desterrarlo definitivamente de nuestro Derecho Laboral (“las partes han de ser libres para establecer el vínculo entre sí que les dé la gana y sin que nadie más tenga por qué intervenir”, suelen decirnos quienes serían capaces de aceptar incluso la esclavitud en tales casos…).

    En cualquier caso, como apunta Carlos Iglesias, el papel que el Sindicato (unitario y vertical) debía tener en la economía nacional era fundamental para José Antonio. Pero no se trataba de disciplinar a los obreros por parte del Estado utilizando para ello al Sindicato como instrumento (que, a fin de cuentas, es lo que sería un “sindicato estatal”), sino de hacer realidad el principio de la democracia orgánica que dice que cada persona debe tener capacidad para discutir y decidir directamente en los ámbitos en los que es competente y tiene interés directo (frente a la democracia inorgánica liberal que teóricamente da ese derecho a todos y en todos los ámbitos –aunque no se sea competente ni se tenga interés directo en la materia–, si bien luego, ante la imposibilidad de materializar esa participación de forma efectiva, se ve obligada a recurrir al instrumento de las elecciones generales y referendos ocasionales, sin democracia directa alguna). Para José Antonio el Sindicato (al que obligatoriamente debían pertenecer todos los trabajadores, igual que los abogados deben estar colegiados para poder ejercer su profesión) era el instrumento idóneo de participación del trabajador en el mundo laboral (especialmente –aunque no sólo– en el ámbito del Sindicato de Empresa, que sería el titular de los medios de producción de forma similar a lo que sucede con las empresas cooperativas –sólo que inserto en una estructura sindical más compleja que incluiría mecanismos propios de financiación empresarial, investigación, servicios sociales para los trabajadores, etc.), y además el Sindicato debía ser órgano autónomo (no independiente) del Estado; esa autonomía incluiría capacidad de decisión en el ámbito económico-laboral, de forma que sus decisiones en el ámbito de sus competencias tendrían la autoridad de decisiones del Estado (por eso se habla de “Estado sindical”). Y no sólo eso: en el Parlamento nacional debería respetarse un porcentaje de representación sindical (forma de encauzar la representación directa de los trabajadores sin necesidad de partidos políticos), como también de otros cuerpos intermedios (no sólo la familia, el municipio y el sindicato, como esquemática y resumidamente decía –sin por ello tratarse de una lista cerrada–).

    Evidentemente, en una economía liberal-capitalista de libre mercado es inaceptable que el Sindicato pueda asumir un papel económico como el propugnado por José Antonio Primo de Rivera, pero no debe olvidase que el fundador de Falange Española quería desmontar el sistema económico capitalista. Es decir, su propuesta es necesariamente para otro contexto. Por tanto la vigencia de sus propuestas va necesariamente unida a la viabilidad de la alternativa económica global que proponía, y fuera de las frases hechas y de los manidos tópicos que algunos gustan repetir incansablemente (incluyendo una serie de supuestos males terribles, casi apocalípticos, que acompañarían a determinadas medidas, aunque no se sepa explicar muy bien por qué), no hay ninguna razón técnica que demuestre que esos planteamientos pudieran ser inviables (¿quién no ha escuchado, por ejemplo, la sempiterna crítica de la supuesta inviabilidad de nacionalizar la banca antes de que la crisis económica obligara a hacer nacionalizaciones masivas de bancos en todo el mundo?; eso sí, lo que decían que era inviable en una situación económica normal ha terminado siendo la única salida en los momentos de crisis, sólo que con la perversa intención de nacionalizar la banca en crisis para sanearla con dinero público y reprivatizarla después, cuando vuelva a ser rentable, lo que demuestra claramente la falsedad de las afirmaciones acerca de la supuesta inviabilidad de una banca nacional). No son viables algunas de sus propuestas de más calado con las actuales reglas del juego, eso es evidente –exactamente igual que sucedía en 1935–, pero podrían serlo perfectamente en otro sistema económico diferente, siendo esa precisamente la tarea que corresponde afrontar a los defensores de las ideas económicas de José Antonio Primo de Rivera, que somos quienes estamos llamados a encargarnos de ese necesario desarrollo teórico.

    Las aportaciones más interesantes al desarrollo doctrinal de la economía nacionalsindicalista se hicieron en las famosas charlas de “La ballena alegre”, organizadas principalmente por Ceferino Maestú y Narciso Perales en el invierno de 1964, y, ya en la década de los 90, en diversos artículos de la revista “No importa” (antes de FEI y después de FEJONS).

    Respecto a FE-JONS, el I Congreso Ideológico de 1987 no profundizó prácticamente nada en el tema, e incluso ha servido para introducir no pocas polémicas fruto de imprecisiones y ambigüedades que debieron evitarse, por lo que los trabajos más interesantes, aunque poco profundos, en realidad han sido los publicados en las publicaciones periódicas: “Arriba los valores hispánicos”, “Libertad”, “En línea alternativa”, “Nosotros”, “Milenio Azul” y “No importa”. Las conclusiones del I Congreso Ideológico de FEJONS resultaron tan decepcionantes y contradictorias que estuvieron lejos de satisfacer adecuadamente la necesaria actualización y el no menos necesario desarrollo doctrinal falangista, al contrario de lo sucedido con el magnífico trabajo realizado por la Junta Política de FEJONS, que vio la luz en mayo de 2014, titulado “Pedimos y queremos”, aunque lo cierto es que se trata más bien de un programa a corto y medio plazo que de un desarrollo doctrinal profundo.

    Por su importancia para el futuro desarrollo doctrinal del Nacionalsindicalismo también conviene mencionar la tendencia actual de muchos economistas interesantes (ajenos al Nacionalsindicalismo, pero cuyos estudios y trabajos pueden sernos de una gran utilidad) en el sentido de buscar alternativas al capitalismo o a aspectos esenciales del mismo. En este sentido son interesantes las aportaciones de los “socioeconomistas” –aunque su anticapitalismo es cuando menos discutible– (Amitai Etzioni, José Pérez Adán, etc.), de los partidarios de la “Democracia Económica” (David Schweickart, Luis de Sebastián, etc.), de los partidarios del “Orden Económico Natural” –es decir, de la abolición del interés– (Yoshito Otani y Margrit Kennedy han sido quienes han hecho algunas de las últimas aportaciones actualizadas a las teorías de Silvio Gesell y Gottfried Feder), de los defensores del “decrecentismo” (Serge Latouche, Carlos Taibo), y otros muchos, entre los que quiero destacar especialmente al Permio Nobel de Economía del año 2016, Olivert Hart, quien ha obtenido el citado premio por sus interesantes y profundos estudios sobre la mayor eficiencia económica de los modelos de relación laboral que sustituyen el sistema de salariado por el de participación del trabajador en la propiedad de la empresa (algo que forma parte esencial de la concepción nacionalsindicalista de la empresa). Pero aunque todos estos economistas resulten interesantes en alguno aspectos para el desarrollo doctrinal de los aspectos económicos del Nacionalsindicalismo, hay que tener en cuenta las disfunciones que suelen provocar quienes buscan completar y desarrollar las ideas nacionalsindicalistas partiendo de principios distintos y el “efecto parche” que se produce en tales casos. De ello se deduce que aún en el siglo XXI seguirá siendo fundamental para el Nacionalsindicalismo seguir muy estrechamente el desarrollo de la Doctrina Social de la Iglesia, fuente indiscutible de inspiración de esta ideología y sin cuyo conocimiento no puede entenderse la filosofía que lo impregna, aunque obviamente se trate de cosas distintas (el Nacionalsindicalismo se inspira en ella y es plenamente compatible con ella, pero no sería de ninguna manera correcto identificar a la Doctrina Social de la Iglesia con el Nacionalsindicalismo, una aspiración imposible de la que sólo se empeñan en presumir algunos pretenciosos).

    Ante la falta de un desarrollo más ambicioso y para intentar dar un paso en esa dirección, se publicó en 2007 el libro “Manifiesto sindicalista” por parte del autor de este artículo, último intento y primero del siglo XXI más o menos profundo de desarrollo doctrinal de la economía nacionalsindicalista, donde se ha intentado sistematizarlo todo de la forma más coherente posible y desde la más pura ortodoxia nacionalsindicalista pero, como ya he apuntado, son tantos los aspectos que requerían una mayor profundización –o incluso una teorización completa, como es el caso del sistema monetario–, que las innovaciones han sido ciertamente numerosas.

    En cualquier caso, la actualización del pensamiento económico falangista expuesto por José Antonio Primo de Rivera ha de girar necesariamente en torno a tres aspectos:

    En primer lugar, intentando que las innovaciones no lo sean del todo a fin de ser coherentes, es decir, que en los tiempos fundacionales ya se hubiera apuntado algo en ese sentido, aunque no se le hubiera prestado entonces la atención necesaria. Tal es el caso, por ejemplo, del sistema monetario libre de intereses. José Antonio lo apuntó implícitamente cuando analizó la esencia del capitalismo en su magnífica conferencia en el Círculo Mercantil, pero mucho antes en “La Conquista del Estado” Ramiro Ledesma Ramos ya había publicado el interesante artículo de Gottfried Feder –ya mencionado anteriormente– sobre el mismo tema.

    En segundo lugar, procurando que las innovaciones sean consecuencias necesarias –o al menos lógicas y coherentes– de una serie de principios o propuestas económicas de ortodoxia probada. En este sentido, por ejemplo, no creo que pueda considerarse heterodoxa una propuesta de cancelación de la obligación de pagar una renta por la vivienda en situaciones similares a las que la Falange fundacional contempló en el caso de la tierra (en casos de necesidad y como medida de urgencia hasta que se pueda hacer la reforma necesaria que acabe con el problema). Pero ello tampoco significa que no pueda haber otras soluciones perfectamente ortodoxas, por supuesto.

    Finalmente, no puede evitarse que haya alguna innovación sin apoyatura clara en la ortodoxia fundacional, pues la complejidad de la economía actual está muy lejos de la de los años 30 del siglo XX. En tales casos habría de procurarse que las aportaciones se ajusten plenamente a los principios básicos del Nacionalsindicalismo propugnados por José Antonio y que no contradigan a ninguno de ellos. Claro que este criterio también es perfectamente compatible con soluciones distintas a un mismo problema, por lo que las alternativas posibles pueden ser varias.



    Pero, ¿qué aspectos del pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera, el Nacionalsindicalismo, siguen vigentes en nuestros días? Para responder a esa pregunta conviene recordar, si quiera sea resumidamente, los principios básicos de su pensamiento en esa materia: la sindicalización de la economía nacional (pero no sobre la base del actual sindicalismo de clase, sino a través de un sindicalismo unitario y vertical); que sean los propios trabajadores, a través de los Sindicatos unitarios y verticales, los propietarios de los bienes de producción de las medianas y grandes empresas (salvando la propiedad individual de las pequeñas y la familiar de las que esencialmente lo sean); la propiedad privada ha de respetarse y, en cualquier caso, debe fundamentarse en la propia naturaleza de los bienes (los de uso y consumo, individuales; las viviendas, pequeños negocios, etc., familiares; los de producción, sindicales o comunales y los de interés social o nacional, estatales); el motor de la economía, el valor del dinero, el derecho al beneficio y la dignidad laboral del trabajador no pueden tener otro fundamento que el del trabajo; nacionalización de los servicios públicos y de los recursos naturales, que por su propia naturaleza no deben ser de propiedad privada; la especulación y la usura deben estar prohibidas; la banca debe ser nacionalizada por tratarse de un servicio público; el mercado no debe ser ni libre ni dirigido, sino intervenido –la “Norma Programática” dice en su punto 11 que “el Estado Nacionalsindicalista no se inhibirá”– en base a una planificación indicativa para evitar las habituales disfunciones de los mercados libres; proteccionismo comercial –al menos de una forma abierta en materia agraria y ganadera, por lo que es deducible que también en materia industrial–; respeto al papel competencial que, también en materia económica, han de tener los cuerpos intermedios (familia, municipio, sindicato, etc.); concepción del trabajo más como un deber que como un derecho; etc.

    Una simple lectura de esas propuestas económicas basta para sacar una conclusión similar a la que ya mencionamos en materia agraria y ganadera: el contexto actual ha variado sustancialmente; España ha dejado de ser un país agrario para –tras haber sido durante cierto tiempo esencialmente industrial– ser ahora un país de servicios cuya principal actividad es el turismo; pertenecemos a la Unión Europea y a diversos organismos mundialistas (como la Organización Mundial del Comercio o el Fondo Monetario Internacional) que nos han quitado soberanía (hasta la moneda, pues el Euro no es una moneda nacional, sino una divisa cuya emisión y tipos no podemos decidir soberanamente), etc.

    Lo cierto es que estamos asistiendo a unos momentos históricos de la economía mundial en los que es más necesario que nunca que haya una propuesta económica realmente alternativa al decadente y agónico capitalismo actual y al Orden Mundial que se sirve de él para ahogar la soberanía de las naciones (empezando por la económica y monetaria) y así satisfacer más fácilmente sus pretensiones imperialistas, y el Nacionalsindicalismo hoy lo tiene todo para ser esa alternativa real. ¿Por qué? Porque no se limita a proponer parches a lo que hay, sino que tiene una idea global, un sistema total en el que todo tiene su sentido. Sólo el marxismo ofreció en los siglos XIX y XX una aparente alternativa total a la economía capitalista (no entraremos ahora en analizar hasta qué punto era una alternativa al capitalismo o, como sostenemos nosotros, una variante distinta del capitalismo que muchas veces se ha calificado, con mucha razón, como “capitalismo de estado”).

    La vigencia o no del Nacionalsindicalismo dependerá de si es o no capaz de dar respuesta a las grandes preguntas clave de nuestro tiempo, que son precisamente las que actualmente nadie es capaz de responder hoy. Estas preguntas y las respuestas que ofrece el Nacionalsindicalismo son: ¿cómo puede sostenerse un sistema económico basado en el crecimiento exponencial permanente, cuando los recursos del planeta son finitos?; no puede, y la situación de crisis actual tiene mucho que ver con eso: es insostenible el crecimiento ilimitado y además destruye ambientalmente el planeta; ¿qué respuesta puede darse a esta situación?; la de una economía como la que propone el Nacionalsindicalismo: eliminación de la economía financiera ficticia, moneda respaldada únicamente por el valor real del trabajo en forma de producción y existencia de bienes y servicios, crecimiento económico y financiero limitado únicamente al crecimiento de las necesidades a cubrir; ¿y cómo hacer rentable una economía en la que las empresas no busquen a toda costa el crecimiento y el incremento de la productividad?; sólo con un sistema monetario libre de intereses, basado en la moneda natural y destinado a un tejido productivo que no necesite pagar dividendos, para lo que es imprescindible cambiar el régimen de propiedad de los bienes de producción, haciendo que los trabajadores sean los dueños de sus empresas (algo que el reciente Premio Nobel de Economía, Olivert Hart, ha demostrado que es técnicamente más eficiente que la propiedad capitalista) a través del Sindicato de Empresa; ¿cómo puede sostenerse una economía alternativa en un mercado mundial cada vez más desregulado?; no puede –como tampoco pueden ya las empresas actuales–, pues la competencia desleal la haría ruinosa, por lo que es necesario volver a levantar fronteras con las que proteger nuestra producción y a nuestros trabajadores, caminando progresivamente hacia la relocalización de la producción y distribución para ganar en eficiencia por la vía de la reducción de costes en esos ámbitos. Es decir, la tendencia de la economía de las últimas décadas –que ha sido la que hacía parecer desfasadas algunas propuestas económicas del fundador de Falange Española– hacia la mundialización, el productivismo a todo trance y el mercado planetario desregulado, con grandes economías de escala y deslocalizaciones de empresas, ha demostrado que es ruinosa e inviable a largo plazo, por lo que justamente cada vez recobran mayor interés y vigencia las propuestas que hacía José Antonio Primo de Rivera en 1935.

    Como consecuencia de la situación de crisis sistémica del capitalismo, a estas alturas del siglo XXI tampoco es posible ignorar la creciente influencia de movimientos políticos y sociales de todo tipo, en muchos aspectos distintos y hasta muy distantes entre sí, que, si bien no ofrecen una alternativa real, profunda y sistemática al sistema económico capitalista –como sí hace el Nacionalsindicalismo–, coinciden en reclamar una vuelta a las soberanías nacionales, a la revalorización de las fronteras como garantía de defensa de los trabajadores frente al mundialismo que todo lo arrasa con su fomento de la competencia desleal –empezando por los derechos sociales y laborales que tanto esfuerzo costó conseguir–, a la relocalización de la producción y distribución –frente a la dictadura de los mercados mundiales–, a la producción ecológica y natural –frente a las ingentes producciones de escala, muchas veces a base de productos transgénicos, que hunden precios y mercados–, a la productividad basada en el crecimiento sostenido y hasta en el decrecimiento –frente a diabólica y económicamente insostenible tendencia al crecimiento constante e indefinido, absolutamente inherente al modelo de producción capitalista e insostenible técnicamente a largo plazo–, a la economía real –frente a la financiera y especulativa–, etc.

    Vivimos, aunque muchos aún no sean conscientes de ello, una época apasionante de transición y, como siempre sucede en estos momentos históricos, los miopes –ciegos más bien– no son capaces de adivinar el mundo nuevo que viene –enrocados como están en los esquemas de ese pasado que se hunde ante ellos sin darse cuenta– y se dedican a fustigar a los visionarios que proponen verdaderas alternativas como “utópicos idealistas”.

    Yo siempre digo que la principal diferencia entre un loco y un genio radica en que el segundo tiene talento (pienso, por ejemplo, en un Dalí, que si no fuera por su talento seguramente se hubiera pasado la vida en un centro psiquiátrico). De la misma forma, la principal diferencia entre un utópico y un visionario radica en que el segundo no propone cosas imposibles, aunque lo parezcan con una mirada superficial, sino realmente rigurosas y factibles –cuando no necesarias–, sólo que tan adelantadas a su tiempo que son tenidas por sus coetáneos como inviables (pienso en algunos de los grandes inventores, como Da Vinci, Torres Quevedo o Tesla, muchos de cuyos inventos sólo fueron entendidos y considerados viables muchos años después de su muerte). En este sentido creo que las principales ideas económicas de José Antonio Primo de Rivera son –no sólo fueron, son– tan visionarias, que aún hoy, bien entrado el siglo XXI, a muchos ciegos y miopes anclados en los viejos esquemas del siglo anterior les siguen pareciendo imposibles de llevar a la prácica, aunque no se sepa explicar por qué, ¡y ello pese a que el futuro cada vez las está poniendo más en valor como alternativa de futuro!

    Creo, en definitiva, que ese visionario que fue –y, a través de sus ideas, sigue siendo– José Antonio Primo de Rivera, tenía tanta razón para decir en noviembre de 1935, como tendría para decir hoy –lo que certificaría la plena vigencia de lo esencial de su pensamiento económico– que “esa es la labor verdadera que corresponde a España y a nuestra generación: pasar de esta última orilla de un orden económico social que se derrumba a la orilla fresca y prometedora del orden que se adivina, pero saltar de una orilla a otra por un esfuerzo de nuestra voluntad, de nuestro empuje y de nuestra clarividencia; saltar de una orilla a otra sin que nos arrastre el torrente de la invasión de los bárbaros”.



    El pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera y su vigencia | Desde Mi Campanario

    Este artículo pertenece a una serie dedicada al propio José Antonio a la cual podemos acceder aquí: Desde Mi Campanario | Archivo de eiquetas | Artículos LXXX Aniversario José Antonio

    Más allá de lo que sea más o menos discutible, me parece muy bien que el autor de FE JONS dé mucha importancia al tema financiero del "interés del dinero", el cual está en el corazón del Sistema monetario que nos toca sufrir.

  2. #2
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    Re: El pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera y su vigencia

    Más allá de lo que sea más o menos discutible, me parece muy bien que el autor de FE JONS dé mucha importancia al tema financiero del "interés del dinero", el cual está en el corazón del Sistema monetario que nos toca sufrir.
    No es propiamente en sí el "interés del dinero" lo que distorsiona el buen o correcto funcionamiento del orden económico-social. El interés del dinero es un elemento secundario que coadyuva a perturbar dicho orden, pero no es la causa originaria o principal que está detrás de esa distorsión o perturbación. Lo que influye decisivamente en la buena o mala dirección de la economía real es la forma en que el sistema financiero asociado al mismo crea-emite y retira-destruye el dinero. Si el sistema financiero se ajusta a la realidad física del sistema económico, éste irá bien (y, por añadidura, se irán solucionando todos los aspectos sociales vinculados al mismo, sin tener que tratarlos de manera separada o aislada); si no se ajusta, entonces irá mal.

    Las mismas críticas que pongo en relación a los distributistas por no enfocar su mirada lo suficiente sobre este aspecto crucial y decisivo de la llamada "cuestión social", valen también para los nacionalsindicalistas, como así las expresé en su día (centrándome sobre todo en la glosa y comentario del discurso en el Círculo Mercantil de Madrid).
    Última edición por Martin Ant; 25/11/2016 a las 12:09

  3. #3
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    Re: El pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera y su vigencia

    “Lo que influye decisivamente en la buena o mala dirección de la economía real es la forma en que el sistema financiero asociado al mismo crea-emite y retira-destruye el dinero. “





    Pero es que precisamente en la creación, destrucción de dinero el interés del mismo juega un papel desestabilizador. De hecho es el interés del dinero quien crea la distorsión entre su creación y su destrucción.
    raolbo y Trifón dieron el Víctor.

  4. #4
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    Re: El pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera y su vigencia

    Pero es que precisamente en la creación, destrucción de dinero el interés del mismo juega un papel desestabilizador. De hecho es el interés del dinero quien crea la distorsión entre su creación y su destrucción.
    No. Lo que quiero decir es que incluso si todo el dinero se creara hoy día sin interés, la forma en que actualmente se crea-emite y se reclama-destruye el dinero por el sistema financiero existente seguiría creando esa distorsión-perturbación en la economía real o física (a la cual se encuentra asociado o adjunto el sistema financiero como supuestamente herramienta auxiliar de ella).

    El interés es solamente un elemento exacerbante o agravante de esa perturbación, no su causa originaria o última.
    Última edición por Martin Ant; 26/11/2016 a las 10:25

  5. #5
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    Re: El pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera y su vigencia

    Extiéndete, por favor, esto es interesante. Efectivamente, el interés no es la única fuente de distorsión. Hay otra también importante, que parte juston en el momento en que el dinero nuevo entra en circulación. ¿Por quién, cómo, para qué y a través de quién?



    Cita Iniciado por Martin Ant Ver mensaje
    No. Lo que quiero decir es que incluso si todo el dinero se creara hoy día sin interés, la forma en que actualmente se crea-emite y se reclama-destruye el dinero por el sistema financiero existente seguiría creando esa distorsión-perturbación en la economía real o física (a la cual se encuentra asociado o adjunto el sistema financiero como supuestamente herramienta auxiliar de ella).

    El interés es solamente un elemento exacerbante o agravante de esa perturbación, no su causa originaria o última.

  6. #6
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    Re: El pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera y su vigencia

    Extiéndete, por favor, esto es interesante. Efectivamente, el interés no es la única fuente de distorsión. Hay otra también importante, que parte juston en el momento en que el dinero nuevo entra en circulación. ¿Por quién, cómo, para qué y a través de quién?
    Trato de ser siempre lo más preciso posible en mis escritos para evitar toda posible ambigüedad (lo cual no quiere decir que siempre lo consiga, por lo que nunca dejan de venir bien las interpelaciones para aclarar lo más posible). Digo esto porque a lo mejor en estas materias económico-financieras es posible que se me pueda tachar de quisquilloso o puntilloso cuando corrijo o matizo afirmaciones realizadas por otros foreros.

    Repito: yo no digo que "el interés es la única fuente de distorsión", sino que la forma en que el actual sistema financiero emite-crea y saca-destruye el dinero en la economía real es la única causa o fuente originaria de la distorsión de la economía. Otra cosa distinta es que ésa única fuente originaria de la distorsión venga acompaña después por elementos o factores (como, por ejemplo, aunque no únicamente, el interés) que aumentan o agravan ese efecto distorsionador. Simplemente quiero dar a entender la diferencia que hay entre una causa única principal que produce un fenómeno, y todas las causas puramente secundarias que simplemente se limitan a exacerbar el efecto (efecto, repito, que ellas, por sí mismas, no producen sino que se circunscriben a exacerbarlo o agravarlo). Dicho con otras palabras, si se arreglara la forma en que actualmente actúa el sistema financiero en su función (supuestamente) instrumental al servicio de la economía real, la presencia de interés no supondría, per se, ningún problema para la buena y correcta marcha de la economía real con un sistema financiero asociado a ella (otra cosa distinta sería que la exigencia de ese interés, viendo cada caso concreto, fuera moralmente justa; pero aquí, insisto, no hablo de una cuestión moral o de filosofía social, sino de una cuestión meramente técnica, de contabilidad para ser precisos).

    En su día, también puse otro ejemplo para diferenciar entre la única causa original del problema y una simple causa secundaria agravante o ampliadora del problema, cuando señalé la distinción entre una asociación económica que puede crear o destruir dinero, y otra asociación económica que sólo se limita a acumular dinero. El problema no está en que haya asociaciones económicas que puedan crear o destruir dinero (obviamente, si no las hubiera, no habría dinero en la economía, y eso sería fatal para una economía que necesitara del dinero para su buen funcionamiento) sino en la forma en que esas asociaciones económicas, en su conjunto, crean y destruyen el dinero de la economía. Existen dos formas, en el marco de la contabilidad correspondiente a una comunidad política, de emitir y retirar el dinero de dicha comunidad: o bien ajustándose a la realidad física de la economía (que es como debería realizarse esa emisión-retirada del dinero) o bien no ajustándose a esa realidad física de la economía (que es lo que actualmente ocurre).

    Los principios fundamentales para el adecuado y propio funcionamiento de un sistema financiero asociado o adjunto a la economía de una comunidad política en la que se quieran adaptar lícitamente los progresos de la técnica en materia de producción-distribución de bienes y servicios, fueron resumidos por C. H. Douglas en su testimonio del 1 de Mayo de 1930 (es decir, prácticamente contemporáneo a la iniciación por José Antonio Primo de Rivera y los demás nacionalsindicalistas de sus teorizaciones económicas) ante el Comité MacMillan (1929-1931), comité creado por el Gobierno británico expresamente para la investigación de las causas de la crisis económica iniciada en 1929 (parecida a la de nuestros días, iniciada en 2008).
    Última edición por Martin Ant; 26/11/2016 a las 15:04

  7. #7
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    Re: El pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera y su vigencia

    Yo sin embargo, en mi humilde opinión, creo que la naturaleza del Interés (la usura) esta más en la raíz del problema (creación-destrucción del dinero) que cualquier otra causa, que a su lado se me hacen secundarias.


    Claro que para llegar a mi opinión, o convencimiento, he tenido que partir de un poco mas atrás de ese problema de la creación-destrucción del dinero. Y asomarme primero a la naturaleza del mismo, del dinero.


    Y es aquí , en esa naturaleza del dinero, en donde surge el primer y mas importante problema en mi opinión. El dinero ha sido convertido en una mercancía más, el “mercantilismo” (desde su mas remota y antigua historia) convirtió el dinero en mercancía. Así como el mercantilismo moderno ( que perfecciono ese invento) terminó por convertir en mercancía todo lo que pudo alcanzar con sus manos, hasta el esfuerzo humano, origen del marxismo, que lo convierte en abstracción “científica” mercantil. Todo es convertido en mercancía. Y claro en un mundo mercantil y mercantilizado hasta el absoluto , la mercancía de las mercancías es el dinero. Y al dinero se le pone precio….. y nace el interés del dinero, la usura. Que no es otra cosa que el precio del dinero.


    aquí en mi opinión es donde nace el problema relativo a la creación-destruccion del dinero. Y esto principalmente por la razón que el dinero ha dejado de ser “Medio de Cambio” para ser mercancía dineraria, mercancía que demanda beneficio. Y es precisamente por esto , que sospecho que la principal causa del problema de la creación-destruccion del dinero, surge o tiene su origen y principal problema en este beneficio de la mercancía dinero en base a si misma. Que veo como el origen del interés (la usura) como decía Aristoteles, como ese dinero que pare anti-natura dinero, En un parto del demonio que diría un castizo.
    raolbo y Trifón dieron el Víctor.

  8. #8
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    Re: El pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera y su vigencia

    De Elea. Usted habla de "problema de la creación-destrucción del dinero". Yo hablo de problema (o perturbación o distorsión) de la economía.

    Crear y destruir dinero no constituyen, per se, nada malo para la economía real. Tener un sistema económico dinerario, es decir, un sistema económico que para poder funcionar bien en su mayor parte necesita de dinero, no es, per se, algo malo. Que haya por tanto, un sistema financiero adjunto a un sistema económico no es, per se, algo malo. Lo que sí es malo es que ese sistema financiero no se ajuste al sistema económico conforme a los datos reales que arroja la contabilidad a nivel físico de esa economía (es decir que la contabilidad financiera que debería ser un reflejo de esos datos económicos-físicos no se ajuste a la contabilidad que arrojan los datos reales o físicos de la economía), como actualmente, por desgracia, ocurre.

    Yo digo que la razón que está detrás del problema económico-social es ésa falta de alineación o adaptación del sistema financiero a los datos de la economía real. Y esa falta de adaptación quiere decir que el proceso de creación-destrucción de dinero (cometido o misión del sistema financiero adjunto al sistema económico) no se realiza en la forma correcta (entendiendo por "correcto" lo anteriormente indicado).

    Quisiera aclarar que cuando hablo de forma en que se crea-destruye el dinero en la comunidad política (a cuya economía está anexo el sistema financiero) me estoy refiriendo al concepto, cantidad y ritmo al que se crea-emite y se reclama-destruye el dinero, tanto para la producción como para el consumo.

    Usted De Elea, según he querido entender, considera que en esa forma de creación-destrucción del dinero, actualmente perturbadora o distorsionadora de la economía, juega el papel fundamental y decisivo (frente a cualquier otro factor o elemento) el hecho de que en la creación-emisión del dinero, éste lleve adjunto una reclamación de interés, y que usted llama a eso usura.

    Bien. Yo a esto le contesto:

    1. Que no toda reclamación de interés sobre un capital prestado constituye usura, pues pueden existir justos títulos para la reclamación de un interés por parte del prestamista, sin que esa reclamación, por tanto, se haga depender necesariamente del solo préstamo en sí (siendo esto último lo que verdaderamente constituiría usura).

    2. Que la cuestión de qué es o no usura en cada caso sería entrar en cuestiones de moral o filosofía social. Mientras que yo únicamente me limitaba a entrar en una cuestión técnica o de contabilidad. Desde esta segunda perspectiva, es fácil comprobar el hecho de que la brecha precios-ingresos que se origina en la economía (impidiendo así su función de distribución efectiva de bienes y servicios a la población de la comunidad política) es algo que está fundamentalmente causado o provocado por la forma en que actualmente el sistema financiero crea-emite y retira-destruye el dinero en la economía de la comunidad política y que, por tanto, aunque no hubiera interés ninguno adjunto a los préstamos de dinero, seguiría produciéndose aquella brecha.

    ¿Significa esto que el interés no influye para nada en este resultado antieconómico y antisocial? No. Como ya dije sí tiene su influencia; pero ésta es de carácter secundario en relación a la causa principal antes señalada. No es lo mismo causar un efecto, que exacerbar ese mismo efecto. Si a una persona se la dispara en el hombro, el dolor de la herida proviene de la bala. Si luego alguien le echa sal a la herida, el dolor ciertamente aumenta, pero la causa principal de ese dolor sigue siendo la bala y no la sal.
    Última edición por Martin Ant; 29/11/2016 a las 18:32

  9. #9
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    Re: El pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera y su vigencia

    De Elea. Usted habla de "problema de la creación-destrucción del dinero". Yo hablo de problema (o perturbación o distorsión) de la economía.


    Bueno, lo comento así en relación a que usted consideraba que ese era el principal problema de la economía. Decía usted en los mensajes anteriores:



    No es propiamente en sí el "interés del dinero" lo que distorsiona el buen o correcto funcionamiento del orden económico-social. El interés del dinero es un elemento secundario que coadyuva a perturbar dicho orden, pero no es la causa originaria o principal que está detrás de esa distorsión o perturbación. Lo que influye decisivamente en la buena o mala dirección de la economía real es la forma en que el sistema financiero asociado al mismo crea-emite y retira-destruye el dinero. Si el sistema financiero se ajusta a la realidad física del sistema económico, éste irá bien (y, por añadidura, se irán solucionando todos los aspectos sociales vinculados al mismo, sin tener que tratarlos de manera separada o aislada); si no se ajusta, entonces irá mal.










    No. Lo que quiero decir es que incluso si todo el dinero se creara hoy día sin interés, la forma en que actualmente se crea-emite y se reclama-destruye el dinero por el sistema financiero existente seguiría creando esa distorsión-perturbación en la economía real o física (a la cual se encuentra asociado o adjunto el sistema financiero como supuestamente herramienta auxiliar de ella).


    Por eso recalcaba ese asunto, en el que estoy de acuerdo con usted, con la diferencia que yo a esa “distorsión” que afecta a la economía, en cuanto a la creación-destrucción de dinero, le encuentro un problema de origen en la naturaleza del interés del dinero, lo que convierte a esa naturaleza no en un actor secundario sino en uno principal. Pues creo que sin la carga del interés del dinero el problema de la creación-destrucción del dinero tendería a desaparecer al no existir un interés en el precio del dinero o la necesidad de un beneficio por el mero hecho de poseerlo o de crearlo.


    Claro que antes deberíamos concretar qué entendemos sobre la cuestión: creación-destrucción de dinero. Y ver dónde está el problema en esa “función” y así indagar si la existencia del interés del dinero supone una causa secundaria o principal.


    Y he aquí, y usted amigo lo debe de saber bien, dada su encomiable aportación a que se conozca la obra del Mayor Douglas y el Crédito Social, que existe una interesada confusión que hace que todo análisis se termine convirtiendo en un batiburrillo en el que todo se enreda y confunde y que incluso es fomentado por quien debería combatirlo, o sea, la propia “ciencia oficial” no digamos ya de los defensores de las distintas doctrinas liberales o keynesianas “oficialoides”
    Trifón dio el Víctor.

  10. #10
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    Re: El pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera y su vigencia

    Bueno, lo comento así en relación a que usted consideraba que ese era el principal problema de la economía. Decía usted en los mensajes anteriores:
    Bien. Entonces queda aclarado que yo me he referido siempre al "problema de la economía" y no a un supuesto "problema de la creación-destrucción del dinero", pues yo nunca he considerado que el mero hecho de crear o destruir dinero constituya, en sí, ningún problema.

    Por eso recalcaba ese asunto, en el que estoy de acuerdo con usted, con la diferencia que yo a esa “distorsión” que afecta a la economía, en cuanto a la creación-destrucción de dinero,
    Usted dice: "con la diferencia que yo a esa "distorsión" que afecta a la economía, en cuanto a la creación-destrucción de dinero (...)".

    Le corrijo la frase, para que quede claro lo que yo digo: "con la diferencia que yo a esa "distorsión" que afecta a la economía, es originariamente o principalmente o fundamentalmente o decisivamente o últimamente o esencialmente causada por la forma en que se realiza hoy día la creación-destrucción de dinero en dicha economía (no por la simple y mera acción de crear-destruir dinero, sino por la forma en que se hace esa creación-destrucción de dinero).


    le encuentro un problema de origen en la naturaleza del interés del dinero, lo que convierte a esa naturaleza no en un actor secundario sino en uno principal. Pues creo que sin la carga del interés del dinero el problema de la creación-destrucción del dinero tendería a desaparecer al no existir un interés en el precio del dinero o la necesidad de un beneficio por el mero hecho de poseerlo o de crearlo.
    Le reitero de nuevo que no hay ningún "problema de la creación-destrucción del dinero", sino un "problema de la economía". La acción de crear o destruir dinero no supone, per se, ningún problema en absoluto.

    De este párrafo suyo infiero de nuevo la tesis de usted de que lo que realmente constituye la causa originaria o principal o fundamental o decisiva o última o esencial del "problema de la economía" (que es el único problema al que nos estamos refiriendo aquí) es el interés. Yo disiento de esa tesis.

    Claro que antes deberíamos concretar qué entendemos sobre la cuestión: creación-destrucción de dinero. Y ver dónde está el problema en esa “función” y así indagar si la existencia del interés del dinero supone una causa secundaria o principal.
    Perdóneme de nuevo si parezco quisquilloso a la hora de reiterar los términos en los que yo me expreso, para evitar así toda equivocidad o ambigüedad.

    Usted dice: "Y ver donde está el problema en esa "función" [la palabra "función" la utiliza usted refiriéndose a la frase "creación-destrucción de dinero"]". Esto me obliga a insistir en la no existencia en absoluto de ningún problema en relación a la acción de crear y/o destruir dinero, considerada esta acción en sí misma.

    Yo siempre hablo de "problema de la economía". Y a continuación me refiero a la causa de ese problema: la forma en que hoy día se crea-destruye el dinero en la economía de la comunidad política (hablo de la forma en que hoy día se crea-destruye el dinero como causa del problema de la economía; yo nunca hablo de un supuesto "problema de la creación-destrucción de dinero").

    Si me pregunta usted qué entiendo yo por forma de crear-destruir dinero en la economía, pensé que ya lo había aclarado en el cuarto párrafo de mi mensaje anterior; pero en todo caso lo vuelvo a aclarar: me refiero al 1) concepto en virtud del cual se emite-crea o retira-destruye el dinero (no es lo mismo hacerlo en forma de beneficio o libre de deuda, que en forma de deuda); 2) cantidad (no es lo mismo emitir o destruir una u otra cantidad de dinero en la economía); y 3) ritmo (no es lo mismo emitir o destruir dinero a un determinado ritmo o a otro en la economía).

    ¿De qué dependerá que estos factores que determinan la forma en que se crea-destruye el dinero en la economía la perturben/distorsionen o no? Dependerá de que se ajusten o no a los datos físicos reales que arroja la economía real de la comunidad política. Si se ajustan, el orden económico-social irá bien; si no se ajustan, el orden económico-social irá mal o quedará perturbado/distorsionado.

    Ahora bien, como podrá usted observar, en todos estos factores que constituyen la forma en que se crea-destruye el dinero no se ha tocado para nada la cuestión del interés: esos factores se bastan a sí mismos para producir la perturbación/distorsión en la economía siempre y cuando se manejen o manipulen en forma tal que no se ajusten a los datos físicos/reales que arroja la contabilidad real de la economía real o física. ¿Qué quiere decir que "se bastan a sí mismos"? Quiere decir que cualquier otro factor o elemento que aparezca en la emisión-destrucción del dinero (como, por ejemplo, el interés) sólo va a tener un efecto exacerbante o agravante de la distorsión; o, dicho con otras palabras, si se eliminase cualquier otro factor distinto (como, por ejemplo, el interés) de aquellos que constituyen o generan la forma en que se crea-destruye el dinero (antes mencionados) en la economía, ésta seguiría sufriendo perturbación/distorsión en tanto en cuanto aquellos factores, no debidamente corregidos, continuaran provocando el que la forma en que se crea-destruye el dinero estuviera en desajuste en relación con los datos reales-físicos contables arrojados por la economía real.


    Y he aquí, y usted amigo lo debe de saber bien, dada su encomiable aportación a que se conozca la obra del Mayor Douglas y el Crédito Social, que existe una interesada confusión que hace que todo análisis se termine convirtiendo en un batiburrillo en el que todo se enreda y confunde y que incluso es fomentado por quien debería combatirlo, o sea, la propia “ciencia oficial” no digamos ya de los defensores de las distintas doctrinas liberales o keynesianas “oficialoides”
    Precisamente por eso me interesaba insistir en este tema particular del interés del dinero, pues se lo suele inflar mucho y se le suele dar una importancia excesiva como medio de desviar la atención hacia el análisis de la verdadera causa última del "problema de la economía".

    No deja de ser irónico que los economistas, no sólo "ortodoxos" sino también muchos "heterodoxos", sigan insistiendo en la eliminación del interés como medida técnica para solucionar la crisis económica. Parece ser que los sistemas bancarios occidentales (sistema de Banco Central y entidades financieras asociadas o vinculadas a él) no han querido tener en cuenta la previa experiencia que tuvo en los ´90 Japón con sus famosos tipos de interés, no ya a cero por ciento, sino incluso a tasas negativas. Le puedo asegurar a usted, De Elea, que si quisiera emigrar a cualquiera de los países mahometanos más restrictivos con la cuestión del interés, se encontraría usted con el mismo "problema de la economía" que en los países occidentales.

    Si a usted lo que le preocupa es el interés como beneficio injusto de las entidades financieros, le aclaro que en la actual situación de políticas "estimuladoras" de tipos de interés a cero o casi cero, las entidades bancarias no han dudado ni un momento en sustituir los beneficios perdidos en concepto de interés, por los beneficios en concepto de comisiones (las cuales me atrevería a decir que son aún más abusivas que los beneficios abusivos que percibían en concepto de interés).

    Le reitero que yo sólo estoy tocando aquí el interés desde una perspectiva puramente técnica o contable. Si quiere usted que hablemos en otro hilo del interés o de la usura (que no es lo mismo que interés a secas) desde un punto de vista teológico, filosófico o moral, por mí encantado y siempre a su disposición.
    Última edición por Martin Ant; 30/11/2016 a las 18:41

  11. #11
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    Re: El pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera y su vigencia

    Martin Ant, creo que lo que De Elea está tratando de decirle es que el problema (desajuste, distorsión) que existe actualmente en la creación-destrucción del dinero se debe precisamente al "interés del dinero" debido a la concepción materialista que subyace del capitalismo, no al hecho de la creación-destrucción del dinero en sí mismo. Es decir, una vez eliminado el beneficio de la compra-venta del dinero porque los de arriba entienden que éste es una mercancía en sí misma y no un medio de cambio, la economía se volvería a "ajustar". Luego ya otra cosa serían otros problemas que se pueden dar aparte, porque no hay nada perfecto, pero eso es otra cosa.

    Lo digo porque creo que viendo su mensaje usted está entendiendo que el forero De Elea está en contra o ve un problema en la creación-destrucción del dinero en sí mismo, cuando lo que precisamente él dice es que la distorsión la produce el interés del propio dinero, y que sin ello la creación-destrucción se ajustaría.

    Vamos, o es lo que yo entiendo.
    Kontrapoder dio el Víctor.

  12. #12
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    Re: El pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera y su vigencia

    Martin Ant, creo que lo que De Elea está tratando de decirle es que el problema (desajuste, distorsión) que existe actualmente en la creación-destrucción del dinero se debe precisamente al "interés del dinero" debido a la concepción materialista que subyace del capitalismo, no al hecho de la creación-destrucción del dinero en sí mismo. Es decir, una vez eliminado el beneficio de la compra-venta del dinero porque los de arriba entienden que éste es una mercancía en sí misma y no un medio de cambio, la economía se volvería a "ajustar". Luego ya otra cosa serían otros problemas que se pueden dar aparte, porque no hay nada perfecto, pero eso es otra cosa.

    Lo digo porque creo que viendo su mensaje usted está entendiendo que el forero De Elea está en contra o ve un problema en la creación-destrucción del dinero en sí mismo, cuando lo que precisamente él dice es que la distorsión la produce el interés del propio dinero, y que sin ello la creación-destrucción se ajustaría.

    Vamos, o es lo que yo entiendo.

    Bueno. Yo simplemente me limito a repetir cuál era la cuestión que yo criticaba en mi mensaje inicial, a saber: que la causa principal de la distorsión o "problema de la economía" está en el interés del dinero (tesis defendida por De Elea). Yo en cambio defiendo la tesis de que la forma en que se emite-crea y reclama-destruye el dinero en la economía de la comunidad política es la que crea el "problema de la economía".

    La forma en que se crea-destruye el dinero en la economía viene determinada por varios factores esenciales generadores de la misma.

    Entre estos factores esenciales no está el interés. Sino que éste es un factor exógeno o externo a la forma en que se crea-destruye el dinero. Es decir, se puede dar o no.

    Si se da, entonces, en tanto que factor exógeno, su influencia es de carácter exacerbante o agravante del "problema de la economía", pero no causante u originadora de ese "problema de la economía".

    Si no se da, entonces, en tanto que factor exógeno, su ausencia no impide que se siga produciendo el "problema de la economía", que tiene su origen en otra causa originadora: la forma en que se crea-destruye el dinero en la economía (si esa forma de crear-destruir dinero se ajusta a los datos y hechos de la economía real, no habrá perturbación o "problema de la economía"; si no se ajusta, seguirá existiendo el "problema de la economía", aun cuando, como digo, hubiese desaparecido ese factor exógeno del interés o beneficio bancario).

    Entiéndase que lo que quiero decir es que el "problema de la economía" no tiene, respecto a su causa originadora, fundamental o principal, nada que ver, no ya con el interés, sino con ningún tipo de beneficio en sí (sea cual sea el nombre que reciba éste). Es decir, si incluso, no ya sólo los bancos, sino cualquier negocio o empresa, operara contablemente en una comunidad política sin percibir ningún beneficio, es decir, si todos operaran en la economía de la comunidad política vendiendo sus bienes-servicios a precio de coste, TAMBIÉN (a causa de la forma en que se emite-destruye hoy día el dinero) SEGUIRÍA PRODUCIÉNDOSE "EL PROBLEMA DE LA ECONOMÍA".

    Insisto en el hecho de que siempre me he estado moviendo en este hilo en un plano puramente técnico o contable. Si De Elea o cualquier otro forero quiere que entremos en otro hilo a estudiar desde un punto de vista moral o filosófico la usura o la naturaleza del dinero o cualquier otra cosa relacionada, yo por mí encantado.
    Última edición por Martin Ant; 30/11/2016 a las 19:48

  13. #13
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    Re: El pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera y su vigencia

    Son dos problemas yuxtapuestos:

    1- La distorsión que introduce en la economía el hecho de que el dinero sea "preferible" a las mercancías. De esta circunstancia se deriva como consecuencia el que el propio dinero se acabe convirtiendo en mercancía y, lo que es más grave, en la mercancía por excelencia. El resultado es el entorpecimiento de una de sus principales funciones, la de medio de intercambio.

    2- La forma en que se crea dinero y, en consecuencia, cómo se pone en circulación.

  14. #14
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    Re: El pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera y su vigencia

    Por cierto, respecto al autor de la entrada que da vida al hilo, es interesante resaltar la estela que ha dejado el falangismo en el valle de Buelna. Es un caso bastante interesante, caracterizado por la afección a este movimiento por una importante fracción de trabajadores mixtos de la zona.

  15. #15
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    Re: El pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera y su vigencia

    Le corrijo la frase, para que quede claro lo que yo digo: "con la diferencia que yo a esa "distorsión" que afecta a la economía, es originariamente o principalmente o fundamentalmente o decisivamente o últimamente o esencialmente causada por la forma en que se realiza hoy día la creación-destrucción de dinero en dicha economía (no por la simple y mera acción de crear-destruir nero, sino por la forma en que se hace esa creación-destrucción de dinero).
    La verdad es que me debo de explicar fatal por que en ningún momento he pretendido dar a entender que el problema este en la creación-destrucción de dinero en si mismo, por el contrario opino que esa creación destrucción de dinero es la piedra angular de la economía. Vamos que la creación destrucción de dinero es algo no solo necesario sino vital.


    De hecho, y por resumir, considero que la verdadera naturaleza del dinero se corresponde con la opinión de Aristoteles cuando intuía que el origen del dinero esta en la ley y no en su naturaleza física o soporte, como pretenden todos aquellos que defienden una especie de teoría del Valor Intrínseco en cuanto en tanto mercancía con soporte físico.


    Como además considero que el Mayor Douglas tiene razón en señalar como principal causa del problema el hecho que se deduce de su teorema A+B, creo que no hay ninguna razón que justifique la critica a la creación – destrucción de dinero en si mismo. De hecho en mi caso no solo no la hay sino que lo defiendo.


    En realidad, el amigo Trifon ha resumido magistralmente en cuatro lineas lo que yo he sido incapaz de exponer con tanta claridad en varias parrafadas. Las síntesis no son lo mio.


    Así que aclarado esto: que la creación-destrucción de dinero no solo no es el problema sino la solución. O sea que no es problema en si mismo. Podemos pasar a pensar que por otro lado el mero hecho de crear-destruir dinero no es en si ninguna solución infalible, por que esto se puede hacer mal o incluso rematadamente mal, hoy se crea y se destruye dinero, pero no se soluciona el problema sino incluso que se agrava.


    Así que evidentemente el problema no está en crear-destruir dinero sino en cómo (cómo,cuando, cuanto etc.) se crea y se destruye ese dinero.




    ¿qué impide que esta creación-destrucción de dinero se adapte con la producción y la riqueza real? ¿que impide que el sistema sea autoliquidante respecto a su propia producción? ¿y siendo tan fácil su solución, qué lo impide? Supongo que será mas de una causa, evidentemente en todo esto aparecen múltiples factores. Entre los que se encuentra, el que yo sospecho fundamental, que es el del precio del dinero y el interés del mismo (para mi todo interés del dinero es usura siempre).


    Pero para salir de sospechas, lo único que se me ocurre es analizar como se suceden las cosas en esta cuestión e ir confrontando realidades, como por ejemplo comparar un sistema “teórico” de destrucción-creación de dinero sin interés y otro igual con interés y observar como se comportan y desarrollan objetivamente.


    Por supuesto con animo constructivo y participativo esto podemos hacerlo hasta divertido entre todos.

  16. #16
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    Re: El pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera y su vigencia

    Así que aclarado esto: que la creación-destrucción de dinero no solo no es el problema sino la solución. O sea que no es problema en si mismo. Podemos pasar a pensar que por otro lado el mero hecho de crear-destruir dinero no es en si ninguna solución infalible, por que esto se puede hacer mal o incluso rematadamente mal, hoy se crea y se destruye dinero, pero no se soluciona el problema sino incluso que se agrava.

    Así que evidentemente el problema no está en crear-destruir dinero sino en cómo (cómo,cuando, cuanto etc.) se crea y se destruye ese dinero.

    ¿qué impide que esta creación-destrucción de dinero se adapte con la producción y la riqueza real? ¿que impide que el sistema sea autoliquidante respecto a su propia producción? ¿y siendo tan fácil su solución, qué lo impide? Supongo que será mas de una causa, evidentemente en todo esto aparecen múltiples factores. Entre los que se encuentra, el que yo sospecho fundamental, que es el del precio del dinero y el interés del mismo (para mi todo interés del dinero es usura siempre).
    Si consideramos que la causa principal que produce la distorsión o problema de la economía está en la forma en que se crea-destruye el dinero en la economía de la comunidad política, debido a que esa forma no se ajusta a los datos fácticos o físicos de la economía real, entonces solamente habremos de tener en cuenta aquellos factores que conforman o componen inherentemente la forma en que se crea-destruye el dinero en la economía.

    El interés no forma parte de esos factores inherentes a la forma en que se crea-destruye el dinero, sino un factor externo a ella. Cuando el sistema bancario crea (lo pone en la existencia) dinero con un préstamo a favor del sistema económico, generalmente se suele reclamar en su devolución un interés, a parte del principal. Pero cuando se procede a la devolución de esa deuda incurrida, el sistema bancario sólo destruye (lo quita de la existencia) el dinero del principal de la deuda, no el dinero del interés. El interés, como beneficio del sistema bancario, no se destruye, se acumula. El interés sólo actúa como beneficio, no entra dentro del circuito de creación-destrucción de dinero, que es en donde hay que enfocar la mirada para la solución del problema de la economía.

    En un mensaje anterior puse un enlace a otra explicación que hice en su día sobre la diferencia entre la acción de crear-destruir dinero, y la simple o mera acción de acumular dinero. La primera acción es la que exclusivamente tiene la culpa esencial u originaria en el problema de la economía; la segunda acción exacerba o agrava el problema de la economía, pero no es su causa esencial u originaria o principal.

    Por último; es cierto que recibir interés por el solo hecho de prestar dinero es usura (da igual que se preste dinero de nueva creación o dinero ahorrado o acumulado); pero recibir interés no es algo malo si media justo título para reclamar o exigir dicho beneficio. Esta es una cuestión particular de carácter moral o filosófica que ha dejado siempre muy clara la Doctrina Social de la Iglesia.
    Última edición por Martin Ant; 01/12/2016 a las 15:07

  17. #17
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    Re: El pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera y su vigencia

    Si me pregunta usted qué entiendo yo por forma de crear-destruir dinero en la economía, pensé que ya lo había aclarado en el cuarto párrafo de mi mensaje anterior; pero en todo caso lo vuelvo a aclarar: me refiero al 1) concepto en virtud del cual se emite-crea o retira-destruye el dinero (no es lo mismo hacerlo en forma de beneficio o libre de deuda, que en forma de deuda); 2) cantidad (no es lo mismo emitir o destruir una u otra cantidad de dinero en la economía); y 3) ritmo (no es lo mismo emitir o destruir dinero a un determinado ritmo o a otro en la economía).

    ¿De qué dependerá que estos factores que determinan la forma en que se crea-destruye el dinero en la economía la perturben/distorsionen o no? Dependerá de que se ajusten o no a los datos físicos reales que arroja la economía real de la comunidad política. Si se ajustan, el orden económico-social irá bien; si no se ajustan, el orden económico-social irá mal o quedará perturbado/distorsionado.


    1) concepto en virtud del cual se emite-crea o retira-destruye el dinero (no es lo mismo hacerlo en forma de beneficio o libre de deuda, que en forma de deuda)
    en forma de beneficio o libre de deuda sería un dinero libre de interés, mientras que en forma de deuda seria un dinero sometido a interés. Evidentemente se puede crear dinero en forma de deuda sin someterlo a un interés, pero entonces observamos que la diferencia que va de uno a otro es precisamente el interés del dinero. De esto se pueden deducir estas variantes (no se si hay mas, ahora no las veo) que son: creación de Dinero: A) con deuda y B) sin deuda. Y dentro de A, a1) con intereses o a2) sin interese. En B se podría poner lo mismo, pero habría que tener en cuenta que el interés en ese caso sería de carácter “positivo” y no “negativo” como en el caso anterior.




    2) cantidad (no es lo mismo emitir o destruir una u otra cantidad de dinero en la economía); y 3) ritmo (no es lo mismo emitir o destruir dinero a un determinado ritmo o a otro en la economía).
    Incluyo estos puntos juntos, por que intuyo que el tercero tiene que ver bastante con lo que sucede el el segundo, sin querer restarle la importancia que por si mismo tiene, que es mucha.


    Evidentemente la creación viene determinada a grandes rasgos y según la teoría del Mayor Douglas, por la incapacidad del sistema para ser autoliquidante, la producción no genera el suficiente dinero para que la demanda, los ciudadanos, puedan adquirir su propia producción (e incluso la del maquinismo creciente).o sea la creación de dinero busca el equilibrio entre producción y demanda.


    ¿por qué se crea más o menos dinero del necesario? En realidad lo de menos dinero del necesario, hoy día, no es real, sucede, creo, precisamente todo lo contrario, el problema es que todo ese dinero de mas, queda fuera de la demanda real de los ciudadanos, elevado a otra esfera, donde estos ni lo ven ni lo huelen. De hecho se pueden dar circunstancias muy variadas de este fenómeno. Pero por lo general sucede que el interés del dinero necesariamente aumenta la cantidad de dinero necesario.


    Cuando el problema es la falta de dinero, la solución es fácil, con crearlo se soluciona el problema, las dificultades parecen surgir en cuanto aparece el problema de destruirlo.




    Creo que existen tres aspectos que aumentan la necesidad de dinero y afectan a la destrucción del mismo: El interés del dinero, el beneficio y la velocidad de circulación.


    La velocidad de circulación es en este sentido un simple problema de medida, pues una vez se conoce la velocidad de circulación, simplemente bastaría adaptar la cantidad a la velocidad dada. Aquí es la velocidad la que determina el aumento o disminución de la cantidad.
    El beneficio. Algunos confunden el beneficio del interés del dinero, con otros beneficios que repercuten en un aumento del dinero. Estar en contra del interés del dinero (la usura) no supone estar en contra del beneficio. Un agricultor o un artesano por poner algún ejemplo obtiene beneficios, beneficios que nada tienen que ver con el precio del dinero y su interés.


    Hecha la diferencia entre beneficio e interés, y entre interés del dinero e interés como beneficio natural, bien del trabajo, del ingenio, o de la naturaleza misma. Tenemos que el simple beneficio, y su consecuente atesoramiento son un factor para el aumento en la necesidad de creación de dinero. Pues toda atesoración supone una retirada de circulante, lo que repercute en una necesidad del aumento de la creación del dinero, no por falta sino por habersele retirado a otra esfera distinta del la adquisición de la producción, la oferta, por la demanda.


    Ahora a este atesoramiento, añadamosle la naturaleza del interés que hace que el dinero se reproduzca en parto antinatural a un tanto por ciento de interés aumentando el beneficio en otro tanto por ciento y aumentando el problema tanto de la creación como sobre todo el de la destrucción de dinero..
    Trifón dio el Víctor.

  18. #18
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    Re: El pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera y su vigencia

    en forma de beneficio o libre de deuda sería un dinero libre de interés, mientras que en forma de deuda seria un dinero sometido a interés. Evidentemente se puede crear dinero en forma de deuda sin someterlo a un interés, pero entonces observamos que la diferencia que va de uno a otro es precisamente el interés del dinero. De esto se pueden deducir estas variantes (no se si hay mas, ahora no las veo) que son: creación de Dinero: A) con deuda y B) sin deuda. Y dentro de A, a1) con intereses o a2) sin interese. En B se podría poner lo mismo, pero habría que tener en cuenta que el interés en ese caso sería de carácter “positivo” y no “negativo” como en el caso anterior.
    Cuando digo emisión de dinero en forma de beneficio o libre de deuda me refiero a que se emite sin incurrir en deuda. Es decir, me refiero única y exclusivamente al principal de la deuda, que es el único elemento que entra dentro del circuito de creación-destrucción de dinero. Toda mención de interés está al margen de la cuestión. Una entidad financiera no tiene por qué recibir sus beneficios necesariamente en forma de interés, puede hacerlo de otras formas, aunque ésta sea la forma más usual de hacerlo.

    Cuando hablo de creación-emisión de dinero en forma de beneficio o libre de deuda esto vendría a ser, para que nos entendamos, como un dividendo. ¿Qué diantres juega aquí el papel del interés? El interés sólo podría aparecer cuando el dinero se crea-emite en forma de deuda; pero eso es algo, como digo, puramente accidental, puesto que las entidades del sistema bancario no necesariamente están forzadas a obtener sus legítimos (no abusivos) beneficios en forma de interés, pueden hacerlo de otra manera distinta.

    Evidentemente la creación viene determinada a grandes rasgos y según la teoría del Mayor Douglas, por la incapacidad del sistema para ser autoliquidante, la producción no genera el suficiente dinero para que la demanda, los ciudadanos, puedan adquirir su propia producción (e incluso la del maquinismo creciente).o sea la creación de dinero busca el equilibrio entre producción y demanda.
    En términos contables, el equilibrio es entre los ingresos generales y los precios generales de los bienes-servicios de consumo. El cometido del sistema financiero es el de emitir-destruir el dinero con el único límite físico potencial marcado por el hecho de quedar exhausta la capacidad de producción o de quedar saciado el consumo, lo primero que ocurra antes (lo normal y natural es que sea lo segundo lo que marque el límite actual en la emisión-destrucción del crédito o dinero, pues el ser humano tiene marcados unos límites naturales o físicos para su acción de consumo; mientras que por el contrario el uso de la energía en los métodos de producción modernos ha hecho que ésta alcance cotas potencialmente grandísimas).

    ¿por qué se crea más o menos dinero del necesario? En realidad lo de menos dinero del necesario, hoy día, no es real, sucede, creo, precisamente todo lo contrario, el problema es que todo ese dinero de mas, queda fuera de la demanda real de los ciudadanos, elevado a otra esfera, donde estos ni lo ven ni lo huelen. De hecho se pueden dar circunstancias muy variadas de este fenómeno.
    Sí. Efectivamente. Se puede dar el caso provisional de que la población tenga poder adquisitivo suficiente para liquidar los bienes-servicios de consumo puestos a la venta durante un periodo provisional de tiempo. Pero siempre queda en pie la imposibilidad de cubrir todos los costes generales (no sólo de los bienes-servicios de consumo sino también de los bienes-servicios de capital) en cualquier momento. Lo que pasa es que esa incapacidad sólo se manifestará en un momento ulterior en el tiempo (cuando los costes de capital se vayan incorporando a los bienes-servicios de consumo puestos a la venta en dicho momento ulterior).

    Pero por lo general sucede que el interés del dinero necesariamente aumenta la cantidad de dinero necesario.
    Efectivamente, puede aumentar esa necesidad, pero no causarla. Es decir, el interés y cualquier beneficio en general podrían exacerbar o aumentar la brecha precios-ingresos, pero no son los causantes últimos u originadores de dicha brecha.

    Cuando el problema es la falta de dinero, la solución es fácil, con crearlo se soluciona el problema, las dificultades parecen surgir en cuanto aparece el problema de destruirlo.
    No hay ningún problema en absoluto ni en crear ni en destruir artificialmente todo el dinero que se quiera. El problema está en que esa creación-destrucción de dinero no se ajuste a los parámetros físicos que se desprenden de la realidad económica de la comunidad política. Es obligación del sistema financiero que la forma en que crea-emite y retira-destruye el dinero en la economía se ajuste a dichos parámetros físicos o reales.

    Creo que existen tres aspectos que aumentan la necesidad de dinero y afectan a la destrucción del mismo: El interés del dinero, el beneficio y la velocidad de circulación.
    No tengo ningún problema en reconocer que el interés del dinero y, en general, los beneficios de las empresas o de particulares (cualquiera que sea la modalidad que adopten, es decir, de interés o de cualquier otro tipo) podrían aumentar, agravar, o exacerbar la "necesidad de dinero" (no afectar a "la destrucción del mismo", que es un asunto que les es ajeno). Pero siempre y cuando quede claro que esa necesidad de dinero es producida esencialmente y en su origen por una causa principal distinta: la forma en que actualmente se crea-destruye el dinero.

    Reitero que, efectivamente, la acumulación o ahorro de dinero (acción completamente distinta de la acción de crear y destruir dinero) puede aumentar una deficiencia general de poder adquisitivo (pero no causarla en su origen, lo cual pertenece exclusivamente a la acción de crear-destruir dinero).

    La velocidad de circulación es en este sentido un simple problema de medida, pues una vez se conoce la velocidad de circulación, simplemente bastaría adaptar la cantidad a la velocidad dada. Aquí es la velocidad la que determina el aumento o disminución de la cantidad.
    Entiendo que se refiere usted a la velocidad de circulación de dinero ya existente, que es el sentido en el que usualmente utilizan los economistas ortodoxos ese término. Pero la velocidad de circulación no aumenta ni disminuye la cantidad de dinero, porque este es un término que se refiere a algo ya existente, no a algo que se crea o destruye poniéndolo y quitándolo fuera de la existencia.

    En cambio yo hablo de ritmo en que se crea y destruye el dinero.

    El beneficio. Algunos confunden el beneficio del interés del dinero, con otros beneficios que repercuten en un aumento del dinero.
    El beneficio o acumulación de dinero (por algunos, sobre todo) no aumenta el dinero (en la población en general); en todo caso, como digo antes, lo que hace es aumentar o agravar la deficiencia de poder adquisitivo o la necesidad de dinero en la población.

    Estar en contra del interés del dinero (la usura) no supone estar en contra del beneficio. Un agricultor o un artesano por poner algún ejemplo obtiene beneficios, beneficios que nada tienen que ver con el precio del dinero y su interés.

    Hecha la diferencia entre beneficio e interés, y entre interés del dinero e interés como beneficio natural, bien del trabajo, del ingenio, o de la naturaleza misma.
    No estoy de acuerdo en considerar equivalente interés y usura. Sí considero equivalentes los términos de interés y beneficio. Toda usura implica interés o beneficio obtenido ilícitamente; pero no todo interés o beneficio implica usura o especulación ilícita. La Doctrina de la Iglesia Católica, desde que empezaron a funcionar en Italia a mediados del siglo XV los llamados Montes de Piedad (o montepíos), ha sido muy clara en esto a la hora de diferenciar entre usura (interés o beneficio ilícito), por un lado, e interés o beneficio lícito, por otro.

    Tenemos que el simple beneficio, y su consecuente atesoramiento son un factor para el aumento en la necesidad de creación de dinero. Pues toda atesoración supone una retirada de circulante, lo que repercute en una necesidad del aumento de la creación del dinero, no por falta sino por habersele retirado a otra esfera distinta del la adquisición de la producción, la oferta, por la demanda.
    Correcto. En las circunstancias actuales, debido a la forma en que se crea-destruye el dinero (causante del problema de la economía), todo atesoramiento o acumulación o ahorro de dinero aumenta o agrava la deficiencia de poder adquisitivo en general.

    Ahora a este atesoramiento, añadamosle la naturaleza del interés que hace que el dinero se reproduzca en parto antinatural a un tanto por ciento de interés aumentando el beneficio en otro tanto por ciento y aumentando el problema tanto de la creación como sobre todo el de la destrucción de dinero..
    La naturaleza del interés, como dije antes, es la de ser un beneficio. Por lo tanto, la influencia agravante que pueda tener el interés es exactamente la misma que pueda tener cualquier otro beneficio de cualquier otra empresa o negocio o particular distinto de una entidad financiera.

    Le corrijo la última frase: "aumentando el problema de la economía" (y no "el problema de la creación [y] destrucción de dinero").
    Última edición por Martin Ant; 01/12/2016 a las 20:36

  19. #19
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    Re: El pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera y su vigencia

    Tenemos que el simple beneficio, y su consecuente atesoramiento son un factor para el aumento en la necesidad de creación de dinero. Pues toda atesoración supone una retirada de circulante, lo que repercute en una necesidad del aumento de la creación del dinero, no por falta sino por habersele retirado a otra esfera distinta del de la adquisición de la producción, la oferta, por la demanda.


    Correcto. En las circunstancias actuales, debido a la forma en que se crea-destruye el dinero (causante del problema de la economía), todo atesoramiento o acumulación o ahorro de dinero aumenta o agrava la deficiencia de poder adquisitivo en general.
    Si, pero paradojicamente no por que falte dinero, que lo hay para enajenar varias veces la producción total mundial. Sino por que este, el dinero, no acaba en manos de los ciudadanos, la demanda, que son la razón de la producción o sea los consumidores de ésta. O lo que es lo mismo que, a pesar de aumentar la cantidad de dinero, la demanda, la gente, no dispone de dinero a pesar que la creación del mismo ha aumentado y esto porque el dinero creado no se crea para cubrir esa diferencia estructural entre la producción y la demanda sino evidentemente para cubrir otra cosa.



    Curiosamente los economistas ortodoxos aprovechan para decir que efectivamente existe suficiente dinero para enajenar la producción, lo que pasa es que ese dinero no esta en manos de los consumidores, sino en manos de quien lo alquila y al final en economía la demanda es el dinero no las personas.


    Decíamos que el atesoramiento, el uso como deposito de valor del dinero, conllevaba por un lado un aumento en la detracción de dinero del “circulo” producción-demanda que se suma al estructural del mismo que señalaba el Mayor Douglas, y por otro lado aumenta por eso mismo la cantidad total de dinero en el sistema.


    Ocurre ademas que todo ese dinero atesorado tiene la virtud de crecer a un determinado interés, por que al Medio de Cambio se le ha puesto un precio, precio que es un privilegio que hay que pagar. Que debe de pagar quien lo quiera para enajenar la producción…... con lo que ese atesoramiento, esos depósitos de valor están condenados a crecer en cantidad a razón de un tanto por ciento de interés.


    Evidentemente si el dinero no demandase ese interés, ni cobrase esa mordida por su uso , el atesoramiento del mismo no implicaría el problema de su crecimiento continuo, como sucede con el interés, ni este crecimiento se tendría que sostener exigiendo a la producción unos beneficios que son incompatibles con la con la capacidad económica de la demanda, la gente en general para poder enajenarla.


    Evidentemente si el dinero no tuviese interés, ni precio, nadie lo atesoraría para hacerlo crecer por si mismo. Y sin interés del dinero, la única forma de hacer crecer los depósitos es invirtiéndolo, o sea gastándolo en producir riqueza real, no atesorándolo en espera de ese efecto antinatural que es el interés. Ni existiría problema en destruirlo.


    En este sentido opino como silvio Gessel en el sentido de que el dinero es como la sangre del sistema y quien lo purga, o le pone diques para obtener un beneficio en uso de una naturaleza desnaturalizada del dinero, es un problema para el conjunto. En este sentido de la acumulación atesoramiento improductivo de dinero , todavía me sonrío imaginando la cara que tuvo que quedarseles a algunos cuando leyeron aquello de Gessel del interés negativo, la cara de espanto y el sudor frio en sus frentes.
    Trifón dio el Víctor.

  20. #20
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    Re: El pensamiento económico de José Antonio Primo de Rivera y su vigencia

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Cuando digo emisión de dinero en forma de beneficio o libre de deuda me refiero a que se emite sin incurrir en deuda. Es decir, me refiero única y exclusivamente al principal de la deuda, que es el único elemento que entra dentro del circuito de creación-destrucción de dinero. Toda mención de interés está al margen de la cuestión. Una entidad financiera no tiene por qué recibir sus beneficios necesariamente en forma de interés, puede hacerlo de otras formas, aunque ésta sea la forma más usual de hacerlo.

    Cuando hablo de creación-emisión de dinero en forma de beneficio o libre de deuda esto vendría a ser, para que nos entendamos, como un dividendo. ¿Qué diantres juega aquí el papel del interés? El interés sólo podría aparecer cuando el dinero se crea-emite en forma de deuda; pero eso es algo, como digo, puramente accidental, puesto que las entidades del sistema bancario no necesariamente están forzadas a obtener sus legítimos (no abusivos) beneficios en forma de interés, pueden hacerlo de otra manera distinta.
    Tiene razón, en lo del dinero sin deuda, lo que pretendía decir es que ese dinero sin deuda, podría usarse para generar un interés positivo, como decía, en el sentido de que ese dinero sin deuda podría usarse para prestárselo a alguien a interés, con lo que generaría no deuda en ese caso, sino beneficio. Por que en la deuda siempre que exista el interés del dinero de por medio siempre hay un beneficiario y un pagador. Y un aumento del total del dinero en la misma proporción del interés que se verificará en el siguiente ciclo.


    Yo decía:


    En B se podría poner lo mismo, pero habría que tener en cuenta que el interés en ese caso sería de carácter “positivo” y no “negativo” como en el caso anterior.


    Lo que realmente parece un enredo y un galimatias, pero vamos que en definitiva quería simplemente señalar de pasada esa posibilidad, que no viene mucho al caso y que no afecta al concepto general del dinero con deuda, pues en todo crédito con deuda sometido a interés del dinero, siempre habrá un beneficiario y un pagador y una cantidad suplementaria en lo general.

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