Como era de esperar Viktor Orbán está a punto de ceder ante las exigencias extranjeras y mundialistas. Pero esta posición favorecerá al partido Jobbik, el cual votó en contra de la Constitución de Orbán por considerarla poco radical en aspectos de nacionalización de sectores estratégicos y que podría llegar a alcanzar el 25% de los votos. Un avance que se ha de leer en clave geopolítica regional y de ejes: avance del FPÖ y del SNS en Austria y Eslovaquia respectivamente y segura victoria de los nacionalistas en Serbia. Una sugerencia. Todo aquel que pueda que visite cualquiera de estas cuatro naciones. Austria, Hungría, Eslovaquia y Serbia son lo poco que queda de decente en el Occidente apóstata.

Enric Ravello: CONVERGÈNCIES IDENTITARIES EN L'EUROPA DANUBIANA. PER UN NOU EIX AUSTRO-HONGARÉS

CONVERGENCIAS IDENTITARIAS EN LA EUROPA DANUBIANA.


El mismo día que publicábamos en nuestro blog el artículo sobre la nueva Constitución húngara, aparecía en el diario madrileño El País un artículo firmado por un conocido vocero de lo “políticamente correcto”, Paolo Flores d´Arcais, en el que confirma lo que nosotros habíamos expuesto en nuestro escrito.

http://internacional.elpais.com/internacional/2012/01/06/actualidad/1325864538_621314.html

El artículo, escrito con cierto tono de amenaza, induce a tomar todas las medias posibles, incluso las más antidemocráticas, para parar la evolución nacionalista de Hungría y alienta a los poderes internacionalistas a dar un golpe de estado en Hungría similar al dado contra Berlusconi en Italia. Flores d´Arcais confirma nuestras afirmaciones al decir que fue el hecho de un acercamiento político y estratégico entre la Italia de Berlusconi, la Hungría de Orbán y la Rusia de Putin, lo que hizo saltar las alarmas de los poderes mundialistas. Los estrategas mundialistas no podrían tolerar la construcción de ese nuevo eje europeo Roma-Budapest-Moscú, al que Flores d´Arcais define como una “prueba de la plaga del fascismo postmoderno, blando sólo en apariencia, (…) una fuerza extendida y con un crecimiento amenazador”, para este periodista, otra prueba de esa “plaga” es el ascenso en las encuestas de Marine Le Pen. Ya sabemos que para los poderes mundialistas la voluntad popular y las decisiones soberanas de los Estados no merecen ningún respeto.

En la edición del mismo día de ese rotativo madrileño, dentro de la sección de economía, se volvía a hablar del “caso húngaro”, señalando la presión de los mercados contra el florín que perdía valor de cotización en el mercado internacional de divisas. A su vez se afirmaba que el primer ministro húngaro, no podría aguantar la situación y terminaría por buscar algún tipo de acuerdo con el FMI, cediendo en algunas de las cláusulas de la nueva constitución. Compartimos esta opinión, de hecho ya hay algunos gestos en este sentido, Viktor Orban cederá lo menos que pueda, pero apostará por abrir negociaciones con el FMI y eso le obligará a replegarse en algunas de sus posturas de independencia política y económica. Sin embargo la reacción del electorado húngaro, no está siendo la esperada por los poderes mundialista, el desgaste del gubernamental FIDESZ , no se traduce en un aumento de votos de la izquierda “respetable”, por el contrario, la única formación que aumenta en apoyo popular son los nacionalistas de JOBBIK, que acusan a Orban de “blando “ y no está dispuestos a la menor concesión ante la finanza internacional.

En su artículo, Flores d´Arcais también nos habla de la posibilidad de extensión en la zona de esa “peste fascista” afirmando que “Si queremos evitar el contagio, es necesario que tratemos a los apestados como apestados”, en una intolerable apología al golpe de Estado contra la soberanía húngara. Flores d´Arcais y los poderes fácticos tienen motivos para tanta inquietud.

Vecina de Hungría, con la que siempre ha mantenido las mejores relaciones, Austria asiste al imparable ascenso de la formación “patriota y social” (así se define) del FPÖ (que en su último congreso recuperó la denominación de “austro-alemán”) que logra situarse con un 27% de apoyo popular en las encuestas y podría convertirse en la primera fuerza del país en las próximas legislativas que se celebren en el país alpino; así como su líder, HC Strache, es el favorito para las elecciones presidenciales. Todo apunta a que en Austria podemos asistir a la formación de un gobierno nacionalista y antimundialista dirigido por el FPÖ.

Una situación semejante se anuncia en la cercana Serbia, donde la oposición nacionalista y antiliberal se ha movilizado pidiendo nuevas elecciones. Según una encuesta recientemente publicada, los nacionalistas del SNS de Vojislav Seselj –que mantiene relaciones oficiales con el FPÖ –, lograrían el 38,8% de los votos, aunque según su dirección, el SNS serbio se presentará a las legislativas como parte de una gran coalición que agrupe a asociaciones de trabajadores, de campesinos y de refugiados de guerra serbios, y posiblemente también a los nacionalistas más radicales de SRS (del que el SNS fue una escisión) con los que han votado conjuntamente contra los últimos presupuestos presentados por el actual gobierno serbio.

En Eslovaquia, el FPÖ que está construyendo una importante red de relaciones identitarias en toda Europa, también mantiene relaciones oficiales con el SNS (Partido Nacional Eslovaco) de Jan Slota, una formación de fuerte contenido nacionalista que logró un 5,8% en las últimas elecciones europeas pero que llegó a niveles del 16% y que ha formado parte de la coalición gubernamental nacionalpopulista hasta 2006.

Austria, Hungría, Serbia y Eslovaquia forman un espacio geográfico contiguo y con intensas interrelaciones comerciales, políticas, económicas y comerciales. Un espacio que coincide en gran parte con el antiguo Imperio austro-húngaro en versión reducida. Un espacio de estas características con gobiernos dispuestos a no someterse a los dictados de los mercados internacionales sí podría convertirse en un verdadero desafío para los financieros internacionales y para los mundialista que dirigen la UE. Un espacio geopolítico, que recordémoslo, hace frontera con Ucrania, Bielorrusia y está muy cerca de Rusia. Es cierto que para Hungría, o para cualquier otro Estado europeo, va a ser muy difícil resistir a las presiones chantajistas de los mercados internacionales y sus agencias de ratting, pero la construcción de grandes espacios europeos integrados y autosuficientes, sería sin duda el primer paso para romper resta tiranía financiera, a la que sólo se puede vencer en clave europea.

Es necesario señalar que este gran espacio danubiano y los países que hemos señalado pertenecen a diversos ámbitos de la común cultura europea. Austria es germana y católica, Hungría magiar y católica, Eslovaquia eslava y católica y Serbia eslava y ortodoxa, lo que hace que sea una región de gran proyección continental europea; las vinculaciones entre Austria y Alemania y las intensas relaciones entre Serbia y Rusia, son un valor añadido.

Sin embargo es la cuestión de las minorías nacionales y las tensiones fronterizas, lo que puede actuar de cortocircuito y de elemento de desestabilización y de enfrentamiento en la región danubiana. El hecho de que el Tratado de Trianon por el que se ponía fin a la PGM y se desmiembra el Imperio austro húngaro, dejara importantes comunidades húngaras en territorio eslovaco, serbio (Voivodina) y en la latina y ortodoxa Rumanía (Transilvania) es todavía hoy un tema no resuelto y fuente de constantes tensiones. Sin duda éste es uno de los grandes retos y peligros que amenazan el diálogo y la cooperación en la zona, sería esperanzador poder pensar que gobiernos identitarios, y antimundialistas pudieran lograr un punto de encuentro entre las partes implicadas. De ello puede depender el futuro político de la zona danubiano-balcánica, vital para Europa.


Enric Ravello
Secretario de relaciones nacionales e internacionales Plataforma per Catalunya

LA NUEVA CONSTITUCIÓN HÚNGARA PROVOCA LA REACCCIÓN DE LOS DEPREDADORES FINACIEROS Y DE LOS TECNÓCRATAS DE BRUSELAS.

Enric Ravello: LA NOVA CONSTITUCIÓ HONGARESA PROVOCA LA REACCIÓ DELS DEPREDADORS FINANCERS I DELS TECNÒCRATES DE BRUSEL.LES




El 1 de enero entró en vigor la Constitución húngara que había sido aprobada por vía parlamentaria en abril del año 2011. La República húngara –nombre de reminiscencia comunista- ha dejado de existir y el país centroeuropeo recobra su nombre histórico, Hungría.
La nueva Carta Magna magiar, sancionada por el Primer Ministro, el nacionalista conservador, Viktor Orban del FIDESZ (Unión Cívica Húngara), incorpora elementos identitarios: reivindica el papel histórico de Hungría en defensa de la civilización europea y cristiana con referencias a la Corona de San Esteban, a la vez que considera al Islam como una religión ajena al pueblo húngaro, reconociendo el derecho a voto y la tutela del Estado húngaro sobre las minorías magiares que habitan en los países limítrofes; elementos revisionistas como es el hecho de considerar a los dirigentes del Partido Socialistas Húngaro (antiguos miembros de la nomenclatura prosoviética) como responsables de “crímenes comunistas cometidos hasta 1989, con carácter retroactivo”; elementos políticamente incorrectos como es la declaración expresa de que un matrimonio sólo puede estar constituido por un hombre y una mujer y la incorporación de medidas drásticas contra el aborto. Señalemos también que el 14 de noviembre la Asamblea húngara había aprobado que la población reclusa del país tenía la obligación de trabajar como modo de pagar los gastos de su manutención y como método de reinserción social.
La izquierda húngara ha pretendido movilizar a la opinión pública para salir a la calle en defensa de la “libertad” y en rechazo de la nueva Constitución “autoritaria y nacionalista”. El eco ha sido escaso, y las movilizaciones en Budapest han tenido un seguimiento ínfimo. Ha sido sintomático ver cómo en esas movilizaciones organizadas por los socialistas y los ecologistas, se pedía el mantenimiento de la independencia del Banco de Hungría frente al poder político.
Pero sin duda hay aspectos de la nueva constitución que han provocado inquietudes mayores fuera del país. El nuevo texto legislativo limita los poderes del Tribuna Constitucional en beneficio del Parlamento, subordina el Banco central al poder político y apuesta por una política monetaria. Fiscalmente, se fija un único tipo impositivo del 16%, pero la recaudación pública se complementa con los impuestos sobre los bancos y multinacionales extranjeras que operen en suelo húngaro, vigente desde mediados del año pasado.
La reacción del FMI no se ha hecho esperar y el florín ha sido objetivo de un ataque especulativo que ha provocado una importante caída de su cotización frente al euro . Los medios de comunicación han reaccionado con una hostilidad sin precedentes contra el país magiar. Por su parte los tecnócratas de Bruselas han “amenazado” con sanciones a Hungría si no cambia su nuevo texto constitucional, que además advierten puede estar en contradicción con la legislación europea. Mientras que las agencias de ratting valoran a la baja la fiabilidad de Hungría frente a los mercados, ya sabemos cómo actúa la finanza especulativa y apátrida. La respuesta del primer ministro húngaro ha sido contundente: “Nada ni nadie en el mundo puede decir a los diputados electos por el pueblo húngaro que leyes pueden aprobar y qué leyes no”.
Sin embargo hay que señalar que la formación nacionalista, identitaria y social, Jobbik, votó en contra de esta nueva Constitución porque no se contemplaron sus propuesta de ampliar la política de nacionalización sobre sectores estratégicos para los intereses húngaros. Jobbik también acusa de Viktor Orban de ser demasiado débil ante el FMI, de no emprender un cambio de modelo económico profundo, y teme que finalmente ceda a algunas de las presiones extranjeras. Como dicen sus dirigentes, “Jobbik apuesta por un radicalismo contagioso” que tiene su reflejo en las urnas y en las encuestas sobre intención de voto en las que Jobbik no cesa de subir.
Otro factor que llevó al voto contrario de Jobbik, fue la ley electoral incluida en el texto constitucional, según la cual el partido más votado en las generales es compensado con una cantidad de escaños que aseguran su poder total durante los cuatro años de legislatura, “algo que nos recuerda al comunismo” han comentado desde Jobbik. Aunque las tendencias electorales hacen que no se pueda descartar que ese partido más votado sea el propio Jobbik en las legislativas de 2014.


Enric Ravello
Secretario de relaciones nacionales e internacionales Plataforma per Catalunya