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Tema: Historia de la Iglesia en Alemania (1816-1950): el 'Kulturkampf', Bismarck, etc.

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    Re: Historia de la Iglesia en Alemania (1816-1950): el 'Kulturkampf', Bismarck, etc.

    El nacionalsocialismo.

    A principios de 1933, sucedió en Alemania otra revolución: la revolución nazi. Era el triunfo de la reacción contra el tratado de Versalles y contra la revolución marxista de 1918. El 30 de enero de 1933, el presidente Hindenburg llamó a Adolfo Hitler al cargo de canciller del Reich. En las elecciones de marzo obtenía el partido el 44% de los escaños; muy pronto el nacionalsocialismo era dueño de todo el Reich. De igual manera que el fascismo en Italia, el nazismo tendía al totalitarismo estatal; era enemigo declarado del parlamentarismo, de la democracia, del liberalismo, del judaísmo y del marxismo.El peligro estaba en la exageración de los derechos del Estado y de las ideas racistas; muchos de sus corifeos sostenían un crudo paganismo en materia religiosa.

    A su empuje tuvieron que disolverse los demás partidos, aun el Zentrum (1930-32), que desde 1917 había prestado excelentes cancilleres al Reich como Brüning. En este nuevo estado de cosas se imponía otro arreglo con la Santa Sede: el 20 de julio de 1933 se llegó al Concordato con el Reich nazi. En teoría, el concordato era excelente y salvaguardaba los intereses de ambos poderes, así como la libertad de la religión. En la práctica, las cosas fueron por otros derroteros. Pío XI, en su encíclica de 1937, Mit Brennender Sorge, indicaba las grandes preocupaciones de la Santa Sede por la suerte del catolicismo en Alemania, sometido a una sorda y a veces brutal persecución legal. Con cualquier pretexto, por las vías de la policía o de la fuerza, se violaban los más sacrosantos derechos de la familia y de la Iglesia.

    Terminada la guerra en 1945, con la humillación más absoluta del nacionalsocialismo, la desaparición trágica de Hitler y la mayor catástrofe que ha sufrido Alemania a lo largo de la historia, se han reconocido detalles sumamente significativos sobre la persecución religiosa realizada por los nazis. El mismo romano pontífice Pío XII, con su palabra autorizada, ha expresado todo el horror que le producían las horribles vejaciones de que se hizo objeto a la Iglesia católica. En su alocución de 2 de junio de 1945 afirmaba: "Los hombres del nacionalsocialismo procuraban sistemáticamente la destrucción de las organizaciones católicas, públicas y privadas; la opresión ejercida sobre la conciencia de los ciudadanos, en especial de los empleados del Estado; la denigración sistemática, mediante una propaganda artera y rigurosamente organizada, de la Iglesia, del clero, de los fieles, y de sus instituciones, su doctrina y su historia; el cierre, la disolución y la confiscación de casas religiosas y otros institutos eclesiásticos y, finalmente, el aniquilamiento de la prensa y de la actividad editorial católica.

    Ahora bien, esto no era una exageración producida por el fanatismo de unos funcionarios o secuaces del régimen; era el resultado de una doctrina y el plan de su actuación. Así como afirmaba uno de sus más significados dirigentes, el plan del racismo iba “dirigido contra todos los católicos que confiesan su sumisión a la Iglesia romana”. En su ideología enteramente naturalista y pagana, se sentían, como dice el mismo dirigente Hauer, “amenazados por el catolicismo político, que no reconoce las ideas del Estado totalitario ni la teoría de la raza, necesarias para una Alemania pura y triunfante”. Mucho más dramáticamente lo expresó el célebre Rosenberg, quien en su obra “El mito del siglo XX” trataba de desacreditar y destruir al cristianismo y a la Iglesia católica.

    El catolicismo, por su parte, ha dado durante este tiempo las pruebas más evidentes de su entereza y vitalidad. Ya Pío XI en la citada encíclica Mit Brennender Sorge daba gracias a los católicos por la valentía con que defendían sus convicciones cristianas. A lo largo de la guerra y de toda la lucha frente al nacionalsocialismo, fueron apareciendo multitud de héroes católicos del temple del jesuita P. Rupert Meyer, de Munich. En diferentes ocasiones, hubo de correr sangre de mártires. Es digna de particular elogio la conducta del episcopado, dos de cuyos más significados representantes fueron el cardenal Faulhaber de Munich y el obispo (luego cardenal) Von Galen, de Münster.

    Conviene notar la conducta del episcopado alemán, que ha insistido en sus conferencias de Fulda y sus pastorales comunes, en las prácticas para la vida cristiana en nuestros tiempos, particularmente las de 1947 a 1950. Los grandes congresos de Katholikentage han vuelto a reanudarse. El catolicismo gozó de más libertad. La Sociedad Görresiana para el fomento de las ciencias ha vuelto de nuevo a la vida. La prensa y publicaciones científicas católicas aparecían ya en nuevo apogeo y avance manifiesto. Solo en la Alemania Oriental comunista tropezaba el catolicismo con insuperables dificultades.
    Última edición por ALACRAN; 22/02/2019 a las 18:45
    “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.

    A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)

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