El Congreso de Viena (1814) no ordenó el desarreglo producido por la Revolución y la secularización en la Iglesia alemana. En los mismos sectores eclesiásticos flotaban ideas enciclopedistas y febronianas.
Sin embargo, pronto se dibujó un grupo de eclesiásticos y obispos de sentir romano. Al mismo tiempo, el romanticismo literario e histórico, con sus tendencias medievalistas, avivó el amor a la Iglesia y asoció en la campaña Pro Ecclesia a una porción de plumas de primera categoría. Baste citar al conde Leopoldo von Stolberg y su Religionsgeschichte, al infatigable polemista y genial escritor José Görres con su Der Katholik y sus Blätter, a Federico Schlegel con su Christliche Geschichtsphilosophie, y otros ilustres conversos. El resurgimiento se iniciaba.
Pero era de absoluta necesidad una ordenación de los asuntos eclesiásticos. Todos veían la necesidad y todos suspiraban por un arreglo, aunque las tendencias y los planes eran diversos. Los gobiernos buscaban justificar y ratificar sus procedimientos cesaropapistas; varios eclesiásticos propugnaban una Iglesia nacional en el sentido de las puntuaciones de Ems y de Wessenberg; otros más cuerdos dirigían sus ojos hacia Roma.
1. Concordatos.
Esta tendencia se impuso y se vino a la vía de concordatos, aunque después los gobiernos abusaron con sus artículos orgánicos.
A) Baviera.
La primera nación que acudió a Roma fue Baviera. Varias fueron las tentativas; por fin en 1815 fue enviado como negociador el obispo Von Häffelin. Comenzaron las negociaciones con Mons. Mazio en 1816. Pero el ministro Mongelas no cesaba de intrigar y entorpecer las negociaciones. Cayó el ministerio Mongelas y se firmó el concordato en 1817. El reino quedaba dividido en dos arzobispados o provincias eclesiásticas: el arzobispado de Munich, con las sufragáneas de Augsburgo, Ratisbona y Passau; el arzobispado de Bamberg, con las sufragáneas de Würzburgo, Eichstätt y Espira. En el nombramiento de obispos el rey tenía derecho de presentación, mientras el papa se reservaba la colación canónica; los obispos gozaban de libre administración en sus diócesis. Pero, después de firmarse el concordato, el gobierno bávaro retardaba su ejecución. Se tramaba un juego. Por fin, como anejo a la Constitución misma y al concordato salió el famoso edicto de religión, con tendencias josefinistas; una especie de artículos orgánicos.
No se hizo esperar la protesta de Roma. Los obispos, y en especial el de Bamberg, se negaban a prestar el juramento constitucional por causa de ese aditamento del edicto de religión. Tuvo que dar el rey una declaración, llamada Declaración de Tenernsee (1821), en que aseguraba que su intención no era gravar las conciencias de los católicos con el juramento y que el concordato se observaría como ley del reino. La buena voluntad de Maximiliano I allanó las dificultades ministeriales. Después Luis de Baviera (1825-48) condujo a Baviera a una época de prosperidad y paz, en que Múnich floreció en artes y cultura, brillaron excelentes prelados, como Sailer, Wittmann, Nicolás Weiss, Anton von Stahl, Carlos Augusto von Reisach, y se intensificó la vida religiosa. ¡Lástima grande que los últimos años de este romántico y generoso príncipe quedaran eclipsados por la pasión hacia la bailarina Lola Montes, a quien hizo condesa de Lansfeld! A la caída del ministro Abel, subieron los liberales, que comenzaron la campaña anticatólica.
B) El Alto Rhin
En el Alto Rhin quedaban una porción de principados sometidos a gobiernos protestantes. Por iniciativas de Würtemberg, se juntaron en 1818 los delegados de Baden, Mecklemburgo, Hessen, Nassau y algunos otros príncipes y varias ciudades, como Frankfurt del Main, a una conferencia para deliberar sobre el arreglo de las iglesias. Decidieron negociar en Roma un concordato común. Fracasaron las primeras negociaciones con mons. Consalvi; se repitieron las conferencias de Frankfurt hasta enero de 1821, y en marzo partía para Roma un proyecto de organización y dotación de sedes. Sobre esa base daba Pío VII en 1821 la bula de erección de la provinciae clesiástica del Alto Rhin, Provida solersque; por ella se creaba el arzobispado de Friburgo de Brisgovia para Baden con cuatro sufragáneas, a saber Rottenburg en Würtenberg, Maguncia para Hesse-Darmstadt, Fulda para el electorado de Hessen y Sachsen-Waimar y Limburgo para Nassau y la ciudad de Frankfurt. Consalvi hubiera preferido que Maguncia fuera metrópoli.
Los príncipes, no contentos con estos resultados, presentaron dos documentos con resabios febronianos, para que los firmaran los obispos respectivos. Firmaron cuatro obispos de los cinco primeros. Roma condenó tales exigencias y rehusó confirmar a los elegidos. El cardenal Della Somaglia les envió un severo aviso, y los gobiernos se vieron obligados a aceptar la bula de León XII Ad dominici gregis custodiam, del 11 de abril de 1827. Pero los gobiernos, en 1830, respondieron con la publicación de una Ordenación territorial en 39 artículos, en los cuales la Iglesia quedaba sometida al poder civil. Varios fueron los atropellos que en esas regiones sufrió la Iglesia y varias veces hubo de protestar el papa.
C) Prusia
Prusia, con el último reparto de Polonia, se había dilatado por el este; con la secularización del Rhin se extendió por el oeste. Se imponía un arreglo con la Santa Sede para crear una nueva organización eclesiástica en estas regiones.
Después de la segunda paz de Paris fue a Roma el consejero e historiador Niebuhr; las negociaciones fueron largas, porque luchaba la tendencia protestante de la soberanía del Estado con el sistema de concordatos. El 16 de julio de 1821 salía la bula De salute animarum, que Federico Guillermo II reconoció como estatuto obligatorio para los católicos prusianos. En ella se erigía la jerarquía. En la parte oriental se erigía el arzobispado de Gnesen-Posen, con los obispados de Culm, Ermeland y Breslau; en la parte occidental, el arzobispado de Colonia, con los obispados de Tréveris, Münster y Paderborn. Los obispos habían de ser elegidos por los cabildos.
Sin embargo, dadas las ideas dominantes entre los protestantes acerca de la soberanía del Estado aun en materia eclesiástica y de que el Estado es la fuente del derecho, se comprende que no faltaran intromisiones y trabas a la acción episcopal y a su correspondencia con Roma.
d) Hannover.
La creación del reino de Hannover exigía nuevo arreglo. En 1816 partió una misión para Roma, que comenzó las negociaciones el año 1817. Pero Hannover presentaba exigencias inaceptables. Por fin, a ejemplo de Prusia, se contentó con una bula de circunscripción que se dio el 26 de agosto de 1824. Por ella se erigían los obispados de Osnabrück y Hildesheim. Si a esto se añade el vicariato del Norte, que comprendía Bremen, Lübeck, Hamburgo y Mecklemburgo con Dinamarca y el vicariato apostólico de Sajonia se ve que, entre 1815 y 1830, Alemania recobró su cuadro moral de jerarcas, gracias a los concordatos o arreglos de la Santa Sede con los distintos príncipes.
Mientras tanto surgían pujantes centros de espíritu netamente romano, como Landshut al sur y Münster al norte.
Mapa político de Alemania hacia 1815.
(continúa...)
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