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Tema: Historia de la Iglesia en Alemania (1816-1950): el 'Kulturkampf', Bismarck, etc.

  1. #1
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    Historia de la Iglesia en Alemania (1816-1950): el 'Kulturkampf', Bismarck, etc.

    Esquema:

    1. Concordatos.

    2. Los matrimonios mixtos.

    3. El Kulturkampf:

    a) Aires de libertad católica

    b) La hegemonía de Prusia

    c) Intromisiones en asuntos eclesiásticos. Baviera

    d) Leyes persecutorias. Bismarck

    e) Resistencia católica. El “Zentrum”

    4. Luces y sombras. El nacionalsocialismo
    Última edición por ALACRAN; 24/01/2019 a las 19:50
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  2. #2
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    Re: Historia de la Iglesia en Alemania (1816-1950): el 'Kulturkampf', Bismarck, etc.

    El Congreso de Viena (1814) no ordenó el desarreglo producido por la Revolución y la secularización en la Iglesia alemana. En los mismos sectores eclesiásticos flotaban ideas enciclopedistas y febronianas.

    Sin embargo, pronto se dibujó un grupo de eclesiásticos y obispos de sentir romano. Al mismo tiempo, el romanticismo literario e histórico, con sus tendencias medievalistas, avivó el amor a la Iglesia y asoció en la campaña Pro Ecclesia a una porción de plumas de primera categoría. Baste citar al conde Leopoldo von Stolberg y su Religionsgeschichte, al infatigable polemista y genial escritor José Görres con su Der Katholik y sus Blätter, a Federico Schlegel con su Christliche Geschichtsphilosophie, y otros ilustres conversos. El resurgimiento se iniciaba.

    Pero era de absoluta necesidad una ordenación de los asuntos eclesiásticos. Todos veían la necesidad y todos suspiraban por un arreglo, aunque las tendencias y los planes eran diversos. Los gobiernos buscaban justificar y ratificar sus procedimientos cesaropapistas; varios eclesiásticos propugnaban una Iglesia nacional en el sentido de las puntuaciones de Ems y de Wessenberg; otros más cuerdos dirigían sus ojos hacia Roma.

    1. Concordatos.

    Esta tendencia se impuso y se vino a la vía de concordatos, aunque después los gobiernos abusaron con sus artículos orgánicos.

    A) Baviera.

    La primera nación que acudió a Roma fue Baviera. Varias fueron las tentativas; por fin en 1815 fue enviado como negociador el obispo Von Häffelin. Comenzaron las negociaciones con Mons. Mazio en 1816. Pero el ministro Mongelas no cesaba de intrigar y entorpecer las negociaciones. Cayó el ministerio Mongelas y se firmó el concordato en 1817. El reino quedaba dividido en dos arzobispados o provincias eclesiásticas: el arzobispado de Munich, con las sufragáneas de Augsburgo, Ratisbona y Passau; el arzobispado de Bamberg, con las sufragáneas de Würzburgo, Eichstätt y Espira. En el nombramiento de obispos el rey tenía derecho de presentación, mientras el papa se reservaba la colación canónica; los obispos gozaban de libre administración en sus diócesis. Pero, después de firmarse el concordato, el gobierno bávaro retardaba su ejecución. Se tramaba un juego. Por fin, como anejo a la Constitución misma y al concordato salió el famoso edicto de religión, con tendencias josefinistas; una especie de artículos orgánicos.

    No se hizo esperar la protesta de Roma. Los obispos, y en especial el de Bamberg, se negaban a prestar el juramento constitucional por causa de ese aditamento del edicto de religión. Tuvo que dar el rey una declaración, llamada Declaración de Tenernsee (1821), en que aseguraba que su intención no era gravar las conciencias de los católicos con el juramento y que el concordato se observaría como ley del reino. La buena voluntad de Maximiliano I allanó las dificultades ministeriales. Después Luis de Baviera (1825-48) condujo a Baviera a una época de prosperidad y paz, en que Múnich floreció en artes y cultura, brillaron excelentes prelados, como Sailer, Wittmann, Nicolás Weiss, Anton von Stahl, Carlos Augusto von Reisach, y se intensificó la vida religiosa. ¡Lástima grande que los últimos años de este romántico y generoso príncipe quedaran eclipsados por la pasión hacia la bailarina Lola Montes, a quien hizo condesa de Lansfeld! A la caída del ministro Abel, subieron los liberales, que comenzaron la campaña anticatólica.

    B) El Alto Rhin

    En el Alto Rhin quedaban una porción de principados sometidos a gobiernos protestantes. Por iniciativas de Würtemberg, se juntaron en 1818 los delegados de Baden, Mecklemburgo, Hessen, Nassau y algunos otros príncipes y varias ciudades, como Frankfurt del Main, a una conferencia para deliberar sobre el arreglo de las iglesias. Decidieron negociar en Roma un concordato común. Fracasaron las primeras negociaciones con mons. Consalvi; se repitieron las conferencias de Frankfurt hasta enero de 1821, y en marzo partía para Roma un proyecto de organización y dotación de sedes. Sobre esa base daba Pío VII en 1821 la bula de erección de la provinciae clesiástica del Alto Rhin, Provida solersque; por ella se creaba el arzobispado de Friburgo de Brisgovia para Baden con cuatro sufragáneas, a saber Rottenburg en Würtenberg, Maguncia para Hesse-Darmstadt, Fulda para el electorado de Hessen y Sachsen-Waimar y Limburgo para Nassau y la ciudad de Frankfurt. Consalvi hubiera preferido que Maguncia fuera metrópoli.

    Los príncipes, no contentos con estos resultados, presentaron dos documentos con resabios febronianos, para que los firmaran los obispos respectivos. Firmaron cuatro obispos de los cinco primeros. Roma condenó tales exigencias y rehusó confirmar a los elegidos. El cardenal Della Somaglia les envió un severo aviso, y los gobiernos se vieron obligados a aceptar la bula de León XII Ad dominici gregis custodiam, del 11 de abril de 1827. Pero los gobiernos, en 1830, respondieron con la publicación de una Ordenación territorial en 39 artículos, en los cuales la Iglesia quedaba sometida al poder civil. Varios fueron los atropellos que en esas regiones sufrió la Iglesia y varias veces hubo de protestar el papa.

    C) Prusia

    Prusia, con el último reparto de Polonia, se había dilatado por el este; con la secularización del Rhin se extendió por el oeste. Se imponía un arreglo con la Santa Sede para crear una nueva organización eclesiástica en estas regiones.

    Después de la segunda paz de Paris fue a Roma el consejero e historiador Niebuhr; las negociaciones fueron largas, porque luchaba la tendencia protestante de la soberanía del Estado con el sistema de concordatos. El 16 de julio de 1821 salía la bula De salute animarum, que Federico Guillermo II reconoció como estatuto obligatorio para los católicos prusianos. En ella se erigía la jerarquía. En la parte oriental se erigía el arzobispado de Gnesen-Posen, con los obispados de Culm, Ermeland y Breslau; en la parte occidental, el arzobispado de Colonia, con los obispados de Tréveris, Münster y Paderborn. Los obispos habían de ser elegidos por los cabildos.

    Sin embargo, dadas las ideas dominantes entre los protestantes acerca de la soberanía del Estado aun en materia eclesiástica y de que el Estado es la fuente del derecho, se comprende que no faltaran intromisiones y trabas a la acción episcopal y a su correspondencia con Roma.

    d) Hannover.

    La creación del reino de Hannover exigía nuevo arreglo. En 1816 partió una misión para Roma, que comenzó las negociaciones el año 1817. Pero Hannover presentaba exigencias inaceptables. Por fin, a ejemplo de Prusia, se contentó con una bula de circunscripción que se dio el 26 de agosto de 1824. Por ella se erigían los obispados de Osnabrück y Hildesheim. Si a esto se añade el vicariato del Norte, que comprendía Bremen, Lübeck, Hamburgo y Mecklemburgo con Dinamarca y el vicariato apostólico de Sajonia se ve que, entre 1815 y 1830, Alemania recobró su cuadro moral de jerarcas, gracias a los concordatos o arreglos de la Santa Sede con los distintos príncipes.

    Mientras tanto surgían pujantes centros de espíritu netamente romano, como Landshut al sur y Münster al norte.


    Mapa político de Alemania hacia 1815.

    (continúa...)
    Última edición por ALACRAN; 24/01/2019 a las 19:55

  3. #3
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    Re: Historia de la Iglesia en Alemania (1816-1950): el 'Kulturkampf', Bismarck, etc.

    2. Los matrimonios mixtos.

    A) Mons. von Droste-Vischering, arzobispo de Colonia

    A despertar la conciencia católica en muchos espíritus josefinistas, febronianos o protestantizantes contribuyó el caso conocido en la historia con el nombre de conflicto de los matrimonios mixtos o caso de Colonia.

    Cuando, en 1814, Prusia tomó posesión de las provincias renanas y Westfalia, en su mayoría católicas, se pasó por alto el acta real de1803, en que se prescribía que los matrimonios mixtos en Prusia educaran la prole en la religión de su padre; no convenía entrar enemistándose con los nuevos súbditos. Por lo tanto, en esa región seguiría aplicándose el derecho canónico, que para dar la dispensa de casarse exige en los matrimonios mixtos la promesa de educar a sus hijos en la religión católica.

    Pero la Prusia protestante vio pronto en los matrimonios mixtos un medio de prusificar las nuevas regiones anexionadas, protestantizándolas. Dado que los empleados, en su mayoría protestantes, se casaban con católicas, en 1825, por un decreto real se ponía en vigor la declaración de 1803 en todo el reino.

    Resistiéronse los párrocos a bendecir los matrimonios de quienes no prometiesen educar a sus hijos católicamente, y los obispos pidieron instrucciones al papa. Naturalmente, Roma respondió manteniendo firmes los principios católicos. Así se expresó, en el breve del 25 de marzo de 1830, Pío VIII y en la instrucción de Albani del día 27, aunque en lo accidental se hacían las posibles concesiones.

    El gobierno prusiano se vio contrariado, y confirió con el arzobispo de Colonia, Mons Spiegel, sobre lo que se debía de hacer. Spiegel, consultando a los sufragáneos de Tréveris, Münster y Paderborn, dio una explicación amplísima al breve pontificio, extendiendo excesivamente los casos en que el sacerdote se podía contentar con una presencia pasiva.

    Así corrieron las cosas hasta que en 1835 fue nombrado arzobispo de Colonia Clemente Augusto von Droste-Vischering, el cual declaró que no estaba conforme con el proceder de su predecesor y que se atendría estrictamente a las prescripciones romanas. El gobierno prusiano creyó eliminar aquel estorbo recluyendo al arzobispo en la fortaleza de Minden, el 20 de noviembre de 1837. El cabildo de Colonia, cediendo a las exigencias del gobierno, nombró un vicario particular; pero Gregorio XVI, en el consistorio del 10 de diciembre, protestó contra estos atentados, hizo el elogio de Droste-Vischering y condenó la conducta del gobierno prusiano en este punto como contraria a las prescripciones de Pío VIII.

    La conciencia católica fue despertando. En general, los católicos se hicieron eco de las palabras del papa: el intrépido Görres lanzó su folleto Athanasius, cuyo título era un símbolo; por la región renana llegó a circular un libro rojo contra Prusia.


    B) El arzobispo Martin von Dunin.

    Este conflicto de Colonia y la conducta de Clemente von Droste despertó la conciencia del clero en el otro extremo de Prusia, en la Silesia, que desde 1803 venía obedeciendo con mejor o peor voluntad la declaración real sobre los matrimonios mixtos.

    Así, pues, en 1837 el arzobispo Martin von Dunin, angustiado en su conciencia, propuso al gobierno, o que le dejasen seguir plenamente las normas de Roma, bien sea las dadas por Pío VIII para el oeste, bien las dadas para Polonia por Benedicto XIV en 1748, o que se le permitiese pedir nuevas normas al sumo pontífice. Dunin no recibió respuesta. Entonces se dirigió directamente al rey con su petición; pero el resultado fue el silencio. Como, por otra parte, Gregorio XVI había reprobado la interpretación práctica que se había dado al breve de Pío VIII, el arzobispo, en una pastoral de 27 de febrero de 1838, prohibió al clero bajo pena de suspensión, la asistencia a los matrimonios mixtos sin exigirles las debidas cauciones.

    El resultado fue que se citó al arzobispo ante el tribunal de Posen. Martin von Dunin, a quien el papa había alabado en una alocución del 13 de septiembre, rechazó el tribunal por incompetente. En febrero de 1839 fue condenado a dimitir sus funciones arzobispales y a seis meses de prisión en la fortaleza de Kolberg. Los obispos de Ermeland y Culm, aunque con formas más moderadas, dejaron también su práctica anterior. Sólo el príncipe-obispo de Breslau, Leopoldo von Seldnitzky, permaneció fiel al gobierno (en 1840 prefirió renunciar a su cargo y se pasó al protestantismo).

    Estos hechos resonaron por todo el mundo con ecos de vibrante entusiasmo; se hablaba de los confesores de la fe Clemente Augusto von Droste-Vischering y Martin von Dunin. En la asamblea de Baltimore, los doce obispos de los EE.UU. expresaron en una circular su profunda admiración.

    En junio de 1840, Federico Guillermo IV (1840-61) sucedía a su padre en el trono. El noble monarca traía el firme propósito de hacer justicia a todos, aun a sus súbditos católicos. De este modo, el 29 de julio podía volver a su diócesis Martin von Dunin, como lo hizo el 3 de agosto con gran júbilo del pueblo de Posen. En enero de 1841, se permitía a todos los obispos la libre comunicación con Roma, y en febrero se establecía en el ministerio de Cultos una sección para los católicos y desaparecía el placet regio.

    Alguna mayor complicación ofrecía el caso de mons. Von Droste-Vischering. El rey se oponía a que volviera al gobierno de su diócesis; pero el papa tampoco quería exigir la renuncia de su sede a tan glorioso defensor de la fe. Contando de antemano con la generosidad y espíritu de sacrificio de Droste y en atención a su delicada salud, el papa le dio por coadjutor, con derecho de sucesión, y por administrador, a Juan von Geissel, obispo de Espira y arzobispo de Iconio in partibus infidelium. Droste-Vischering se contentaba con orar por sus ovejas y levantar sus brazos al cielo como otro Moisés, por la victoria de los suyos. Así se expresaba en la pastoral en que presentaba al coadjutor en marzo de 1842.

    Como fruto de la paz conseguida, el rey de Prusia contribuyó a la terminación de la catedral de Colonia.

    (continúa...)

    Última edición por ALACRAN; 26/01/2019 a las 19:42

  4. #4
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    Re: Historia de la Iglesia en Alemania (1816-1950): el 'Kulturkampf', Bismarck, etc.

    3. El Kulturkampf

    A) Aires de libertad

    La revolución de febrero de 1848 produjo en Alemania gran efervescencia. La autoridad civil se encontraba sin fuerzas y sin consejo; en cambio, la Iglesia había recobrado todo su vigor. En la Dieta de Frankfurt se pedía libertad para todos los credos: “Cada entidad religiosa puede organizar y administrar sus asuntos por sí misma”. Por lo tanto, tampoco podía oponerse a la autonomía de la Iglesia católica, si bien, ilógicamente, coartaba la existencia de las Órdenes religiosas.

    Por todas partes, los obispos en sus memoriales y el pueblo pedían la libertad de acción para la Iglesia. El gobierno prusiano caminaba hacia la pacificación. Por la Constitución de 1848, Federico Guillermo IV concedía a los católicos el libre ejercicio del culto, la autonomía administrativa, la libertad de comunicación con su jefe supremo, el derecho de abrir escuelas y la libertad de asociación.

    Al amparo de esta libertad comenzaron a pulular las asociaciones que eran tan del espíritu alemán. Adam Francisco Lenning, sacerdoted e Maguncia, reunía 400 católicos y fundaba la Piusverein. Fue el origen de los grandes Katholikentage (Jornadas católicas) alemanas, que tanta gloria darían a la Iglesia de Alemania. Se desarrollaron los círculos católicos, fundados en 1846 por el antiguo obrero, ahora sacerdote Adolfo Kolping; se fundaron Conferencias de San Vicente de Paúl para fines benéficos, la Bonifatiusverein para la diáspora, la Josephverein para las misiones de los alemanes en el extranjero, la Borromäusverein para la buena prensa. Por otra parte, los obispos alemanes comenzaron a celebrar sus asambleas nacionales en Fulda.

    Se abría una era de paz. El nuncio Viale-Prela fue recibido en Berlín con grandes honores, y en el ministerio de cultos se creaba el departamento católico. Todo auguraba relaciones amistosas. Por otra parte, desde 1862 los católicos hacían su aparición en la Cámara prusiana con 70 diputados; fue el primer núcleo de lo que sería el Zentrum alemán.

    Pero el anticlericalismo y antirromanismo de la Prusia protestante y de los liberales no podían descansar. El barón Von Runsen publicó su libro Zeichen der Zeit contra la reacción católica, libro que vino a constituir el breviario del anticlericalismo. Los liberales proyectaban una escuela nacional alemana en oposición a las pequeñas confesionales. Empezaban a circular clamores contra las Congregaciones religiosas...

    Sin embargo, en vísperas de una ruptura con Francia, Bismarck necesitaba contar con todos los prusianos unidos. Esta necesidad ataba las manos a Bismarck en Prusia, aunque las tenía bien sueltas para atizar las discordias en otros territorios y ensayar en ellos la lucha, que pronto se había de generalizar con el nombre pomposo de Kulturkampf, o lucha por la cultura...

    (continúa)

    Última edición por ALACRAN; 30/01/2019 a las 19:16
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  5. #5
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    Re: Historia de la Iglesia en Alemania (1816-1950): el 'Kulturkampf', Bismarck, etc.

    La "Kulturkampf" (término que se debe al liberal Virchow) fue, en mi opinión, la gran derrota política de Bismarck en su vida como canciller; quizá la única vez que tuvo que rectificar públicamente. En 1870, por las anexiones territoriales, más de la tercera parte del Imperio Alemán estaba formada por católicos que después formaron el partido del Zentrum [1]. Al canciller le preocupaban las simpatías de estos sobre todo hacia Austria, así como su obediencia al Papa, adversario de su aliada Italia; también era importante la influencia que tenían sobre las poblaciones filoseparatistas del oeste y sur.

    Haciendo uso de su proverbial visión política, y con motivo del Concilio Vaticano I (que sin duda merece un análisis en profundidad en este foro) Bismarck buscó el apoyo de los llamados "viejos católicos"; es decir, aquellos cismáticos que se negaron a aceptar el tema de la infalibilidad pontificia, profundizando en su hostilidad a la Santa Sede.

    El nombramiento del ministro de cultos Falk, y la expulsión de congregaciones, provocó la ruptura de relaciones diplomáticas Las nuevas "Leyes de mayo" promovieron una serie de humillantes medidas contra la Iglesia, como la obligación de que los sacerdotes cursaran sus primeros estudios en establecimientos del Estado. La resistencia de la Iglesia no se hizo esperar y se llegó a encarcelar a los Monseñores Ketteler y Ledochowsky, así como a unos 600 eclesiásticos. Pretendió sustituir a los obispos por vicarios que se elegirían en los cabildos metropolitanos previo juramento de lealtad al Estado.

    Pero ahí fue donde se encontró con la desautorización del Emperador y de los prusianos conservadores. El gran crecimiento electoral del Zentrum hizo replantearse su estrategia, y aprovechando el inicio del Pontificado de León XIII en 1878, sirvió como cabeza de turco a Falk y promovió las nuevas y más asumibles "Leyes de paz" (1880-87), restableciendo posteriormente relaciones diplomáticas con la Santa Sede.

    [1] Hoy en día, el DZP (Partido de centro) es una formación residual que intentó sin éxito volver a la actualidad política ofreciéndose al traidor Puigdemont como plataforma política. A tal situación han llegado en su larga decadencia (es el partido más antiguo de Alemania).
    https://www.elconfidencial.com/mundo...emont_1560110/
    Última edición por DOBLE AGUILA; 01/02/2019 a las 00:30
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    Re: Historia de la Iglesia en Alemania (1816-1950): el 'Kulturkampf', Bismarck, etc.

    ... B) La hegemonía de Prusia.

    Efectivamente, hacia 1850, el antagonismo entre Austria y Prusia, entre la gran Alemania que había presidido Austria y la nueva Alemania, que trataba de fundar Bismarck sobre la preponderancia de Prusia, era ante todo político; pero Austria había representado el catolicismo y Prusia representaba el protestantismo. Todavía bullían estas dos ideas rivales.

    Los románticos y los historiadores católicos resucitaban las ideas del Sacro Romano Imperio; allí estaban Görres con su revista Hojas Histórico Políticas, abogando por la unificación germánica, imperial, bajo la hegemonía de la católica Austria. En cambio, la escuela antagónica, conducida por el historiador Sybel y el jurista Buntschli, personificaba la lucha contra el ultramontanismo. Su ideal era la prusificación. Contaban con dos órganos importantes; la Revista Histórica, de Sybel, y el National Verein, de Benningsen.

    El primer ensayo del Kulturkampf se hizo en la provincia eclesiástica del Alto Rhin: Baden, Würtemberg, Hessen, Nassau. Al ser designado el ilustre G. M. von Ketteler para obispo de Maguncia, los católicos despertaron. En 1851, los obispos de la región, reunidos, pidieron a sus gobiernos libertad para educar el clero y dirigir sus diócesis. Se les dio por respuesta el silencio. Sin más, Ketteler abrió en Maguncia un seminario. En 1853, las Cortes denegaron la demanda de los obispos.

    Entonces Hermann Vicari, arzobispo de Friburgo, intimó a los miembros del Consejo Superior de Asuntos Eclesiásticos que no tenían por qué inmiscuirse en asuntos de la Iglesia, como son los nombramientos. Como respuesta, el estado de Baden envió al comisario Burger a examinar los escritos del obispo. Mons. Vicari excomulgó a Burger y a los miembros del Consejo Superior; el clero sostuvo a su arzobispo, y en particular los jesuitas, que fueron expulsados; pero Europa entera estaba de parte de mons. Vicari; se repetía el caso de los matrimonios mixtos.

    El gobierno reflexionó y admitió la mediación de Ketteler; pero Bismarck era ya por entonces delegado prusiano en la Dieta de Frankfurt y acusó a Vicari de trabajar por Austria; de esta manera empujó al gobierno de Baden a una política de violencia. Vicari fue arrestado; pero ante la indignación general, al cabo de ocho días el gobierno levantó el arresto y entabló negociaciones que llegaron a un arreglo con el cardenal Antonelli: los obispos recobraban sus derechos. En 1859 se firmó un concordato, a que fueron adhiriéndose Würtemberg y Nassau...
    Última edición por ALACRAN; 06/02/2019 a las 19:31

  7. #7
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    Re: Historia de la Iglesia en Alemania (1816-1950): el 'Kulturkampf', Bismarck, etc.

    C) Intromisiones en asuntos eclesiásticos. Baviera

    El gobierno volvió a entrometerse en los nombramientos eclesiásticos y en la administración de los bienes de la Iglesia, llegando en1868, durante el ministerio liberal de Jules Jolly, a dar una ley quitando a la Iglesia el derecho de enseñar; pronto quedaron suprimidos los institutos religiosos y sus establecimientos. Entonces los católicos se armaron con la resistencia pasiva. El gran ducado de Baden, aun antes de 1870, fue el terreno de experimentación del Kulturkampf.

    El segundo campo de experimentación había de ser la católica Baviera. Como ya indicamos, el concordato de 1817 había sido bastardeado por el edicto de religión.

    En 1849, el arzobispo de Munich, mons. Reisach, pidió al rey Maximiliano la vuelta al concordato; pero la comisión encargada de la revisión empeoró la situación por la adición de otros 20 párrafos. Los obispos se reunieron en Freising en 1850 y protestaron contra tal política anti-eclesiástica. Mons. Reisach fue sacado de Baviera y nombrado cardenal de Curia; pero mons. Weiss, obispo de Espira, tuvo la valentía de seguir su camino. Queriendo formar a sus seminaristas sin los peligros de la universidad, abrió en 1865 un curso de teología, pero el ministro Koch hizo expulsar a los seminaristas.

    Pronto salió a colación la cuestión escolar. Efecivamente, después de la batalla de Sadowa, el ministro bávaro Hohenlohe, de tendencias anticlericales y antiaustríacas, propuso una ley escolar de secularización de las escuelas. Las protestas de los católicos se organizaron. Las Hojas Histórico Políticas, con su director Jörg, orientaron la lucha. Según los católicos, aquel combate contra la Iglesia significaba un combate en favor de Prusia. Hohenlohe disolvió el Parlamento de 1869, cuya mayoría era católica. Pero se organizaron mítines de labradores católicos, y en noviembre, nuevas elecciones llevaron a nuevo triunfo católico, de suerte que Hohenlohe tuvo que dimitir.

    Sobrevino en esto la guerra franco-prusiana. Bismarck tuvo la osadía de solicitar del papa que influyese sobre el clero francés para desarmar la resistencia y sobre el clero y los católicos de Baviera y Silesia para que colaborasen a la unificación (prusificación) de Alemania. Naturalmente, el papa se negó a tales manejos indignos. Pero, terminada la guerra con la victoria prusiana y proclamado el Imperio alemán el 18 de enero de 1871, Bismarck iba a ser omnipotente...

    (continúa)

    Última edición por ALACRAN; 06/02/2019 a las 19:36

  8. #8
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    Re: Historia de la Iglesia en Alemania (1816-1950): el 'Kulturkampf', Bismarck, etc.

    D) Leyes persecutorias.

    Bismarck, vencedor por la eliminación total de los austríacos y por la victoria contra Francia, creyó llegado el momento de emprender la lucha contra los católicos de Prusia. El dr. Virchow, uno de los jefes del partido nacional liberal, fue quien bautizó esta lucha con el nombre injusto de Kulturkampf, como si la cultura y la civilización lucharan contra el atraso y barbarie de la Iglesia.

    Un episodio de esta lucha fue el sostén de los llamados católicos viejos, pequeño e insignificante cisma nacido de la definición de la infalibilidad pontificia. Los obispos católicos prohibieron la enseñanza de la religión en las universidades y gimnasios a varios de estos profesores de teología y religión que seguían al rebelde Döllinger. Como rehusaron obedecer, los excomulgaron.

    Entonces el gobierno, que en los viejos católicos veía un medio de debilitar el catolicismo, se dispuso a apoyar a aquellos profesores. Como es natural, los párrocos en sus sermones explicaban estas condenaciones, para que las conociese el pueblo. Bismarck vio llegado el momento, e hizo pedir por medio de Lutz, ministro de cultos en Baviera, una ley del Reichstag contra la predicación; así nació la primera ley persecutoria, llamada Kanzelparagraph, o ley del bozal.

    En seguida vino el ataque a la enseñanza y a las órdenes religiosas. En febrero de 1872, en favor de los viejos católicos depuestos por los obispos, se votó la ley que transfería a los seglares la inspección de las escuelas primarias, privilegio hasta entonces del clero. Por junio, se declaró a los miembros de institutos religiosos ineptos para la enseñanza, y los jesuitas, así como a ciertos institutos similares, como los lazaristas, redentoristas, padres del Espíritu Santo, fueron desterrados. Por su parte, el papa protestó de estos atropellos, y por dos veces rechazó como embajador al cortesano cardenal Hohenlohe.

    La persecución culminó con las famosas leyes de mayo de 1873 y 1874, preparadas por Falk, ministro de cultos. Las cuatro leyes de mayo de 1873 pretendían transformar a los obispos y párrocos en meros funcionarios públicos del Imperio; se exigía a todo candidato al sacerdocio que cursara tres años en la universidad y pasara el examen de Estado; todo nombramiento debía ser comunicado a la administración civil superior; el poder disciplinar eclesiástico solo podía ser ejercido por autoridades eclesiásticas alemanas, contra cuyas decisiones quedaba siempre el recurso a la autoridad civil, y quedaba coartada la facultad de imponer penas, como excomunión pública o deposición de párrocos.

    Al año siguiente,1875, se determinó la manera de actuar contra las transgresiones de dichas leyes; los prelados refractarios serían destituidos, y los cabildos elegirían en el plazo de diez días otro obispo; en caso de desobediencia, quedaban privados de sus dotaciones y se nombraba un comisario del Estado, que administrase los bienes temporales del obispado, a quien habían de acudir los párrocos. En las parroquias patronales, el patrono podía nombrar al cura, y en las no patronales, diez electores podían convocar una reunión de parroquianos para elegir párroco. Se preveía, también, el caso nada hipotético en que el obispo desterrado continuara administrando su diócesis por medio de un mandatario. En este caso, se imponían de diez meses a dos años de prisión a todo el que sin permiso del Estado ejerciera funciones episcopales; los sacerdotes que los obedeciesen pagarían 100 táleros de multa y un año de prisión...

    Última edición por ALACRAN; 13/02/2019 a las 19:11
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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    Re: Historia de la Iglesia en Alemania (1816-1950): el 'Kulturkampf', Bismarck, etc.

    E) Resistencia católica. El Zentrum.

    Las leyes ataban bien todos los cabos y no escatimaban penas: deposición, confiscación, prisión, internamiento, destierro. Pero también la resistencia católica se organizó. Es cierto que las parroquias y los obispados vacantes se multiplicaban; en 1874 fueron internados los obispos Ledokowsky, de Gnesen-Posen; Eberhardt, de Tréveris,y Melchers, de Colonia. En 1875 fueron depuestos Martin, de Paderborn y Förster de Breslau; en 1876, Brinckmann, de Münster, y el arzobispo de Colonia, y en 1877, Blum, de Limburgo. Pero Roma había provisto a toda eventualidad; cada obispo debía transmitir a la Santa Sede una lista de sacerdotes que sucesivamente substituirían en la administración de la diócesis a los que iban cayendo víctimas de la persecución. También envió 380 ejemplares de facultades con dispensas matrimoniales para cierto número de deanes. De esta suerte se gobernaban las diócesis.

    Providencialmente, el Zentrum contaba en el parlamento con cuatro personalidades de alta talla: l. Windhorst, llamado Pequeña Excelencia, de gran habilidad polémica, muy temible en las disputas parlamentarias; Hermann von Mallinkrodt y los hermanos Pedro y Augusto Reichensperger. La orden del jefe Windhorst fue de resistencia pasiva.

    Las elecciones de 1877 demostraron que el Canciller de Hierro comenzaba a flaquear, ya que el partido liberal perdió 25 puestos. León XIII, al subir al trono en 1878, anunció su elección al Emperador manifestándole el dolor de la lucha y el deseo de reanudar las relaciones.

    Efectivamente, Bismarck, con pasmo de todos, se entrevistó con mons. Mazella, nuncio de Munich, en Kissingen; se puso al habla con el cardenal secretario Franchi, y en 1879 inició las negociaciones oficiales con Jacobini, nuncio en Viena. También el Papa, en un breve al obispo de Colonia, indicaba su disposición a hacer algunas concesiones. Por táctica política, Bismarck pretextaba no tener prisa y que solo se trataba de un modus vivendi. Empezó por presentar algunos proyectos de arreglo; pero el Zentrum los rechazaba por insuficientes. En 1882 se presentó un proyecto de ley que pasó por encima del gobierno gracias al Zentrum en unión de los conservadores. En él se autorizaba al gobierno a llamar a los obispos depuestos.

    Bismarck había dicho solemnemente a los embajadores en 1872: Nosotros no iremos a Canosa, aludiendo a la humillación del medieval Enrique IV. Pero lo cierto es que poco a poco iba caminando hacia Canosa. Entre el Vaticano y Bismarck se iba acortando la distancia.

    Bismarck hacía a León XIII el honor de elegirle como árbitro en la cuestión con España sobre las Islas Carolinas, y a su vez, León XIII resolvía amigablemente el conflicto de Colonia, creando a Melcherscardenal de curia y nombrando en su lugar para arzobispo de Colonia a Krementz, que era grato al Canciller de Hierro. Falk, ministro de cultos, hubo de dimitir en 1879. Los obispos volvieron a las diócesis. Por fin, en 1886 se llegó a una revisión de las leyes de mayo: se suprimieron los tres años de estudio universitario para los seminaristas y el examen de Estado, se permitió la apertura de seminarios y convictorios para su formación, y quedó suprimido el derecho de apelación.

    Bismarck quería subordinar la revisión de estas leyes al apoyo que le prestara el Zentrum en su plan septenal militar y acudió con esta pretensión al Vaticano; pero Windhorst se opuso, alegando que el Zentrum no obedecía al Papa en cuestiones meramente políticas. De este modo supo eludir el compromiso.

    En 1887 se vio a otra revisión de las leyes de mayo; el artículo 5º autorizaba al ministerio para abrir la puerta de Prusia a las órdenes religiosas. Efectivamente, en 1894 entraron los redentoristas y padres del Espíritu Santo, si bien el Consejo federal mantuvo todavía la ley contra los jesuitas.

    Bismarck perdió el favor y la confianza del Emperador y, desde 1890 hasta 1898, en que murió, llevó una vida oscura y retirada de todo cargo público.

    (continúa)
    Última edición por ALACRAN; 13/02/2019 a las 19:30
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    Re: Historia de la Iglesia en Alemania (1816-1950): el 'Kulturkampf', Bismarck, etc.

    4. Cambio de Siglo.

    Los efectos de esta persecución fueron en gran parte benéficos, pues la Iglesia quedó libre del servilismo josefinista y febroniano y se acostumbró a volverse hacia Roma, y los católicos se organizaron magníficamente. El nuevo emperador Guillermo II (1888-1918) aunque protestante, se mostró comprensivo y partidario del orden; se comenzaba a temer al socialismo. En este sentido, reinó cierta armonía entre el gobierno y el Zentrum para bien del catolicismo y de la cuestión social.

    Sin embargo, aparecían ciertos puntos oscuros; los católicos alemanes se quejaban de ciertas trabas puestas por el Estado a su actividad, y en la provisión de funcionarios públicos reinaban ciertas preferencias protestantes y prusianas en concreto. En algunos Estados había poca tolerancia religiosa; en el Este alemán, la prusificación se confundía con la protestantización, y en las escuelas iba mermando el influjo católico. El Zentrum presentó en 1892 una ley sobre las escuelas, y en 1900 un proyecto de tolerancia; pero fueron rechazados por el Reichstag.

    Hubo algunos roces internos de bastante consideración: la tendencia denominada Reformkatholicismus, suscitada en 1897, y que no hay que confundir con el modernismo, siendo tan sólo el ala opuesta del integralismo; la cuestión del arte por el arte, de que tanto se disputó en 1898, y la controversia sobre el carácter del partido del Zentrum, que apasionó los ánimos en 1906; pero, sobre todo, el problema de la confesionalidad o aconfesionalidad de las asociaciones obreras entre la tendencia de Berlín y la exigencia de Colonia, consumió mucha tinta y tiempo. Ya indicamos cómo resolvió esta cuestión Pío X en su encíclica Singulari quadam, de 1912.
    Otro punto de divergencia en el seno del catolicismo lo ofrecieron las diversas corrientes modernistas e integristas en las ciencias eclesiásticas que, sin embargo, en Alemania no tuvieron el carácter agudo de otros países.

    Y vino la Primera Guerra europea. Mucho tuvo que sufrir la Alemania católica; la paz de Versalles privó al Reich de unos cuatro millones y medio de católicos. Además, la miseria y la desesperación arrojaron a muchos en brazos del socialismo con la revolución de 1918; la religión pareció naufragar como partidaria del antiguo régimen. Pero Alemania con el auxilio del Zentrum y de todos los católicos y conservadores halló su camino, y en la Constitución de Weimar de 1919, salió el nuevo Estado, en que la religión tenía su puesto; los artículos relativos a la Iglesia fueron un compromiso entre los partidarios socialdemócratas y los burgueses, si bien sonaban a separación entre Iglesia y Estado. Es decir, que quedaba roto el sistema antiguo protestante de supremacía del Estado en materias religiosas y quedaba asegurada la libertad de creencias y conciencias. El Estado se declaraba neutral en este punto. Por lo tanto, el catolicismo salió ganando en libertad e igualdad.

    Pronto se fueron estableciendo institutos religiosos, especialmente la Compañía de Jesús, que en el destierro había desarrollado una admirable labor científica.

    En vez de la nunciatura prusiana, se estableció en 1920, la nunciatura para Alemania en Berlín. Mons. Eugenio Pacelli (futuro Pío XII), que desde 1917 era nuncio en Munich, se trasladó a Berlín. En 1924, se firmaba un concordato con Baviera; en 1929, otro con Prusia y, en 1932, otro con Baden.
    Última edición por ALACRAN; 22/02/2019 a las 19:33
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    Re: Historia de la Iglesia en Alemania (1816-1950): el 'Kulturkampf', Bismarck, etc.

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    El nacionalsocialismo.

    A principios de 1933, sucedió en Alemania otra revolución: la revolución nazi. Era el triunfo de la reacción contra el tratado de Versalles y contra la revolución marxista de 1918. El 30 de enero de 1933, el presidente Hindenburg llamó a Adolfo Hitler al cargo de canciller del Reich. En las elecciones de marzo obtenía el partido el 44% de los escaños; muy pronto el nacionalsocialismo era dueño de todo el Reich. De igual manera que el fascismo en Italia, el nazismo tendía al totalitarismo estatal; era enemigo declarado del parlamentarismo, de la democracia, del liberalismo, del judaísmo y del marxismo.El peligro estaba en la exageración de los derechos del Estado y de las ideas racistas; muchos de sus corifeos sostenían un crudo paganismo en materia religiosa.

    A su empuje tuvieron que disolverse los demás partidos, aun el Zentrum (1930-32), que desde 1917 había prestado excelentes cancilleres al Reich como Brüning. En este nuevo estado de cosas se imponía otro arreglo con la Santa Sede: el 20 de julio de 1933 se llegó al Concordato con el Reich nazi. En teoría, el concordato era excelente y salvaguardaba los intereses de ambos poderes, así como la libertad de la religión. En la práctica, las cosas fueron por otros derroteros. Pío XI, en su encíclica de 1937, Mit Brennender Sorge, indicaba las grandes preocupaciones de la Santa Sede por la suerte del catolicismo en Alemania, sometido a una sorda y a veces brutal persecución legal. Con cualquier pretexto, por las vías de la policía o de la fuerza, se violaban los más sacrosantos derechos de la familia y de la Iglesia.

    Terminada la guerra en 1945, con la humillación más absoluta del nacionalsocialismo, la desaparición trágica de Hitler y la mayor catástrofe que ha sufrido Alemania a lo largo de la historia, se han reconocido detalles sumamente significativos sobre la persecución religiosa realizada por los nazis. El mismo romano pontífice Pío XII, con su palabra autorizada, ha expresado todo el horror que le producían las horribles vejaciones de que se hizo objeto a la Iglesia católica. En su alocución de 2 de junio de 1945 afirmaba: "Los hombres del nacionalsocialismo procuraban sistemáticamente la destrucción de las organizaciones católicas, públicas y privadas; la opresión ejercida sobre la conciencia de los ciudadanos, en especial de los empleados del Estado; la denigración sistemática, mediante una propaganda artera y rigurosamente organizada, de la Iglesia, del clero, de los fieles, y de sus instituciones, su doctrina y su historia; el cierre, la disolución y la confiscación de casas religiosas y otros institutos eclesiásticos y, finalmente, el aniquilamiento de la prensa y de la actividad editorial católica.

    Ahora bien, esto no era una exageración producida por el fanatismo de unos funcionarios o secuaces del régimen; era el resultado de una doctrina y el plan de su actuación. Así como afirmaba uno de sus más significados dirigentes, el plan del racismo iba “dirigido contra todos los católicos que confiesan su sumisión a la Iglesia romana”. En su ideología enteramente naturalista y pagana, se sentían, como dice el mismo dirigente Hauer, “amenazados por el catolicismo político, que no reconoce las ideas del Estado totalitario ni la teoría de la raza, necesarias para una Alemania pura y triunfante”. Mucho más dramáticamente lo expresó el célebre Rosenberg, quien en su obra “El mito del siglo XX” trataba de desacreditar y destruir al cristianismo y a la Iglesia católica.

    El catolicismo, por su parte, ha dado durante este tiempo las pruebas más evidentes de su entereza y vitalidad. Ya Pío XI en la citada encíclica Mit Brennender Sorge daba gracias a los católicos por la valentía con que defendían sus convicciones cristianas. A lo largo de la guerra y de toda la lucha frente al nacionalsocialismo, fueron apareciendo multitud de héroes católicos del temple del jesuita P. Rupert Meyer, de Munich. En diferentes ocasiones, hubo de correr sangre de mártires. Es digna de particular elogio la conducta del episcopado, dos de cuyos más significados representantes fueron el cardenal Faulhaber de Munich y el obispo (luego cardenal) Von Galen, de Münster.

    Conviene notar la conducta del episcopado alemán, que ha insistido en sus conferencias de Fulda y sus pastorales comunes, en las prácticas para la vida cristiana en nuestros tiempos, particularmente las de 1947 a 1950. Los grandes congresos de Katholikentage han vuelto a reanudarse. El catolicismo gozó de más libertad. La Sociedad Görresiana para el fomento de las ciencias ha vuelto de nuevo a la vida. La prensa y publicaciones científicas católicas aparecían ya en nuevo apogeo y avance manifiesto. Solo en la Alemania Oriental comunista tropezaba el catolicismo con insuperables dificultades.
    Última edición por ALACRAN; 22/02/2019 a las 19:45
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